jueves, 31 de diciembre de 2009

Acerca de la Legalización de las Uniones Homosexuales

Comunicado de prensa de monseñor Juan Carlos Romanín SDB, obispo de Río Gallegos, con motivo de la unión homosexual realizada en Ushuaia (29 de diciembre de 2009)

Como es de público conocimiento, nos acercamos a toda nuestra Diócesis de Río Gallegos para aclarar algunos conceptos referentes a la legalización de las uniones homosexuales desde la Doctrina de la Iglesia, subrayada en este último tiempo por el Episcopado Argentino.
"El matrimonio no es una unión cualquiera entre personas humanas. Ha sido fundado por el Creador, que lo ha dotado de una naturaleza propia, propiedades esenciales y finalidades específicas. La verdad natural sobre el matrimonio ha sido confirmada por la Revelación contenida en las narraciones bíblicas de la creación: el hombre, imagen de Dios, ha sido creado ‘varón y hembra’ (Gn 1, 27)". El hombre y la mujer son iguales, tienen los mismos derechos y son complementarios.

"El matrimonio, además, ha sido instituido por el Creador como una forma de vida en la que se realiza aquella comunión de personas que implica el ejercicio de la facultad sexual. ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne’ (Gn 2, 24). “Dios ha querido donar a la unión del hombre y la mujer una participación especial en su obra creadora. Por eso ha bendecido al hombre y la mujer con las palabras: ‘Sean fecundos y multiplíquense’ (Gn 1, 28). En el designio del Creador, complementariedad de los sexos y apertura a la procreación pertenecen a la naturaleza misma de la institución del matrimonio. (CIC 1603-1605)

Además, la unión matrimonial entre el hombre y la mujer ha sido elevada por Cristo a la dignidad de sacramento. La Iglesia enseña que el matrimonio cristiano es signo eficaz de la alianza entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5, 32). Este significado cristiano del matrimonio, lejos de disminuir el valor profundamente humano de la unión matrimonial entre el hombre y la mujer, lo confirma y refuerza (cf. Mt 19, 3-12; Mc 10, 6-9).

En contraste con lo mencionado previamente y de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica: ‘Los actos homosexuales, en efecto, cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual.” (CIC 2357)

Es necesario aclarar que el respeto a estas personas no implica el legalizar sus actos. Debemos pensar en las generaciones venideras, como los niños, crecerán pensando que esta conducta homosexual es natural, especialmente si lo hacen en un "hogar" homosexual.

Pedimos a la sociedad promulgar leyes de acuerdo con el orden moral y al respeto de los derechos inalienables de cada persona. Como dice Santo Tomás de Aquino: "Toda ley propuesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto es conforme con la ley moral natural, reconocida por la recta razón". Las legislaciones favorables a las uniones homosexuales son contrarias a la recta razón porque confieren garantías jurídicas análogas a las de la institución matrimonial a la unión entre personas del mismo sexo.

En las uniones homosexuales están completamente ausentes los elementos biológicos y antropológicos del matrimonio y de la familia. Éstas no están en condiciones de asegurar adecuadamente la procreación y la supervivencia de la especie humana. En dichas uniones no sólo se niega la posibilidad de la procreación, sino que ante una posible adopción, se le estaría negando al niño la experiencia de la maternidad y de la paternidad. “En toda adopción legítima se procede en base a la consigna “la cual no consiste en buscar un niño para un hogar, sino encontrar una familia para ese niño.” (CEA, Directorio Pastoral Familiar, nº 178, a)

La sociedad debe su supervivencia a la familia fundada sobre el matrimonio. La pareja heterosexual dentro de la familia ejerce un rol procreativo y un rol educativo. Una unión homosexual cambiaría radicalmente lo que hoy entendemos por familia: padre, madre e hijos. La consecuencia inevitable del reconocimiento legal de las uniones homosexuales es la redefinición del matrimonio.

"Dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son, por lo tanto, de eminente interés público, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional. Las uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común". “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales”, Congregación para la Doctrina de la Fe, 3 de junio de 2003)

Por otro lado, el no reconocer las uniones homosexuales no deja de lado todos los derechos que la sociedad le reconoce a cada uno de estos individuos, por lo que es falso que se diga que tienen menos derechos civiles que otros. Los derechos fundamentales de toda persona deben ser respetados.

Nos llama la atención que no se haya permitido dar un debate prolongado y profundo sobre una cuestión de tamaña trascendencia y, en cambio, se haya hecho todo silenciosa y sorpresivamente. Esto constituye un signo de grave ligereza y sienta un serio precedente legislativo para nuestro país y para toda Latinoamérica.

Como Iglesia, llamamos la atención a todos los católicos, sobre todo a los que están involucrados en la política, especialmente a aquellos que ejercen funciones en los poderes del Estado, recordándoles que resulta un acto inmoral grave el hecho de que un católico apoye la legalización de las uniones homosexuales.

Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría convertirlo en un anti-modelo para la sociedad actual, ya que rechaza valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia pide recuperar el respeto por la familia, “lugar afectivo en el que se generan los valores comunitarios más sólidos y se aprende a amar y a ser amado.” (“Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad”, CEA, 14 noviembre 2008)

En la fiesta de la Sagrada Familia, celebrada el domingo último, hicimos nuestra la oración de la Misa pidiéndole a Jesús, a María y a José nos concedan imitar sus virtudes domésticas y unidos por el vínculo de la caridad, lleguemos a gozar de los premios eternos del cielo. Y pedimos a los santos mártires inocentes que nos den la valentía y la audacia de defender siempre la Buena Noticia del Evangelio.

Mons. Juan Carlos Romanín SDB, obispo de Río Gallegos, Provincias de Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur

jueves, 10 de diciembre de 2009

El Origen del Mal



En su habitual catequesis de la Audiencia General de este miércoles celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa Benedicto XVI habló de otro monje del siglo XI, Ruperto de Deutz, quien enseñó en su tiempo algunas cosas válidas para la actualidad: el mal tiene su origen en el errado uso la libertad humana, con lo que defendió así la absoluta bondad de Dios.

El Santo Padre explicó que desde joven, Ruperto manifestó su amor por la vida monástica y su adhesión total a la Sede de Pedro. Fue nombrado abad de Deutz en 1120 y murió en 1129. "Nos enseña que cuando surgen controversias en la Iglesia, la referencia al ministerio petrino garantiza fidelidad a la sana doctrina y otorga serenidad y libertad interior", dijo el Papa

Recordando las numerosas obras de Ruperto, "que todavía hoy suscitan un enorme interés", Benedicto XVI subrayó que "intervino con determinación" en algunas discusiones teológicas, como por ejemplo en la "defensa de la presencia real de Cristo en la Eucaristía".

En este contexto, el Papa alertó del peligro "de reducir el realismo eucarístico, considerándolo solo un rito de comunión, de socialización, que lleva a que olvidemos muy fácilmente que Cristo resucitado, con su cuerpo resucitado, está presente realmente, y se entrega en nuestras manos para incorporarnos a su cuerpo inmortal y guiarnos a la vida nueva ¡Es un misterio que hay que adorar y amar siempre de nuevo!", exclamó.

El Santo Padre se refirió luego a otra controversia en la que intervino el abad de Deutz: "el problema de la conciliación de la bondad y de la omnipotencia de Dios con la existencia del mal. El abad parte de la bondad de Dios, de la verdad de que Dios es sumamente bueno y no puede sino querer el bien. Individua el origen del mal en el ser humano y en el uso erróneo de la libertad".

Ruperto, dijo el Papa, "sostiene que la Encarnación, evento central de toda la historia, estaba prevista desde toda la eternidad, independientemente del pecado del hombre, para que toda la creación pudiese alabar a Dios Padre y amarlo como una única familia congregada alrededor de Cristo".

Benedicto XVI señaló que Ruperto "es el primer escritor que identificó a la esposa del Cántico de los Cánticos con María Santísima. Así, con su comentario a este libro de la Escritura se revela una especie de ‘summa’ mariológica, en la que se presentan los privilegios y las virtudes excelentes de María. Unió su doctrina mariológica a la doctrina eclesiológica; vio en María Santísima a la parte más santa de la Iglesia entera", y esto tuvo su eco en el Concilio Vaticano II, con la proclamación solemne de María Madre de la Iglesia.

Ruperto de Deutz, concluyó el Pontífice, "como todos los representantes de la teología monástica, supo conjugar el estudio racional de los misterios de la fe con la oración y la contemplación, considerada como la cumbre de todo conocimiento de Dios".

En su saludo a los fieles en español, el Santo Padre se dirigió de manera particular "a los miembros de la Hermandad del Santo Entierro y de Nuestra Señora de la Soledad, de Dos Hermanas, a los jóvenes de Cancún-Chetumal y a los estudiantes de Monterrey, así como a los demás grupos venidos de España y otros países latinoamericanos. A todos os invito a reconocer con agradecimiento la presencia de Cristo en el Pan eucarístico y en su Palabra. Muchas gracias".

martes, 8 de diciembre de 2009

La Inmaculada Concepción de María Santísima




Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos hoy una de las fiestas de la bienaventurada Virgen más bellas y populares: la Inmaculada Concepción. María no sólo no cometió pecado alguno, sino que quedó preservada incluso de esa común herencia del género humano que es la culpa original, a causa de la misión a la que Dios la había destinado desde siempre: ser la Madre del Redentor.

Todo esto queda contenido en la verdad de fe de la Inmaculada Concepción. El fundamento bíblico de este dogma se encuentra en las palabras que el Ángel dirigió a la muchacha de Nazaret: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lucas 1, 28). «Llena de gracia», en el original griego «kecharitoméne», es el nombre más bello de María, nombre que le dio el mismo Dios para indicar que desde siempre y para siempre es la amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso, Jesús, «el amor encarnado de Dios» (encíclica «Deus caritas est», 12).

Podemos preguntarnos: ¿por qué entre todas las mujeres, Dios ha escogido precisamente a María de Nazaret? La respuesta se esconde en el misterio insondable de la divina voluntad. Sin embargo, hay un motivo que el Evangelio destaca: su humildad. Lo subraya Dante Alighieri en el último canto del «Paraíso»: «Virgen Madre, hija de tu hijo, humilde y alta más que otra criatura, término fijo del consejo eterno» (Paraíso XXXIII, 1-3). La Virgen misma en el «Magnificat», su cántico de alabanza, dice esto: «Engrandece mi alma al Señor… porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lucas 1, 46.48). Sí, Dios se sintió prendado por la humildad de María, que encontró gracia a sus ojos (Cf. Lucas 1, 30). Se convirtió, de este modo, en la Madre de Dios, imagen y modelo de la Iglesia, elegida entre los pueblos para recibir la bendición del Señor y difundirla entre toda la familia humana.


Esta «bendición» es el mismo Jesucristo. Él es la fuente de la «gracia», de la que María quedó llena desde el primer instante de su existencia. Acogió con fe a Jesús y con amor lo entregó al mundo. Ésta es también nuestra vocación y nuestra misión, la vocación y la misión de la Iglesia: acoger a Cristo en nuestra vida y entregarlo al mundo «para que el mundo se salve por él» (Juan 3, 17).

