(1) Para saber
Al tratar sobre el desarrollo de los pueblos, el Papa Benedicto XVI ha querido poner énfasis en que su logro no está sólo en soluciones “técnicas”, es decir, el problema no es sólo económico o político, sino que es más profundo, ya que tiene relación con la vocación que tiene cada hombre para vivir el amor. Pero ese amor debe estar fundamentado en la verdad.
Al tratar sobre el desarrollo de los pueblos, el Papa Benedicto XVI ha querido poner énfasis en que su logro no está sólo en soluciones “técnicas”, es decir, el problema no es sólo económico o político, sino que es más profundo, ya que tiene relación con la vocación que tiene cada hombre para vivir el amor. Pero ese amor debe estar fundamentado en la verdad.
La humanidad ya tiene un modelo de ese amor: lo encuentra en Dios hecho hombre, en Jesús. De ahí que afirme el Papa que el anuncio de Cristo es el primero y principal factor de desarrollo, pues ese amor nos enseñará a dar y a darnos al prójimo. Jesucristo viene a comunicarnos ese amor para que, a su vez, podamos darlo nosotros también (Cfr. Caridad en la verdad, n.8).
2) Para pensar
Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.
Mientras caminaban, vieron junto a la vereda un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias.
El alumno dijo al profesor: “Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre”.
“Mi querido amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Mejor coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre”.
Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo. Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar.
Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda. Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda; de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.
El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas. “Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma?”.
El joven respondió: “Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir”.
3) Para vivir
El motivo de la reciente encíclica fue el cuarenta aniversario de la publicación de la Encíclica de Pablo VI llamada “El desarrollo de los pueblos”. Después de ese documento, el mundo ha experimentado un cambio: el fenómeno de la “globalización”. El riesgo, dice el Papa, es que al olvidar el aspecto ético, no haya un verdadero crecimiento humano de todos los pueblos.
Sólo la fuerza del amor podrá vencer al mal con el bien y se podrán abrir las conciencias de los seres humanos a unas relaciones recíprocas de libertad y de responsabilidad que eliminen las injusticias (Cfr. Caridad en la verdad, n.9).