martes, 1 de mayo de 2007

Advertencia de la Virgen Santísima en Salta

Nuestra bendita tierra ha sido objeto de innumerables manifestaciones marianas, siendo las más reconocidas las ocurridas en el siglo XVII en Luján y a fines del siglo XX en San Nicolás, ambas en la provincia de Buenos Aires.

Un fenómeno de proporciones similares esta llevándose a cabo en Salta desde1990, a partir de las manifestaciones de María Santísima a la vidente María Livia Obeid, brindando mensajes para ser difundidos a la humanidad, alentando a la conversión y a la oración para volver a nuestro Dios Creador.

De los numerosos mensajes, hemos seleccionado para su publicación las palabras que Nuestra Señora dio a María Livia el 13 de abril de 1996:

«Mis hijos:

Hoy he venido a pediros que oren y oren con gran urgencia por la Paz del mundo, que está seriamente amenazada por la iniquidad del terrible enemigo de Dios.

Confiad en mi Inmaculado Corazón, que os guiará en medio de terribles tribulaciones. Seré vuestra Consejera, no os apartéis de mi guía, no os separéis del Santo Rosario y orad permanentemente con él. Yo soy vuestra Madre y como Madre os hablo.

El mensaje que hoy os quiero transmitir es muy duro y difícil de entender para los que viven olvidados de que Dios existe, y aún de los que teniendo conciencia de Dios viven despreocupados de salvar sus almas viviendo según la carne y el mundo.

Terribles cosas os esperan, mis hijos, si no volvéis vuestros ojos a Dios, pues el tremendo castigo que Dios mandará al mundo va a comenzar.

Os revelaré una parte de este y será para llevarlos a la oración y al sacrificio y así tengan la esperanza de mitigar con vuestros rezos este castigo tan terrible. Esto es una advertencia llena del AMOR DE DIOS hacia la humanidad.

Muchas almas religiosas caerán y se apartarán del camino del Señor para vivir en la tibieza del mundo. Los sacerdotes que queden no se diferenciarán en nada de los seglares, seguirán el camino del mundo que los llevará a la apostasía, las religiosas seguirán ese mismo camino y muchas almas buenas se perderán por su causa. El mundo sin religión y sin Dios será morada de seres salvajes y animalezcos y cambiarán la fisonomía humana y así el cuerpo será el reflejo del alma. Estos aterradores humanos convertidos en discípulos de Satanás, aprovechando el caos que sobrevendrá por los grandes e inminentes castigos que caerán sobre el mundo, perseguirán a los buenos en feroz cacería. No habrá diferencia de sexos y, por un tiempo determinado por Dios Padre, el infierno reinará en el mundo. Pero mi Inmaculado Corazón apartará las tinieblas y el horror de mis hijos consagrados a Mí; el Señor esperará hasta último momento la conversión a mi Corazón Inmaculado y así todos tendrán la oportunidad de salvarse y el perdón de Dios infinitamente misericordioso.

Oren, oren con intenso Amor.
Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús, en Tí confío.»

Eutanasia y Bioética

El desprecio por la vida humana, por cada uno de nuestros hermanos, creados a imagen y semejanza de Dios, no respeta edades, límites o fronteras. Un creciente «debate» se ha instalado en el día a día en la sociedad en relación a la eutanasia; sin embargo, es poco lo que se informa con objetividad al respecto, prefiriendo implantar la idea en forma propagandística y con un sinfín de golpes bajos.

Al margen de los aspectos históricos que se detallan en la sección correspondiente de esta misma edición, creemos que un excelente modo de profundizar en el tema es releyendo la entrevista que la editora Zenit realizó al Dr. William Sullivan con motivo del coloquio de expertos en Bioética y Salud efectuado en septiembre de 2004 por el Canadian Catholic Bioethics Institute, basado en un discurso papal sobre eutanasia y estado vegetativo de aquel mismo año.

Zenit: -¿Qué se sabe sobre la condición médica de las personas que se encuentran en estado vegetativo persistente (Persistent Vegetative State, PVS) o en ausencia de reacción como consecuencia de un estado de coma (Post-Coma Unresponsiveness, PCU)?

