viernes, 1 de septiembre de 2006

Las almas del Purgatorio













En este siglo XXI, una frondosa jungla de patrañas inunda la cultura y los medios de comunicación masiva, claramente dirigidas a alejarnos del Camino que Jesús representa hacia Dios Padre. Como parte de la confusión, se intenta desjerarquizar el fin trascendente del hombre como criatura hecha a imagen y semejanza de Dios. Y una de las principales formas ha sido hacernos olvidar que somos peregrinos en la Tierra, destinados a una realidad sobrenatural. Uno de los componentes esenciales de esa realidad es el Purgatorio.

Por enorme gentileza de Michael Journal, medio católico editado en Canadá, reproducimos una traducción original al castellano de una entrevista a María Simma, vidente de las almas del Purgatorio, publicada en su versión original en el citado medio en 2004 bajo el título The Secret of the Poor Souls in Purgatory:

Hoy día, es poco lo que se enseña en las clases habituales del catecismo acerca del Purgatorio y del sufrimiento que las pobres almas experimentan para su completa purificación, para ser capaces de entrar al Reino de los Cielos. De hecho, el Purgatorio realmente existe y los sufrimientos que las pobres almas experimentan allí es muy real.

Desde 1940 (cuando contaba con 25 años), un alma privilegiada llamada Maria Simma ha tenido visitas regulares de las almas del Purgatorio, explicando sus sufrimientos y solicitándoles oraciones y misas para permitirles su liberación de allí. Tanto su párroco local como el obispo correspondiente le expresaron que ella podía hacer conocer la existencia de esas visitas siempre que no hubiese errores teológicos.

En una ocasión, la hermana Emmanuel Maillard, monja francesa conocida por su apostolado a favor de las apariciones de Nuestra Señora en Medjugorje, tomó conocimiento del libro de María Simma «Las almas del Purgatorio me dijeron que...» y lo leyó con gran interés: «Este libro me impactó mucho ya que relataba testimonios muy recientes y explicaba muy bien la doctrina de la Iglesia en relación al tema... ¡De inmediato le escribí al editor quien me dijo que María Simma aún vivía. Rápidamente me contacté con ella y acordamos una entrevista para responder a mis preguntas, que eran muy numerosas!»

La entrevista tuvo lugar en 1997 en la casa de María en Sonntag, un adorable poblado en los Montes Vorarlber en Austria. Los siguientes párrafos son un extracto del encuentro de la hermana Emmanuel de Medjugorje con María Simma, tomados del libro titulado «El apasionante secreto de las Almas del Purgatorio.»



Sor Emmanuel y María Simma




Hermana Emmanuel: – María, ¿puede decirnos como fue su primera visita por parte de un alma del Purgatorio?

María Simma: –Sí, fue en 1940. Una noche, cerca de las tres ó de las cuatro, escuché que alguien entraba en mi habitación... era un completo desconocido. Caminaba lentamente hacia adelante y hacia atrás. Le pregunté severamente: «¿Cómo entró aquí? ¡Váyase!» Pero él continuaba moviéndose impacientemente por la habitación, como si no me hubiera escuchado. Entonces volví que preguntarle que estaba haciendo, pero aún así no me respondió. Salté de la cama para atraparlo, pero cuando quise hacerlo sólo manoteé aire... no había nada allí. Volví entonces a la cama, pero nuevamente lo escuché entrar y salir.

Me preguntaba como podía haber visto a ese hombre, pero no atraparlo. Me levanté de nuevo para detenerlo y nuevamente me ocurrió lo mismo. Volví a la cama asombrada. Si bien el hombre no regresó, no pude volverme a dormir. Al día siguiente, después de la misa, me acerqué a mi director espiritual y le conté todo. Me dijo que, si sucedía de nuevo, no le preguntara al hombre quien era, sino que quería de mí.

La noche siguiente, el hombre regresó. Le pregunté que quería de mí, y él me contestó: «Pida tres Misas celebradas para mí, y seré liberado.»

Así comprendí que era un alma del Purgatorio, cosa que mi director espiritual me confirmó. Asimismo, él me aconsejó que nunca les reste importancia, sino que acepté con generosidad lo que me pidieran hacer.

HE: –¿Y luego continuaron las visitas?

MS: –Por unos cuantos años, sólo fueron tres o cuatro almas, sobre todo en noviembre. Luego hubo muchas más.

HE: –¿Qué le pedían estas almas?

MS: – La mayoría de las veces pedían que se celebraran Misas por ellos y que yo estuviera presente en ellas. Me pedían que rezara el Rosario y también que hiciera las Estaciones del Vía Crucis.



María Simma (imagen de 2002)

HE: –María, ¿las almas del Purgatorio tienen, de un modo u otro, alegrías y esperanza en medio de su sufrimiento?

