(1) Para saber
Estos días de Cuaresma, el Papa nos ha sugerido que sean como entrar a un gran retiro espiritual de 40 días, “animados por un espíritu más intenso de oración y de reflexión, de penitencia y de ayuno”. Es un tiempo que nos prepara para las celebraciones de la Pascua, corazón del año litúrgico y de toda nuestra existencia, que nos ha de llevar a tomarnos más en serio nuestro espíritu cristiano y vivir la caridad con todos.
Ese espíritu cristiano ha ido impregnado las culturas cristianas, más de lo que pensamos, aunque ciertamente todavía hace falta mucho por hacer.
Una persona contaba una interesante experiencia. Es católica y se fue hace años a vivir a un país en donde los cristianos son una reducida minoría, a Kazajstán, que está en el centro de Asia.
Contaba que en ese país los cristianos son muy pocos, pues se viven diversas creencias, incluso hay muchos ateos. Y como esta persona no es de ese país, muchas veces se le dificulta moverse por las calles donde hay letreros en una lengua que no domina y costumbres extrañas. Muchas veces ha requerido de ayuda. Y ha sido una constante que cuando está confuso en medio de la calle, y se le acerca alguien para preguntarle si se le ofrece algo, ha sucedido siempre que esa persona es cristiana. Nunca ha sido alguien que no sea cristiano. En ese país donde son muy pocos cristianos, éstos se identifican por ese espíritu de servicio y amor al prójimo.
A veces nos podemos acostumbrar a que la gente tenga cierto espíritu servicial y no sabemos que se lo debemos a la caridad del Señor que ha impregnado la sociedad.
(2) Para pensar
El Papa nos previene para que los compromisos y las preocupaciones de la vida no nos hagan caer en la rutina, y nos olvidamos de la extraordinaria aventura en la que nos ha involucrado Jesús, que nos olvidemos de las exigencias que comporta el seguir a Jesús. Si aprovechamos este tiempo para volver a Jesús, eso repercute directamente en el amor a los demás.
Cierta vez se llevó a cabo un concurso para encontrar al niño más cariñoso. El ganador fue un niño de 4 años, vecino de un anciano cuya esposa había fallecido recientemente. El niño, al ver al anciano llorar en el patio de su casa, se acercó y se sentó en su regazo. Cuando su mamá le preguntó que le había dicho al vecino, el niño le contestó… «-Nada, sólo lo ayudé a llorar…-»
Como el niño de la anécdota, vivir la caridad no implica hacer grandes y extraordinarias tareas, sino vivir el amor con delicadeza: ayudar al necesitado, cuidar un enfermo, acompañar o estar con quien está solo, etc.
(3) Para vivir
El santo Padre nos recuerda que la conversión es ante todo una gracia, un don que abre el corazón al amor de Dios. El Señor nos da su gracia para desear convertirnos y nos acompaña en nuestros esfuerzos. Convertirse quiere decir, entonces, dejarse conquistar por Jesús y «volver» con Él al Padre.
Para vivir el espíritu cristiano es indispensable estar unidos a Dios, dejarlo inhabitar en nuestra alma. Por ello el Papa nos invita en esta Cuaresma a acudir al sacramento de la Reconciliación. Así, mantendremos despierta la conciencia de nuestro ser cristianos y viviremos el amor de Dios.
El Papa terminó una intervención, manifestando su deseo: “¡Buena Cuaresma a todos!”
Estos días de Cuaresma, el Papa nos ha sugerido que sean como entrar a un gran retiro espiritual de 40 días, “animados por un espíritu más intenso de oración y de reflexión, de penitencia y de ayuno”. Es un tiempo que nos prepara para las celebraciones de la Pascua, corazón del año litúrgico y de toda nuestra existencia, que nos ha de llevar a tomarnos más en serio nuestro espíritu cristiano y vivir la caridad con todos.
Ese espíritu cristiano ha ido impregnado las culturas cristianas, más de lo que pensamos, aunque ciertamente todavía hace falta mucho por hacer.
Una persona contaba una interesante experiencia. Es católica y se fue hace años a vivir a un país en donde los cristianos son una reducida minoría, a Kazajstán, que está en el centro de Asia.
Contaba que en ese país los cristianos son muy pocos, pues se viven diversas creencias, incluso hay muchos ateos. Y como esta persona no es de ese país, muchas veces se le dificulta moverse por las calles donde hay letreros en una lengua que no domina y costumbres extrañas. Muchas veces ha requerido de ayuda. Y ha sido una constante que cuando está confuso en medio de la calle, y se le acerca alguien para preguntarle si se le ofrece algo, ha sucedido siempre que esa persona es cristiana. Nunca ha sido alguien que no sea cristiano. En ese país donde son muy pocos cristianos, éstos se identifican por ese espíritu de servicio y amor al prójimo.
A veces nos podemos acostumbrar a que la gente tenga cierto espíritu servicial y no sabemos que se lo debemos a la caridad del Señor que ha impregnado la sociedad.
(2) Para pensar
El Papa nos previene para que los compromisos y las preocupaciones de la vida no nos hagan caer en la rutina, y nos olvidamos de la extraordinaria aventura en la que nos ha involucrado Jesús, que nos olvidemos de las exigencias que comporta el seguir a Jesús. Si aprovechamos este tiempo para volver a Jesús, eso repercute directamente en el amor a los demás.
Cierta vez se llevó a cabo un concurso para encontrar al niño más cariñoso. El ganador fue un niño de 4 años, vecino de un anciano cuya esposa había fallecido recientemente. El niño, al ver al anciano llorar en el patio de su casa, se acercó y se sentó en su regazo. Cuando su mamá le preguntó que le había dicho al vecino, el niño le contestó… «-Nada, sólo lo ayudé a llorar…-»
Como el niño de la anécdota, vivir la caridad no implica hacer grandes y extraordinarias tareas, sino vivir el amor con delicadeza: ayudar al necesitado, cuidar un enfermo, acompañar o estar con quien está solo, etc.
(3) Para vivir
El santo Padre nos recuerda que la conversión es ante todo una gracia, un don que abre el corazón al amor de Dios. El Señor nos da su gracia para desear convertirnos y nos acompaña en nuestros esfuerzos. Convertirse quiere decir, entonces, dejarse conquistar por Jesús y «volver» con Él al Padre.
Para vivir el espíritu cristiano es indispensable estar unidos a Dios, dejarlo inhabitar en nuestra alma. Por ello el Papa nos invita en esta Cuaresma a acudir al sacramento de la Reconciliación. Así, mantendremos despierta la conciencia de nuestro ser cristianos y viviremos el amor de Dios.
El Papa terminó una intervención, manifestando su deseo: “¡Buena Cuaresma a todos!”
Publicado en formato 1.0 en marzo de 2008