Dr. William Sullivan: -El coma tiene lugar después de varios tipos de lesiones que afectan la función del cerebro, tales como traumatismo de cráneo, situación de casi ahogo («near drowning»), enfermedad cerebral vascular, paro cardíaco o sobredosis de drogas. El PCU describe el estado en el cual un individuo que estaba en coma parece despertarse y tener lo que se llaman ciclos sueño-vigilia. A pesar de esto, la persona permanece totalmente inconsciente y ajena a su alrededor.

Z: -¿Se da alguna actividad cognitivo-afectiva en el cerebro?

WS: -La medicina se basa en observaciones, que incluyen medidas de la actividad eléctrica y del metabolismo del cerebro. Por lo que sabemos hasta ahora, podemos decir que el metabolismo del cerebro parece ser bajo en el estado vegetativo persistente o en los pacientes no reactivos. Sin embargo, no sabemos si esto significa que hay un daño global en las neuronas del cerebro, o sólo en algunas regiones vitales del mismo cerebro y en las conexiones entre ellas.

Según mi opinión, la ciencia médica no puede excluir definitivamente la presencia de una vida espiritual en estado vegetativo persistente o en pacientes que no tienen capacidad de reacción en los cuales todavía se dan signos de alguna actividad cerebral, aunque los niveles de percepción consciente sean bajos. La ciencia médica es incapaz de afirmar o de negar que pueda haber alguna verdad en la afirmación bíblica del Cantar de los Cantares: «Duermo, pero mi corazón vela» (5, 2).

Z: -¿Cuál es la diferencia entre el estado vegetativo «persistente» y el «permanente»?

WS: -A medida que aumenta el tiempo de un estado no reactivo sucesivo al coma, la recuperación parece cada vez menos probable. Tras una cierta etapa, normalmente 12 meses, los neurólogos concluyen que este estado de falta de reacción continuará seguramente sin que se dé recuperación.

Sin embargo, esto no quiere decir que sea imposible un cierto nivel de recuperación a través de intervenciones de rehabilitación adecuadas. En algún caso se ha observado una recuperación de las funciones cerebrales normales. En la mayor parte de los casos, sin embargo, si hay recuperación, la persona tendrá graves daños a nivel cognitivo-afectivo.

Según un estudio de 1994, si un estado vegetativo, o un estado de no reacción como consecuencia de un coma, es «permanente», quiere decir que si la conciencia se recupera, el paciente permanecerá probablemente seriamente mermado. En este caso, lo que está en juego es la idea de que la vida de un individuo consciente pero gravemente disminuido no tiene ningún valor.

Z: -¿Qué se entiende por ausencia de reacción como consecuencia de un estado de coma (PCU)?

WS: -La alimentación e hidratación artificiales no se refiere solamente a la alimentación a través de sondas, sino también a los diferentes modos de asistir a un individuo que tenga dificultad para ingerir comida y agua oralmente. Intentar alimentar por la boca a un paciente no reactivo sería como intentar nutrir a alguien que está durmiendo. Para proporcionar a un individuo en estas condiciones un apoyo adecuado y seguro, es necesario superar la dificultad de masticar y deglutir, y suministrar el mantenimiento adecuado a su estómago.

Z: -¿Pueden compararse la alimentación e hidratación artificiales con otras formas de sostener la vida o con tecnologías de preservación, como la diálisis renal o las máquinas para la respiración artificial?

WS: -Algunos expertos en ética sostienen que hay un significado social en el hecho de alimentar a la persona vulnerable y dependiente. Esto hace que la alimentación e hidratación artificiales sean substancialmente diferentes de otros medios tecnológicos para mantener la vida. Dar alimento y agua a los hambrientos y sedientos es una expresión simbólica de la solidaridad humana.

