jueves, 1 de enero de 2009

El axolotl



Quizás muchos de nuestros lectores recuerden a Julio Cortázar al leer el título de este ensayo. El prodigioso redactor elaboró una joya del relato fantástico, disponible en nuestra biblioteca, en la cual un escritor vive una verdadera transmigración de mentes con una de estas criaturas.


El axolotl (nombre nahuatl que significa “perro de agua” y que se ha castellanizado como ajolote) es un anfibio, esto es, un vertebrado que pertenece a la misma clase que las ranas, los sapos, los escuerzos y los tritones. En el mundo científico se lo denomina Ambystoma mexicanum.



Como otras salamandras, los animales adultos tienen 4 patas cortas y son de hábitos carnívoros, ya que se alimentan de gusanos, pequeños moluscos e incluso algunos peces, los que ingieren en forma completa debido a su pobre dentición.


Además de su sorprendente capacidad de regeneración, en permanente estudio con fines médicos, acaso la característica más sorprendente de los ajolotes es que rara vez alcanzan la forma adulta que describíamos con anterioridad. La mayor parte de los anfibios presentan un proceso de metamorfosis de sus formas larvarias, que fácilmente reconocemos en la transición de los renacuajos (animales jóvenes con branquias, cola y ojos desnudos) a las ranas (animales maduros con pulmones, sin apéndice caudal y con párpados). Los ajolotes, en cambio, detienen su proceso de desarrollo en formas larvarias, pese a lo cual pueden reproducirse en ese estado. Este fenómeno se denomina neotenia.


Cuando se analiza esta situación desde el punto de vista de la hipótesis de la evolución, se postula que estos batracios eran en un principio salamandras como las demás, que, en lugar de “evolucionar” hacia formas más avanzadas como los reptiles… regresaron al medio acuático en forma gradual, por lo cual habrían perdido “las ventajas evolutivas” de la vida terrestre. De hecho, se lo considera un “salto atrás” o una regresión en la evolución.


Desde una concepción no evolucionista, es más simple comprender que se trata de animales con miembros, branquias y ojos adecuados para su entorno salvaje habitual, esto es, las aguas con bajo contenido en yodo del lago Xochimilco de Méjico, el último reducto natural de estos animales. Por otra parte, se ha demostrado que pueden reproducirse de manera cruzada con otras salamandras, lo cual pone en discusión nuevamente la definición de “especie” en Biología. Se ha intentado subsanar este escollo con el argumento del “complejo de las salamandras tigre”, planteando la posibilidad de la existencia de subespecies que pueden aparearse con descendencia fértil.


En palabras de Cortázar: «Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar.» Acaso somos nosotros quienes necesitamos una visión crítica y diferente de la diversidad biológica, que, a medida que es comprendida con mayor detalle, revela día a día con mayor ímpetu la grandeza de la Creación.

Publicado en formato 1.0 en enero de 2009