lunes, 1 de enero de 2007

La píldora "del día después"

Ha cobrado debate público en los últimos tiempos la denominada «contracepción de emergencia», también llamada en distintos medios «la píldora del día después». Creemos importante mencionar, con la mayor de las objetividades, que ese debate es estéril, ya que no existe duda alguna de la naturaleza potencialmente abortiva de este tratamiento, y por tanto es moralmente reprobable y jurídicamente delictivo.

Es prudente que recordemos que, en el momento de la fecundación, un espermatozoide masculino y el óvulo femenino dan lugar a un individuo, genéticamente distinto de sus padres y por tanto nueva persona desde ese mismo instante, como hemos detallado en un artículo previo.

En una amplia mayoría de las ocasiones, el embrión es concebido en una de las trombas de Falopio. Desde allí, inicia un proceso de migración, mientras sus células se dividen aún sin diferenciarse en tejidos. Finalmente, el embrión se anida en la capa más interna del útero, llamada endometrio, en un proceso conocido con el nombre técnico de implantación. En esta etapa interviene una hormona denominada gonadotrofina coriónica (una de sus fracciones, la beta-hCG o «subunidad beta», es la sustancia que se mide en sangre u orina con el fin de confirmar analíticamente un embarazo).

Si bien se utilizan distintos fármacos en la llamada anticoncepción de emergencia, en Occidente la droga más difundida a tal fin es el levonorgestrel. Esta hormona es un progestágeno sintético, esto es, un producto de laboratorio emparentado con la progesterona, hormona habitualmente participante del ciclo sexual femenino. El levonorgestrel ya se utilizaba como parte de distintos anticonceptivos orales, fundamentalmente en los llamados monofásicos, aunque en dosis menores que en las «píldoras del día después».

El levonorgestrel es capaz, a la dosis de 75 microgramos utilizados en estos comprimidos, de actuar en los siguientes niveles:

- impedir la ovulación, o sea, la liberación del óvulo por parte del ovario (es el mismo mecanismo por el cual se lo incluye entre los anticonceptivos orales)

- impedir la fecundación, o sea, la unión del espermatozoide y el óvulo ya liberado

- impedir la implantación, o sea, la anidación del nuevo individuo en un endometrio apto para su desarrollo. Es este el mecanismo por el cual el levonorgestrel resulta abortivo, ya que la persona única, irrepetible y formada a imagen y semejanza de Dios desde el momento de la concepción es asesinada en el seno materno.

Este mecanismo de acción del levonorgestrel es bien conocido desde hace años, lo cual ha generado conflictos éticos en los países autodenominados del Primer Mundo. Sin embargo, el Poderoso Caballero Don Dinero, en las palabras del poeta, ha logrado que, en Estados Unidos, se haya intentado poner límites a la objeción de conciencia de los profesionales farmacéuticos mediante analogías que rozan con lo absurdo (May pharmacists refuse to fill prescriptions for emergency contraception?, publicado en la prestigiosa New England Journal of Medicine en 2004. La revista es accesible desde aquí en forma gratuita para casi toda Latinoamérica).

Sin embargo, es aún más aterrador advertir que en los prospectos de levonorgestrel disponibles en la Argentina en muchos casos se ha OMITIDO la potencialidad abortiva del medicamento. Además de una clara violación a la legislación (gracias a Dios y pese a todas las presiones seculares, el aborto en la Argentina aún es considerado un delito), se ha ocultado deliberadamente información clave para las usuarias... con la necesaria complicidad de estratos oficiales.

Por otro lado, las altas dosis de progestágenos se asocian con importantes riesgos maternos, incluyendo vómitos persistentes, sangrado digestivo, crisis hipertensivas y los aún desconocidos efectos a futuro sobre la fertilidad.

En resumidas cuentas, nos enfrentamos a un nuevo intento por legalizar el genocidio abortista en nuestras naciones latinoamericanas. Además de importar el método desde estados genocidas y paganos como los «países centrales»...
· ¿cuánto tardaremos en importar la limitación a la objeción de conciencia?

· ¿cuánto tiempo pasará para que los profesionales de la salud comprometidos con la vida integren listas negras de objetores a la hora de resistir estas formas larvadas de homicidio?

· ¿en cuántos meses más nuestra legislación permitirá el reparto gratuito de esta droga en hospitales y centros de salud?

· ¿cuánto tiempo más permaneceremos de brazos cruzados...?

Nuestra tarea diaria desde el plano científico, con hechos objetivos, y desde el plano de nuestra Fe, con la oración continua y decidida, impedirá que la muerte de niños no nacidos empañe aún más el deseo de Nuestro Señor Jesucristo de salvación para todo el género humano.