Para pensadores como Daniel Callahan, la norma sobre cuidar a otro dándole comida y agua pierde su sentido si la alimentación e hidratación artificiales se subministran a algunos individuos, pero no a otros. Por otra parte, la mayor parte de pensadores médicos, legales y éticos, consideran que la alimentación e hidratación artificiales son parecidas a otras formas de tecnologías para mantener la vida. Si la alimentación e hidratación artificiales comportan un peso notable para el individuo y la familia respecto a los beneficios que se derivan de ello, entonces podría considerarse como algo opcional.

Según este punto de vista, en el caso de la alimentación e hidratación artificiales es necesario analizar los beneficios y los costos de la intervención. Valdrían las mismas consideraciones para otras intervenciones, como el respirador o la diálisis. Por ejemplo, si el hecho de dar agua y comida por la boca puede ser parte de un tratamiento general, subministrarlo con sondas a un paciente que no ha expresado la voluntad de recibirlo no lo sería.

Z: -¿Qué dijo el Papa en su discurso sobre la alimentación y la hidratación artificiales para pacientes en estado vegetativo persistente o en ausencia de reacción como consecuencia de un estado de coma?

WS: -La alimentación e hidratación artificiales comienzan como parte de un recorrido de recuperación de un paciente en un contexto en el que los doctores no están seguros del pronóstico del mismo paciente.

Después de 6 ó 12 meses, depende del caso de ausencia de reacción como consecuencia de un estado de coma, la probabilidad de recuperación es cada vez más remota. Es en este contexto cuando surge la cuestión sobre si hay que continuar o no con la alimentación e hidratación artificiales.

El discurso del Papa establece que la alimentación e hidratación artificiales «se considera, en línea de principio, ordinaria y proporcionada, y como tal moralmente obligatoria, en la medida en que demuestre alcanzar su propia finalidad». En este caso, el objetivo es «procurar alimento al paciente y disminución de sus sufrimientos».

Z: --¿De qué manera han interpretado los participantes al Congreso de Toronto estas afirmaciones del Papa?

WS: -Los participantes han llegado a estas interpretaciones:

Primero, que el discurso papal se tiene que comprender en el contexto de la tradición católica. Así, las palabras «en línea de principio» no quieren decir «absoluto» en el sentido de «sin excepciones», sino permitiendo la consideración de otros elementos.

En segundo lugar, las personas que se encuentran en un estado de capacidad cognitiva y afectiva reducida, mantienen un alma espiritual. Su vida tiene un valor intrínseco y una dignidad personal que deben ser tratadas con el pleno respeto y con el tratamiento debido a todo ser humano.

En tercer lugar, para los pacientes sin reacción a los que se les puede aplicar la alimentación e hidratación artificiales sin entrar en conflicto con otras graves responsabilidades o con gastos exageradamente costosos o complicadas, la alimentación e hidratación artificiales deberían considerarse como algo ordinario y proporcionado, y en cuanto tal moralmente obligatorio.

Contrariamente a algunas interpretaciones tempestivas en los medios, el discurso del Papa no propone que la alimentación y la hidratación artificiales sean siempre y sin excepción una obligación moral para los pacientes en estado vegetativo persistente o en ausencia de reacción como consecuencia de un estado de coma, o en cualquier otra condición clínica.

El texto del Papa es coherente con la moral católica tradicional en la que la alimentación e hidratación artificial y otras medidas para mantener la vida son evaluadas en términos de beneficio y límite de la intervención para el paciente.

Sin embargo, el discurso papal hace declaraciones fuertes sobre las condiciones de la discapacidad. No continuar la alimentación e hidratación artificial por razones que tengan que ver con la condición de discapacidad de un paciente, y no a causa de la desproporción entre costes y beneficios de una intervención para el mismo paciente, es inaceptable.

Basándose en esta interpretación, los participantes subrayaron una serie de implicaciones éticas de esta enseñanza para los tratamientos aplicados a personas mayores frágiles o a pacientes en estado terminal en condiciones médicas para las cuales la alimentación e hidratación artificiales se usan frecuentemente, como el ictus cerebral, la enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Parkinson y cáncer.

