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jueves, 5 de febrero de 2015

¿Qué hay detrás de lo Oculto?

Por Roberto O'Farrill para Ver y Creer


La monja alemana estigmatizada Ana Catalina Emmerick, que vivió gran cantidad de experiencias místicas en las que recibió visiones y revelaciones en las que Dios le mostró varios misterios además de pasajes del Evangelio, en el capítulo LXIX titulado “Jesús con una sacerdotisa de los ídolos”, de sus escritos “Visiones y Revelaciones completas”, descubre el fraude colosal del que son víctimas los adeptos a la magia y los seguidores de prácticas esotéricas que aunque aparentan ser convenientes, en realidad forman parte de lo Oculto.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Seis Consejos para Mantener Lejos al Demonio

Nota original: ACI Prensa

Valter Cascioli, médico psiquiatra y portavoz de la Asociación Internacional de Exorcistas, ofreció seis consejos para evitar las asechanzas del demonio.
En una entrevista concedida a ACI Prensa el 31 de octubre, Cascioli recordó que el demonio es real y la Biblia lo recoge hasta en 118 citas, 34 en el Antiguo Testamento y 84 en el Nuevo Testamento, donde el diablo aparece con distintos nombres como Satanás, el maligno, o el príncipe de este mundo.

jueves, 31 de octubre de 2013

Halloween: ¿Cómo lo Enfrenta un Cristiano?

Nota original: Padre Jordi Rivero para Corazones.Org

La Solemnidad de Todos los Santos es el 1 de Noviembre. Esta fiesta, como todas las solemnidades, comienza la noche anterior. Por eso, a la noche del 31 de octubre se le llama, en el inglés antiguo, All hallow's eve (víspera de todos los santos). Mas tarde, All hallow´s eve se abrevió a "Halloween". Pero, como las celebraciones de un pueblo reflejan su cultura y su fe, Halloween dejó de ser una fiesta cristiana para convertirse en una fantasía de bruja y fantasmas.  

martes, 1 de octubre de 2013

¿Por Qué la New Age Fue Condenada por Francisco?

Fuente: AICA

En los primeros tres meses de su pontificado, el papa Francisco se refirió varias veces a la New Age, esa corriente a la que llamó "panteísta". El 20 de junio fustigó en una homilía al “dios cósmico” de la “moda politeísta”, que llega con “la cultura light”. “Ni Jesús hubiera creído en el dios New Age” de hoy, dijo. “La oración no es magia”, remató.

El doctor Roberto Bosca, autor del libro “New Age, la utopía religiosa de fin de siglo”, explicó a Claudia Peiró, periodista de Infobae, por qué este "autismo espiritual" es contrario a la doctrina cristiana.

miércoles, 17 de julio de 2013

Los Exorcismos

Nota original: fragmento del texto del Padre José María Iraburu para InfoCatolica

Los cristianos debemos ser muy conscientes de que nuestra lucha espiritual aún más que contra «mundo y carne», es contra «el demonio», «contra los espíritus malos» (Ef 6,11). En la vida de Cristo, sobre todo desde el inicio de su vida pública (las tentaciones satánicas del desierto), hasta su muerte (la hora del poder de las tinieblas), muestra el Evangelio claramente que el principal enemigo del Reino, en cada persona y en el mundo, es el demonio. Su impugnación es mucho más poderosa que la de fariseos, Sanedrín, romanos, pecadores, etc., pues es el demonio quien asiste a todos éstos contra Cristo. Y lo mismo se comprueba tanto en la vida y ministerio de los Apóstoles como a lo largo de toda la vida de la Iglesia.

sábado, 6 de julio de 2013

Reiki, Brujería e Intento de Suicidio... hasta Aceptar a Dios

Nota original: Pablo J. Ginés para Religión en Libertad

Stefan Esztergályos era un joven que vivió los dos últimos años de tiranía comunista en Checoslovaquia en el servicio millitar, muy a su disgusto, pero acercándose a Dios.

El 17 de noviembre de 1989 empezó la “Revolución de Terciopelo” en Checoslovaquia: cientos de miles de personas salieron a las calles y el gobierno comunista colapsó. El 29 de noviembre, el disidente cristiano Vaclav Havel era elegido presidente para conducir el país hacia las elecciones libres. 


lunes, 1 de abril de 2013

¿Es Cristiana la Veneración de la Santa Muerte?

Fuente: Padre Jorge Luis Zarazúa para Aletheia, vía InfoCatólica


Las personas que veneran a la así llamada “Santa Muerte” la presentan como una «entidad espiritual» que ha existido siempre, desde el principio de los tiempos hasta nuestros días. De hecho, dicen que es la entidad espiritual más poderosa que existe.

Afirman que esta entidad espiritual maneja una energía denominada «energía de la muerte», capaz de materializarse en una figura, que concentra tanto la fuerza creadora como la destructora del universo. Según ellos, el que cree en la «Santa Muerte» puede aprender a manejar esta fuerza, que emana de sus imágenes consagradas, puesto que la Niña Blanca (otro de sus nombres) es una de las protecciones más fuertes que existen.

viernes, 1 de junio de 2012

Así se Vence al Demonio

Entrevista de Carmelo López Arias (Zenit) a José María Zavala

Así se vence al demonio”, de la editorial Libroslibres es el tercero con más ventas del libro religioso, según el ránking que confecciona cada trimestre la distribuidora GESEDI, la líder en este sector en España.

La posesión es uno de los fenómenos más desconcertantes. La Iglesia procede con suma cautela antes de autorizar un exorcismo, y sólo concede la facultad de practicarlos a un número muy reducido de sacerdotes. No es fácil que hablen las víctimas, ni tampoco que los exorcistas cuenten su experiencia.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Adivinación y ocultismo

Todas las formas de adivinación y ocultismo deben ser rechazadas.

Esto constituye un delito y una ofensa grave a nuestro Creador, y está en directa contradicción con el respeto, que impregnado de un santo temor, debemos todos profesar solamente a Dios Padre Todopoderoso.

La gente no repara en “tragarse” cualquier idea u opinión infundada sobre cualquier tema, especialmente cuando se trata de algo extraordinario, mágico-religioso, dirigiéndolos directamente hacia la superstición. Es el primer obstáculo conque se tropieza cuando se pierde la fe en Dios, el sentido común y la razón. Cualquier cosa que nos diga el menos autorizado, afirmando que se trata de algo profundo y misterioso, basta para que nos afecte indefinidamente como si fuera un sueño, resucitando, en pleno siglo XXI, un neopaganismo babilónico sin igual.

Todo ello, por temor a tres palabras: SE HIZO HOMBRE.



Si recurrimos a la astrología y al horóscopo creyendo en ello, cometemos pecado mortal de idolatría. Si lo hacemos por curiosidad, no hacemos otra cosa que incurrir en un pasatiempo fútil, desgastando peligrosamente nuestra fe. Si lo hacemos para granjearnos la “protección” de los poderes ocultos de este mundo, de Satanás y sus secuaces, los demonios, cometemos el pecado mortal de idolatría diabólica, y tal vez tengamos que decir en algún momento como el poeta Goëthe: «No puedo librarme de los espíritus a quienes una vez invoqué».

En todos los tiempos el hombre ha sentido gran interés por conocer el porvenir, principalmente, en tiempos de confusión espiritual y religiosa este interés se ha convertido en una obsesión. El hombre moderno se parece mucho al «supersticioso» de los tiempos precristianos, corriendo febrilmente de un “augur” a un “adivino”, y de éste a un "intérprete de sueños". La utilización por parte del hombre de la astrología tiene una larga historia, teniendo sus influencias en algunos de los más notables filósofos de Oriente, sobre todo en el mundo islámico. En el cristianismo estas creencias se desarrollaron poco mientras la fe estuvo bien arraigada entre los fieles, pero ya a partir del siglo XVI no había soberano que no consultara a su astrólogo particular, ganando terreno con la reforma protestante, y el positivismo y el racionalismo del siglo XIX.

La reedición de estos cultos paganos, como hoy se nos presentan con tanta frecuencia, tiene sus precisas explicaciones. Si no existe una verdad común, vigente precisamente porque es verdadera, el cristianismo es como algo importado desde fuera, una especie de IMPERIALISMO ESPIRITUAL, al que debemos combatir con no menos fuerza que a ese poder político y militar que una vez nos aplastaba.

