miércoles, 1 de marzo de 2006

11 de Septiembre... de 1683



Todos recordamos claramente la barbarie vivida el 11 de septiembre de 2001, en la cual miles de civiles de variadas nacionalidades y credos perdieron la vida en la sucesión de atentados terroristas, perpetrados presumiblemente por Al Qaeda, en la ciudades estadounidenses de Nueva York y Washington.


Acaso nunca podrán entenderse las razones que propulsaron a los autores materiales e intelectuales de semejante genocidio. Pero quizás resulte interesante detenernos en la razón de la elección de la fecha para este acto criminal.

Para ello, es conveniente viajar en nuestra mente hasta la Europa del siglo XVII. Si nos situamos históricamente en 1683, veremos a la Francia de Luis XIV en plena consolidación como potencia regional, amenazando al Imperio Austríaco de Leopoldo I, sacudido también por rebeliones del pueblo húngaro. Sin embargo, el emperador tenía un motivo aún mayor para preocuparse...

El monumental Imperio Otomano, regido férreamente por el gran visir Kara Mustafá, era dueño de la actual Turquía, de los Balcanes, y de los modernos territorios de Egipto, Libia, Túnez, Marruecos y Mauritania. Ejercía un amplio dominio del Mediterráneo Oriental desde el siglo XV y nuevamente se hallaba ante las puertas de Viena, como había ocurrido en 1529. La potencia militar y estratégica turca inició el sitio de la ciudad el 16 de julio de 1683.

Entre los aliados al Imperio Austríaco se encontraba Polonia, cuyo rey Juan III Sobieski («el león del Norte») aportó un generoso número de tropas, pero, fundamentalmente, hizo que las mismas se consagraran a la Virgen María y participaran del sacrificio eucarístico. Así, se inició a las puertas de la ciudad de Viena la gran batalla entre el ejército europeo de 75 mil hombres y el ejército otomano de al menos 200 mil soldados.

La victoria del ejército austropolaco evitó la caída de Europa Occidental ante el Islam. «Veni, vidi, Deus vicit» sostuvo el rey polaco en ese inolvidable 11 de septiembre, fecha en que se inició la batalla para concluir al día siguiente, el cual quedó instituido como el día del Dulce Nombre de María en agradecimiento a Nuestra Señora.

Conociendo esto... ¿creen todavía que la elección de la fecha de la aberración ocurrida en 2001 ha sido fruto del azar?


Revista Digital Fides et Ratio (Argentina)
Publicado en formato 1.0 en marzo de 2006