Z: -Los participantes en el Congreso, ¿pensaban que lo que el Papa afirmó en su discurso sobre alimentación e hidratación artificiales a personas en estado vegetativo persistente o que carecen de reacción como consecuencia de un estado de coma era relevante para otras personas que se encuentran en otras situaciones clínicas?

WS: -Sí, pues el discurso papal afirma el valor y la dignidad intrínsecos a todas las personas. Las decisiones sobre la alimentación y sobre la hidratación artificiales) no se tendrían que tomar basándose en la idea de que las personas con graves daños cognitivos y/o limitaciones físicas valen menos o tienen una dignidad inferior respeto a otras personas.

El discurso papal afirma también la distinción entre medidas ordinarias y extraordinarias para sostener la vida.

Esto implica que los pacientes y sus familias tienen la responsabilidad de valorar con atención los beneficios y costos de varias opciones de tratamientos y de cuidados, a la luz de su situación personal. Esta responsabilidad se da también ante cada condición médica y cada paciente.

Z: -¿Por qué los participantes al congreso consideraron que es importante aplicar el discurso del Santo Padre a los ancianos en los que se usa más a menudo la alimentación e hidratación artificiales?

WS: -Un principio de razonamiento es que los casos similares tienen que considerarse de manera similar.

Un segundo principio es que los casos difíciles llevan a leyes inadecuadas. Esto quiere decir que las condiciones excepcionales o inusuales son una base insuficiente para formular políticas generales.

Los participantes eran conscientes de que en los casos en los que la alimentación e hidratación artificiales se usan para el cuidado de ancianos, generalmente menos del 1% corresponden a casos de personas que se encuentran en un estado vegetativo persistente o de no-reacción como consecuencia de un coma. Hay muchos factores clínicos particulares y contingentes que distingue el estado vegetativo persistente de otras condiciones como un ictus, la enfermedad de Alzheimer, el Parkinson o el cáncer craneal o del cuello.

Estos factores pueden ser importantes para evaluar los costos y beneficios de la alimentación e hidratación artificiales en estas condiciones.

Z: -¿Podría darnos ejemplos de cómo las diferencias clínicas podrían cambiar la valoración sobre la alimentación e hidratación artificiales en estas condiciones?

WS:- La gente que sufre un ictus o la enfermedad de Parkinson en general es consciente y puede ser capaz de ingerir comida y líquidos con la asistencia de otras técnicas de alimentación que comportan el uso de las manos.

En estos casos, la alimentación con el uso de las manos puede ser una alternativa eficaz a las sondas. La alimentación con las manos también puede favorecer un mayor sentido de solidaridad con los pacientes y humanizar su curación.

La gente afectada por la enfermedad de Alzheimer puede que no entienda el motivo por el que se utiliza una sonda para alimentarse e intentar rechazarlo, a veces hiriéndose gravemente. Para estas personas podría ser un grave peso el uso de formas de control con las que se evita que expelan el tubo de la alimentación.

Las personas que tienen dificultad para deglutir a causa de un cáncer en la cabeza o en el cuello podrían no responder positivamente a la alimentación e hidratación artificiales.

Z: -A los pacientes con una condición neurológica degenerativa como la enfermedad de Alzheimer, ¿se les debería ofrecer siempre la alimentación e hidratación artificiales? Y, una vez iniciada este tipo de alimentación artificial, ¿se debe interrumpir, o no?

WS: -El Congreso no intentaba establecer lo que se debe hacer en cada situación en la que se toma una decisión acerca de la alimentación e hidratación artificiales en un paciente anciano.

La declaración final del congreso llama la atención sobre algunos principios morales y lanza una invitación a optar por la vida en el marco de la tradición moral católica afirmada en el discurso papal.

Una guía fundamental para tomar decisiones sobre cualquier tratamiento, en particular la alimentación e hidratación artificiales, se establece en el párrafo 7 de la declaración del Congreso de Toronto: «Los cuidados no pueden ser clasificados anticipadamente como ordinarios o extraordinarios», es decir, como moralmente obligatorios u opcionales. Se tiene que hacer una valoración adecuada de sus costes y beneficios a la luz de la situación del paciente.