Si en la celebración de los sacramentos no vivimos el contacto personal con ese Dios vivo de todos los hombres, entonces esos rituales resultan vacíos, no nos dicen ni nos ofrecen nada. Si la “sobria ebriedad” del misterio de salvación cristiano no puede embriagarnos de Dios, entonces tenemos que invocar la embriaguez real de otros éxtasis más “eficaces”, cuya pasión nos arrebata y nos convierte, al menos por un instante, y nos deja percibir por un momento el placer de lo infinito y olvidar las miserias de lo finito.

Nos encontramos, en resumidas cuentas, ante una situación muy singular. El neopaganismo está intentando dar al cristianismo, cansado de la fe y de los dogmas, una nueva praxis mediante la cual finalmente tendrá lugar la redención. Pero esa acción ha dejado tras de sí la ruina en lugar de la libertad, el “relativismo” o el libre albedrío protestante y la realidad de tener que conformarnos con él. Lo que se nos ofrece resulta algo tan vacío y falto de fundamento que dichas teorías buscan a su vez ayuda en otras ideas filosóficas, para que, desde ellas, podamos llevarlas a la práctica. La Nueva Era nos dice que “dejemos el fracasado cristianismo, volvamos a los dioses paganos, así se vive mejor”.


Al considerar la presente situación, nos debe francamente parecer un milagro que, a pesar de todo, todavía exista la fe en Jesús de Nazaret. Y no sólo en las formas sustitutas de cientos de denominaciones cristianas, sino en la fe completa y serena del Nuevo Testamento, La Iglesia de todos los tiempos, la Iglesia católica.

¿Tiene la fe en Cristo Jesús todavía una oportunidad?

Claro que sí, es que está de acuerdo con la propia sustancia de lo que es el hombre, algo más de lo que los mismos filósofos quieren comprender. En el hombre se anida el anhelo inextinguible por lo Divino, y ninguna de las propuestas que nos presenta el protestantismo y el neopaganismo han sido suficientes para satisfacerlo. Sólo el Dios que se hizo ÉL mismo finito para abrir nuestra finitud y conducirnos a la amplitud de su infinidad, puede dar respuesta a todas las preguntas de nuestro ser. Por eso, la fe cristiana se encontrará siempre con el hombre. Nuestra tarea, como buenos hijos de Dios, es servirle con ánimo humilde y con todas las fuerzas de nuestro corazón y de nuestro entendimiento.

El filósofo norteamericano Thomas Molnar, siempre pensó que las sociedades con raíces profundas en el cristianismo (Europa) habían apartado equivocadamente de la vida de los hombres los signos de lo sagrado. El escenario de cualquier ciudad del mundo occidental (Latinoamérica) muestra que la religión ha sido sistemáticamente excluida de la vida activa de sus ciudadanos. Los templos y las nuevas iglesias parecen naves industriales, oficinas comerciales, y residencias familiares reacondicionadas. Los pastores y reverendos lucen como empresarios y burócratas muy atareados, sobre todo cuando no ostentan signo alguno de su vocación sagrada. Las prédicas y los sermones, como las primeras páginas de todos los diarios, presentan una clara visión del fin del mundo, dilucidando temas políticos, sociales y económicos de candente actualidad.

Cada día que pasa es más difícil encontrar rastros del gran acervo cristiano que nos legó el viejo mundo en algún sector de la vida pública y privada de nuestro país, ni decir de los medios de comunicación, el cine, la literatura y el arte. La descripción de Molnar es algo drástica, pues responde a la situación actual de los Estados Unidos. Sin embargo, con esta tendencia dominante en toda la sociedad latinoamericana, es innegable el empuje que tenemos hacia un secularismo cada día más creciente.

El neopaganismo del siglo XXI ha renunciado a 3 de los componentes básicos del paganismo grecorromano: la piedad, es decir, el sentido de lo sagrado que debe ser venerado; la moderación; y la conciencia de que existe, ante todo, una ley moral universal. La espiritualidad subyacente en el neo paganismo es profundamente “subjetiva”, porque desconoce la realidad de un Dios personal y cercano a nosotros. De este modo, el dios “panteísta” resulta inmensamente popular, ya que es asequible cuando lo queremos, y desechable cuando no lo deseamos. Es más conveniente pensar que somos como burbujas dentro de una gran espuma espiritual, que hijos rebeldes de un razonable y misericordioso Padre Divino.

El panteísmo adolece de todo el sentido del pecado, porque para estos el pecado significa separación, cuando nadie puede ser separado nunca del ‘todo’ (taoísmo). El neopaganismo del siglo XXI es el triunfo más importante del “ilusionismo”, que sin perder la emoción y el barniz de la verdadera religión, elimina por completo el santo temor de Dios.

Muchos practican la astrología como parte de un culto a Lucifer y los demonios, y es gracias a la intervención de éstos que los más porfiados “astrólogos” son capaces de “predecir” hechos futuros con alguna exactitud, por cuanto los demonios a quienes recurren, siendo seres espirituales puros y con mucho poder, conocen mejor que los hombres la relación entre las causas y los efectos naturales de las cosas, así como que tienen una gran experiencia sobre como obra el ser humano, con sus debilidades y miserias. Todas las “predicciones” sobre actos futuros y libres del hombre no son más que meras conjeturas y especulaciones.

Chesterton, un gran pensador de este tiempo, en cuyos escritos brilla cada vez con más luz un talante profético, se preocupó por desenmascarar el falso atractivo que el paganismo tenía para nuestros contemporáneos. Estaba convencido de que el cristianismo, vivido con autenticidad, es capaz de vencer, mano a mano, a cualquier forma de paganismo, porque la alegría, que era la pequeña publicidad del pagano, se ha convertido en el gran misterio del cristiano.

La respuesta de Chesterton es que la dicha humana, las alegrías más intensas y el disfrute pleno de los bienes de esta tierra, sólo es posible de verdad para aquellos que miran el horizonte confiados en la eternidad. La alegría cristiana puede ser plena porque está respaldada por una fe en el Dios verdadero, por una fe en el porvenir que no es ciega, torpe y obstinada, y por una fe que encuentra en la razón una verdadera aliada.


La desacralización y secularización de la civilización occidental contemporánea se produce como la continuidad de una corriente filosófica que llega hasta nosotros desde el siglo XIII, mediante un proceso de intelectualización de la religión y de la fe, los neofariseos. Su origen lo encontramos también en Maquiavelo, Ockamm, Descartes y Lutero. Su génesis está en el ‘racionalismo’, que según Chesterton no es más que una herejía acerca de la función de la inteligencia en la vida del hombre, una verdad que se ha vuelto loca.

El neopaganismo, que parece liberar al hombre del yugo ligero de la fe en Cristo Jesús, supone el tener que regresar a los miedos y esclavitudes de un hombre desarmado, rodeado de poderes y fuerzas maléficas, ante las cuales no tiene ninguna garantía de sobrevivir. Una de las curiosas características del poder del cristianismo es que, desde que llegó, ningún pagano ha sido capaz de ser realmente humano.

Mario Saviñón Navarro (República Dominicana) para www.apologetica.org
Publicado en formato 1.0 en octubre de 2008

lunes, 1 de septiembre de 2008

Astrología (2da parte)



Es patente la extensión que este fenómeno tiene en nuestros días. No hay casi diario o revista que no incluya entre sus columnas, aquélla dedicada al horóscopo; en algunos países hay canales de televisión dedicados exclusivamente a temas astrológicos y esotéricos con programas al respecto, y lo mismo se diga de la radio.

La literatura sobre el tema es muy abultada. Es más, hoy en día los horoscoperos se presentan como «profesores», «licenciados en ciencias ocultas», «especialistas en ciencias parapsicológicas». La experiencia nos muestra que gran parte de nuestros contemporáneos si no consultan sus respectivos horóscopos convencidos de su exactitud, lo hacen al menos concediéndoles el privilegio de la duda: «no es que yo crea en el horóscopo, pero algo de verdad debe tener».

Al menos muchos, guiados por cierto fatalismo supersticioso, piensan que permanecer totalmente incrédulos ante las predicciones horoscopales puede traerles mala suerte. Y de hecho un dejo de consuelo les queda cuando leen allí pronosticado: se está por iniciar para usted una nueva etapa; pronto hallará anheladas respuestas; diez puntos en salud; los rosados influjos del amor no han logrado atemperar su fuego combativo; como todo felino tiene siete vidas y luchará valerosamente; aproveche el momento, sobre todo el financiero; la relación con los socios y con la pareja es muy buena; etc.