Queridos hermanos y hermanas: la fiesta de la Inmaculada ilumina como un faro el período de Adviento, que es un tiempo de vigilante y confiada espera del Salvador. Mientras salimos al encuentro de Dios, que viene, miremos a María que «brilla como signo de esperanza segura y de consuelo para el pueblo de Dios en camino» («Lumen gentium», 68).

Benedicto XVI, 2006



María Santísima, ruega por nosotros.

martes, 1 de diciembre de 2009

En Coma por 23 Años...


Según publicó la agencia de noticias Aciprensa, Rom Houben sufrió un accidente automovilístico en 1983 y los médicos lo declararon en coma irreversible. Hace tres años, "volvió a nacer" gracias a que un chequeo especial reveló que tenía el cuerpo paralizado pero su cerebro funcionaba casi totalmente.

Con la ayuda de un teclado especial, Houben –hoy de 46 años de edad– conmocionó a la sociedad belga al revelar que desde que despertó tras el accidente siempre estuvo consciente pero nadie lo escuchaba."Yo gritaba pero nadie me escuchaba", declaró Houben a la revista alemana Der Spiegel y explicó que se sentía atrapado en un cuerpo que no respondía, por lo que debía luchar con la impotencia de ver a los doctores y enfermeras intentar hablar con él antes de que perdieran todas las esperanzas.


Rom Houben

En 2006 un escáner reveló que aunque Houben estaba paralizado, su cerebro funcionaba casi en su totalidad. "Nunca olvidaré el día en que me descubrieron. Fue como volver a nacer", declaró.La historia de Houben fue revelada esta semana gracias a un ensayo del doctor Steven Laureys, de la Universidad de Liege, quien asegura que en el 40 por ciento de los casos de diagnóstico de estado vegetativo, un estudio más exhaustivo revela signos de conciencia.


Profesor Laureys (Universidad de Ligia)

El equipo de Laureys entrenó a Houben para comunicarse con la ayuda de un teclado especial. Si Houben está con vida también es gracias a sus padres que se resistieron a aceptar que su hijo estaba en estado comatoso o vegetativo. Su madre lo llevó cinco veces a Estados Unidos para que le hicieran pruebas y fue quien encontró al doctor Laureys. Con la ayuda del teclado, Houben ha comenzado a escribir sus memorias y aunque su parálisis es grave, ahora ya puede comunicarse con sus seres queridos.

Vencer al Mal con el Bien

(1) Para saber

Al tratar sobre el desarrollo de los pueblos, el Papa Benedicto XVI ha querido poner énfasis en que su logro no está sólo en soluciones “técnicas”, es decir, el problema no es sólo económico o político, sino que es más profundo, ya que tiene relación con la vocación que tiene cada hombre para vivir el amor. Pero ese amor debe estar fundamentado en la verdad.

La humanidad ya tiene un modelo de ese amor: lo encuentra en Dios hecho hombre, en Jesús. De ahí que afirme el Papa que el anuncio de Cristo es el primero y principal factor de desarrollo, pues ese amor nos enseñará a dar y a darnos al prójimo. Jesucristo viene a comunicarnos ese amor para que, a su vez, podamos darlo nosotros también (Cfr. Caridad en la verdad, n.8).

2) Para pensar

Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.
Mientras caminaban, vieron junto a la vereda un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias.

El alumno dijo al profesor: “Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre”.

“Mi querido amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Mejor coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre”.

Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo. Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar.
Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda. Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda; de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.

El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas. “Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma?”.
El joven respondió: “Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir”.

3) Para vivir

El motivo de la reciente encíclica fue el cuarenta aniversario de la publicación de la Encíclica de Pablo VI llamada “El desarrollo de los pueblos”. Después de ese documento, el mundo ha experimentado un cambio: el fenómeno de la “globalización”. El riesgo, dice el Papa, es que al olvidar el aspecto ético, no haya un verdadero crecimiento humano de todos los pueblos.
Sólo la fuerza del amor podrá vencer al mal con el bien y se podrán abrir las conciencias de los seres humanos a unas relaciones recíprocas de libertad y de responsabilidad que eliminen las injusticias (Cfr. Caridad en la verdad, n.9).

Nuestra Señora de las Victorias

De los 3 eventos marianos ocurridos en París en el siglo 19, en los que Dios habló sobre el Inmaculado Corazón de María, el segundo fue el más explícito en referencia a esta gracia. El primero había sido la aparición de la Virgen a Santa Catalina Labouré en Rue du Bac en la que pidió la Medalla Milagrosa y el tercero, el Escapulario Verde.

Nos referimos a los acontecimientos acaecidos en 1836 en la Parroquia de Nuestra Señora de las Victorias de París. Como resultado de este hecho, la parroquia se convirtió en un gran centro de devoción mariana.

La construcción del templo se había iniciado hacia 1629 por parte de "los Padrecitos" agustinos. Fue el rey Luis XIII el que propuso el nombre de "Nuestra Señora de las Victorias" como agradecimiento por sus victorias que garantizaron la unidad francesa. Pronto quedó de manifiesto que Dios tenía para ese convento especiales designios. La Virgen quería aquel lugar para atraer hacia Dios a sus hijos dispersos por el pecado y sus consecuencias, las guerras y el ateismo.
Durante la Revolución Francesa, cuando se extendió el terror por toda Francia, los padres Agustinos fueron expulsados de su convento y en su iglesia instalaron la bolsa de valores. Las cosas cambiaron cuando Napoleón quiso, por intereses políticos, aparentar ser amigo de la Iglesia. Entre 1800 y 1809 el templo fue eregido como parroquia. Debido al gran daño que la revolucióm había provocado sobre la fe, sólo concurrían unos pocos fieles. Fue en 1832 cuando el el padre Carlos Eléonor des Genettes fue instalado como párroco de Nuestra Señora de la Victorias.
La Iglesia y la comunidad estaban en decadencia. Por casi 5 años no se observaron frutos de la tarea parroquial. No obstante, el 3 de diciembre de 1836, mientras celebraba la Santa Misa en el altar de la iglesia de Nuestra Señora, hizo las oraciones de la liturgia de la época. Pronunció las palabras: ¨Judica me¨, sintió una gran conmoción interior. ¨¡Júzgame, oh Señor!"
Si el Señor fuera a juzgarlo, ¿cómo lo encontraría? ¿Quizás como un fracasado?. "¿Ha habido un sacerdote tan estéril en su ministerio como yo?". Este pensamiento era un puñal que traspasaba su corazón. Concluyó que lo mejor era presentar su renuncia como párroco.

Cuando comenzó la Oración Eucarística, hizo un esfuerzo concentrarse en la Consagración. Sin embargo, se sintió muy perturbado y suplicó al Señor para ofrecer el Santo Sacrificio en un estado digno. Fue entonces cuando escuchó muy claramente unas palabras solemnes: "Consagra tu parroquia al Santísimo e Inmaculado Corazón de María".

Así experimentó una gran paz interior y desapareció su obsesión. Cuando se iba a levantar de su silla para terminar la celebración de la Santa Misa, volvió a escuchar aquellas palabras: "Consagra tu parroquia al Santísimo e Inmaculado Corazón de María". Cayó de rodillas preso del temor y, si bien intentó ignorar la frase, decidió responder a la petición. Pensó que la mejor forma de llevar esto a cabo era establecer una asociación religiosa con oraciones específicas, reuniones y normas.

El domingo 11 de diciembre anunció desde el púlpito que empezarían esa misma tarde unas devociones y oraciones para pedir al Señor, a través de la intercesión del Inmaculado Corazón de María, la conversión de los pecadores. Después de la Misa, 2 hombres que casi nunca asistían a Misa, se acercaron al P. Genettes y pidieron el sacramento de la confesión. A las siete de la tarde, la hora anunciada para empezar las devociones al Inmaculado Corazón, quinientas personas se hicieron presente en la iglesia, cuando por años no se había visto en esa parroquia más de diez personas.

Mientras avanzaban las devociones, sus corazones se fueron gradualmente abriendo al amor de María Santísima. Ante sus dudas, el párroco pidió a la Virgen Santísima una señal, la conversión del señor Joly, el último ministro de Luis XVI, ciego, enfermo y anticlerical. El padre había tratado muchas veces de acercarse al Joly sin éxito.

El 12 de diciembre, el sacerdote regresó a casa del pecador y logró a él. Joly pidió al padre que lo bendijera. Movido profundamente, el sacerdote lo bendijo, y en ese momento el anciano exclamó: "¡Su visita me está haciendo tanto bien, padre! No le puedo ver, pero siento su presencia. Desde que entró a mi cuarto sentí una paz, calma interior y felicidad que nunca antes había experimentado". Al ver tal disposición, le propuso si quería confesarse, a lo cual Joly contestó inmediatamente que sí.

La Asociación continuó creciendo y se extendió por toda París, luego por Francia y más tarde por el mundo entero. Para la primavera de 1838, la extraordinaria historia de la Asociación llamó la atención del Supremo Pontífice. Gregorio XVI emitió un informe erigiendo perpetuamente en la Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias, la Archicofradía del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, para la conversión de los pecadores. La humilde y pequeña asociación se convirtió en una organización espiritual mundial.
La conversión tan extraordinaria que hubo en la Parroquia de Nuestra Señora de las Victorias a través de la Consagración al Inmaculado Corazón, y el rápido crecimiento de la Archicofradía del Santísimo e Inmaculado Corazón de María para la conversión de los pecadores, fue la segunda manifestación mariana después de Rue du Bac, dentro de todo un plan divino para promover la devoción al Inmaculado Corazón de María que continuaría desarrollándose a través de los años.

Chesterton y su Conversión al Catolicismo


Chesterton: ¿Por qué me convertí al catolicismo?

Aunque sólo hace algunos años que soy católico, sé sin embargo que el problema "por qué soy católico" es muy distinto del problema "por qué me convertí al catolicismo". Tantas cosas han motivado mi conversión y tantas otras siguen surgiendo después... Todas ellas se ponen en evidencia solamente cuando la primera nos da el empujón que conduce a la conversión misma.

Todas son también tan numerosas y tan distintas las unas de las otras, que, al cabo, el motivo originario y primordial puede llegar a parecernos casi insignificante y secundario. La "confirmación" de la fe, vale decir, su fortalecimiento y afirmación, puede venir, tanto en el sentido real como en el sentido ritual, después de la conversión. El convertido no suele recordar más tarde de qué modo aquellas razones se sucedían las unas a las otras. Pues pronto, muy pronto, este sinnúmero de motivos llega a fundirse para él en una sola y única razón.

Existe entre los hombres una curiosa especie de agnósticos, ávidos escudriñadores del arte, que averiguan con sumo cuidado todo lo que en una catedral es antiguo y todo lo que en ella es nuevo. Los católicos, por el contrario, otorgan más importancia al hecho de si la catedral ha sido reconstruida para volver a servir como lo que es, es decir, como catedral.