La enfermedad de Alzheimer es uno de los muchos casos clínicos de demencia. Es difícil hacer afirmaciones generales sobre el hecho de ofrecer siempre, o nunca, la alimentación e hidratación artificiales a la gente afectada por una demencia, porque en la literatura médica hay límites a los estudios que muestran sus beneficios y costes.

Un principio fundamental de la medicina es «primum non nocere», es decir, «en primer lugar no perjudicar». Si es evidente, en un caso particular de demencia avanzada, que la alimentación e hidratación artificiales tienen o podrían tener pocos beneficios o podrían causar daños significativos, en este caso no tendría que subministrarse y, si ya se hace, tendría que suspenderse.

Z: -¿Quién tendría que decir si se recurre o no, en circunstancias particulares, a la alimentación e hidratación artificiales?

WS: -Las reflexiones del congreso han subrayado que es responsabilidad del paciente y de la familia tomar las decisiones en los casos particulares, después de que éstos hayan considerado la evidencia de los hechos a la luz de las circunstancias personales relevantes.

Es en cambio responsabilidad del personal médico informar, en un contexto adecuado, al paciente o a la familia de las opciones y de los beneficios y costes de cada opción.

Aunque la responsabilidad sobre la decisión es del paciente, de la familia o de alguien que tome la decisión en su lugar, el personal médico tiene la facultad de dar una opinión de carácter médico.

Z: -A juicio de los participantes en el congreso, ¿las voluntades anticipadas sobre la alimentación e hidratación artificiales son una buena idea?

WS: -Sí, los participantes han pensado que la expresión de la voluntad del paciente, si se hacen de manera apropiada, podrían ser una buena idea. Es importante que las personas se anticipen y hablen con sus seres queridos y con los que los cuidan sobre los cuidados al final de la vida, antes de que surja una crisis clínica.

La declaración del encuentro de Toronto reconoce que puede haber variaciones culturales y jurisdiccionales en la práctica de las voluntades anticipadas. Cuando se han formulado voluntades anticipadas, el representante del paciente que está autorizado a tomar las decisiones, el personal médico y las instituciones, tendrán que respetar siempre el valor y la dignidad intrínsecos del paciente.

Z: -En su Congreso se han afrontado numerosos casos de vida real concernientes al uso de la alimentación y de la hidratación artificiales para pacientes en distintas condiciones clínicas. ¿Ha sido útil reflexionar sobre estos argumentos a la luz de la moral católica que distingue entre medidas ordinarias y extraordinarias?

WS: -Sí. El hecho de partir de casos de vida real ha hecho que nuestras discusiones se centraran en cuestiones concretas con las cuales la gente se encuentra. Y nos ha asegurado, además, que los participantes tuvieran siempre presentes los factores particulares y contingentes que pueden tener cierta relevancia a la hora de determinar los beneficios y costes de las distintas opciones.

Hemos constatado que algunos desajustes que se dieron al considerar los principios a nivel abstracto no eran moralmente relevantes en los casos concretos.

«El afán de dinero es la raíz de todos los males del mundo» (1 Tim; 6,10)

La Homeopatía

Como otras disciplinas pseudocientíficas, la homeopatía ha ganado terreno y respeto en la sociedad. Esta ¿ciencia? data del siglo XIX y se ha desarrollado en forma paralela a la medicina oficial, la cual se ha visto visiblemente impactada desde principios del siglo XX por los grandes cambios que representaron la radiología, los antibióticos, la vacunación, el uso de insulina y un largo etcétera.

Desde su nacimiento, esta «disciplina» ha buscado diferenciarse de la medicina tradicional (que técnicamente llamamos alopática) en forma cada vez más acentuada. Esta profunda división contrasta con la sorprendente difusión de la homeopatía entre los profesionales de la salud, en esencia entre médicos y farmacéuticos. Basta mencionar que en algunas universidades francesas se enseña homeopatía en las facultades de medicina. En nuestro medio local, alcanza con recorrer la mayoría de las farmacias de Buenos Aires para encontrarnos con relucientes luces de neón que anuncian la producción de «remedios» homeopáticos.