Los hombres, para vivir, necesitan la esperanza, y cuando pierden la que nace de la fe verdadera, están dispuestos a creerle al primero que les prometa un venturoso porvenir: Mundus vult decipi, el mundo quiere ser engañado, dice un antiguo proverbio. ¿Qué podemos decir de esto? El horóscopo es un desprendimiento de la antigua astrología, no de la astrología natural, que es madre de la actual astronomía, sino de la astrología judiciaria, que se empeñaba en descubrir la influencia de los astros sobre el destino de los hombres y de las cosas. En tal sentido, hay que colocarlo dentro del fenómeno más amplio de las «artes adivinatorias», puesto que, como su nombre mismo lo indica (oros-scopeo, examinar las horas), el horóscopo designaba originariamente la observación que los astrólogos hacían del estado del cielo en el momento del nacimiento de un hombre pretendiendo con ello adivinar los sucesos futuros de su vida. Para mayor exactitud, el horóscopo designa el mapa con la posición de los planetas en un instante dado por su relación con el Sol y la Tierra. Por derivación se llama también horóscopo a las predicciones que pretenden sacarse de tal observación. La astrología judiciaria se divide, a su vez, en varias clases. Tenemos así la astrología mundial, que intenta fijar la evolución de la historia y de la política; la astrología genetlíaca o individual que, levantando el horóscopo del momento del nacimiento, pretende predecir los eventos futuros del sujeto implicado; la astrología horaria, destinada a contestar preguntas concretas, para lo cual se estudia el horóscopo del momento en que se formula la pregunta al astrólogo.

En todos los tiempos el hombre ha sentido el interés por conocer el porvenir, y en los tiempos de decadencia religiosa, tal interés se ha transformado en obsesión. El hombre moderno se parece mucho al «supersticioso» que describe Teofrasto en sus Caracteres, corriendo febrilmente de un augur a un adivino, y de éste a un intérprete de sueños. El recurso de los hombres a la astrología tiene una larga historia, desde su origen babilónico; tuvo influencia en algunos filósofos de Grecia (presocráticos, epicúreos y estoicos), y sobre todo en el mundo islámico (donde adquirió un desenvolvimiento singular); en el mundo cristiano estas creencias se desarrollaron poco mientras la fe era más profunda y arraigada (aunque no faltaron monarcas que tenían astrólogos en su corte), pero ya en el siglo XVI no había soberano que no consultara a su astrólogo particular, y sobre todo ganó terreno con el positivismo y el racionalismo del siglo XIX.
Incluso, durante la segunda guerra mundial, después que el suizo Krafft predijo el atentado que Hitler sufrió en Munich el 8 de noviembre de 1939, la guerra psicológica añadió un departamento más, el astrológico. Es verdad, y nadie podrá negarlo, que los astros ejercen algún tipo de influencia sobre las realidades del mundo, incluido el hombre: ¿quién no nota los efectos que producen los cambios de estaciones y condiciones meteorológicas, no sólo sobre las realidades materiales (como las mareas) sino sobre el humor, los estados anímicos y la misma salud humana? Por eso, Santo Tomás admite cierto influjo de los astros sobre la parte corpórea del hombre (en cuanto todo el universo se influye mutuamente), y, consecuente e indirectamente, sobre sus sentidos corporales (imaginación, memoria, instintos). Pero de ningún modo pueden servir para predecir los actos futuros libres de los hombres, puesto que sólo puede predecirse el futuro a partir de un hecho concreto, siempre y cuando el evento futuro se encuentre en este hecho o realidad presente como el efecto en su causa; y los hechos futuros de los hombres no son efecto de los movimientos o posiciones astrales.
A lo sumo, como indica agudamente el mismo Santo Tomás, podría conjeturarse aquello que con mayor probabilidad harán algunos hombres basándonos en la experiencia que nos dice que la mayoría de los mortales se deja llevar de sus estados anímicos y de sus disposiciones corporales; en tal sentido, si conociéramos la influencia que algún astro o estación climática ejercerá sobre los cuerpos en tal fecha, podríamos también conjeturar cómo obrarían aquellos que se dejen llevar por tales estados. Afirmar otro tipo de influencia y, peor aún, pretender determinar los hechos futuros a partir de los astros, plantea necesariamente la negación de la libertad humana, de la Providencia Divina, y afirma, por el contrario, el fatalismo y el predestinacionismo absoluto. Por ello, la astrología puede constituir herejía (si presupone la negación de la libertad y la Providencia), superstición e idolatría (si conlleva la adoración de los astros), o simplemente vana observancia, es decir, el recurso a medios desproporcionados para obtener un efecto en sí mismo natural (como en el caso de las consultas a los modernos horóscopos).
En cuanto a los horoscoperos, adivinos y astrólogos (licenciados o no en ciencias ocultas y parapsicológicas), hay que decir que la gran mayoría son vividores que se aprovechan de la credulidad de mucha gente (¿No dice el libro del Eclesiástico 1,15: "el número de los necios es infinito"?). Otros, forman parte convencida de la moderna seducción por el ocultismo, de la fascinación por lo misterioso y de la búsqueda de lo asombroso como alternativa a su fe superficial o vacía.
Algunos, por último, practican la astrología como parte del culto a los demonios, y es por la intervención de éstos últimos que algunos «astrólogos» son capaces a veces de «predecir» algunos hechos futuros, por cuanto los demonios a quienes recurren, siendo ángeles caídos, conocen mejor que los hombres la relación entre las causas y los efectos naturales, así como tienen una gran experiencia del obrar humano, con sus debilidades y miserias. Pero todas sus «predicciones» sobre los actos futuros libres de los hombres no son más que conjeturas. Por eso decía ya el Profeta Jeremías (10,2): "No temáis por los pronósticos celestes, pues son los paganos los que temen de ellos"; e Isaías (47,13): "Estás cansada de tanto consultar. Que se presenten, pues; que te salven los que dividen los cielos, y observan las estrellas, y hacen la cuenta de los meses, de lo que ha de venir sobre tí"; y el Levítico (19,31): "No acudáis a los que evocan a los muertos ni a los adivinos, ni los consultéis, para no mancharos con su trato."La Iglesia ha hablado sobre este tema desde antiguo, condenando la creencia en la astrología, por ejemplo el Concilio de Toledo del año 400, o el Concilio de Braga del 561.
El juicio del Magisterio de la Iglesia puede resumirse en lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica. «Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone “develan” el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a mediums encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios».
Todo género de adivinación, en definitiva, nace de la falta de fe en el Dios verdadero; y es el castigo del abandono de la auténtica fe. Por eso, en uno de sus cuentos escribía Chesterton: «La gente no vacila en tragarse cualquier opinión no comprobada sobre cualquier cosa... Y esto lleva el nombre de superstición... Es el primer paso con que se tropieza cuando no se cree en Dios: se pierde el sentido común y se dejan de ver las cosas como son en realidad. Cualquier cosa que opine el menos autorizado afirmando que se trata de algo profundo, basta para que se propague indefinidamente como una pesadilla. Un perro resulta entonces una predicción; un gato negro, un misterio; un cerdo, una cábala; un insecto, una insignia, resucitando con ello el politeísmo del viejo Egipto y de la antigua India... y todo ello por temor a tres palabras: SE HIZO HOMBRE».
En conclusión, si uno recurre a las prácticas astrológicas o consulta los horóscopos, creyendo seriamente en ello, comete un pecado de superstición propiamente dicho (pudiendo, incluso, llegar a la idolatría); si lo hace sólo por curiosidad y diversión, no hace otra cosa que recurrir a un pasatiempo fútil, que va poco a poco desgastando peligrosamente su fe verdadera. Si lo hace para granjearse la «protección» de los demonios, comete un pecado de idolatría diabólica, y tal vez tenga que decir alguna vez con el poeta Goëthe: «No puedo librarme de los espíritus que invoqué».

Padre Miguel Fuentes para El Teólogo Responde

Publicado en formato 1.0 en septiembre de 2008

viernes, 1 de agosto de 2008

Astrología (1ra parte)

La astrología es una pseudociencia heterogénea, versátil y adaptable, quizás tan antigua como el mismo género humano. Es un verdadero compendio de las artes adivinatorias, que se basa en la presunta influencia del movimiento y acción de los distintos cuerpos celestes en los actos de las personas.

Distintos cultos paganos, muchos de veces vinculados de manera más o menos sistemática con formas primitivas o elaboradas del satanismo, desarrollaron la astrología hasta convertirla en cuestión de Estado. Hoy día, en pleno siglo XXI, son numerosos los gobernantes que recurren a esta patraña idolátrica para la toma de decisiones.