¡Una catedral! A ella se parece todo el edificio de mi fe; de esta fe mía que es demasiado grande para una descripción detallada; y de la que, sólo con gran esfuerzo, puedo determinar las edades de sus distintas piedras.

A pesar de todo, estoy seguro de que lo primero que me atrajo hacia el catolicismo, era algo que, en el fondo, debería más bien haberme apartado de él. Estoy convencido también de que varios católicos deben sus primeros pasos hacia Roma a la amabilidad del difunto señor Kensit.

El señor Kensit, un pequeño librero de la City, conocido como protestante fanático, organizó en 1898 una banda que, sistemáticamente, asaltaba las iglesias ritualistas y perturbaba seriamente los oficios. El señor Kensit murió en 1902 a causa de heridas recibidas durante uno de esos asaltos. Pronto la opinión pública se volvió contra él, clasificando como "Kensitite Press" a los peores panfletos antirreligiosos publicados en Inglaterra contra Roma, panfletos carentes de todo juicio sano y de toda buena voluntad.

Recuerdo especialmente ahora estos dos casos: unos autores serios lanzaban graves acusaciones contra el catolicismo, y, cosa curiosa, lo que ellos condenaban me pareció algo precioso y deseable.

En el primer caso -creo que se trataba de Horton y Hocking- se mencionaba con estremecido pavor, una terrible blasfemia sobre la Santísima Virgen de un místico católico que escribía: "Todas las criaturas deben todo a Dios; pero a Ella, hasta Dios mismo le debe algún agradecimiento". Esto me sobresaltó como un son de trompeta y me dije casi en alta voz: "¡Qué maravillosamente dicho!" Me parecía como si el inimaginable hecho de la Encarnación pudiera con dificultad hallar expresión mejor y más clara que la sugerida por aquel místico, siempre que se la sepa entender.

En el segundo caso, alguien del diario "Daily News" (entonces yo mismo era todavía alguien del "Daily News"), como ejemplo típico del "formulismo muerto" de los oficios católicos, citó lo siguiente: un obispo francés se había dirigido a unos soldados y obreros cuyo cansancio físico les volvía dura la asistencia a Misa, diciéndoles que Dios se contentaría con su sola presencia, y que les perdonaría sin duda su cansancio y su distracción. Entonces yo me dije otra vez a mí mismo: "¡Qué sensata es esa gente! Si alguien corriera diez leguas para hacerme un gusto a mí, yo le agradecería muchísimo, también, que se durmiera enseguida en mi presencia".

Junto con estos dos ejemplos, podría citar aún muchos otros procedentes de aquella primera época en que los inciertos amagos de mi fe católica se nutrieron casi con exclusividad de publicaciones anticatólicas.

Tengo un claro recuerdo de lo que siguió a estos primeros amagos. Es algo de lo cual me doy tanta más cuenta cuanto más desearía que no hubiese sucedido. Empecé a marchar hacia el catolicismo mucho antes de conocer a aquellas dos personas excelentísimas a quienes, a este respecto, debo y agradezco tanto: al reverendo Padre John O'Connor de Bradford y al señor Hilaire Belloc; pero lo hice bajo la influencia de mi acostumbrado liberalismo político; lo hice hasta en la madriguera del "Daily News".

Este primer empuje, después de debérselo a Dios, se lo debo a la historia y a la actitud del pueblo irlandés, a pesar de que no hay en mí ni una sola gota de sangre irlandesa. Estuve solamente dos veces en Irlanda y no tengo ni intereses allí ni sé gran cosa del país. Pero ello no me impidió reconocer que la unión existente entre los diferentes partidos de Irlanda se debe en el fondo a una realidad religiosa; y que es por esta realidad que todo mi interés se concentraba en ese aspecto de la política liberal.

Fui descubriendo cada vez con mayor nitidez, enterándome por la historia y por mis propias experiencias, cómo, durante largo tiempo se persiguió por motivos inexplicables a un pueblo cristiano, y todavía sigue odiándosele. Reconocí luego que no podía ser de otra manera, porque esos cristianos eran profundos e incómodos como aquellos que Nerón hizo echar a los leones.

Creo que estas mis revelaciones personales evidencian con claridad la razón de mi catolicismo, razón que luego fue fortificándose. Podría añadir ahora cómo seguí reconociendo después, que a todos los grandes imperios, una vez que se apartaban de Roma, les sucedía precisamente lo mismo que a todos aquellos seres que desprecian las leyes o la naturaleza: tenían un leve éxito momentáneo, pero pronto experimentaban la sensación de estar enlazados por un nudo corredizo, en una situación de la que ellos mismos no podían librarse. En Prusia hay tan poca perspectiva para el prusianismo, como en Manchester para el individualismo manchesteriano.

Todo el mundo sabe que a un viejo pueblo agrario, arraigado en la fe y en las tradiciones de sus antepasados, le espera un futuro más grande o por lo menos más sencillo y más directo que a los pueblos que no tienen por base la tradición y la fe. Si este concepto se aplicase a una autobiografía, resultaría mucho más fácil escribirla que si se escudriñasen sus distintas evoluciones; pero el sistema sería egoísta. Yo prefiero elegir otro método para explicar breve pero completamente el contenido esencial de mi convicción: no es por falta de material que actúo así, sino por la dificultad de elegir lo más apropiado entre todo ese material numeroso. Sin embargo trataré de insinuar uno o dos puntos que me causaron una especial impresión.

Hay en el mundo miles de modos de misticismo capaces de enloquecer al hombre. Pero hay una sola manera entre todas de poner al hombre en un estado normal. Es cierto que la humanidad jamás pudo vivir un largo tiempo sin misticismo. Hasta los primeros sones agudos de la voz helada de Voltaire encontraron eco en Cagliostro. Ahora la superstición y la credulidad han vuelto a expandirse con tan vertiginosa rapidez, que dentro de poco el católico y el agnóstico se encontrarán lado a lado. Los católicos serán los únicos que, con razón, podrán llamarse racionalistas. El mismo culto idolátrico por el misterio empezó con la decadencia de la Roma pagana a pesar de los "intermezzos" de un Lucrecio o de un Lucano.

No es natural ser materialista ni tampoco el serlo da una impresión de naturalidad. Tampoco es natural contentarse únicamente con la naturaleza. El hombre, por lo contrario, es místico. Nacido como místico, muere también como místico, sobre todo si en vida ha sido un agnóstico. Mientras que todas las sociedades humanas consideran la inclinación al misticismo como algo extraordinario, tengo yo que objetar, sin embargo, que una sola sociedad entre ellas, el catolicismo, tiene en cuenta las cosas cotidianas. Todas las otras las dejan de lado y las menosprecian.

Un célebre autor publicó una vez una novela sobre la contraposición que existe entre el convento y la familia (The Cloister and the heart). En aquel tiempo, hace 50 años, era realmente posible en Inglaterra imaginar una contradicción entre esas dos cosas. Hoy en día, la así llamada contradicción, llega a ser casi un estrecho parentesco. Aquellos que en otro tiempo exigían a gritos la anulación de los conventos, destruyen hoy sin disimulo la familia. Este es uno de los tantos hechos que testimonian la verdad siguiente: que en la religión católica, los votos y las profesiones más altas y "menos razonables" -por decirlo así- son, sin embargo, los que protegen las cosas mejores de la vida diaria.

Muchas señales místicas han sacudido el mundo. Pero una sola revolución mística lo ha conservado: el santo está al lado de lo superior, es el mejor amigo de lo bueno. Toda otra aparente revelación se desvía al fin hacia una u otra filosofía indigna de la humanidad; a simplificaciones destructoras; al pesimismo, al optimismo, al fatalismo, a la nada y otra vez a la nada; al "nonsense", a la insensatez.

Es cierto que todas las religiones contienen algo bueno. Pero lo bueno, la quinta esencia de lo bueno, la humildad, el amor y el fervoroso agradecimiento "realmente existente" hacia Dios, no se hallan en ellas. Por más que las penetremos, por más respeto que les demostremos, con mayor claridad aún reconoceremos también esto: en lo más hondo de ellas hay algo distinto de lo puramente bueno; hay a veces dudas metafísicas sobre la materia, a veces habla en ellas la voz fuerte de la naturaleza; otras, y esto en el mejor de los casos, existe un miedo a la Ley y al Señor.

Si se exagera todo esto, nace en las religiones una deformación que llega hasta el diabolismo. Sólo pueden soportarse mientras se mantengan razonables y medidas. Mientras se estén tranquilas, pueden llegar a ser estimadas, como sucedió con el protestantismo victoriano. Por el contrario, la más alta exaltación por la Santísima Virgen o la más extraña imitación de San Francisco de Asís, seguirían siendo, en su quintaesencia, una cosa sana y sólida. Nadie negará por ello su humanismo, ni despreciará a su prójimo. Lo que es bueno, jamás podrá llegar a ser DEMASIADO bueno. Esta es una de las características del catolicismo que me parece singular y universal a la vez. Esta otra la sigue:

Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo. El otro día, Bernard Shaw expresó el nostálgico deseo de que todos los hombres vivieran trescientos años en civilizaciones más felices. Tal frase nos demuestra cómo los santurrones sólo desean -como ellos mismos dicen- reformas prácticas y objetivas.

Ahora bien: esto se dice con facilidad; pero estoy absolutamente convencido de lo siguiente: si Bernard Shaw hubiera vivido durante los últimos trescientos años, se habría convertido hace ya mucho tiempo al catolicismo. Habría comprendido que el mundo gira siempre en la misma órbita y que poco se puede confiar en su así llamado progreso. Habría visto también cómo la Iglesia fue sacrificada por una superstición bíblica, y la Biblia por una superstición darwinista. Y uno de los primeros en combatir estos hechos hubiera sido él. Sea como fuere, Bernard Shaw deseaba para cada uno una experiencia de trescientos años. Y los católicos, muy al contrario de todos los otros hombres, tienen una experiencia de diecinueve siglos. Una persona que se convierte al catolicismo, llega, pues, a tener de repente dos mil años.

Esto significa, si lo precisamos todavía más, que una persona, al convertirse, crece y se eleva hacia el pleno humanismo. Juzga las cosas del modo como ellas conmueven a la humanidad, y a todos los países y en todos los tiempos; y no sólo según las últimas noticias de los diarios. Si un hombre moderno dice que su religión es el espiritualismo o el socialismo, ese hombre vive íntegramente en el mundo más moderno posible, es decir, en el mundo de los partidos.

El socialismo es la reacción contra el capitalismo, contra la insana acumulación de riquezas en la propia nación. Su política resultaría del todo distinta si se viviera en Esparta o en el Tíbet. El espiritualismo no atraería tampoco tanto la atención si no estuviese en contradicción deslumbrante con el materialismo extendido en todas partes. Tampoco tendría tanto poder si se reconocieran más los valores sobrenaturales.