Quizás uno de los aspectos fundamentales de los partidarios de la homeopatía es que, a raíz de la explosión tecnológica y, sobre todo, de la creciente impersonalidad de la consulta médica actual (tema que merecería toda una monografía independiente), muchos pacientes perciben en el médico homeópata una atención más personal y acaso de mayor confianza.

Para comprender mejor el ideal pseudocientífico de la homeopatía, es prudente recordar que el propio Hipócrates, en el siglo V aJC, hacía mención a la existencia de dos principios terapéuticos: por similitud o por oposición. Este último fue tomado en tiempos del Imperio Romano por Galeno, constituyendo la raíz de la terapéutica actual de la medicina alopática (se trata una infección con un antimicrobiano, por ejemplo).

Desde el punto de vista estrictamente histórico, acaso el primer homeópata haya sido Paracelso, conocido médico y alquimista del siglo XVI, quien intentó retomar la idea hipocrática de similitud. Sin embargo, el sistematizador de la homeopatía tal como la conocemos en la actualidad fue Samuel Hahnemann, médico alemán nacido en 1755, quien profundizó sus estudios en Viena pero ejerció su profesión fundamentalmente en Leipzig.


Samuel Hahnemann (daguerrotipo, 1841)


Sin dudas, el punto de partida de su teoría nació con la traducción del libro Substances in Medicine del médico escocés Cullen. Le llamaron la atención los efectos que provocaba la quinina, uno de los primeros fármacos descubiertos para el tratamiento de la malaria. Gran parte de los efectos adversos de este medicamento, sobre todo en dosis altas, se asemejan a los de la propia malaria. Hahnemann incluso verificó estas reacciones probando en sí mismo la quinina, aún viviendo en una región de Europa libre de la enfermedad.

Tras este «descubrimiento», Hahnemann intensificó sus pruebas y formuló un principio que sería la piedra angular de la homeopatía: Similia similibus curantur (lo parecido cura a lo parecido, un análogo del principio de similitud de Hipócrates). En 1810 se produjo la primera edición de la obra fundamental de la homeopatía: «Órgano del Arte de Curar», en el cual se pusieron los cimientos de la ruptura con los principios tradicionales de la medicina clásica. Llamativamente (o no), en la página inicial de la obra original puede leerse aude sapere («atreverse a saber», en latín), una de las frases de cabecera de la masonería.

Lejos de ser fruto del azar, esta asociación entre los principios de la homeopatía y los «conocimientos» masónicos (incluyendo los de otras organizaciones como la antroposofía) obedece a conceptos ideológicos y, en el fondo, esotéricos desde el principio mismo de las actividades de esta pseudociencia.

Como describíamos antes, el basamento fundamental de esta línea de pensamiento mágico es similia similibus curantur, el principio de similitud, según el cual el tratamiento destinado a curar un enfermo es aquel que, aplicado a una persona sana, produciría trastornos y alteraciones semejantes a los sufridos por el paciente. Así, a un individuo con vómitos se le debería prescribir una sustancia (nux vomica, en este ejemplo) muy diluida, capaz de inducir vómitos en un persona sana.

Según el «Órgano en el arte de curar» de Hahnemann, el hombre es considerado una entidad tripartita, formada por el cuerpo (materia), el «pensamiento» (u hombre interior) y la «energía vital» (nótese la aterradora semejanza con múltiples grupos esotéricos y sectarios). Siempre de acuerdo con esta doctrina, tras el impacto de una noxa sobre el cuerpo físico, sólo se desarrollará enfermedad en caso de que se comprometa la «energía vital». En consecuencia, sólo es posible para curar al paciente actuar sobre la citada energía, asemejándose en todo lo posible al agente enfermante.