Dado que se trata de un tema amplio, hemos de profundizarlo en distintos ensayos. En esta primera parte, les ofrecemos la opinión del padre Jordi Rivero, del extraordinario Centro de Evangelización de los Corazones Traspasados de Jesús y María, publicado en dicho sitio en 2004.

Introducción

La astrología es el estudio del movimiento de los cuerpos celestes con el fin de interpretar y predecir el futuro. Se trata de una forma de adivinación y no de un método científico. No se debe confundir con la ciencia de la astronomía la cual merece todo respeto.

La astrología se practicaba en varias culturas antiguas. En el mundo helenista (griego) se hizo en el siglo III a. C. una síntesis de las religiones astrales de los caldeos y los egipcios con las matemáticas y la astronomía griega. En la actualidad la astrología se encuentra en todas partes, desde la cultura tradicional hindú (astrología védica), hasta la sociedad secularizada de Occidente. Muchos no salen de sus casas sin antes consultar su signo zodiacal en el horóscopo.

La Iglesia Católica ante la astrología

Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir. La consulta de horóscopo, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a mediums encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.

Catecismo de la Iglesia Católica #2116: Desde el principio los cristianos comprendieron que Jesús es el Camino, La Verdad y La Vida. Una vez encontrado, no se puede retornar a la dependencia en la superstición, en los espíritus o en las fuerzas del mundo.

San Pablo: "Mas, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que él os ha conocido, ¿cómo retornáis a esos elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo? Andáis observando los días, los meses, las estaciones, los años. Me hacéis temer no haya sido en vano todo mi afán por vosotros." -Gálatas 4,9-11. Se aconseja ver también Romanos 8,38; Col 1,16, 2,8-20.

Los Padres (Tertuliano, Agustín y otros) denunciaron las predicciones astrológicas, a menudo identificándolas como demoníacas. San Agustín acusó la astrología en su tratado La Ciudad de Dios, por ser un sistema fatalista que niega la libertad humana.

El influjo del Islam en la filosofía medieval europea trajo consigo algo de apertura a la astrología. El Papa Inocencio VIII condenó enérgicamente la astrología. Hubo papas (Julio II, Pablo III, León X) que permitieron el uso de signos astrológicos, pero no enseñaron falsa doctrina al respecto. La Reforma protestante estuvo dividida ante la astrología.

¿No utiliza Dios la astrología para comunicarse con nosotros?

Dios puede utilizar los astros para guiar a los que no tienen aún conocimiento de la revelación. Guió a los magos de Oriente por medio de una estrella (Cf Mat 2,1-10), pero una vez que lo encontraron ya no necesitaban depender del astro. Quien ha descubierto a Jesús ha descubierto la plenitud de la Revelación, la Sabiduría encarnada, el pastor y guía de nuestras almas, el "sol que nace de lo alto". Su luz es incomparablemente mayor que la de todos los astros. Por eso no sería justo revertirse a las antiguas prácticas.

Dios puede valerse de la naturaleza y de los astros para manifestar Su presencia o la de un mensajero (María, ángeles, santos). Por ejemplo, al morir Jesús, el sol se ocultó. (Mat. 27: 45; Mc. 15:33; Lc 23:44). En Fátima ocurrió el milagro del sol. Estos eventos, a diferencia de la astrología, corroboran o confirman un mensaje que Dios ha revelado y tienen como único propósito apuntar hacia la revelación divina. Son iniciativa de Dios y no, como en la astrología, iniciativa del hombre en busca del futuro.

Credibilidad académica

El periódico británico Telegraph (17 de agosto del 2003) informó sobre un estudio científico del horóscopo llevado a cabo con personas nacidas a principios de marzo de 1958. Muchos nacieron con una diferencia de minutos entre si. Según la astrología, deberían tener muchos rasgos en común. Los investigadores, sin embargo, descubrieron que no había evidencia de similitudes.
Los lectores del horóscopo se apropian de los vaticinios como si fuesen expresamente escritos para ellos. No se percatan de que son generalizaciones tan amplias que, tan solo por la ley de probabilidad, en algo aciertan o se puede interpretar que aciertan. Las predicciones erradas, sin embargo, se olvidan.

Nuestra sociedad, mientras se jacta de ser razonable y científica, tiene hambre por algo que pacifique la ansiedad que ocasiona un futuro incierto. No queriendo aceptar las exigencias de Cristo a renunciar al pecado y comprometerse con la verdad, se van tras el horóscopo y otras formas de astrología que les ayuda a escapar hacia las estrellas.

Padre Jordi Rivero (Estados Unidos)

Publicado en formato 1.0 en agosto de 2008

sábado, 1 de marzo de 2008

El gnosticismo

Con el nombre de gnosticismo se conoce a un grupo de doctrinas ocultistas y religiosas, con amplio predominio de los antiguos paganismos, amalgamadas en un gran sincretismo.
Conocemos en la actualidad que los primeros gnósticos se nutrieron de raíces mesopotámicas, durante el tiempo del cautiverio babilónico del pueblo judío. De allí obtuvieron elementos panteístas y de culto a los astros, los cuales se fusionaron con la temible Kabbalah. Esta asociación nefasta fue progresivamente intentando ser racionalizada hasta desprenderse de parte de su contenido dogmático, el cual fue reemplazado con ideas astrológicas, en algunos casos, y doctrinas filosóficas en otros.

Este aspecto racionalista del movimiento gnóstico fue progresivamente imponiéndose, llegándose a la conclusión de que la verdad sólo podía alcanzada mediante el uso de la razón. Así, siendo quizás excesivamente sinópticos, el gnosticismo llegó al concepto de la existencia de un nivel de conocimiento de la Verdad superior a la Fe, la «gnosis». Sólo este conocimiento, revelado por seres superiores a un grupo de elegidos (iniciados), constituía la garantía de la salvación del hombre.


Bajo esta concepción, no sólo se demolía el recurso de la Fe, sino que se dejaba de lado la importancia de las buenas obras. Por otro lado, la mayor parte de los gnósticos dio lugar a la concepción dualista. Esto significa que creían que la totalidad de lo existente (el Bien y el mal, la materia y lo inmaterial) provenía de una divinidad que se encontraba fuera del contacto con el mundo.


Así, con una divinidad puramente espiritual y ajena al Universo, encontraron en la figura de una suerte de semidios (Demiurgo) al creador del mundo material, tanto del bien como del mal (esto es, los gnósticos consideran al mal como una realidad positiva y creada y no como la ausencia del bien). La consecuencia inmediata fue el desprecio al concepto judeocristiano de pecado y por supuesto a los Sacramentos del naciente cristianismo del siglo I.

En aquellos tiempos, consideraron a Nuestro Señor Jesucristo como la encarnación de un ser espiritual intermedio, cuyas enseñanzas sólo podían comprenderse merced al conocimiento gnóstico; de hecho, entendían a la redención como un simple acto de iluminación espiritual.


Fueron muchas las tendencias gnósticas en los albores de nuestra era, pero acaso merecen destacarse 2 de sus representantes en particular: Valentín (acaso el compilador y propagador más importante de esta corriente de pensamiento entre judíos y egipcios) y Simón el Mago, citado en el capítulo 12 de los Hechos de los Apóstoles y que llegó a identificarse a sí mismo como una encarnación espiritual divina, siendo incluso adorado por muchos de sus seguidores.


Vale destacar que, según la Sagrada Escritura, Simón el Mago intentó «comprar» la facultad de los Apóstoles de hacer milagros en nombre de Jesucristo, siendo rechazado por ellos. De allí se aplica el nombre de «Simonía» actualmente para el comercio con lo sagrado.


Acaso la más notable de las características del movimiento gnóstico, históricamente desaparecido hacia el siglo IV, es que sus enseñanzas han ido adquiriendo un perfil moderno, siendo tomadas entre otros por muchos iluministas de la Edad Moderna, por el nazismo alemán del siglo XX y sobre todo por el actual movimiento de la Nueva Era, verdadero florecimiento de esta absurda divinización del hombre que se opone abierta y francamente al mensaje de los Evangelios.

sábado, 1 de diciembre de 2007

La Kabbalah

Sabemos que en la jerga cotidiana se llama cábala a una presunción supersticiosa. Sin embargo, este término remite sólo muy vagamente a lo que en realidad definimos como Kabbalah.
Esta consiste en realidad en un verdadero sistema de doctrinas, nacidas de la interpretación mística de los sagrados textos del Antiguo Testamento. De hecho, es un análisis esotérico del Pentateuco y los libros subsiguientes, según el cual existen secretos acerca de Dios y de la Creación que sólo son revelados a los iniciados por la Kabbalah.