MS: –Ninguna de las almas quiere volver del Purgatorio a la Tierra. Tienen un conocimiento infinitamente más allá del nuestro. Sencillamente no pueden decidir volver a la oscuridad de la Tierra. Vemos así la diferencia con los sufrimientos que conocemos en la Tierra. En el Purgatorio, aunque el dolor de las almas es llanamente terrible, existe la seguridad de vivir para siempre con Dios: es una certeza indiscutible. La alegría es mayor que el dolor. No existe nada sobre la Tierra que haga que quieran vivir nuevamente aquí, donde nadie está seguro de nada.

HE: –María, ¿puede decirnos ahora si Dios envía un alma al Purgatorio, o si el alma decide por sí misma ir allí?

MS: –Es la propia alma la que quiere ir al Purgatorio, para purificarse antes de ir al Cielo.

HE: –María, ¿en el momento de la muerte vemos a Dios en su plena luminosidad o de un modo todavía oscuro?

MS: –En un modo aún oscuro, pero, de todos modos, con la luminosidad suficiente para permitir que se le añore profundamente.

HE: –María, ¿puede decirnos cuál es el papel de Nuestra Señora con las almas del Purgatorio?

MS: –Ella con frecuencia se acerca para consolarlos y decirles que han hecho muchas cosas buenas. Les da coraje.

HE: –¿Hay días en particular en los que Ella ayuda a liberarlos?

MS: –Sobre todo, Navidad, la Festividad de Todos los Santos, Viernes Santo, el Día de la Asunción de María y el de la Ascención de Jesús.

HE: – María, ¿por qué alguien va al Purgatorio? ¿Cuáles son los pecados que más llevan al Purgatorio?

MS: –Los pecados contra la caridad, con el amor del prójimo, la dureza de corazón, la hostilidad, la calumnia, los insultos... todas esas cosas.

(Aquí, María da un ejemplo que la sorprendió y que quiso compartir con nosotros. Le pidieron que buscara si una mujer y un hombre estaban en el Purgatorio. Para asombro de quienes habían preguntado, la mujer ya estaba en el Cielo mientras que el hombre estaba en el Purgatorio. La mujer había muerto mientras se practicaba un aborto, mientras que el hombre concurría con frecuencia a la Iglesia y llevaba una vida aparentemente devota. María, en consecuencia, buscó mayor información, pensando que estaba equivocada... pero en realidad estaba en lo cierto. Ambos habían fallecido casi simultáneamente, pero la mujer había experimentado un profundo arrepentimiento y estaba muy humillada, mientras que el hombre criticaba a todo el mundo, estaba siempre protestando y hablando mal de los demás. A eso se debía su Purgatorio tan extenso. María concluyó que no se debía juzgar por las apariencias).

MS: Otros pecados contra la caridad son el rechazo a las personas que no nos gustan, evitar hacer las pases, rechazar el perdón y toda la amargura que guardamos dentro.

(María ilustró en ese momento de la entrevista con otro ejemplo para pensar. Era la historia de una mujer que ella conocía muy bien, que falleció y se hallaba en el Purgatorio, en el más terrible Purgatorio con los sufrimientos más atroces. Y cuando vino a visitar a María, le explicó el por qué: la mujer había tenido una gran amiga, pero entre ellas había crecido una gran enemistad, sostenida por años y años, pese a los intentos de la amiga de hacer las paces y reconciliarse. Sin embargo, la ahora fallecida la había rechazado. Pese a enfermar gravemente, ella continuó con su corazón cerrado, rechazando a su amiga que buscaba reconciliarse junto a su lecho de muerte).

HE: –María, por favor díganos: ¿quiénes son los que tienen mayores chances de ir directamente al Cielo?

MS: –Aquellos que tienen un buen corazón hacia todos. El amor cubre una multitud de pecados.

HE: –¿Cuáles son los medios que tenemos nosotros en la Tierra para evitar el Purgatorio y dirigirnos directamente al Cielo?

MS: –Debemos hacer un gran trabajo por las almas del Purgatorio, para ayudarlas en su pase. Debemos ser muy humildes. Esa es la mayor arma contra el mal, contra el Maligno. La humildad aleja al mal.

HE: –María, ¿puede decirnos cuales son los medios más efectivos para ayudar a liberar almas del Purgatorio?

MS: –El medio más eficaz es la Misa.


HE: –¿Por qué la Misa?

MS: –Porque es Cristo quien se ofrece a Sí mismo por amor a nosotros. Es Cristo ofreciéndose a Sí Mismo para Dios, el más hermoso sacrificio. El sacerdote es el representante de Dios, pero es el Mismo Dios el que se ofrece y se sacrifica a Sí Mismo por nosotros. La eficacia de la Misa por los fallecidos es aún mayor para aquellos que daban gran valor a la Misa durante su vida terrena. Si ellos asistían a Misa y rezaban con todo su corazón, si asistían a Misa entre semana (según su disponibilidad horaria), obtienen el mayor beneficio de las Misas celebradas para ellos. Aquí también cada uno cosecha lo que ha sembrado.