Los homeópatas clásicos sostienen que, en lugar de tratar una enfermedad orgánica, se busca personalizar la terapéutica, esto es, afirman buscar un tratamiento específico para el individuo puntual que los consulta. Sostienen que lograr este objetivo (siempre en función de los principios fundacionales establecidos por Hahnemann), deben basarse en 3 aspectos: el interrogatorio del paciente, por un lado; los hallazgos del examen físico, por otro... y a «síntomas olvidados» (morfología, astrología y un pavoroso etcétera). Debemos destacar en este aspecto que, si bien es absolutamente cierto que un correcto interrogatorio y un mejor examen físico llevan al diagnóstico en más del 80% de los enfermos, los citados «síntomas olvidados» se aproximan más a la charlatanería que a la ciencia.

Desde el punto de vista farmacéutico, los tratamientos en cuestión se realizan mediante diluciones de distintos productos, muchos de ellos de origen vegetal. Retomando el ejemplo de la nux vomica, se inicia en general con una dilución de 1 en 10 (solución decimal), colocando una gota de la tintura vegetal original en nueve gotas de agua.

El siguiente paso suele ser colocar una gota de esa nueva solución en otras 9 gotas de agua. Esta nueva solución decimal se identifica en homeopatía tradicional como D2, por ejemplo. Existen también soluciones centesimales (1 gota de tintura en 99 de agua, representadas en general con la letra «C» en lugar de la «D»)

Bastan una serie de cálculos simples y de algunos conocimientos básicos de fisicoquímica para notar que, sobre todo ante el uso de grandes moléculas orgánicas de origen vegetal, bastan unas pocas diluciones para que no exista siquiera un rastro del producto original en la solución brindada al paciente, pese a que hemos podido observar teóricas “C30” ó “D10” en más de una preparación homeopática, lo cual, por supuesto, no es más que agua pura.

Dado que esta simple explicación matemática echa por tierra cualquier superchería, muchos homeópatas se escudan en que el solo hecho de la agitación mecánica de estas soluciones muy diluidas les permite el fluir de cierta “energía vital” contenida en ellas. Basta recordar brevemente para notar que se trata del mismo «principio» de prácticas como el rei ki, el feng shui, la antroposofía y otras doctrinas esotéricas. De hecho, la homeopatía se vincula ideológica y metodológicamente con la auriculoterapia, la iridiología, la cura con cristales y otras actividades afines.

Además de carecer de bases científicas, muchos enfermos, creyendo con inocencia en esta disciplina, terminan por empeorar gravemente de su condición al no estar recibiendo el tratamiento adecuado. No en vano, resulta interesante notar que no existen modelos de medicina homeopática de emergencia, como la asistencia de la enfermedad coronaria aguda o de los enfermos politraumatizados...

Para incrementar aún más la confusión, muchos profesionales denominados «homeópatas» recurren en realidad a medicamentos alopáticos (con aval científico), los cuales son prescriptos en forma irregular a personas que desconocen en realidad lo que están recibiendo, violando la esencial libertad del paciente para participar en el tratamiento. En general, estos fármacos se indican en formulaciones magistrales con nombres de fantasía, afirmando que se trata de «medicamentos naturales» (la ya conocida estrategia de confundir natural con seguro...)

Quienes hemos practicado tanto la medicina general como la de emergencia nos hemos topado con pacientes desgraciadamente fallecidos o gravemente enfermos debido al uso de estos tratamientos, sobre todo indicados en aquellas áreas donde muchas personas han perdido la confianza en la ciencia (obesidad, psoriasis, depresión, alopecia y un largo etcétera).

Es harto probable que la despersonalización de la profesión médica (fruto en muchos casos de considerar a la salud un negocio y de olvidar el juramento hipocrático por amor al dinero) permita el florecimiento de prácticas mágicas, entre las cuales la homeopatía merece estar incluida. Lamentablemente, los únicos perjudicados con el derrumbe mercantilista de la medicina tradicional y con el crecimiento dantesco de las pseudociencias son los pacientes, el principio y el fin indudable de la profesión más noble de la tierra.


El texto original de este artículo se publicó en formato 1.0 en 2 partes entre mayo y junio de 2007.