Jamás la superstición ha revolucionado tanto el mundo como ahora. Sólo después que toda una generación declaró dogmáticamente y una vez por todas, la IMPOSIBILIDAD de que haya espíritus, la misma generación se dejó asustar por un pobre, pequeño espíritu. Estas supersticiones son invenciones de su tiempo -podría decirse en su excusa-. Hace ya mucho, sin embargo, que la Iglesia Católica probó no ser ella una invención de su tiempo: es la obra de su Creador, y sigue siendo capaz de vivir lo mismo en su vejez que en su primera juventud: y sus enemigos, en lo más profundo de sus almas, han perdido ya la esperanza de verla morir algún día.

G. K. Chesterton

La Mala Prensa del Continente Africano

El Sínodo sobre la Iglesia Católica en el continente africano, que se ha celebrado en el Vaticano del 4 al 25 de octubre ha analizado en profundidad la misión de la Iglesia al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz.

Durante esta asamblea se ha denunciado la mala prensa que actualmente tiene África en los medios informativos del mundo desarrollado. Sorprende, y a la vez entristece, ver el escaso eco que los poderosos órganos de comunicación han dado a la asamblea de obispos africanos, en la que -por cierto- se ha hablado con realismo de los problemas de todo un continente muy próximo a nosotros geográficamente, pero que tenemos muy lejos en nuestras preocupaciones y en nuestros propósitos.

África, en el día de hoy, es un continente inmerso en la pobreza y en la miseria. Destrozado por las guerras, atrapado por los conflictos, atacado por las enfermedades. La gente y los pueblos de África lloran y sangran, escribe un misionero y buen conocedor de la realidad africana.

Y las perspectivas de cara al futuro no son nada buenas. Recientes estudios sobre el impacto del cambio climático en la agricultura anuncian que las cosechas de cereales caerán en picado. Esto producirá más desnutrición infantil y un incremento del precio de los alimentos básicos, afectando a los países en vías de desarrollo, y de una manera especial al África subsahariana y al Sudeste asiático.

A pesar de todo, cabe un lugar para la esperanza. Porque siempre que hablamos de problemas que dependen de los seres humanos, la última palabra la tiene la humanidad y los recursos espirituales de cada persona y de cada comunidad. Es muy significativo que Benedicto XVI al inaugurar el reciente Sínodo africano afirmara que este continente representa "un inmenso pulmón espiritual" para "una humanidad que parece estar en crisis de fe y de esperanza".

"África -dijo el Santo Padre- es depositaria de un tesoro inestimable para el mundo entero: su sentido profundo de Dios". Aún así, tal pulmón podría verse dañado por dos "patologías peligrosas" que actualmente lo atacan. Son, por un lado, el materialismo nihilista y relativista occidental, y por el otro, el fundamentalismo religioso. En lo referente al primero el Papa advirtió que "el colonialismo del primer mundo aún no se ha acabado", ya que "ha exportado y continúa exportando sus residuos tóxicos espirituales" a otros continentes, en especial a África.

Otra realidad evidenciada en este Sínodo ha sido que la Iglesia católica ha arraigado profundamente en la realidad de los pueblos africanos y que la gran mayoría de los obispos que rigen las diócesis del continente son nativos africanos. Las comunidades cristianas de aquel continente están llamadas a ser fermento de renovación humana y espiritual. La esperanza de ese continente pasa por todos aquellos que, dentro o fuera de él, han entendido que allí se juega un desafío de vida o muerte, y trabajan por un despertar de los pueblos africanos en todos los órdenes.

Cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona
7 de Noviembre de 2009
http://www.zenit.org

martes, 17 de noviembre de 2009

"Matrimonio" Homosexual

Declaración sobre el fallo que autoriza el matrimonio
entre personas de un mismo sexo

-Arzobispado de Buenos Aires-

El hecho de que una jueza en lo contencioso administrativo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires haya dictado un fallo a través de un recurso de amparo declarando la inconstitucionalidad del Código Civil al impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo, ignorando las condiciones para que el matrimonio sea considerado como tal, refleja un serio desapego a las leyes que nos rigen.

A esto se agrega que el Jefe de Gobierno, en una decisión política que sorprende, no haya permitido la apelación de dicha sentencia absolutamente ilegal, para dar un debate mas prolongado y profundo sobre una cuestión de tamaña trascendencia. Esto constituye un signo de grave ligereza y sienta un serio antecedente legislativo para nuestro país y para toda Latinoamérica.

La crisis de valores que afecta hoy a nuestra sociedad hace olvidar que el origen mismo de la palabra “matrimonio” se remonta a disposiciones ancestrales del Derecho Romano donde la palabra “matrimonium” se vinculaba al derecho de toda mujer a tener hijos reconocidos expresamente en el seno de la legalidad.

La palabra “matrimonio” alude justamente, a esa calidad legítima de “madre” que la mujer adquiere a través de la unión matrimonial. Con frecuencia se ha intentado asociar erróneamente el término “matrimonio” con el sacramento católico del mismo nombre, sin tener en cuenta que el vocablo y la realidad que quiere expresar, fue consagrado por el Derecho Romano muchísimo antes de que el cristianismo apareciese en la historia de la humanidad.

A su vez, esta decisión de la jueza de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires podría considerarse contraria a distintos tratados internacionales con jerarquía constitucional desde 1994, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 16), el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos (art. 23, inc. 2) y la Convención Americana de los Derechos Humanos (art. 17, inc. 2 ss); de los cuales se deduce que sólo el matrimonio constituido por personales de distinto sexo es constitucional.

“Afirmar la heterosexualidad del matrimonio no es discriminar, sino partir de una nota objetiva que es su presupuesto” (CIC)

Buenos Aires, 16 de Noviembre de 2009
Card. Jorge M. Bergoglio

Mons. Joaquín M. Sucunza
Mons. Eduardo H. García
Mons. Raúl Martín
Mons. Oscar V. Ojea
Mons. Enrique Eguía
Mons. Luis A. Fernández

martes, 3 de noviembre de 2009

La Santa Sede y el Diálogo entre Ciencia y Fe

El Año Internacional de la Astronomía, que se está celebrando, "puede ayudarnos a volver a elevar la mirada al firmamento" y descubrir la maravilla de la creación de Dios, considera el padre Federico Lombardi SJ, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, quien expuso el esfuerzo que la Santa Sede está realizando con motivo de esta celebración, especialmente a través del Observatorio Astronómico Vaticano.

En el editorial del último número de Octava Dies, semanario del Centro Televisivo Vaticano, el padre Lombardi dice que “las estrellas siguen brillando en el firmamento, pero cada vez es más difícil verlas en nuestras ciudades, ya sea por la contaminación atmosférica, o por la presencia permanente de la iluminación artificial".

"Antiguamente era natural para el salmista cantar: ‘Al ver el cielo que has creado (Salmo 8)’. Hoy corremos el riesgo de olvidarnos de ellas" reconoce. En este contexto, considera que el Año Internacional de la Astronomía "puede ayudarnos a levantar la mirada hacia el firmamento", y subraya que el impulso que está dando la Santa Sede a este acontecimiento busca "encontrar un espacio, casi natural, para el diálogo entre ciencia y fe".

El joven director del Observatorio Astronómico Vaticano, el sacerdote jesuita argentino José Gabriel Funes, recuerda el padre Lombardi, "dice que los indios de Arizona -donde los científicos construyeron numerosos observatorios por el cielo límpido y cristalino- llaman a los astrónomos ‘el pueblo de los ojos largos’". "Todos debemos ampliar la mirada, pues estamos acostumbrados a mirar demasiado cerca, para poder superar las veladuras que nos impiden dejarnos sorprender ante el estupor vertiginoso, ante la maravilla de la trepidación, que suscita la profundidad del espacio que nos rodea".

Esta maravilla, aclara, deja "renacer en nosotros las preguntas inevitables sobre quiénes somos y dónde estamos, sobre este pequeño y frágil planeta en vuelo a través del tiempo y del espacio". "¿Qué es el hombre para que pienses en él?. Le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies", sigue citando al salmista, quien concluye: "¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!".

"Para muchos de nuestros contemporáneos la conclusión no es tan evidente, pero para todos es posible encontrar la pregunta inicial y el sentido del misterio. Unámonos a ellos, ampliando la mirada para buscar las respuestas más profundas, más verdaderas y más hermosas", concluye.

El 16 de octubre se inauguró en los Museos Vaticanos la exposición “Astrum 2009”, con motivo del Año Internacional de la Astronomía, presentada a la prensa por el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, el arzobispo Gianfranco Ravasi. Este Año Internacional fue convocado por la UNESCO con motivo de la invención, hace 400 años, del telescopio de Galileo.

Noticia original de AICA

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Jansenismo


Se ha denominado jansenismo a un grupo de preceptos y teorías propagadas por el obispo y teólogo francés, Cornelius Jansenio en el siglo XVII, volcadas en especial en su texto “Agustinus”.

Las ideas de Jansenio permitieron la reapertura del antiguo conflicto entre la concepción de la libertad humana y la falacia de la predestinación. El obispo sostenía que, como consecuencia del pecado original, el hombre sólo podía alcanzar la salvación por medio de la intervención de la Gracia divina, que inclinaría la voluntad hacia obrar el bien, sin que la libertad interior del hombre pueda resistirla.

Por lo tanto, Jansenio no creía en el carácter universal de la Redención, ya que aquellos no predestinados verían cercenada la acción de Cristo y quedarían fuera de su plan salvífico.

La rápida difusión de este error y sus choques con los demás miembros de la Iglesia permitieron reconocer en estas ideas su carácter herético, aunque Jansenio no deseaba generar un cisma. Como prueba, antes de morir le ordenó a sus discípulos obedecer al Papa.

No obstante, muchos seguidores desoyeron este consejo y propagaron la herejía. Fue necesaria la condena de Urbano VIII y Alejandro VII por medio de la Constitución Apostólica Ad Sacram beati Petri Sedem. Fue la bula ‘Unigenitus Dei Fillius’ de Clemente XI la que puso fin al jansenismo en 1715. Sus últimos resabios fueron liderados por Steenoven a partir de 1723.

Los Ángeles y el Purgatorio

El sistema de la beatitud en medio de las lágrimas y del sufrimiento, no es una invención humana. El divino procurador de las alegrías de este mundo las ha colocado en la pobreza (bienaventurados los pobres); en las lágrimas (bienaventurados los que lloran); en los suplicios del martirio (bienaventurados los que sufren persecución).


Me equivoco extrañamente cuando busco mi felicidad o la coloco en la adquisición de riquezas, en la búsqueda de honores, o en las delectaciones terrestres y en las alegrías de este mundo, porque me faltaría admitir que el discurso de las ocho bienaventuranzas es una concepción verdaderamente divina, mientras que mi búsqueda de felicidad fuera del Evangelio, me conduce a espantosas decepciones.

Estamos suficientemente convencidos de que la gloria y la riqueza habitan en la consciencia de toda alma virtuosa y que son el fruto de su buena voluntad. No se limitan a proteger exteriormente, a la manera de un escudo material: la égida de la verdad la cubre por todos lados. La buena voluntad derrama en su corazón una paz y una dicha constante. El alma superior a las cosas humanas, habita siempre en una región serena y pura.