Un alma del Purgatorio ve claramente en el día de su funeral si realmente hemos rezado por ella, o si simplemente hemos hecho un acto de presencia para «hacernos ver». Las pobres almas afirman que las lágrimas no son útiles para ellas, sí lo es la oración. Es común que se quejen de que la gente va a los funerales sin elevar una sola plegaria a Dios, mientras derraman muchas lágrimas: ¡eso es inútil!

Hay otro medio muy poderoso para ayudar a las pobres almas: ofrecer nuestros sufrimientos y penitencias, como el ayuno y la renuncia y, por supuesto, nuestros sufrimientos involuntarios como la enfermedad o las penas.

HE: –María, usted ha sido invitada muchas veces a sufrir por las pobres almas, para ayudar a liberarlas. ¿Puede relatarnos su experiencia en esas ocasiones?

MS: –La primera vez, una de las almas me preguntó si no importaría que mi cuerpo sufriera tres horas por ella, para luego retomar mis tareas. Me planteé que si se trataba de sólo tres horas, no habría inconvenientes... pero esas tres horas del reloj fueron tan dolorosas que me parecieron tres días. El alma me dijo que por haber aceptado sufrir por amor esas tres horas, le había ahorrado veinte años en el Purgatorio.

HE: –Sí, pero... ¿por qué sufrir sólo tres horas aquí para evitar veinte años de Purgatorio?

MS: –Es por que el sufrimiento en la Tierra no tiene el mismo valor. Aquí, mientras sufrimos, crecemos en amor, ganamos méritos, que no es el caso de las almas que sufren el Purgatorio. Allí, los sufrimientos sirven sólo para purificarse del pecado. En la Tierra, tenemos todas las gracias y la libertad para elegir.


Esto nos permite entender extraordinariamente por qué sufrimos. El sufrimiento, voluntario o involuntario, que podemos ofrecer, aún pequeñísimos sacrificios que podemos hacer, nuestras penas, decepciones... si las vivimos con paciencia, si las recibimos con humildad, estas penas pueden ser un silencioso poder para ayudar a las almas.

Lo mejor que podemos hacer es unir esos sufrimientos a aquellos de Jesús, colocándolos en manos de María. Ella es quien mejor sabe como utilizarlos, ya que a veces nosotros mismo no sabemos cuales son las necesidades más urgentes a nuestro alrededor. Todo esto, por supuesto, María nos lo devolverá a la hora de nuestra muerte. Estos sufrimientos que hemos ofrecido serán nuestro tesoro más preciado en el otro mundo. Debemos recordarnos esto los unos a los otros y darnos valor unos a otros a la hora de sufrir.

Y si me permite, agregaré algo importante: las almas del Purgatorio no pueden hacer ya nada por ellas mismas; si los vivos no rezamos por ellas, están completamente abandonadas. Entonces, es importante que tengamos en cuenta el inmenso poder, el increíble poder que cada uno de nosotros tiene en sus manos para liberar a las almas que sufren.

No dudaríamos jamás en ayudar a un niño que delante nuestro se cayó de un árbol y se ha roto los huesos. Por supuesto, haríamos todo lo posible por él. Del mismo modo, deberíamos tener un gran cuidado para con estas almas que esperan todo de nosotros, atentas a la menor oferta, esperando hasta la última de nuestras oraciones para liberarlas del dolor. Esta puede ser la manera más delicada de practicar la caridad.

HE: –María, ¿por qué uno no puede ganar méritos en el Purgatorio, mientras si puede hacerlos en la Tierra?

MS: –Porque al momento de la muerte se acaba el tiempo de los méritos. Mientras estamos viviendo en la Tierra, podemos reparar el mal que hemos hecho. Las almas del Purgatorio nos envidian por eso. Aún los propios ángeles están celosos de nosotros, porque tenemos la posibilidad de crecer mientras estamos en la Tierra.

HE: –Pero nos ocurre que muchas veces el sufrimiento en nuestras vidas nos lleva a rebelarnos, y tenemos grandes dificultades para aceptarlos. ¿Cómo podemos vivir nuestro sufrimiento para que rindan fruto?

MS: –Los sufrimientos son la mayor prueba del amor de Dios, y si los ofrecemos bien, podemos ganar muchas almas.

HE: –Pero... ¿cómo podemos recibir un sufrimiento como un don, y no como un castigo, como a menudo lo hacemos?