Se cree que la interpretación cabalística del Antiguo Testamento se inició en la Edad Media en Europa, por parte de varios analistas judíos. El sistema fue progresivamente compilado en ciertos textos, de los cuales los más conocidos son el Libro de la Creación y el Zohar. El principal de los compiladores habría sido Moisés de León, judío de origen español; sin embargo muchos de los contenidos parecen ser en realidad más antiguos.

De hecho, las doctrinas de la Cábala se emparentan con antiguos elementos del politeísmo egipcio e incluso con algunas ideas de los filósofos griegos. Han existido, por tanto, aportes multiculturales y multirreligiosos a la doctrina de la Kabbalah, la cual, falsamente se ha presentado como un conocimiento oculto transmitido por los patriarcas y profetas.

Existe, además, una notable similitud con las ideas de los gnósticos de los primeros tiempos del cristianismo, lo cual la vincula en modo directo a la gran patraña moderna de la New Age.
Es cardinal entender que no debemos confundir a la Kabbalah con la religión de nuestros hermanos mayores en la Fe, los judíos. Esta doctrina en el fondo no es más que un cúmulo de contenidos esotéricos fundados en supuestas revelaciones que no forman parte de las Sagradas Escrituras.

Así, los cabalistas sostienen que Dios se «manifiesta» en 10 potencias que formaron la primera creación del mundo y que a su vez produjo el segundo mundo; cada mundo generando al próximo. Dentro de este modelo de la creación, los humanos habríamos sido creados por una de esas potencias, siendo nuestra alma preexistente a nuestra concepción.

Dentro de estas creencias, los cabalistas advierten que pueden entrar en contacto con fuerzas invisibles del mundo natural y del preternatural, incluyendo la comunicación con espíritus, demonios y otras realidades sobrenaturales.

Además de prácticas adivinatorias, la Kabbalah rechaza abiertamente a Nuestro Señor Jesucristo, al considerar que en realidad el Mesías nacerá sobre el fin de los tiempos para que el mundo regrese a su condición previa a la caída de nuestros primeros padres. De hecho, rechazan la Redención, al considerar que cada persona se ha de salvar en función de su conocimiento esotérico, incluso alcanzando la divinidad.

Como vemos, al igual que todas las otras manifestaciones de la New Age, la Kabbalah no es más que otra forma de alejarnos del don de la Salvación que nos entregó el Hijo del Hombre en su dolorosa Pasión.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Halloween y sus Raíces Históricas

En tiempos de confusión como los actuales, se ha difundido la «celebración» de la festividad oscurantista de Halloween, propia de culturas del hemisferio norte. Reproducimos a continuación un artículo del conocido padre Jordi Rivero, editado originalmente en Corazones.org, que detalla apropiadamente esta temática.

Las raíces paganas de Halloween

Ya desde el siglo VI antes de Cristo, los celtas del norte de Europa celebraban el fin del año con la fiesta de Samhein, fiesta del sol que comenzaba la noche del 31 de octubre. Marcaba el fin del verano y de las cosechas. El colorido de los campos y el calor del sol desaparecían ante la llegada de los días de frío y oscuridad. Creían que aquella noche, el dios de la muerte permitía a los muertos volver a la tierra fomentando un ambiente de muerte y terror. La separación entre los vivos y los muertos se disolvía aquella noche y haciendo posible la comunicación entre unos y otros. Según la religión celta, las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de animales feroces y podían ser liberadas ofreciéndole a los dioses sacrificios de toda índole, incluso sacrificios humanos.

Aquellos desafortunados también creían que esa noche los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos salían libremente para aterrorizar a los hombres. Para aplacarlos y protegerse se hacían grandes hogueras. Estas hogueras tuvieron su origen en rituales sagrados de la fiesta del sol. Otras formas de evitar el acoso de estos macabros personajes era preparándole alimentos, montando macabras escenografías y disfrazándose para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibidos a sus miradas amenazantes. Es el demonio quien en todas las épocas busca implantar la cultura de la muerte.

Al no conocer al verdadero Dios, aquella gente vivía aterrorizada ante las fuerzas de la naturaleza y las realidades del sufrimiento y la muerte. De alguna forma buscaban desahogar su miedo dándole expresión en toda clase de fantasías. Todo lo feo, lo monstruoso y lo amenazante que se puede imaginar en figuras de animales y seres humanos constituye la base para darle riendas libres a la imaginación del terror.

Mezcla con el cristianismo

Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que algunos las mezclaran. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos.
Algunos inmigrantes irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folklore popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, vampiros y monstruos de toda especie. Desde allí, Halloween se ha propagado por todo el mundo.

Algunas costumbres de Halloween
Trick or Treat

Los niños (y no tan niños) se disfrazan (es una verdadera competencia para hacer el disfraz más horrible y temerario) y van de casa en casa exigiendo trick or treat (truco o regalo). La idea es que si no se les da alguna golosina le harán alguna maldad al residente del lugar que visitan. Para algunos esto ha sido un gracioso juego de niños. Últimamente esta práctica se ha convertido en algo peligroso tanto para los residentes (que pueden ser visitados por violentos), como para los que visitan (hay residentes que reaccionan con violencia y ha habido casos de golosinas envenenadas). En todo caso los comienzos de esta costumbre parece ser que se remonta a la persecución contra los católicos en Inglaterra cuando sus residencias eran presa de amenazas.

La Calabaza

Según una antigua leyenda irlandesa un hombre llamado Jack había sido muy malo y no podía entrar en el cielo. Tampoco podía ir al infierno porque le había jugado demasiados trucos al demonio. Tuvo por eso que permanecer en la tierra vagando por los caminos, con una linterna a cuesta. Esta linterna primitiva se hace vaciando un vegetal y poniéndole dentro un carbón encendido. Jack entonces se conocía como Jack of the Lantern (Jack de la linterna) o, abreviado, Jack-o-'Lantern. Para ahuyentarlo, la gente supersticiosa ponía una linterna similar en la ventana o frente a la casa. Cuando la tradición se popularizó en EE.UU., el vegetal con que se hace la linterna comenzó a ser una calabaza la cual es parte de las tradiciones supersticiosas de Halloween. Para producir un efecto tenebroso, la luz sale de la calabaza por agujeros en forma del rostro de una calavera o bruja.

Fiestas de Disfraces

Una fiesta de disfraces no es algo intrínsecamente malo. Pero si hay que tener cuidado de que el disfraz no tape la conciencia del pudor, del respeto a lo sagrado y de la moral en general.

Jesucristo es victorioso sobre el mal

La cultura moderna, jactándose de ser pragmática y científica, se aparta de Dios considerándolo un mito ya superado. Al mismo tiempo, para llenar el vacío del alma, el hombre de hoy retrocede cada vez más al absurdo de la superstición y del paganismo. Sin la fe, el hombre se arrastra hacia la necesidad de protegerse de fuerzas que no puede dominar. Vive con miedo y necesita expresarlo. Busca de alguna manera con sus ritos exorcizar las fuerzas superiores.

Como católicos, profesamos que sólo Jesucristo nos libera de la muerte. Sólo Él es la luz que brilla en la oscuridad de los largos inviernos espirituales del hombre. Sólo Él nos protege de la monstruosidad de Satanás y los demonios. Sólo Él le da sentido al sufrimiento con su Cruz. Sólo Él es vencedor sobre el horror y la muerte. Sólo Dios basta para quién ha recibido la gracia y vive como discípulo de Cristo. Ante Cristo la cultura de la muerte cede el paso al amor y la vida.

martes, 1 de mayo de 2007

La Homeopatía

Como otras disciplinas pseudocientíficas, la homeopatía ha ganado terreno y respeto en la sociedad. Esta ¿ciencia? data del siglo XIX y se ha desarrollado en forma paralela a la medicina oficial, la cual se ha visto visiblemente impactada desde principios del siglo XX por los grandes cambios que representaron la radiología, los antibióticos, la vacunación, el uso de insulina y un largo etcétera.

Desde su nacimiento, esta «disciplina» ha buscado diferenciarse de la medicina tradicional (que técnicamente llamamos alopática) en forma cada vez más acentuada. Esta profunda división contrasta con la sorprendente difusión de la homeopatía entre los profesionales de la salud, en esencia entre médicos y farmacéuticos. Basta mencionar que en algunas universidades francesas se enseña homeopatía en las facultades de medicina. En nuestro medio local, alcanza con recorrer la mayoría de las farmacias de Buenos Aires para encontrarnos con relucientes luces de neón que anuncian la producción de «remedios» homeopáticos.

