¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
"No se puede vivir la
Pascua sin entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo
conocer, leer... Es más, es mucho más.
«Entrar en el misterio»
significa capacidad de asombro, de contemplación; capacidad de escuchar el
silencio y sentir el susurro de ese hilo de silencio sonoro en el que Dios nos
habla (cf. 1 Re 19,12).
Entrar en el misterio
nos exige no tener miedo de la realidad: no cerrarse en sí mismos, no huir ante
lo que no entendemos, no cerrar los ojos frente a los problemas, no negarlos,
no eliminar los interrogantes... Entrar en el misterio significa ir más allá de
las cómodas certezas, más allá de la pereza y la indiferencia que nos frenan, y
ponerse en busca de la verdad, la belleza y el amor, buscar un sentido no ya
descontado, una respuesta no trivial a las cuestiones que ponen en crisis
nuestra fe, nuestra fidelidad y nuestra razón.
Para entrar en el
misterio se necesita humildad, la humildad de abajarse, de apearse del pedestal
de nuestro yo, tan orgulloso, de nuestra presunción; la humildad para
redimensionar la propia estima, reconociendo lo que realmente somos: criaturas
con virtudes y defectos, pecadores necesitados de perdón. Para entrar en el
misterio hace falta este abajamiento, que es impotencia, vaciándonos de las
propias idolatrías... adoración. Sin adorar no se puede entrar en el misterio.
Todo esto nos enseñan
las mujeres discípulas de Jesús. Velaron aquella noche, junto la Madre. Y ella,
la Virgen Madre, las ayudó a no perder la fe y la esperanza. Así, no
permanecieron prisioneras del miedo y del dolor, sino que salieron con las
primeras luces del alba, llevando en las manos sus ungüentos y con el corazón
ungido de amor. Salieron y encontraron la tumba abierta. Y entraron. Velaron,
salieron y entraron en el misterio. Aprendamos de ellas a velar con Dios y con
María, nuestra Madre, para entrar en el misterio que nos hace pasar de la
muerte a la vida."
(SS Papa Francisco, Vigilia Pascual 2015)