MS: –Debemos darle todo a Nuestra Señora. Ella es quien mejor conoce quien necesita tal o cual ofrecimiento para lograr su salvación. No siempre debemos considerar nuestros sufrimientos como un castigo. Pueden ser aceptados como expiación no sólo para nosotros, sino sobre todo para otros. Cristo era inocente, y sufrió como nadie para el perdón de nuestros pecados. Sólo en el Cielo sabremos lo que habremos obtenido por sufrir con paciencia en unión con el sufrimiento de Cristo.

HE: –María, ¿las almas en el Purgatorio se rebelan al enfrentarse con sus sufrimientos?

MS: –¡No! Las almas desean purificarse; entienden que eso es necesario.

HE: –¿Cuál es el rol del arrepentimiento al momento de fallecer?

MS: –La constricción es muy importante. Los pecados son perdonados en muchos casos, pero aún permanecen las consecuencias de ellos. Si alguien desea recibir una indulgencia plena al momento de morir, esto es, ir directamente al Cielo, el alma debe estar libre de toda atadura.

HE: –María, le pregunto... ¿al momento de la muerte, hay un instante en el cual el alma aún tiene chances de volverse hacia Dios, aún tras una vida de pecado, antes de entrar en la eternidad? ¿Hay un momento, por así llamarlo, entre la muerte aparente y la muerte real?

MS: –¡Sí, sí! El Señor le da a cada uno de nosotros muchos minutos para arrepentirse de sus pecados y decidir: acepto o no acepto seguir y ver a Dios. Allí vemos un verdadero «film» de nuestras vidas. Conocí un hombre quien creía en las enseñanzas de la Iglesia, pero no en la vida eterna. Cierto día, cayó gravemente enfermo, en coma. Se vio a sí mismo en una habitación con una pizarra en la cual sus acciones habían sido escritas, tanto las buenas como las malas. Entonces la pizarra y la habitación desaparecieron, y todo fue infinitamente bello. Al despertar del coma, decidió cambiar su vida.

HE: –María, ¿se le permite al demonio atacarnos en el momento de la muerte?

MS: –Sí, pero el hombre tiene la gracia de resistirlo. Entonces, si el hombre no quiere tener nada que ver con él, el demonio nada puede hacer.

HE: –María, ¿qué consejo le daría a quienes desean convertirse en santos aquí en la Tierra?

MS: –Ser muy humildes. No debemos ocuparnos de nosotros mismos. La mayor trampa del mal es la soberbia.

HE: –María, por favor díganos si alguien puede pedirle al Señor realizar el Purgatorio en la Tierra

MS: –Sí. Conocí a un sacerdote y a una joven, ambos enfermos de tuberculosis, internados en el hospital. Ella le sugirió al sacerdote pedirle a Dios sufrir en la Tierra lo necesario para poder ir directamente al Cielo. El sacerdote le respondió que ni siquiera se atrevería a pedirle eso a Dios. Una monja fue testigo de la conversación completa. La joven falleció primero y luego el sacerdote, que se le apareció a la monja diciéndole: «Si tan sólo hubiera tenido la misma confianza que la joven, yo también hubiese partido directamente al Cielo».

HE: –María, ¿hay diferentes «grados» de Purgatorio?

MS: –Sí, hay muchos grados. Hay una gran diferencia en grados de sufrimiento moral. Cada alma tiene un modo único y particular de sufrir.

HE: –María, ¿los sufrimientos del Purgatorio son más dolorosos que los más dolorosos sufrimientos de la Tierra?

MS: –Sí, pero de una manera simbólica. Esto duele en el alma.

HE: –María, como usted sabe, mucha gente cree ahora en la reencarnación. ¿Qué le han dicho las almas sobre este tema?

MS: –Las almas dicen que Dios da una sola vida.

HE: –Pero algunas personas insisten en que no es justo, que una vida no es suficiente para conocer a Dios y convertirse realmente. ¿Qué les responde usted?

MS: –Todas las personas tienen una «fe interior», la conciencia; aún quienes no practican su fe, reconocen a Dios implícitamente. El que dice que no cree, ¡no existe! Cada alma tiene una conciencia que reconoce al bien y al mal, una conciencia dada por Dios, un conocimiento interior, en diferentes grados, por supuesto, pero cada uno sabe distinguir el bien del mal. Con esa conciencia, cada alma puede convertirse en bendita.

HE: –¿Qué ocurre con los suicidas? ¿Alguna vez la ha visitado alguno de ellos?

MS: –Hasta ahora, nunca me he encontrado con el caso de un suicida, lo cual, por supuesto, no significa que no existan... pero es común que las almas me cuenten que los más culpables eran quienes los rodeaban y habían sido negligentes o diseminadores de calumnias.

HE: – ¿Las almas se lamentan haberse suicidado?