Quizás uno de los aspectos fundamentales de los partidarios de la homeopatía es que, a raíz de la explosión tecnológica y, sobre todo, de la creciente impersonalidad de la consulta médica actual (tema que merecería toda una monografía independiente), muchos pacientes perciben en el médico homeópata una atención más personal y acaso de mayor confianza.

Para comprender mejor el ideal pseudocientífico de la homeopatía, es prudente recordar que el propio Hipócrates, en el siglo V aJC, hacía mención a la existencia de dos principios terapéuticos: por similitud o por oposición. Este último fue tomado en tiempos del Imperio Romano por Galeno, constituyendo la raíz de la terapéutica actual de la medicina alopática (se trata una infección con un antimicrobiano, por ejemplo).

Desde el punto de vista estrictamente histórico, acaso el primer homeópata haya sido Paracelso, conocido médico y alquimista del siglo XVI, quien intentó retomar la idea hipocrática de similitud. Sin embargo, el sistematizador de la homeopatía tal como la conocemos en la actualidad fue Samuel Hahnemann, médico alemán nacido en 1755, quien profundizó sus estudios en Viena pero ejerció su profesión fundamentalmente en Leipzig.


Samuel Hahnemann (daguerrotipo, 1841)


Sin dudas, el punto de partida de su teoría nació con la traducción del libro Substances in Medicine del médico escocés Cullen. Le llamaron la atención los efectos que provocaba la quinina, uno de los primeros fármacos descubiertos para el tratamiento de la malaria. Gran parte de los efectos adversos de este medicamento, sobre todo en dosis altas, se asemejan a los de la propia malaria. Hahnemann incluso verificó estas reacciones probando en sí mismo la quinina, aún viviendo en una región de Europa libre de la enfermedad.

Tras este «descubrimiento», Hahnemann intensificó sus pruebas y formuló un principio que sería la piedra angular de la homeopatía: Similia similibus curantur (lo parecido cura a lo parecido, un análogo del principio de similitud de Hipócrates). En 1810 se produjo la primera edición de la obra fundamental de la homeopatía: «Órgano del Arte de Curar», en el cual se pusieron los cimientos de la ruptura con los principios tradicionales de la medicina clásica. Llamativamente (o no), en la página inicial de la obra original puede leerse aude sapere («atreverse a saber», en latín), una de las frases de cabecera de la masonería.

Lejos de ser fruto del azar, esta asociación entre los principios de la homeopatía y los «conocimientos» masónicos (incluyendo los de otras organizaciones como la antroposofía) obedece a conceptos ideológicos y, en el fondo, esotéricos desde el principio mismo de las actividades de esta pseudociencia.

Como describíamos antes, el basamento fundamental de esta línea de pensamiento mágico es similia similibus curantur, el principio de similitud, según el cual el tratamiento destinado a curar un enfermo es aquel que, aplicado a una persona sana, produciría trastornos y alteraciones semejantes a los sufridos por el paciente. Así, a un individuo con vómitos se le debería prescribir una sustancia (nux vomica, en este ejemplo) muy diluida, capaz de inducir vómitos en un persona sana.

Según el «Órgano en el arte de curar» de Hahnemann, el hombre es considerado una entidad tripartita, formada por el cuerpo (materia), el «pensamiento» (u hombre interior) y la «energía vital» (nótese la aterradora semejanza con múltiples grupos esotéricos y sectarios). Siempre de acuerdo con esta doctrina, tras el impacto de una noxa sobre el cuerpo físico, sólo se desarrollará enfermedad en caso de que se comprometa la «energía vital». En consecuencia, sólo es posible para curar al paciente actuar sobre la citada energía, asemejándose en todo lo posible al agente enfermante.

Los homeópatas clásicos sostienen que, en lugar de tratar una enfermedad orgánica, se busca personalizar la terapéutica, esto es, afirman buscar un tratamiento específico para el individuo puntual que los consulta. Sostienen que lograr este objetivo (siempre en función de los principios fundacionales establecidos por Hahnemann), deben basarse en 3 aspectos: el interrogatorio del paciente, por un lado; los hallazgos del examen físico, por otro... y a «síntomas olvidados» (morfología, astrología y un pavoroso etcétera). Debemos destacar en este aspecto que, si bien es absolutamente cierto que un correcto interrogatorio y un mejor examen físico llevan al diagnóstico en más del 80% de los enfermos, los citados «síntomas olvidados» se aproximan más a la charlatanería que a la ciencia.

Desde el punto de vista farmacéutico, los tratamientos en cuestión se realizan mediante diluciones de distintos productos, muchos de ellos de origen vegetal. Retomando el ejemplo de la nux vomica, se inicia en general con una dilución de 1 en 10 (solución decimal), colocando una gota de la tintura vegetal original en nueve gotas de agua.

El siguiente paso suele ser colocar una gota de esa nueva solución en otras 9 gotas de agua. Esta nueva solución decimal se identifica en homeopatía tradicional como D2, por ejemplo. Existen también soluciones centesimales (1 gota de tintura en 99 de agua, representadas en general con la letra «C» en lugar de la «D»)

Bastan una serie de cálculos simples y de algunos conocimientos básicos de fisicoquímica para notar que, sobre todo ante el uso de grandes moléculas orgánicas de origen vegetal, bastan unas pocas diluciones para que no exista siquiera un rastro del producto original en la solución brindada al paciente, pese a que hemos podido observar teóricas “C30” ó “D10” en más de una preparación homeopática, lo cual, por supuesto, no es más que agua pura.

Dado que esta simple explicación matemática echa por tierra cualquier superchería, muchos homeópatas se escudan en que el solo hecho de la agitación mecánica de estas soluciones muy diluidas les permite el fluir de cierta “energía vital” contenida en ellas. Basta recordar brevemente para notar que se trata del mismo «principio» de prácticas como el rei ki, el feng shui, la antroposofía y otras doctrinas esotéricas. De hecho, la homeopatía se vincula ideológica y metodológicamente con la auriculoterapia, la iridiología, la cura con cristales y otras actividades afines.

Además de carecer de bases científicas, muchos enfermos, creyendo con inocencia en esta disciplina, terminan por empeorar gravemente de su condición al no estar recibiendo el tratamiento adecuado. No en vano, resulta interesante notar que no existen modelos de medicina homeopática de emergencia, como la asistencia de la enfermedad coronaria aguda o de los enfermos politraumatizados...

Para incrementar aún más la confusión, muchos profesionales denominados «homeópatas» recurren en realidad a medicamentos alopáticos (con aval científico), los cuales son prescriptos en forma irregular a personas que desconocen en realidad lo que están recibiendo, violando la esencial libertad del paciente para participar en el tratamiento. En general, estos fármacos se indican en formulaciones magistrales con nombres de fantasía, afirmando que se trata de «medicamentos naturales» (la ya conocida estrategia de confundir natural con seguro...)

Quienes hemos practicado tanto la medicina general como la de emergencia nos hemos topado con pacientes desgraciadamente fallecidos o gravemente enfermos debido al uso de estos tratamientos, sobre todo indicados en aquellas áreas donde muchas personas han perdido la confianza en la ciencia (obesidad, psoriasis, depresión, alopecia y un largo etcétera).

Es harto probable que la despersonalización de la profesión médica (fruto en muchos casos de considerar a la salud un negocio y de olvidar el juramento hipocrático por amor al dinero) permita el florecimiento de prácticas mágicas, entre las cuales la homeopatía merece estar incluida. Lamentablemente, los únicos perjudicados con el derrumbe mercantilista de la medicina tradicional y con el crecimiento dantesco de las pseudociencias son los pacientes, el principio y el fin indudable de la profesión más noble de la tierra.


El texto original de este artículo se publicó en formato 1.0 en 2 partes entre mayo y junio de 2007.

viernes, 1 de diciembre de 2006

Los chakras

Uno de los aspectos más peligrosos de las disciplinas vinculadas a la New Age es la de los llamados «chakras», que en realidad constituyen un verdadero circuito de prácticas paramédicas de fortísimo contenido ocultista. Para comprender en detalle este tema, trataremos en este artículo de analizar el tema desde sus orígenes y con la más absoluta de las sinceridades.

Quizás sea oportuno iniciar este ensayo sobre la raíz filosófica y cultural de los chakras, que es el yoga (del sánscrito «yug», unión). El yoga consiste en una práctica vinculada con la religión hindú, según la cual existe una energía impersonal poderosa, envolvente de toda la realidad, que fluye en todo lo existente, manifestándose incluso en distintas divinidades. Una de ellas es la conocida imagen de Shiva, ícono de la cultura de la India.