Los santos, incluso los más probados, han probado anticipadamente las delicias y alegrías del cielo, por gracia de Dios. El mundo no conoce esta clase de dichas, habituado como está a los placeres de la tierra. La Escritura llama a esta felicidad anticipada, maná escondido, manna absconditum. «¡Ah!», exclama san Bernardo, «ven las cruces de los santos (y sus austeridades) pero no ves las unciones, es decir, las dulzuras y los consuelos secretos que el Espíritu Santo derrama en el fondo de sus corazones».

Ahora bien, si el mundo no comprende en lo absoluto de los gozos y de las delicias de los santos que viven sobre la tierra ¿cómo esperan hacerle comprender las delicias espirituales de las almas en el Purgatorio?

Continuemos, sin embargo, hablando de este asunto: el alma separada de su cuerpo siente mejor que en la tierra un apetito natural que la conduce hacia Dios; sube como el fuego hacia su lugar, y su amor por Dios la impulsa todavía más alto. La gracia del Espíritu la mueve y la atrae y su amor se convierte, en ella, dilección. En el disfrute del Espíritu Santo el alma posee la gracia, adquiere una caridad intensa y la unión con Dios, ya que Dios es caridad. Entonces el Espíritu Santo, el Espíritu de vida, la vivifica y la colma de sabiduría, que le da un gusto suave, cuya suavidad es del todo divina y espiritual, penetrando en su parte más íntima, le procura la felicidad del goce. Tiene entonces una idea justa de Dios, no tanto a la manera humana, sino más particularmente de una forma sobrehumana y sobrenatural, y esta manera de concebir a Dios es un don del Espíritu Santo cuyo soplo se ha propagado en ella. Igualmente, a la voz del Espíritu Santo, todas las facultades de esta alma se fusionan por los gozos del Espíritu, por afecto y por una suavidad inefable.

Antes de concluir este capítulo, constatemos la diferencia entre Satán que cae en el infierno y el alma que cae en el Purgatorio.

En la complacencia de su propia belleza Lucifer exclamó: «Soy semejante al Altísimo». Este pensamiento orgulloso se comunicó con la velocidad del rayo a los espíritus angélicos; unos lo acogieron, otros, bajo la conducción de San Miguel lo rechazaron con horror con una exclamación del todo opuesta: Quis ut Deus, ¿Quién como Dios?

En un abrir y cerrar de ojos todo terminó. Lucifer con sus ángeles cayó a los abismos, San Miguel y sus ángeles pasaron del cielo inferior donde habían sido creados, al cielo superior para gozar de la clara visión de Dios.

¿Qué ocurrió para que Satán cayera al infierno? La gracia lo había abandonado, el Espíritu Santo se apartó y cayó al instante en una ceguedad y en endurecimiento que provocaron su eterna condenación.

Los buenos ángeles asistidos por el Espíritu Santo cumplieron un acto de obediencia y de amor que los introdujo en una beatitud sobrantural. Todo esto es doctrinal y lo hemos tomado del P. Maréchaux, de su Novena al Espíritu Santo.
Abab J. Cellier, cura de Mirville.
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

Salvador Mazza


El doctor Salvador Mazza nació en Rauch (Provincia de Buenos Aires, Argentina) en 1886. Se formó profesionalmente y se graduó en la Universidad de Buenos Aires, con la obtención del título de médico a los 24 años. Más allá de su dedicación a especialidades como la microbiología y la anatomía patológica, el doctor Mazza realizó tareas como inspector sanitario e incluso organizó el entonces lazareto de la isla Martín García, en el cual se intentaba la detección de portadores asintomáticos del vibrión del cólera.

Ya en 1916 fue nombrado suplente del prestigioso Dr. Carlos Malbrán en la cátedra de Bacteriología, donde finalmente asumiría como titular. Además de desempeñarse como Jefe del Laboratorio del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, fue un destacado investigador que modificó la estructura de la vacuna contra el tifus que se administraba a los soldados en el Ejército Argentino.

A cargo de estas funciones, realizó numerosos viajes a Europa y África. Fue en Túnez donde conoció a quien sería Premio Nobel de Medicina, el doctor Charles Nicolle. Este científico visitó Argentina en 1925 y apoyó la iniciativa de Mazza para crear un instituto dedicado al diagnóstico y tratamiento de las endemias, con énfasis en la tripanosomiasis americana, llamada mal de Chagas. Con el nacimiento de la Misión de Estudios de la Patología Regional Argentina (MEPRA), la tarea esencial de Mazza se dirigiría al combate contra el mal de Chagas. Se destaca que el MEPRA fue precedido por la creación de la Sociedad Científica de Jujuy, en 1928, la cual rápidamente abrió filiales en distintas regiones de la Argentina.


Dirigido por Mazza, el MEPRA contaba con un equipo multidisciplinario que se ocupó de las enfermedades regionales de los animales y los seres humanos. Se remarcan los estudios de laboratorio para los casos clínicos, con jornadas de extensión universitaria. Estos logros trascendieron las fronteras argentinas y fueron reconocidos en América Latina y el resto del mundo.

No conforme con la conducción de la MEPRA, Mazza logró que se construyera un vagón de ferrocarril para transitar en forma libre el territorio argentino. Dado que el vehículo contaba con laboratorio y consultorio propios, este dispositivo le permitió recorrer diversas regiones del país. Sus contemporáneos citaron que ni la falta de medios o la complejidad del entorno le impidieron trabajar en campamentos, tolderías indígenas o pequeños poblados.

Se destaca que Mazza tomó contacto con Alexander Fleming, de quien obtuvo un cultivo original para iniciar la producción de penicilina en Argentina. Tras algunos fracasos, el objetivo se logró en 1943, cuando desde la MEPRA se enviaron muestras del antibiótico a otras naciones. No obstante, el gobierno mostró una llamativa indiferencia ante este logro, hecho verificable en que el doctor Mazza contó con un mayor reconocimiento en el exterior del país. Así, el científico falleció en 1946 mientras asistía a jornadas de actualización sobre la enfermedad de Chagas en México. El MEPRA lamentablemente fue cerrado en 1958, con pérdida irreparable de gran parte de los trabajos originales de este destacado científico argentino.

Los Regalos de Dios

Anoche tuve un sueño raro: en la plaza mayor de la ciudad habían abierto una tienda nueva.
El rótulo decía: "Regalos de Dios".

Entré. Un ángel atendía a los clientes.

Yo, asombrado, le pregunté:
- ¿Qué es lo que vendes, ángel del Señor?
- Ofrezco cualquier don de Dios.
- ¿Cobras muy caro?
- No, los dones de Dios son gratis.

Miré los grandes estantes; estaban llenos de ánforas de amor, frascos de fe, bultos de esperanza, cajas de salvación y muchas cosas más. Yo tenía gran necesidad de todas aquellas cosas.

Cobré valor y le dije al ángel:
- Dame, por favor, bastante amor a Dios; dame perdón de Dios; un bulto de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación.

Me sorprendí mucho cuando vi que el ángel, de todo lo que yo le había pedido, me había hecho un sólo paquete.

Allí estaba, en el mostrador, un paquete tan pequeño como el tamaño de mi corazón.
- ¿Será posible? -pregunté-. ¿Esto es todo?

El ángel me explicó:
- Es todo. Dios nunca da frutos maduros; Él sólo da pequeñas semillas, que cada quien debe cultivar.


Winston Pauta Avila por cortesía de TERELUZ

La Fábula de la Tumba de Jesús


El 4 de marzo de 2007 la señal de Discovery Channel presentó un "documental" titulado "La Tumba Perdida de Jesús". El productor de Hollywood James Cameron (Titanic, True Lies) y el "periodista" Simcha Jacobovici afirmaron haber descubierto la tumba de Jesús y de su familia. También dicen haber encontrado evidencia de que Jesús tenía un hijo con María Magdalena.

Después del éxito publicitario de El Código DaVinci y El Evangelio de Judas era de esperar una nueva revelación sensacionalista sobre los orígenes del cristianismo. Esperaron a la cuaresma para lanzar la campaña mediática y una vez mas pretenden seriedad científica, dando a entender que la fe católica es un mito ahora superado.

¿Cual es la novedad? En realidad ninguna. El hallazgo de diez osarios (cajas de huesos) ocurrió hace 27 años en Talpiot, al sur de Jerusalén. Desde el principio, arqueólogos reconocidos han descartado la idea de que se tratara de la tumba de Jesús. En 1996 la BBC y el London Times ya habían producido un documental con los mismos argumentos. Sin embargo, varias agencias publicitarias han decidido, once años después, hacerse eco del cineasta Cameron a pesar de que en una entrevista en el Today Show del 26 de febrero él reconoció: "Yo no soy arqueólogo, soy productor de cine". Podría haber precisado: "productor de cine ficción".

La atención del documental se centra en 6 de los osarios, supuestamente pertenecientes a la familia de Jesús. Contienen los siguientes nombres: (1) Yeshua bar Yosef (Jesús hijo de José); (2) María, o Marya; (3) Matya; (4) Yose, (el documental lo presenta como hermano de Jesús); (5) Mariamene o Mara (el documental interpreta que es María Magdalena; (6) "Yehuda bar Yeshua" o Judah, hijo de Jesús. Según el experto en estadísticas del documental, Andrey Feuerverger, las posibilidades de que esa combinación de nombres pertenezca a otra familia es de 1 en 600. Pero el mismo Feuerverger reconoce que sus cálculos dependen de suposiciones que son cuestionables. "Esas suposiciones no me parecen irracionales, pero debo recordar que yo no soy un erudito de la Biblia".

El judío Tal Ilan, compilador del reconocido Lexicon de Nombres Judíos, rechaza rotundamente que ésta sea la tumba de Jesús. Dice que los nombres inscritos allí "están en cada tumba de Jerusalén... estos son los nombres más comunes que se puede esperar encontrar". Por ejemplo, 30% de las mujeres se llamaban María y uno de cada 20 hombres se llamaba Yeshua (Jesús). El nombre de José era aun más popular que el de Jesús.

Según el documental, expertos en ADN han demostrado que los restos en el osario de "Jesús" y "Mariamene" no tienen vínculo genético. ¡Eso fue suficiente para que especulen que eran un matrimonio! Sostienen: "Quizás estaban casados y quizás lo mantuvieron secreto para proteger la posible dinastía, un secreto escondido a través del tiempo, un secreto que nosotros puede que descubramos en la tumba de la santa familia". ¿Llaman a esas especulaciones investigación científica?

Un fraude repetido

Esta no es la primera vez que Jacobovici y Discovery Channel han participado en fraudes relacionados con descubrimientos arqueológicos.