MS: –Sí. Muchas veces, el suicidio es por enfermedad. Estas almas se arrepienten de su acto porque, al ver las cosas bajo la luz de Dios, comprenden al instante todas las gracias que estaban reservadas para ellas en el resto de su vida, a veces meses o años; también ven todo lo que podían haber ayudado a otras almas en su camino a Dios. Al final, lo que más les duele es ver el bien que no pudieron hacer por haber acortado sus vidas. Pero cuando la causa es enfermedad, el Señor tiene esto en cuenta, por supuesto.

HE: –¿Hay sacerdotes en el Purgatorio?

MS: –Sí, hay muchos. No promovieron el respeto por la Eucaristía, por lo que la Fe sufre. Muchas veces están en el Purgatorio por haber descuidado la oración, lo cual disminuyó su Fe. Pero también hay muchos que han ido directamente al Cielo.

HE: –¿Qué le diría a un sacerdote que realmente quiere vivir según el Corazón de Dios?

MS: –Le aconsejaría rezarle mucho al Espíritu Santo, y rezar su Rosario todos los días.

HE: –¿Ha sido visitada por almas que, en la Tierra, practicaran perversiones? Me refiero, por ejemplo, en la esfera sexual.

MS: –Sí, no están condenadas, pero han de sufrir mucho por su purificación. Por ejemplo, la homosexualidad: eso realmente procede del Maligno.

HE: –¿Qué consejo le daría entonces a las personas afectadas por la homosexualidad, o con tendencia a ella?

MS: –Rezar mucho por la fortaleza para alejarse de ella. Deberían dirigirle sus oraciones al Arcángel Miguel; él es el gran guerrero por excelencia contra el Maligno.

HE: –¿Qué actitudes de nuestro corazón puede llevarnos a perder nuestra alma del bien, e irnos al Infierno?

MS: –Es cuando el alma no quiere ir hacia Dios, cuando realmente le dice «no quiero».

HE: –Jesús dice que es difícil que un rico entre al Reino de los Cielos. ¿Ha visto algunos casos?

MS: –¡Sí! Pero si realizan buenas obras, obras de caridad, si practican el amor, ellos pueden entrar como los pobres.

HE: –¿Qué piensa de las prácticas del espiritsmo? Por ejemplo, de convocar espíritus de los fallecidos, las tablas Ouija («juego de la copa»), etc?

MS: –No es bueno. Siempre es malo. Es el demonio el que hace que el tablero se mueva.

HE: –¿Cual es la diferencia entre lo que usted está viviendo con las almas de los fallecidos y las prácticas espiritistas?

MS: –No se supone que convoquemos a las almas; yo no trato de traerlas. En el espiritismo, la gente trata de llamarlas. La distinción es bien clara y debemos tomarla con mucha seriedad. Si la gente va a creer en una sola de todas las cosas que he dicho, quisiera que fuera esta: aquellos que se involucran en el espiritismo (el juego de la copa y cosas por el estilo) creen que están convocando a las almas de los muertos. En realidad, si hay respuesta a sus llamados, sin excepción se trata de Satanás y sus ángeles. Los espiritistas (adivinos, brujos, etc) hacen cosas muy peligrosas para ellos y para quienes buscan su consejo. Se están atando la soga al cuello. Está prohibido, estrictamente prohibido, llamar a las almas de los muertos. Nunca lo he hecho, nunca lo hago y nunca lo haré. Si alguien se me aparece, es porque sólo el Señor se lo permite.

Notas:

- The Amazing Secret of the Souls in Purgatory, ha sido publicado en el original inglés por Queenship Publishing Co., P.O. Box 220, Goleta, CA 93116, Estados Unidos

- Maria Simma falleció el 16 de marzo de 2004, un mes después de la publicación de esta entrevista, en Sonntag, a los 89 años.

Publicado en versión 1.0 en septiembre de 2006

Corazón de Dinosaurio

En un artículo de nuestra sección de Biología aparecido en esta edición de Fides et Ratio, narramos algunas vacilaciones en torno que nos permite poner en duda al proceso de fosilización o, en forma más audaz, a la real antigüedad de los restos de los dinosaurios. En relación a esta inquietante posibilidad, resulta interesante comentar un artículo publicado en la prestigiosa revista Science en abril de 2000.

El doctor Andrew Kuzmitz, paleontólogo, había desenterrado junto a Michael Hammer los restos de un dinosaurio de fines del Cretáceo, datado presuntamente en 66 millones de años, en el estado de Dakota del Sur (Estados Unidos). Se trataba de un ejemplar de Thescelosaurus. Dentro de la cavidad torácica , se encontraron unos restos rocosos de configuración muy particular que, afortunadamente, fueron transportados con los huesos del animal a la Universidad de Carolina del Norte.

Las rocas fueron sometidas a diversos estudios, incluyendo una tomografía computada con reconstrucción tridimensional, técnica que utilizamos hoy por hoy para programar cirugías complejas para resolver un aneurisma aórtico o para la reconstrucción de la pelvis después de un traumatismo, por ejemplo. Pues bien, para el asombro de los siete médicos que evaluaron la muestra, los restos rocosos correspondían a un corazón completo, incluyendo el tracto de salida de la aorta.