Este principio filosófico, según el cual todo lo existente forma parte de una misma sustancia, se conoce como «monismo», cuya máxima expresión es el panteísmo, que sostiene que todos los seres animados e inanimados conforman la divinidad («todo es Dios y Dios es todo»). Ya existían elementos monistas en los tiempos del gnosticismo (siglos I y II de la Era Cristiana), claros frutos de intentos de sincretismo con cultos primitivos.

El panteísmo y el monismo se encuentran en contradicción abierta con el cristianismo, ya que no consideran la existencia de un Dios Personal, Perfecto y Creador. Por otro lado, no debe olvidarse que un elemento clave de las creencias y filosofías del hinduismo es la reencarnación, férreamente contraria a lo expresado en la Biblia y sobre la que hemos hecho referencia en un artículo previo de esta misma sección.

Precisamente, una de las formas de «liberación del espíritu» atrapado en la realidad material física se lograría mediante la práctica del yoga, por medio de la meditación, las posturas corporales y la «alteración del estado de conciencia». Existen para ello distintas escuelas dentro del yoga, de las cuales detallaremos fundamentalmente al Hatha Yoga (la más popular en Occidente) y el Kundalini Yoga.






El Hatha Yoga es acaso la forma más difundida de esta disciplina, en la cual los distintos ejercicios físicos y las posturas permiten preparar el cuerpo y la mente para lograr finalmente un estado alterado de conciencia. En particular, los ejercicios respiratorios se usan para controlar la citada energía impersonal que, según el hinduismo, fluye a través de todo lo existente.

Es interesante notar los fuertes paralelos entre este concepto y la prácticas del rei ki o del feng shui, donde se elimina la idea de un Dios personal. Lo cierto es que, de acuerdo con el yoga, los estados alterados de conciencia permiten el control de la «energía», la cual se manifiesta en los llamados chakras.

Es prioritario para quienes nos llamamos católicos remarcar que NO es posible desvincular la práctica de los ejercicios del yoga del paganismo abierto que lo rodea, y que no es posible comparar la oración cristiana (en la cual nos centramos en Nuestro Señor Jesucristo) con los mantras, las experiencias extrasensoriales o la abolición del pensamiento de «poner la mente en blanco», las cuales no son más que puertas abiertas para que el enemigo ingrese sin tapujos.

No en vano, la práctica de los chakras y el Kundalini Yoga se basan en «despertar a la serpiente». Quizás nos baste con recordar la última experiencia de la Humanidad a la hora de dialogar con la Serpiente...

Como hemos mencionado, distintas filosofías orientales interpretan la presencia de una energía impersonal que fluiría a través de lo existente, carente de absolutos, ética o moral, ya que la misma sería buena o mala en función del uso que se le brinda. De acuerdo a esta concepción de la realidad, a lo largo del cuerpo humano existiría una red de «canales» preparados para el pasaje de la citada energía. En aquellos lugares supuestos en los cuales estos canales se cruzarían, se generarían «puntos de acumulación» de energía psicofísica, denominados chakras por sus cultores. Como pueden imaginarse, los citados chakras están mapeados y se han descripto varios decenas de miles... pero siete, y tan sólo siete, son los declamados como de suprema importancia para la explotación de la energía que por ellos fluiría.


Como corresponde a otros paganismos (incluyendo al zodíaco, a numerosas prácticas de hechicería y -¿llamativamente?- al nazismo esotérico), cada uno de los mencionados 7 chakras principales tiene un correspondiente color, sonido, función psíquica, gema, simbología, órgano interno representativo, enfermedad asociada e incluso alimentos vinculados. Estos puntos se localizarían en forma ascendente desde la base de la columna al centro de la frente y, siempre de acuerdo a las enseñanzas tántricas, se encuentran unidos por un «conducto» llamado Susumma. En el inicio de ese conducto a nivel del sacro se encuentra, enrollada sobre sí misma, una serpiente dormida, cuya cabeza bloquea en primera instancia la entrada a Susumma: es la llamada Kundalini, la cual debe ser despertada para permitir que la energía impersonal fluya a lo largo de la Susumma hasta llegar al último de los 7 chakras, momento en el cual el practicante se unirá con Shiva.






Lo que acaban de leer, si bien se asemeja a un relato épico o una novela de Edgar Allan Poe, es uno de los principales elementos de las mal llamadas medicinas alternativas y una de las piedras angulares del movimiento de la Nueva Era.

Despertar a la Serpiente Interior, mediante las técnicas de respiración y los ejercicios del yoga, lleva a una progresiva alteración de los estados de conciencia. De más está decir que la práctica del Kundalini Yoga no deja de ser una elaborada forma de ocultismo, con la presunción de la existencia en su interior de un «monstruo energético» agazapado a la espera de ser despertado.


Es prudente reflexionar y aclarar que:

- NO EXISTE práctica de yoga sin aplicación conjunta de su filosofía

- uno de los primeros métodos que los practicantes utilizan para «despertar a Kundalini» son las asanas (posturas)

- el objetivo fundamental de toda la práctica del yoga es el de escapar del «mundo irreal físico» en el que vivimos (el maya) para llegar al moksha, estado en el cual se escaparía del ciclo de reencarnaciones a la cual los seres vivientes se verían sometidos.

Sobra todo comentario para aclarar la más absoluta incompatibilidad entre el yoga y el catolicismo, entre estas prácticas y la medicina científica, y la alarmante semejanza entre distintos ritos paganos demonólatras y el Kundalini Yoga.

No es redundante que destaquemos una característica común a todos los paganismos: el supuesto vínculo entre algunos elementos esotéricos con datos y percepciones del mundo concreto y real. Así, el zodiaco describe una correlación entre cada signo astrológico con gemas o colores, por ejemplo. Su hija dilecta, la «ciencia» de las flores de Bach, conserva la misma asociación entre signos zodiacales y le adiciona aromas, entre otras cosas. Ocurre lo propio con el extenso festival de patrañas semejantes (entre los cuales se encuentran los hipotéticos poderes de las gemas, uno de los aspectos más destacables del nazismo esotérico).

De acuerdo a las prácticas del Kundalini Yoga, al despertar a la «serpiente interior», se activarían los centros energéticos llamados chakras, los cuales «vibran» a distintas frecuencias, las que permitirían a sus cultores acceder a cierto poder para satisfacer determinados deseos.

Así, a medida que el practicante accede a «instancias superiores de energía», se encontraría en condiciones de vigorizarse interiormente y viviría entonces una vida más «plena y significativa». En palabras del yogui Bhajan, «hombres de gran sabiduría estudiaron sobre los chakras, como funcionan sus pétalos, sus sonidos, su infinidad, su correlación, su poder. Se dieron cuenta de que la vida de un ser humano está basada totalmente en estos chakras. Desarrollaron una ciencia completa: esta ciencia dio a luz la Kundalini Yoga. Así nació la Kundalini Yoga


En efecto, cada uno de los mencionados chakras se vincula con sonidos, colores, gemas... como ocurre con infinidad de otras prácticas paganas (cualquier semejanza con otros ocultismos no es pura coincidencia). Como ya se ha citado, son 7 estos presuntos centros energéticos diseminados desde la base de la columna (la región sacra) hasta el mismo sistema nervioso central. Estos chakras, que se activarían de "abajo" hacia "arriba", se denominan en relación con la topografía y el color asociado:

- Chakra "raíz" (genitales): vinculado con la sexualidad y el rojo o naranja

- Chakra "umbilical" (bazo): vinculado con el temor y el rojo, azul o verde

- Chakra "del plexo solar" (hígado): relacionado con las emociones y los mismos colores


Chakra "del corazón" (timo): asociado con la compasión y el color azul

Chakra "de la garganta" (tiroides): en relación con la creatividad y el plateado

Chakra "de la frente" (hipófisis): vinculado con el "tercer ojo" y el violeta

Chakra "de la corona" (glándula pineal): la "iluminacióN" y la luz blanca


Existen variantes según la literatura consultada, en relación a los colores y las denominaciones de los chakras, fenómeno de dispersión frecuente de observar también en otras disciplinas ocultistas. En lo que encontramos franca coincidencia es en el presunto aumento de experiencia psíquica a medida que el practicante «abre» chakras cada vez más elevados (J. Benkovic cita incluso en su «New Age Counterfeit» que al acceder al último chakra el yogi tiene el “poder de realizar milagros”).