En 2002 salió a la luz un osario con la inscripción: «Jacob [Santiago], hijo de José, hermano de Jesús». En ese año Jacobovici públicamente apoyó la supuesta autenticidad. Discovery Channel, la BBC y otros le dieron credibilidad como si fuera algo ya científicamente comprobado. Algunos dijeron que este "hallazgo" ponía en duda la doctrina católica sobre la Virginidad Perpetua de María. Pero el "osario de Santiago" resultó ser un fraude. Los 15 miembros de la Autoridad de Antigüedades de Israel demostraron por encima de toda duda que el osario “descubierto” era una falsificación moderna. Así lo determinó el director de Antigüedades de Israel, Shuka Dorfman, quien anunció el 18 de junio de 2003: «El osario es real. Pero la inscripción es falsa. Lo que significa es que alguien cogió una caja real y labró la escritura en ella, probablemente para darle una importancia religiosa». Lamentablemente los medios de comunicación que tan ampliamente propagaron el engaño, no hicieron casi nada por rectificarlo.

No solamente Jacobivici nunca se retractó de su apoyo a aquel fraude sino que ahora el mismo protagoniza otro de la misma especie. Es de notar que el fraudulento "osario de Santiago" estaba entre los diez osarios originales encontrados en 1980.

Arqueólogos han denunciado el nuevo libro y documental sobre la supuesta tumba de Jesús. Según el documental: "Todos los arqueólogos confirman la naturaleza del descubrimiento". La verdad es muy diferente:

--> Amos Kloner, destacado arqueólogo israelí de la universidad Bar-llan, arqueólogo oficial del Distrito de Jerusalén, experto en tumbas de Israel y el primer arqueólogo que examinó el sitio del descubrimiento en 1980, ha dicho que las conclusiones a que ha llegado Cameron y Jacobovici no tienen validez arqueológica: "Sólo quieren sacar dinero por eso" (Kloner 26/2/2007, Associated Press). “Refuto todas sus afirmaciones y esfuerzos por llamar la atención sobre los descubrimientos. Con todo respeto, no son arqueólogos”. Kloner dijo a la BBC: "Yo no acepto la noticia de que fue utilizado por Jesús o su familia". Kloner afirmó también: “Es muy poco probable que Jesús y sus parientes tuvieran una tumba familiar. Ellos eran una familia de Galilea sin vínculos en Jerusalén. La tumba de Talpiot perteneció en cambio a una familia de clase media del primer siglo de nuestra era”. Kloner dijo a CTV que él conocía al menos otros dos osarios con el nombre "Jesús hijo de José".

--> Es notable que, al mismo tiempo que Discovery Channel presenta el documental de Cameron, el Museo de Arte de Fort Lauderdale (Florida, EE.UU.) presentaba la exhibición titulada "La Cuna del Cristianismo", por primera vez fuera de Israel. Esta exhibición también contiene osarios del primer siglo. ¡Sorpresa! Entre los osarios, hay uno con la inscripción: "Jesús, hijo de José". Otro pertenece a "María". Estos osarios, que no están relacionados con los del documental, están en gira por Estados Unidos antes de regresar al Museo de Antigüedades de Israel donde permanecerán en exhibición permanente. Nadie asociado con esta exhibición ha hecho reclamos sensacionalistas hasta la fecha.

--> El profesor L. Michael White, de la Universidad de Texas, otro experto en antigüedades, declaró sobre el documental de Discovery Channel: "Esto es tratar de vender documentales". Añadió que una serie de pruebas eran necesarias antes de que una caja de huesos o una inscripción sea confirmanda como antigüedad. "This is not archeologically sound, this is fanfare" (Esto no es arqueológicamente sólido, esto es fanfarria) (26/2/2006, Reuters).

--> Joe Zias, arqueólogo de la universidad de Rockefeller en Jerusalén por 25 años, asegura: "Simcha [Jacobovici] no tiene ninguna credibilidad" (26/2/2006, Catholic League).

El hecho que un par de personas monten un fraude no es asombroso. Pero lo que estamos observando es una gigantesca complicidad por parte de numerosos e importantes medios de comunicación. Según uno de ellos: "El documental incluye dramáticas recreaciones basadas en la mas reciente evidencia histórica ilustrando imágenes precisas de Jesús de Nazaret, su familia, sus seguidores, su ministerio, su crucifixión y su entierro". Decir esto es una mentira que no se puede explicar fuera de una complicidad maliciosa en contra de la fe cristiana.

Los cristianos debemos estar concientes de los crecientes ataques contra la fe y comprender que nuestra lucha no es contra la verdadera ciencia. Esta es en realidad nuestra aliada porque siempre corrobora la verdad. Nuestra lucha es contra la mentira que se disfraza de erudición.

Stephen Pfann, quien apareció brevemente en el documental "La Tumba Perdida de Jesus" como perito de la Universidad de Tierra Santa de Jerusalén, ha publicado un documento refutando las conclusiones del documental.

Después de analizar la inscripción griega del osario que, según el documental, pertenece a María Magdalena, ha dicho que no se puede leer como "Mariamene" sino que contiene dos nombres escritos por dos manos diferentes: la primera "Mariame," fue escrita en griego formal. Mas tarde, cuando se añadieron a la misma caja los huesos de otra mujer, otro escritor añadió las palabras "kai Mara" que significa "y Mara." Mara es una variación del nombre "Marta".

Pfann concluye que el osario no contiene los huesos de "María la maestra" sino de dos mujeres: "María y Marta".

domingo, 4 de octubre de 2009

Benedicto XVI y la Objeción de Conciencia



Al recibir esta mañana las cartas credenciales del nuevo Embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede, Miguel Humberto Díaz, el Papa Benedicto XVI resaltó la necesidad de promover la dignidad humana, el respeto al derecho inalienable a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, así como el derecho a la objeción de conciencia del personal de salud y de los ciudadanos en general.

Al comenzar su discurso en el que recordó su visita a Estados Unidos y luego de comentar que diversas culturas, a través de la inmigración, han enriquecido a este país, el Santo Padre alentó a vivir el "anhelo de libertad y la búsqueda de la felicidad" desde una perspectiva que vaya más allá de lo individual, es decir, "del bien común y de toda la familia humana".

Ante la crisis económica internacional, dijo el Papa, se necesita "un modelo de globalización inspirado en un humanismo auténtico, en el que los pueblos sean considerados no como meros vecinos, sino como hermanos y hermanas".

Luego de resaltar la urgencia de vivir la solidaridad, respetando la dignidad del hombre y ayudando a superar la pobreza dándole a los más necesitados "acceso al agua y al alimento, a los cuidados básicos de salud, así como a políticas justas de comercio e inmigración", Benedicto XVI explicó que "el verdadero progreso, como insiste la doctrina social de la Iglesia, debe ser integral y humano; no puede prescindir de la verdad sobre el ser humano y debe estar dirigido siempre a su bien auténtico".

En una palabra, continuó, "la fidelidad al hombre requiere fidelidad a la verdad, que sola es garantía de la libertad y del desarrollo verdadero". Por su parte, resaltó el Papa, "la Iglesia en Estados Unidos desea contribuir al debate del asunto ético y social que le darán forma el futuro de esta nación proponiendo argumentos respetuosos y razonables basados en la ley natural y confirmadas por la perspectiva de la fe".

La visión religiosa, dijo Benedicto XVI, "y la imaginación religiosa no limitan, sino que enriquecen el discurso político y ético, y las religiones, precisamente porque se relacionan con el destino último de todo hombre y toda mujer, están llamadas a ser una fuerza profética para la liberación humana y el desarrollo del mundo, especialmente en las zonas afectadas por conflictos".

El Papa Benedicto XVI se refirió luego al valor de la libertad humana y reiteró que su preservación "está inseparablemente ligada a la verdad y a la búsqueda del auténtico florecimiento humano. La crisis de nuestras democracias modernas exige comprometerse en el diálogo razonado en el discernimiento de políticas prudentes y justas que respeten la naturaleza y la dignidad humana".

La Iglesia en Estados Unidos, precisó, "contribuye a este discernimiento, en particular, por medio de la formación de las conciencias y su apostolado educativo, con los que hace una significativa y positiva contribución a la vida civil de Estados Unidos así como al debate público".

Aquí, subrayó el Papa, "pienso particularmente en un claro discernimiento en relación con los temas que afectan a la protección de la dignidad humana y al respeto del derecho inalienable a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, así como la protección del derecho a la objeción de conciencia por parte del personal sanitario y de todos los ciudadanos en general".

Finalmente, Benedicto XVI afirmó que "la Iglesia insiste en el irrompible lazo entre la ética de la vida y cualquier otro aspecto de la ética social, ya que está convencida, como dijera proféticamente Juan Pablo II, que 'una sociedad carece de fundamentos cuando, por un lado, defiende el valor de la dignidad de la persona, la justicia y la paz, pero luego, por otro lado, actúa radicalmente de forma contraria permitiendo o tolerando una variedad de formas en las que la vida humana es devaluada y violada, especialmente si es débil o marginalizada' ".
Noticia original de Aciprensa

jueves, 1 de octubre de 2009

El Nacimiento de Jesús: Hechos Extraordinarios


La beata Ana Catalina Emmerich se destacó por su don profética, del cual nos hemos extendido oportunamente. Entre otras maravillas, fue transportada en éxtasis para vislumbrar los acontecimientos que ocurrieron en distintas partes de la Tierra en el momento del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

Transcribimos a continuación los párrafos que la Beata narró al escritor Clemente Brentano en su lecho de enferma y que describen estos sucesos extraordinarios.

“Esta noche vi en el Templo a Noemí, la maestra de María, a la profetisa Ana y al anciano Simeón. Vi en Nazaret a Ana y en Juta a Santa Isabel. Todos tenían visiones y revelaciones del Nacimiento del Salvador. He visto al pequeño Juan Bautista, cerca de su madre, manifestando una alegría muy grande. Vieron y reconocieron a María en medio de aquellas visiones, aunque no sabían donde había tenido lugar el acontecimiento. Isabel tampoco lo sabía. Sólo Ana sabía que tenía lugar en Belén.”

“Esta noche vi en el Templo un acontecimiento admirable y extraño: todos los rollos de escrituras de los saduceos saltaban fuera de los armarios donde estaban encerrados, dispersándose. Este suceso causó mucho espanto en todos, pero los saduceos lo atribuyeron a efectos de brujería y repartieron dinero a los que lo sabían para que mantuvieran el secreto.”

“He visto muchas cosas en Roma esta noche. Cuando Jesús nació, vi un barrio de la ciudad, donde vivían muchos judíos: allí brotó una fuente de aceite que causó maravilla a todos los que la vieron. Una estatua magnífica de Júpiter cayó de su pedestal en añicos, porque se desplomó la bóveda del templo. Los paganos se llenaron de terror, hicieron sacrificios y preguntaron a otro ídolo, el de Venus, creo, qué significaba aquello. El demonio respondió, por medio de la estatua: «Esto ha sucedido porque una Virgen ha concebido un Hijo sin dejar de ser virgen; y este Niño acaba de nacer». Este ídolo habló también desde la fuente de aceite. En el sitio donde brotó la fuente se alzó una iglesia dedicada a la Virgen María, Madre de Dios. Los sacerdotes paganos estaban consternados y hacían averiguaciones.”

