Nuestra hermosa Luna es un cuerpo geológicamente activo. A lo largo de los últimos siglos, por medio de los distintos tipos de telescopios desarrollados, los observadores nos han descriptos cambios de color, brillo, distribución de «manchas» y distintos fenómenos en la superficie lunar. Basta recordar al astrónomo más conocido del siglo XVIII, William Herschel (el descubridor de Urano y de los sistemas de estrellas dobles, entre otros), quien relata incluso fenómenos volcánicos activos en sus diarias observaciones de la superficie lunar.
Estos procesos suelen ser de corta duración, motivo por el cual se los ha denominado Fenómenos Lunares Transitorios (TLP, por la abreviatura inglesa de Transient Lunar Phenomena).
A partir del siglo XIX se ha especulado con una edad lunar del orden de los 4500 millones de años, lo cual, de acuerdo con las hipótesis que se sostienen para su origen, obligarían a una Luna geológicamente inactiva (dado que nuestro satélite tiene una masa sensiblemente menor que la de la Tierra, debería haberse enfriado mucho más rápidamente y carecer prácticamente de magma en su interior).
En contraste con dicha hipótesis, el número de los citados TLP es tan alto, que obligó a la publicación inicial en 1968 de un reporte por parte de la NASA que conocemos como Chronological Catalog of Reported Lunar Events (haciendo un click aquí puede accederse al documento original en inglés). Este catálogo, también llamado NASA TR R-277, es el listado más completo de eventos de la superficie lunar desde el siglo XVI hasta la fecha de su publicación, incluyendo más de 500 citas por alrededor de 300 observadores diferentes en Occidente.
Resulta difícil compatibilizar la presunción teórica de un cuerpo celeste "muerto" desde hace teóricos miles de millones de años con siglos y siglos de observaciones debidamente reportadas por centenares de astrónomos sobre eventos en la superficie lunar.
Si la Luna es una esfera rocosa de interior glacial, sin terremotos ni actividad volcánica, resulta difícil explicar este frondoso anecdotario de TLP. Esta contradicción es explicable acaso si en realidad nuestro sistema Tierra - Luna es notablamente más joven de lo que pensamos, con lo cual nuestro satélite, aún en proceso de enfriamiento, nos revela que aún está geológicamente vivo, en coincidencia con lo descripto por astrónomos de la talla de Galileo, Herschel o los modernos observadores de fines del siglo XX.