Dios,
que recibes hasta la derrota,
cuando
ha luchado tanto el derrotado
que de
su sangre la postrera gota
quedó
sobre el costado traspasado.
Dios,
que no despreciaste ni el desastre
cuando
ha luchado un poco el desastrado
pero la
ola, el viento, el rumbo, el lastre
y los
astros no estaban de su lado.