El tórax del dinosaurio. Abajo a la derecha, con su forma oblonga, el corazón. (C) Sciencie Magazine

Cabe recordar que el corazón de los vertebrados superiores, incluyendo el nuestro, posee dos cavidades pequeñas llamadas aurículas y dos cavidades mayores llamadas ventrículos. El corazón de los reptiles modernos (serpientes, lagartos y tortugas) posee un ventrículo único, por lo cual la distribución de oxígeno y nutrientes a los tejidos periféricos es de menor calidad que la de las aves o mamíferos. El corazón del dinosaurio examinado poseía cuatro cámaras, por lo cual se asemeja enormemente al de las aves actuales, presuntos parientes más próximos de las bestias extinguidas. De este modo, en el artículo de Science se conjetura que la tasa metabólico de estos animales era elevada como el de los actuales vertebrados de sangre caliente.

Este increíble hallazgo arroja aún más incertidumbre sobre el real tiempo de desaparición de los dinosaurios o, por lo menos, sobre los conocimientos actuales del proceso de fosilización... ¿cómo explicar coherentemente la preservación de una estructura como el corazón a lo largo de decenas de millones de años?

La existencia de una Tierra más joven de lo que creemos es una hipótesis que lentamente ha cobrado vigor y que deberá demostrarse con hallazgos científicos, a la luz ética que sólo nuestra Fe en un Dios Creador de todo el universo puede darnos.


Publicado en formato 1.0 en septiembre de 2006

Bernard Nathanson ("el doctor Aborto")


La principal causa de mortalidad en Occidente no la constituyen, pese a lo difundido por ministerios y organizaciones internacionales, las enfermedades cardiovasculares, los tumores ni los accidentes.

La principal causa de muerte en la región del mundo autoproclamada cristiana es el aborto. Sólo como fruto del uso de los dispositivos intrauterinos (DIU) fallecen 50 millones de niños por año, la misma cifra de muertos que en la Segunda Guerra Mundial en su totalidad.

En un momento en el cual diversos intereses económicos a nivel mundial (y sus respectivos sicarios en nuestros pobres países) intentan imponer el aborto en América Latina, creemos que es momento de hacer mención a Bernard Nathanson.

El citado médico, de origen judío, fue conocido durante años como «el rey del aborto». Nathanson, según sus propias palabras en el Congreso de Conversos de Ávila (2002) ha sido el responsable directo de la muerte de 75 mil niños, incluyendo sus propios hijos.
Nathanson dirigía en Nueva York una clínica con 35 colegas a cargo, un plantel de 85 enfermeras... y un aborto cada 12 minutos, esto es, una máquina genocida superior a cualquiera de las temibles dictaduras de nuestros países de la segunda mitad del siglo XX... en pleno corazón de la «civilización» occidental. La clínica se llamaba Centro de Salud Reproductiva y Sexual (¿no les recuerda a las leyes sobre el tema en Argentina?) y Nathanson la dirigió hasta 1979.

Nathanson nació y creció en Nueva York, en el seno de una familia judía no practicante. Su padre, Joey Nathanson, había abdicado de su fe durante la Universidad y estuvo a punto de no casarse con quien sería la madre de Bernard, Harriet Dover, pero esta última amenazó con suicidarse si la boda no se concretaba. A posteriori, Bernard Nathanson se crió en un ambiente competitivo y lleno de rencillas, y también hizo apostasía de su fe hebrea a los 13 años.


Bernard continuó los pasos de su padre y estudió Medicina en Montreal. En 1945 comenzó su relación con una compañera de estudios de nombre Ruth, quien quedó embarazada. Al solicitarle consejo a su padre para contraer matrimonio, éste le recomendó abortar al niño, lo cual efectuaron en forma ilícita, poniendo a Ruth al borde de la muerte. Poco después, la relación con ella se interrumpió, al privilegiar Nathanson su carrera profesional por sobre la relación sentimental.

Tras obtener su título médico, Nathanson se incorporó al Hospital de Mujeres de Nueva York, donde entró en contacto con Larry Lader, colega ginecólogo, cofundador de la Liga de Acción Nacional por el Derecho al Aborto en 1969. Con argumentos falaces, incentivaron la idea de que la Iglesia Católica era la responsable de la muerte de las mujeres que se practicaban abortos ilegales.

Nathanson se involucró en forma directa en el tema en 1971, cuando se hizo cargo de la clínica mencionada líneas arriba. Junto a la realización de partos y cesáreas, se practicaban abortos a escala genocida. Paralelamente, la actividad proselitista de Nathanson y los suyos desembocó en la legalización del aborto en 1973.

