Desde que estuve por primera vez en China en 1980 me he preguntado qué es lo que obligaría finalmente al Partido Comunista Chino a abandonar la política del hijo único. Ahora por fin lo sabemos.
Y por cierto no han sido las amargas quejas del pueblo chino sobre inenarrables atropellos a sus familias y a sus niños lo que hizo cambiar la mente colectiva del partido. El Partido Comunista nunca ha dejado de imponer su voluntad y controlar totalmente a la población china. De hecho, a pesar que la retórica demagógica dice lo contrario, las masas chinas existen para servir al Estado y no a la inversa. Es un crimen en China criticar la política del Partido y los que critican son castigados y aislados.
Al Partido tampoco le ha preocupado los millones de niños, tanto recién nacidos como por nacer, que han sido sacrificados a consecuencia de esta política. Después de todo, eliminar a las personas es el propósito central de cualquier política del control de población. Deng Xiaoping marcó la pauta de la política en el año 1979 cuando dijo, “Usen cualquier medio que tengan (para controlar la población de China), solo háganlo. Con el apoyo del Partido Comunista Chino no tienen nada que temer”. Desde entonces los funcionarios del Partido vienen “haciendo” a las mujeres chinas lo que desde el Estado se dictaminó, a ritmo de 7 a 10 millones de abortos al año.
¿Se podría pensar que los líderes del Partido empezaron a lamentar las masivas violaciones a los derechos humanos que la política del hijo único conlleva y que incluso actualmente siguen llevándose a cabo? Difícil. Enviar escuadrones de abortistas a cazar a mujeres embarazadas, arrestarlas por violar la política del hijo único, hacerlas abortar y luego esterilizarlas en contra de su voluntad requiere de un equipo de funcionarios insensibles. 30 años dedicados a hacer lo mismo debe haberlos blindado contra cualquier sentimiento de compasión o solidaridad. Es muy poco probable que Hu Jintao simplemente haya despertado alguna mañana y atormentado por la culpa se haya dicho a sí mismo, “Esto está mal”.
No, la razón por la cual la política encuentra su fin, no tiene nada que ver con consideraciones o sentimientos humanos en absoluto, sino con el frío cálculo del dinero. China ahora tiene escasez de mano de obra y su apetito por crecer económicamente se estrella contra la evidencia de las cifras. Son los 400 millones de personas que hoy serían jóvenes en edad productiva que se han eliminado en las últimas 3 décadas.
Durante los últimos 20 años, las provincias de la costa han estado buscando en lo recóndito de China jóvenes para que ocupen puestos de trabajo en las plantas de ensamblaje de las fábricas. Jóvenes que de no ir a las fábricas, sufrirían hambre en su lugar de origen. De esta manera, los pueblos de China se han vaciado y ahora son principalmente hogar de pequeños y un creciente número de ancianos.
China parece haber llegado al punto de inflexión de Lewis. Esta situación fue definida por primera vez por Arthur Lewis, Premio Nobel de economía, para describir el momento crítico del crecimiento económico de un país en desarrollo cuando su oferta de mano de obra se agota.
En mi opinión, China ya ha alcanzado el punto de inflexión de Lewis, dado que salarios, precios e inflación están en aumento en China. Otros, como Dong Tao, economista jefe regional del “Credit Suisse Bank” en Hong Kong, dice que China llegará a ese punto en dos o tres años.
Los líderes comunistas de China se dan cuenta que han creado una escasez artificial de mano de obra por medio de la draconiana política de un solo hijo, eliminando a un aproximado de 400 millones de personas de la población. Pero su problema estriba en que no pueden admitirlo públicamente. Sería admitir que su política estuvo errada desde un inicio y eso deslegitimaría a su gobierno.
Así que han decidido desmontar la actual política poco a poco. Por ahora han pensado en cambiar a una política nacional de dos hijos.Por supuesto, esto no va a acabar con los abusos. Por una sencilla razón: El Estado no renunciará a continuar con el control de la reproducción del pueblo chino ni el uso de los medios que ha venido utilizando hasta la fecha. Y seguirán habiendo mujeres detenidas por el crimen de estar embarazadas, encerradas hasta que den su consentimiento para un aborto y se les realizará el aborto en contra de su voluntad. Es el mismo sistema donde solamente cambiará un guarismo. Ahora será para las mujeres que se embaracen de su tercer hijo, ya no del segundo.
En suma, el Partido Comunista de China continuará violando uno de los derechos fundamentales del pueblo chino: el derecho de decidir por ellos mismos el número y espaciamiento de sus hijos.
Steven Mosher