“Setenta años antes de estos hechos vivía en Roma una buena y piadosa mujer. No recuerdo ahora si era judía. Se llamaba algo así como Serena o Cyrena y poseía algunos bienes de fortuna. Por ese tiempo se había recubierto de oro y piedras preciosas el ídolo de Júpiter y se le ofrecían sacrificios solemnes. La mujer tuvo visiones y a consecuencia de ellas hizo varias profecías, diciendo públicamente a los paganos que no debían rendir honores al ídolo de Júpiter ni hacerle sacrificios, pues vendría un día en que lo verían caer hecho pedazos. Los sacerdotes la hicieron comparecer y le preguntaron cuándo habían de suceder estas cosas. Como no pudo determinar el tiempo, fue encerrada en prisión y maltratada, hasta que Dios le hizo conocer que ello sucedería cuando una Virgen purísima diera a luz un Niño. Cuando dio esta respuesta, se burlaron de ella y la dejaron en libertad, reputándola por loca. Sólo cuando se derrumbó el templo, haciendo pedazos al ídolo, reconocieron que había dicho la verdad, maravillándose de la época fijada y del acontecimiento, aunque no sabían que la Santísima Virgen había sido la Madre, e ignorando el Nacimiento del Salvador.”

“He visto que los magistrados de Roma se informaron de estos hechos, como de la fuente que había brotado. Uno de ellos fue un tal Léntulo, abuelo de Moisés, sacerdote y mártir y de aquel otro Léntulo, que fue amigo de San Pedro en Roma. Relacionado con el emperador Augusto he visto algo que ahora no recuerdo bien. Vi al emperador con otras personas sobre una colina de Roma, en uno de cuyos lados se encontraba el Templo, cuya techumbre se había derrumbado. Por unas gradas se llegaba hasta la cumbre de la colina donde había una puerta dorada. Era un lugar donde se ventilaban asuntos de interés.”

“Cuando el emperador bajó de la colina, vio a la derecha, encima de ella, una aparición en el cielo. Era una Virgen sobre un arco iris, con un Niño en el aire, que parecía salir de Ella. Creo que, el emperador fue el único que vio esta aparición. Para conocer su significado hizo consultar a un oráculo que había enmudecido, el cual en esa ocasión habló de un Niño recién nacido, a quien todos debían adorar y rendir homenaje. El emperador hizo erigir un altar en el sitio de la colina donde había visto la aparición, y después de haber ofrecido sacrificios, lo dedicó al Primogénito de Dios. He olvidado otros detalles de este hecho.”

“He visto en Egipto un hecho que anunció el Nacimiento de Jesucristo. Mucho más allá de Matarea, de Heliópolis y de Menfis había un gran ídolo que pronunciaba habitualmente toda clase de oráculos y que de pronto enmudeció. El Faraón mandó hacer sacrificios en todo el país a fin de saber por qué causa había callado. El ídolo fue obligado por Dios a responder que guardaba silencio y debía desaparecer, porque había nacido el Hijo de la Virgen y que en aquel mismo sitio se levantaría un templo en honor de la Virgen. El Faraón hizo levantar un templo allí mismo cerca del que había antes en honor del ídolo. No recuerdo todo lo sucedido; sólo sé que el ídolo fue retirado y que se levantó un templo a la anunciada Virgen y a su Niño, siendo honrados a la manera de ellos.”

“Al tiempo del Nacimiento de Jesucristo, vi una maravillosa aparición que se presentó a los Reyes Magos en su país. Estos Magos eran observadores de los astros y tenían sobre una montaña una torre en forma de pirámide, donde siempre se encontraba uno de ellos con los sacerdotes observando el curso de los astros y las estrellas. Escribían sus observaciones y se las comunicaban unos a otros. Esta noche creo haber visto a dos de los Reyes Magos sobre la torre piramidal. El tercero, que habitaba al Este del Mar Caspio, no estaba allí. Observaban una determinada constelación en la cual veían de cuando en cuando variantes, con diversas apariciones. Esta noche vi la imagen que se les presentaba. No la vieron en una estrella, sino en una figura compuesta de varias de ellas, entre las cuales parecía efectuarse un movimiento.”

“Vieron un hermoso arco iris sobre la media luna y sobre el arco iris sentada a la Virgen. Tenía la rodilla izquierda ligeramente levantada y la pierna derecha más alargada, descansando el pie sobre la media luna. A la izquierda de la Virgen, encima del arco iris, apareció una cepa de vid y a la derecha, un haz de espigas de trigo. Delante de la Virgen vi elevarse como un cáliz semejante al de la Última Cena. Del cáliz vi salir al Niño y por encima de Él, un disco luminoso parecido a una custodia vacía, de la que partían rayos semejantes a espigas. Por eso pensé en el Santísimo Sacramento. Del costado derecho del Niño salió una rama, en cuya extremidad apareció, a semejanza de una flor, una iglesia octogonal con una gran puerta dorada y dos pequeñas laterales. La Virgen hizo entrar al cáliz, al Niño y a la Hostia en la Iglesia, cuyo interior pude ver, y que en aquel momento me pareció muy grande. En el fondo había una manifestación de la Santísima Trinidad. La iglesia se transformó luego en una ciudad brillante, que me pareció la Jerusalén celestial.”

“En este cuadro vi muchas cosas que se sucedían y parecían nacer unas de otras, mientras yo miraba el interior de la iglesia. Ya no puedo recordar en qué forma se fueron sucediendo. Tampoco recuerdo de qué manera supieron los Reyes Magos que Jesús había nacido en Judea. El tercero de los Reyes, que vivía muy distante, vio la aparición al mismo tiempo que los otros. Los días que precedieron al Nacimiento de Jesús, los veía sobre su observatorio donde tuvieron varias visiones. Los Reyes sintieron una alegría muy grande, juntaron sus dones y regalos y se dispusieron para el viaje. Se encontraron al cabo de varios días de camino.”

Una Ciencia con Conciencia

Con sumo orgullo, reproducimos a continuación la entrevista brindada el 24 de marzo de 2004 a la agencia católica Zenit por el padre Mariano Artigas (1938 - 2006). El sacerdote, profesor ordinario de filosofía de la naturaleza y de las ciencias de la Universidad de Navarra, fue un autor fundamental de obras clave en materia de fe y ciencia, entre las cuales se destaca el múltiplemente editado libro «Ciencia, razón y fe».

El profesor Artigas fue miembro de la Academia Internacional de Filosofía de las Ciencias de Bruselas y de la Academia Pontificia de Santo Tomás de la Santa Sede.

- Zenit: Galileo, ¿sigue siendo un problema sin resolver?

- Artigas: Cuando hablo del caso Galileo como un problema sin resolver me refiero al valor de las teorías científicas. El cardenal Belarmino decía a Galileo que no tendría problemas si presentaba su teoría como un modelo hipotético, útil para calcular los fenómenos.

El Papa Urbano VIII dijo que no se podía saber si su modelo era verdadero, porque Dios es todopoderoso y quizás los efectos que observamos se deban a causas que no coinciden con nuestra teoría.

Galileo pensaba que la nueva ciencia buscaba la verdad y podía conseguirla: era un realista. Yo también lo soy. Pero en la actualidad está ampliamente difundida la idea contraria. El caso Galileo es muy largo y complicado, muy poca gente lo conoce bien.

Hace poco he publicado, junto con William Shea, uno de los mejores especialistas de Galileo, «Galileo en Roma» (Ediciones Encuentro, Madrid), que también se ha publicado en New York y se está vendiendo bien («Galileo in Rome», Oxford University Press, New York). En ese libro proporcionamos todos los datos para saber exactamente qué sucedió, tomando como esquema los seis viajes que Galileo hizo a Roma.

- Zenit: ¿Cuáles son los «nuevos casos Galileo» de hoy?

- Artigas: No ha habido ningún otro caso como el de Galileo. Las autoridades de la Iglesia aprendieron la lección. Lo más parecido sería el evolucionismo. Hubo actuaciones en contra; precisamente ahora estoy preparando un libro en el que utilizo los documentos, hasta ahora desconocidos, del archivo del Santo Oficio. Pero nunca se produjo una condena del evolucionismo por parte de las autoridades de Roma.

Problemas actuales como el aborto, la ética sexual o la bioética no tienen nada que ver con el caso Galileo: la Iglesia acepta todos los datos de la ciencia, simplemente no está de acuerdo en que sea moralmente correcto hacer todo lo que nos permiten las técnicas disponibles.

Yo diría que en la actualidad el peligro es más bien que existan casos Galileo al revés. O sea: científicos o filósofos que utilizan la autoridad de la ciencia para pontificar sobre cuestiones religiosas o morales que caen fuera del ámbito de la ciencia.

- Zenit: ¿Cuál es la posición de la Iglesia ante el evolucionismo, en palabras simples?

- Artigas: En 1950 el Papa Pío XII, en la encíclica «Humani generis», dijo que el evolucionismo era una hipótesis, que se podía discutir el origen del organismo humano con tal que se admita que Dios crea en cada ser humano el alma espiritual.

En 1996 el Papa Juan Pablo II se refirió al evolucionismo como algo más que una hipótesis, que está avalado por un conjunto de pruebas independientes, y afirmó que los problemas no surgen de la ciencia, sino de ideologías materialistas que no son científicas.

En «Ciencia, razón y fe» he incluido un capítulo donde se resume la problemática del evolucionismo, y ahí cito los correspondientes textos del Magisterio de la Iglesia.

Además, la misma editorial Eunsa, de Pamplona, va a publicar muy pronto una edición actualizada de mi libro «Las fronteras del evolucionismo», donde trato estos temas con más amplitud, con toda la claridad posible.

-Zenit: ¿Cómo ayuda la fe a la ciencia, y viceversa?

- Artigas: La ciencia ocupa un lugar central en nuestra civilización, y dado su enorme prestigio, existe un peligro semejante al de las mayorías absolutas en política: no hacer caso de otros enfoques. La fe muestra que existe un mundo espiritual al que la ciencia no llega, y ayuda a dar sentido auténtico a la ciencia como búsqueda de la verdad y servicio a la humanidad, de acuerdo con los planes de Dios.

A su vez, la ciencia proporciona muchos medios para mejorar la calidad de la vida humana.

Con una adecuada combinación de sentido religioso y de conocimientos científicos y técnicos, se podrían resolver muchos de los problemas más graves que sufre hoy día la humanidad.

- Zenit: ¿Dependemos totalmente de la ciencia, o tenemos un cierto margen de autonomía?

- Artigas: La ciencia es un producto humano. Somos nosotros quienes la hacemos. Es absurdo que, a veces, seamos las víctimas de nuestro propio producto. Ya he dicho que soy un realista: existe un orden en la naturaleza que está ahí y no lo podemos inventar, mediante la ciencia intentamos lo conocemos cada vez mejor y aprendemos a utilizarlo de modo controlado.
Pero la ciencia no nos puede decir cómo utilizar ese conocimiento: hace falta complementar la ciencia con una reflexión meta-científica, de tipo filosófico, moral, religioso. La ciencia exige un complemento de conciencia. Nos proporciona un poder que es cada vez mayor, pero es un error pensar que todo lo que se puede hacer es correcto. Es nuestra responsabilidad enfocar correctamente la ciencia y la tecnología que se basa en la ciencia.
El texto original puede leerse aquí.