En 1979 Nathanson dejó su cargo en la clínica y se convirtió en el Jefe del Servicio de Obstetricia del Saint Luke´s Hospital. La ecografía comenzaba a hacerse más disponible y precisa, y era posible observar la belleza de la cinética del corazón fetal.

«En esa época no sabíamos nada del feto, no teníamos forma de medirlo, ni verlo, ni confirmar su humanidad. Nuestro interés se centraba en la mujer, no en el bebé, pero cuando dejé la clínica y fui director de obstetricia en el Saint Luke Hospital de Nueva York, algo cambió», comentaría el propio Nathanson. «Allí empezábamos a tener la tecnología con la que hoy contamos. Por primera vez pudimos estudiar al ser humano en el vientre y descubrimos que no era distinto de nosotros: comía, dormía, bebía líquidos, soñaba, se chupaba el dedo, igual que un niño recién nacido. La verdad era que esto era un ser humano con dignidad, dada por Dios, que no debía ser destruido o dañado».



Nathanson dejó de practicar abortos y, en función de la tecnología ecográfica, logró crear el hoy conocido documental “El grito silencioso” en 1984, en el cual se observa en tiempo real la succión, descuartizamiento y muerte de un niño de 12 semanas de vida intrauterina. «Los proabortistas dijeron que era un montaje. Yo les he animado siempre a que, si piensan así, que hagan ellos su propia película de un aborto real, con sus propias imágenes. Nunca lo han hecho, porque saben muy bien lo que se vería», comentaría meses después el propio Nathanson.

En la prestigiosa revista médica The New England Journal of Medicine, editada desde 1812 y leída semanalmente por médicos de todas las latitudes, escribió un comentario sobre su experiencia con los ultrasonidos, reconociendo que en el feto existía vida humana: «el aborto debe verse como la interrupción de un proceso que de otro modo habría producido un ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión moral» (sic).

El camino de la vuelta a Dios de Nathanson se iniciaría con el famoso psiquiatra Karl Stern, exiliado judío-alemán durante el nazismo, quien se había convertido al cristianismo en 1943 y autor de su autobiografía “El Pilar de Fuego”. La lectura del mismo y la concurrencia a actos de grupos provida iniciaron la chispa de la conversión del propio Nathanson. «Por primera vez en toda mi vida de adulto, empecé a considerar seriamente la noción de Dios, un Dios que había permitido que anduviera por todos los proverbiales circuitos del infierno, para enseñarme el camino de la redención y la misericordia a través de su gracia», expresaría, para agregar «ese pensamiento contradecía todas las dieciochescas certezas que tan queridas habían sido para mí; en un instante convirtió mi pasado en una repugnante ciénaga de pecado y maldad; me acusó y condenó de graves crímenes contra los que me amaban y contra aquellos que ni siquiera conocí; y a la vez -milagrosamente- me ofreció una reluciente chispa de esperanza, en la creencia, cada vez más firme, en que, hace dos milenios, Alguien había muerto por mis pecados y mi maldad».

Tentado por el suicidio y por la New Age, Nathanson pasó por el alcohol, las benzodiacepinas, los libros de autoestima y el psicoanálisis, hasta que llegó el momento del padre John McCloskey. «Él fue mi guía, mi Virgilio en el infierno. Me convencí de la verdad, de que la gran mentira ya no dominaba mi vida. Ahora mi trabajo "provida" salía del corazón y del alma, no sólo del cerebro».

El doctor Bernard Nathanson ha escrito, entre otros, el libro The Hand of God. A Journey from Death to Life by the Abortion Doctor Who Changed His Mind. («La mano de Dios. Un viaje de la muerte a la vida por el Dr. Aborto, que cambió su mente»). Pronto se convirtió en el blanco de fuerzas siniestras, incluyendo amenazas de muerte para él y su familia, para quienes una conversión semejante se convirtió en un peligro para sus intereses económicos: en diciembre de 1996, en la Catedral de S. Patricio de Nueva York, el Cardenal John O´Connor le administró los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Su madrina fue Joan Andrews, conocida defensora del movimiento provida en los Estados Unidos.

El increíble ejemplo de la conversión de Nathanson nos señala la omnipotencia de la gracia de Dios. Como inquietante final, vale citar unos párrafos del libro de Nathanson, en el cual sugiere un futuro siniestro en virtud del nuevo interés de las grandes corporaciones financieras mundiales: imponer la eutanasia: «Basándome en mi experiencia con una modalidad similar de paganismo extremo, puedo predecir que habrá empresarios que montarán pequeños y discretos sanatorios para aquellos que deseen morir o hayan sido persuadidos o coaccionados o engañados por los médicos (...). Pero eso no será más que la primera fase. Cuando los “tanatorios” prosperen y se expandan, formando cadenas de clínicas y redes de concesionarios, los economistas tomarán el mando, y recortarán gastos y costes corrientes a medida que aumente la competencia. En su versión final, los “tanatorios” (reorganizados, eficientes y económicamente intachables) se parecerán más que a ninguna otra cosa a las fábricas de producción en serie en que se han convertido las clínicas abortistas, y (en una fase posterior) a los hornos de Auschwitz».

