Si bien sus primeros pasos los desarrolló como enfermero en La Guardia durante casi 11 años, en 1888 fue destinado a Deusto, donde durante el sorprendente lapso de casi 42 años ejercicio el doble rol de sacristán y portero.
Francisco tuvo la notable virtud de santificar su obligación diaria, de convertir en un santo de la vida profesional. Como cita el Decreto de Virtudes Heroicas, fue un “santo de la vida ordinaria”, tanto un profesional santo como un santo profesional.
Sólo se han documentado 3 salidas en esos 42 años, incluyendo la que sería su partida a la enfermería allí en Deusto antes de partir a la Casa del Padre. Francisco Gárate era entrega a todos, para todos y por todos, tanto para lo natural y cotidiano como para lo sobrenatural, con una real devoción a la Voluntad Divina.
Él mismo afirmaba que su gran escuela eran los Ejercicios Espirituales del fundador de la Orden, San Ignacio de Loyola. Sabemos que fue un contemplativo en la acción, resolviendo sus tareas por amor, como queriendo hacer de su vida un don. La noche del 8 al 9 de septiembre de 1929 el hermano Francisco partía a su última morada; el 16 de octubre de 1985 su Santidad, Juan Pablo II, lo beatificaba rumbo a los altares.
Beato Francisco Gárate, ruega por nosotros.
Publicado en formato 1.0 en octubre de 2007