«El afán de dinero es la raíz de todos los males del mundo» (1 Tim; 6,10)
Publicado en formato 1.0 en enero de 2007

Cúmulos de Galaxias


Hemos descripto en diversos artículos de esta sección que muchas estrellas se encuentran formando parejas (estrellas binarias o dobles) o incluso grupos mayores. Lo cierto es que, a su vez, las estrellas se encuentran agrupadas en inmensas «familias» de varios millones de integrantes conocidas con el nombre de galaxias.

De hecho, todas las estrellas que vemos en el firmamento pertenecen a la misma galaxia que nuestro propio Sol, la denominada Vía Láctea. Se estima en términos groseros que nuestra galaxia incluye unos 100 mil millones de estrellas en total (sí, un uno seguido de once ceros). Simplemente para asombrarnos aún más de la grandeza de la Creación, las galaxias pueden reunirse, por atracción gravitatoria, en la inmediata proximidad de otras para formar grupos o, utilizando un anglicismo, clusters.

Por ejemplo, nuestra galaxia de la Vía Láctea forma junto con, entre otras, la galaxia de Andrómeda y las Nubes de Magallanes el llamado Grupo Local, un cluster de aproximadamente unas 20 galaxias.


Representación de la Vía Láctea


Desde un punto de vista convencional, se ha estimado que la mayoría de los cúmulos de galaxias son casi tan antiguos como la edad estipulada para el Universo todo. Sin embargo, como hemos mencionado, el factor que permite esta cohesión entre los monumentales grupos de estrellas es la fuerza de gravedad, lo cual ha generado algunos inconvenientes para la comprensión del modelo.

Sin entrar en tecnicismos que podrían resultar desalentadores, es importante que recordemos que la gravedad es una fuerza de atracción entre dos cuerpos dados y que depende:

--> en forma directamente proporcional, de la masa de esos cuerpos (a mayor masa, mayor es la fuerza de atracción)

--> en forma inversamente proporcional, del cuadrado de la distancia que separa a esos cuerpos (a mayor distancia, menor es la fuerza de atracción, siendo este componente de aún mayor influencia que el de las masas)

Un buen ejemplo es notar que, entre la Tierra y usted, a la hora de evaluar la fuerza de la gravedad, contraponemos los millones de toneladas del planeta contra las pocas decenas de kilos del lector, por un lado, y la nula distancia que los separa, por el otro, y se comprende fácilmente porque la Tierra lo atraerá indudablemente hacia sí misma.


Galaxia del Sombrero (NGC 5128)

Pensemos ahora en masas de trillones de toneladas, de gran influencia, separadas por centenares de trillones de kilómetros, de aún muchísima mayor influencia. Pese a eso, las galaxias se mantienen próximas en los mencionados clusters. Se han tejido algunas hipótesis para explicar porque, pese a que no hay suficiente masa en las galaxias para mantenerse unidas, las vemos organizadas en bellos grupos unidos por la gravedad:

--> ¿existe quizás masa que no hemos medido? De hecho, el déficit de masa en los cálculos más optimistas para mantener a los cúmulos unidos es de cerca del 70%. Se ha especulado que no se ha medido la totalidad del hidrógeno presente en las galaxias; sin embargo, con los métodos actuales de análisis esta hipótesis parece poco probable.

--> ¿solucionan el problema los «agujeros negros»? Vale que aclaremos que los mencionados agujeros negros son estrellas en la fase terminal de su vida, las cuales han colapsado sobre sí mismas por efecto de su propia gravedad, atrayendo hacia sí todo cuanto está a su alrededor. De hecho, la fuerza de gravedad en ellas es tan grande que logran atraer a la propia luz que generan, y de allí su denominación de agujeros negros. Dado que estos cuerpos son increíblemente densos, concentran en unos pocos centímetros cúbicos varios miles de millones de toneladas, por lo cual aportarían la masa no medida. El gran problema de esta hipótesis es que bastaría con unos pocos agujeros negros por galaxia para que estas fueran rápidamente «atraídas» y destruidas en su interior...

--> ¿tal vez ocurre que el Universo es mucho más reciente de los que pensamos, y simplemente los cúmulos de galaxias no han tenido aún tiempo real para separarse, fruto de que la gravedad ha sido vencida por las distancias? De acuerdo a esta hipótesis, algunos cálculos arrojan la sorprendente cifra máxima de cuatro millones de años para la existencia de los cúmulos.

Como hemos mencionado en otras oportunidades, la ruptura aparente entre la ciencia y la Fe tiene su origen en la soberbia del género humano, incapaz de interpretar la Creación con los ojos del asombro, la admiración y el respeto, a partir del acto de amor ex nihilo de Dios Padre.

Publicado en formato 1.0 en enero de 2007