La Iridología

El siglo XXI comparte un triste privilegio junto a las antiguas civilizaciones egipcia y caldea y a la Baja Edad Media europea: su inocultable y peligrosa pasión por el ocultismo. Siendo justos, esta forma moderna de paganismo tiene sus raíces en el siglo XIX, con el auge de la masonería y sus formas de expresión más agresivas, como el nazismo, el movimiento de la Nueva Era, la antroposofía, el comunismo y otras heridas para el alma de los hombres.


La medicina no ha sido ajena a esta aventura descarriada, y así como médicos y brujos eran indistinguibles en el Egipto faraónico o en la Babilonia caldea, hoy día son numerosos los profesionales de la salud volcados a prácticas que carecen de todo fundamento científico y, en muchas ocasiones, son manifestaciones de una idolatría de proporciones repulsivas.


Si bien el listado es extenso, hemos comentado en ediciones anteriores la absoluta falta de ciencia que rodea a la práctica del Rei Ki, a las flores de Bach o a la medicina antroposófica. Ha llegado el turno de debatir los componentes científicos y esotéricos de la llamada iridología, cuyos primeros registros (¿casualmente?) se remontan a los últimos tiempos del Egipto antiguo.


Según los «profesionales» que practican esta disciplina, cada órgano o sistema y, sobre todo, cada actividad psíquica del ser humano está representada o «mapeada» en el iris. Es prudente recordar que el iris es la región coloreada de nuestros ojos, una gran estructura fundamentalmente muscular, preparada para regular el tamaño de la pupila y, de ese modo, la cantidad de luz que llega a la retina.


Los iridólogos llaman a las presuntas zonas de mapeo del iris «campos orgánicos», los cuales representan al cuerpo material y a un supuesto «cuerpo energético». De acuerdo con las enseñanzas de la iridología, basándose en la coloración, topografía y textura del iris puede llegarse al diagnóstico de la condición de un enfermo.


Los presuntos "campos orgánicos" en un mapa esotérico del iris



Nuevamente es recomendable hacer una aclaración en este momento. Existen enfermedades sistémicas, entre las que merecen ser destacadas la hipertensión arterial y la diabetes, que afectan al ojo, por lo que la exploración del mismo en el consultorio puede resultar clave. Sin embargo, lo que hacemos en ese caso es una práctica llamada «fondo de ojo» y que consiste en observar en detalle los vasos y la papila de la retina, no del iris.


Fondo de ojos de un paciente hipertenso (las flechas blancas señalan exudados, las negras señalan hemorragias)

Retornando al núcleo de nuestro artículo, quienes practican esta disciplina (lamentablemente muchos colegas médicos, aunque también existen acupunturistas, naturópatas y otros individuos sin conocimientos de biología humana) se basan fundamentalmente en su principal compilador, el médico húngaro Péczely, quien sistematizó este método a fines del siglo XIX.

Existen numerosos trabajos y estudios publicados que demuestran la ausencia absoluta de disciplina científica en la iridología. Por sólo hacer mención a la más conocida, cito aquí la experiencia efectuada allá por 1979 donde el afamado médico iriólogo B. Jensen (creador del "mapa" de la primera figura que acompaña esta nota) y otros 2 socios evaluaron mediante su técnica a 143 personas para determinar cuales de ellos padecían enfermedades renales. Ninguno de los intervinientes logró detectar cuales pacientes tenían enfermedades en sus riñones y cuales no estaban enfermos, y de hecho fueron diagnosticados como pacientes sanos al 74% de los candidatos a trasplante por insuficiencia renal.

Desde un punto de vista científico, la iridología presenta el mismo rigor y objetividad que la astrología con sus horóscopos y otras mentiras sistemáticas. Por otra parte, la iridología carece de reproducibilidad, condición fundamental de la investigación en ciencias (un iridólogo puede observar fotos tomadas con minutos de diferencia del iris de una misma persona y sacar conclusiones completamente diferentes de ellas).

Y desde el punto de vista de nuestra Fe... ¿qué es el «cuerpo energético»? ¿Qué es el «mapa del iris»? Cuando se pretende ocupar un lugar en el campo de las ciencias y la información que se brinda es una superchería, la catalogamos como mentira. Pero cuando roza el terreno de la simple adivinación, como impresiona ser la iridología... ¿no estamos ante una forma más de ocultismo, una ola más de idolatría en el océano de confusión que rodea a nuestro tiempo en el que, lamentablemente, muchos pretenden hundir tanto a la objetividad de la ciencia como al único Camino, Verdad y Vida...?