El proceso de “salvación a través de la Serpiente”, el “poder de realizar milagros”... ¿no recuerda mucho a aquel engaño de “se les abrirán los ojos y serán como dioses...” del Génesis? De hecho, el sexto chakra, «el tercer ojo», es citado en algunas fuentes como «el ojo divino» que permitiría ver imágenes del pasado y del futuro (nuevamente «ser como dioses»...)

Las similitudes con otras formas de ocultismo (y hasta con ciertas alícuotas de satanismo) deberían hacer pensar muy seriamente a quienes nos consideramos cristianos, que estas prácticas no son más que un paganismo sistematizado y peligroso. Oremos para que, entre tamaña confusión, jamás perdamos el sentido del estrecho camino que lleva al Padre.

«Porque esos tales son unos falsos apóstoles, unos trabajadores engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y nada tiene de extraño: que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Por tanto, no es mucho que sus ministros se disfracen también de ministros de justicia. Pero su fin será conforme a sus obras» (2 Cor, 13–15)
Publicado en 3 partes en formato 1.0 entre diciembre de 2006 y febrero de 2007

miércoles, 1 de noviembre de 2006

El Feng Shui



Dentro de las múltiples manifestaciones anticristianas de la New Age, existe la tendencia a incorporar elementos seleccionados de otras culturas para incrementar en forma extrema la confusión general de los pueblos. Uno de los productos más interesantes de esta ensalada desabrida es la relacionada con el llamado Feng Shui.


La traducción del chino es «viento y agua», y se trata de una creencia basada en la «armonización» del entorno con nuestra propia vida. Dentro de la cultura china, se denomina ch´i a la «energía universal», que da vida, amor y sentido a las criaturas vivientes, en especial al hombre (¿no les recuerda a lo que alguna vez discutimos acerca del rei ki?). El citado ch´i («el aliento de la naturaleza») no se distribuiría uniformemente en la realidad, sino que existirían zonas, regiones, alturas y posiciones donde esta «energía» sería más influyente.






Espejo Bagua (según el Feng Shui, es para uso en exteriores para repeler el componente negativo [cha] del ch´i...)




Para darle una mayor complejidad a este pandemonio, el ch´i a su vez contiene principios masculinos y femeninos (yang y yin) y se encuentra irregularmente repartido en los llamados cinco elementos: agua, madera, metal, tierra y fuego. ¿Suena muy enmarañado? Pues bien, esta verdadera fábula es interpretada como una ciencia por sus seguidores, quienes se encargan de decorar viviendas y de los diseños arquitectónicos de las mismas en función de la presunta distribución esotérica de la impersonal energía del ch´i.





Tortuga con cabeza de dragón



Si bien el anticristianismo ya ha infestado a las ciencias de la salud, como ustedes han podido objetivar en distintos artículos de esta sección, la aquí evidente contaminación de la arquitectura ha dado pie a pensar que, además de «amoldarse» a la ubicación del ch´i... se intente la «manipulación» del mismo para los más variados objetivos:

--> Encontrar pareja (ubicando en determinados extremos de la habitación una lámpara de ciertas dimensiones y manteniendo la luz prendida por la noche)

--> Espantar «malas ondas» (las que pondremos en evidencia cuando las lamparitas de luz de nuestra casa o nuestro trabajo se rompan a repetición...)

--> Atraer a los distintos dioses (sic) de la abundancia y de la buena fortuna, para proveernos de prosperidad


Rana de 3 patas (divinidad para atraer la prosperidad de acuerdo a la doctrina politeísta del Feng Shui)

Probablemente, quienes en realidad encuentren mayor prosperidad sean los ambiciosos difusores de estas patrañas sin ciencia ni fe, cuyo principal objetivo es que la confusión, el engaño, la difusión de la ignorancia y la destrucción del cristianismo les permita una generosa ganancia económica en libros, folletos, revistas, televisión y videos sobre el Feng Shui. Acaso si comprendemos su absoluto vacío científico y su profundo contenido politeísta (y por tanto, idolátrico y anticristiano) podremos advertir la magnitud real de esta poco inocente y muy intencionada transculturación.

viernes, 1 de septiembre de 2006

La Iridología

El siglo XXI comparte un triste privilegio junto a las antiguas civilizaciones egipcia y caldea y a la Baja Edad Media europea: su inocultable y peligrosa pasión por el ocultismo. Siendo justos, esta forma moderna de paganismo tiene sus raíces en el siglo XIX, con el auge de la masonería y sus formas de expresión más agresivas, como el nazismo, el movimiento de la Nueva Era, la antroposofía, el comunismo y otras heridas para el alma de los hombres.


La medicina no ha sido ajena a esta aventura descarriada, y así como médicos y brujos eran indistinguibles en el Egipto faraónico o en la Babilonia caldea, hoy día son numerosos los profesionales de la salud volcados a prácticas que carecen de todo fundamento científico y, en muchas ocasiones, son manifestaciones de una idolatría de proporciones repulsivas.


Si bien el listado es extenso, hemos comentado en ediciones anteriores la absoluta falta de ciencia que rodea a la práctica del Rei Ki, a las flores de Bach o a la medicina antroposófica. Ha llegado el turno de debatir los componentes científicos y esotéricos de la llamada iridología, cuyos primeros registros (¿casualmente?) se remontan a los últimos tiempos del Egipto antiguo.


Según los «profesionales» que practican esta disciplina, cada órgano o sistema y, sobre todo, cada actividad psíquica del ser humano está representada o «mapeada» en el iris. Es prudente recordar que el iris es la región coloreada de nuestros ojos, una gran estructura fundamentalmente muscular, preparada para regular el tamaño de la pupila y, de ese modo, la cantidad de luz que llega a la retina.


Los iridólogos llaman a las presuntas zonas de mapeo del iris «campos orgánicos», los cuales representan al cuerpo material y a un supuesto «cuerpo energético». De acuerdo con las enseñanzas de la iridología, basándose en la coloración, topografía y textura del iris puede llegarse al diagnóstico de la condición de un enfermo.


Los presuntos "campos orgánicos" en un mapa esotérico del iris



Nuevamente es recomendable hacer una aclaración en este momento. Existen enfermedades sistémicas, entre las que merecen ser destacadas la hipertensión arterial y la diabetes, que afectan al ojo, por lo que la exploración del mismo en el consultorio puede resultar clave. Sin embargo, lo que hacemos en ese caso es una práctica llamada «fondo de ojo» y que consiste en observar en detalle los vasos y la papila de la retina, no del iris.


Fondo de ojos de un paciente hipertenso (las flechas blancas señalan exudados, las negras señalan hemorragias)

Retornando al núcleo de nuestro artículo, quienes practican esta disciplina (lamentablemente muchos colegas médicos, aunque también existen acupunturistas, naturópatas y otros individuos sin conocimientos de biología humana) se basan fundamentalmente en su principal compilador, el médico húngaro Péczely, quien sistematizó este método a fines del siglo XIX.

Existen numerosos trabajos y estudios publicados que demuestran la ausencia absoluta de disciplina científica en la iridología. Por sólo hacer mención a la más conocida, cito aquí la experiencia efectuada allá por 1979 donde el afamado médico iriólogo B. Jensen (creador del "mapa" de la primera figura que acompaña esta nota) y otros 2 socios evaluaron mediante su técnica a 143 personas para determinar cuales de ellos padecían enfermedades renales. Ninguno de los intervinientes logró detectar cuales pacientes tenían enfermedades en sus riñones y cuales no estaban enfermos, y de hecho fueron diagnosticados como pacientes sanos al 74% de los candidatos a trasplante por insuficiencia renal.

Desde un punto de vista científico, la iridología presenta el mismo rigor y objetividad que la astrología con sus horóscopos y otras mentiras sistemáticas. Por otra parte, la iridología carece de reproducibilidad, condición fundamental de la investigación en ciencias (un iridólogo puede observar fotos tomadas con minutos de diferencia del iris de una misma persona y sacar conclusiones completamente diferentes de ellas).

Y desde el punto de vista de nuestra Fe... ¿qué es el «cuerpo energético»? ¿Qué es el «mapa del iris»? Cuando se pretende ocupar un lugar en el campo de las ciencias y la información que se brinda es una superchería, la catalogamos como mentira. Pero cuando roza el terreno de la simple adivinación, como impresiona ser la iridología... ¿no estamos ante una forma más de ocultismo, una ola más de idolatría en el océano de confusión que rodea a nuestro tiempo en el que, lamentablemente, muchos pretenden hundir tanto a la objetividad de la ciencia como al único Camino, Verdad y Vida...?