Saber dar con caridad

1) Para saber

Es un sentir común la necesidad que hay de ser justos y de vivir la caridad. Pero, ¿de dónde proviene la caridad? ¿Cómo conseguirla? El Papa Benedicto XVI nos da la respuesta: “La caridad es amor recibido y ofrecido. Es «gracia» (cháris). Su origen es el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo. Es amor que desde el Hijo desciende sobre nosotros” (Caridad en la Verdad, n.5).

El origen de la caridad es, pues, Dios mismo. Resulta coherente pues todo bien proviene de Dios. Pero además, nos damos cuenta que viniendo de Dios, habrá que acudir a Él para que nos la conceda. Dios la otorga gratuitamente, y es conveniente pedírsela, como Él mismo nos lo aconseja “Pedid y se os dará”.

El Papa nos señala en su carta que al haber recibido la caridad, nos hacemos a la vez “instrumentos de la gracia para difundir la caridad de Dios y para tejer redes de caridad”. Hemos de ser portadores del amor hacia los demás. Este ideal ha movido a muchos hombres para solucionar sus necesidades. Damos un ejemplo a continuación.

2) Para pensar

Como bien apuntaba un comentarista, fue triste saber que murió recientemente un gran hombre que hizo mucho bien a la humanidad, pero más triste fue que haya pasado virtualmente inadvertida en México y que fuera casi un desconocido para la mayoría.

Se trata de Norman Ernest Borlaug, de familia noruega que nació en Iowa, Estados Unidos en 1914. Trabajó desde muy joven para pagarse los estudios universitarios. En 1944 se unió a un proyecto para combatir el hambre en México, donde vivió 63 de sus 95 años.

En México produjo variedades enanas de trigo más resistentes y productivas que las tradicionales. Con ellas las cosechas mexicanas de trigo aumentaron seis veces en volumen. En los años sesenta introdujo las semillas mexicanas en la India y Paquistán haciendo frente a una grave crisis alimenticia. China también copió las técnicas del doctor Borlaug y así pudo vencer la gran hambre que estaban padeciendo millones.

Se le atribuye al doctor Borlaug haber evitado la muerte de la increíble cantidad de… ¡mil millones de personas!, la mayoría niños. Por eso se le otorgó el Premio Nobel de la Paz, pues como dijo un comunicado del Comité del Nobel: “Hemos tomado esta decisión con la esperanza de que dar pan también traerá la paz al mundo”.

Un ejemplo de cómo la caridad es más que ser amable, es un esfuerzo en trabajar para ayudar en sus necesidades a nuestro prójimo creando un mundo más justo.

3) Para vivir

Esa caridad que es recibida, a la vez hemos de ofrecerla a los demás. Este es el fin que intenta la Iglesia y que el Papa nos propone: “La doctrina social de la Iglesia responde a esta dinámica de caridad recibida y ofrecida. Es «caritas in veritate in re sociali», anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad”.

No todos tendremos las posibilidades del doctor Norman para ayudar a tantísimas personas, pero cada uno, según sus posibilidades, habrá de plantearse si hace lo que está en su mano para dar esa caridad de Dios. Podemos empezar por pedirle al Señor nos llene de su Amor para poderlo dar.

Por eso decía San Josemaría Escrivá que el apostolado, el afán de atraer a las almas a Dios, es una sobreabundancia de la vida interior, es el amor de Dios que se “desborda” hacia los demás.
Padre José Martínez Colin (España)

Santa Paulina Jericot



En cada parroquia del mundo, el tercer domingo de octubre se celebra el Día de las Misiones, una fecha para ofrecer oraciones, sacrificios y limosnas por las misiones y los misioneros de todo el mundo. Vamos a hablar de la joven a la cual se le ocurrió esa idea.

La idea feliz nació de una simple charla con la sirvienta de la casa. Un día llegó Paulina Jaricot de su trabajo, cansada y con deseos de escuchar alguna narración que le distrajera amenamente. Y se fue a la cocina a pedirle a la sirvienta que le contara algo ameno y agradable. La buena mujer le respondió: "si me ayuda a terminar este trabajito que estoy haciendo, le contaré luego algo que le agradará mucho". La muchacha le ayudó de buena gana, y terminando el oficio, la cocinera se quitó el delantal y abriendo una revista de misiones se puso a leerle las aventuras de varios misioneros que en lejanas tierras, en medio de terribles penurias económicas, y con grandes peligros y dificultades, escribían narrando sus hazañas, y pidiendo a los católicos que les ayudaran con sus oraciones, limosnas y sacrificios, para poder continuar con éxito su difícil labor misionera.

En ese momento pasó por la mente de Paulina una idea luminosa: ¿por qué no reunir personas piadosas y obtener que cada cual obsequie dinero y ofrezca algunas oraciones y algún pequeño sacrifico por las misiones y los misioneros, y enviar después todo esto a los que trabajan evangelizando en tierras lejanas? Y se propuso empezar a llevar a cabo esa misma semana tan bella idea.




Paulina había nacido en la ciudad de Lyon (Francia) y desde muy niña había demostrado un gran espíritu religioso. Su hermano mayor sentía inmensos deseos de ser misionero y (quizás por falta de suficiente información) le describían las misiones como algo terrorífico, donde los misioneros tenían que viajar por los ríos sobre el cuello de terribles cocodrilos y por las selvas en los hombros de feroces tigres. Esto la emocionaba a ella pero le quitaba todo deseo de irse de misionera. Sin embargo sentía una gran inclinación a ayudar a los misioneros de alguna manera, y pedía a Dios que la iluminara. Y el Señor la iluminó por medio de una simple lectura hecha por una sirvienta.

De pequeñita aprendió que un gran sacrificio que sirve mucho para salvar almas es el vencer las propias inclinaciones a la ira, a la gula y al orgullo y la pereza, y se propuso ofrecer cada día a Nuestro Señor alguno de esos pequeños sacrificios.

Cuando en 1814 el Papa Pío VII quedó libre de la prisión en la que lo tenía Napoleón, el pueblo entero salió en todas partes a aclamarlo triunfalmente en su viaje hacia Roma. Paulina tuvo el gusto de que el Santo Padre al pasar por frente a su casa la bendijera y le pusiera las manos sobre su pequeña cabecita. Recuerdo bellísimo que nunca olvidó.

De joven se hizo amiga de una muchacha sumamente vanidosa y ésta la convenció de que debía dedicarse a la coquetería. Por varios meses estuvo en fiestas y bailes y llena de adornos, de coloretes y de joyas, pero nada de esto la satisfacía. Su mamá rezaba por su hija para que no se fuera a echar a perder ante tanta mundanidad. Y Dios la escuchó.

Un día en una fiesta social resbaló con sus altas zapatillas por una escalera y sufrió un golpe durísimo. Quedó muda y con grave peligro de enloquecer. Entonces la mamá le hizo este ofrecimiento a Dios: "Señor: yo ya he vivido bastante. En cambio esta muchachita está empezando a vivir. Si te parece bien, llévame a mí a la eternidad, pero a ella devuélvele la salud y consérvale la vida".

Y Dios le aceptó esta petición. La mamá se enfermó y murió, pero Paulina recuperó el habla, y la salud física y mental y se sintió llena de vida y de entusiasmo.


Poco después, un día entró a un templo y oyó predicar a un santo sacerdote acerca de lo pasajeros que son los goces de este mundo y de lo engañosas que son las vanidades de la vida. Después del sermón fue a confesarse con el predicador y éste le aconsejó: "Deje las vanidades y lo que la lleva al orgullo y dedíquese a ganarse el cielo con humildad y muchas buenas obras". Desde aquel día ya nunca más Paulina volvió a emplear lujosos adornos de vanidad, ni a gastar dinero en lo que solamente lleva a aparecer y deslumbrar. Sus vestidos serían sumamente modestos, hasta el extremo que las antiguas amigas la criticaban por ello, ya que, en vez de ir a los bailes, se iba a visitar enfermos pobres en los hospitales.

Entonces nació la nueva obra llamada Propagación de la Fe, formada por grupos de 10 personas, las cuales se comprometen a dar cada una alguna limosna para los misioneros, y ofrecer oraciones y pequeños sacrificios por ellos. Paulina organizó numerosos grupos o “coros” entre sus amistades y pronto comenzaron a reunir ayuda para enviar a lejanas tierras.

Su hermano, que se acaba de ordenar de sacerdote, propuso la idea de Paulina a otros sacerdotes en París, con la consecuente fundación de coros de Propagación de la Fe. La idea se extendió rapidísimo por toda la nación y las ayudas a los misioneros se aumentaron inmensamente. Casi nadie sabía quién había sido la fundadora de este movimiento, pero lo importante era ayudar a extender la santa religión.


Para poder conseguir más oraciones con menos dificultad, Paulina formó grupos de 15 personas, de las cuales cada una se comprometía a rezar un misterio del rosario al día por los misioneros. Así, entre todos, rezaban cada día un rosario completo por las misiones. Fue una idea muy provechosa. Paulina se fue a Roma a contarle al Santo Padre Gregorio XVI su idea de la Propagación de la Fe. El Sumo Pontífice la aprobó plenamente y se propuso recomendarla a toda la Iglesia Universal.

Al volver a Francia fue a confesarse con el Santo Cura de Ars. El santo le dijo proféticamente: «Sus ideas misioneras son muy buenas, pero Dios le va a pedir fuertes sacrificios, para que logren tener más éxito». Esto se le cumplió a la letra, porque en adelante los sufrimientos e incomprensiones que tuvo que sufrir nuestra santa fueron enormes.

Al principio recogía ella misma las limosnas para las misiones, pero varios avivados le robaron descaradamente. Entonces se dio cuenta de que debía dejar esto a sacerdotes y laicos especializados que no se dejaran estafar tan fácilmente. Después recibió ayudas para fundar obras sociales en favor de los obreros pobres, pero varios negociantes sin escrúpulos la engañaron y se quedaron con ese dinero. Paulina se dio cuenta de que Dios la llamaba a dedicarse a lo espiritual, y que debía dejar la administración de lo material a manos de expertos que supieran mucho de eso.

En 1862, después de haber perdonado generosamente a todos los que la habían estafado y hecho sufrir, y contenta porque su obra de la Propagación de la Fe estaba ya muy extendida, murió santamente y satisfecha de haber podido contribuir eficazmente a favor de las misiones católicas.

Veinte años después, en 1882, el Papa León XIII extendió la Obra de la Propagación de la Fe a todo el mundo, y ahora cada año, el mes de octubre (y especialmente en el tercer domingo de este mes) los católicos fervorosos ofrecen oraciones, sacrificios y limosnas por las misiones y los misioneros del mundo entero.


Texto original: EWTN