miércoles, 1 de junio de 2011

Teología del Cuerpo, Teología del Amor

El Papa recibió el pasado 13 de mayo de 2011 a los participantes en el Encuentro promovido por el Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia.
 

Al inicio del discurso, el Santo Padre recordó que hace treinta años, el nuevo Beato Juan Pablo II fundó este Instituto y el Pontificio Consejo para la Familia, y precisamente el 13 de mayo de hace también treinta años "sufrió el terrible atentado en la Plaza de San Pedro".
 
Benedicto XVI indicó algunos puntos de reflexión a los miembros del Instituto para "conjugar la teología del cuerpo con la teología del amor y encontrar la unidad del camino del hombre".
 
Tras poner de relieve que "el cuerpo es el lugar donde el espíritu puede habitar", el pontífice señaló que "a la luz de esto se puede entender que nuestros cuerpos no son materia inerte, pesada, pero hablan si sabemos escuchar, el lenguaje del amor verdadero".
 
"El cuerpo -explicó- nos habla de un origen que no nos hemos conferido a nosotros mismos. (...) Sólo cuando reconoce el amor originario que le ha dado la vida, el ser humano puede aceptarse a sí mismo, puede reconciliarse con la naturaleza y con el mundo".
 
Refiriéndose a la creación de nuestros primeros padres, el Papa afirmó que "los cuerpos de Adán y Eva, antes de la caída, aparecen en perfecta armonía. En ellos hay un lenguaje que no han creado, un eros enraizado en su naturaleza, que les invita a recibirse mutuamente por el Creador, para poderse donar. (...) La unión en una sola carne se convierte entonces en unión de toda la vida, hasta que el hombre y la mujer llegan a ser un solo espíritu. (...) En este sentido -continuó-, la virtud de la castidad recibe un nuevo sentido. No es un "no" a los placeres y a la alegría de la vida, sino el gran "sí" al amor como comunicación profunda entre las personas, que requiere tiempo y respeto, como camino juntos hacia la plenitud y como amor que llega a ser capaz de generar vida y de acoger generosamente la vida nueva que nace".
 
El Santo Padre indicó que "el cuerpo contiene también un lenguaje negativo: nos habla de opresión del otro, del deseo de poseer y de explotar. Sin embargo, sabemos que este lenguaje no pertenece al plan original de Dios, sino que es fruto del pecado. Cuando se separa de su sentido filial, de su conexión con el Creador, el cuerpo se rebela contra el hombre, pierde su capacidad de mostrar la comunión y se convierte en terreno de apropiación del otro. ¿No es este -preguntó- el drama de la sexualidad, que hoy permanece encerrada en el círculo estrecho del propio cuerpo y en la emotividad, pero que en realidad sólo se puede realizar en la llamada a algo más grande?".
 
"Dios ofrece al hombre un camino de redención del cuerpo, cuyo lenguaje es preservado en la familia" y es en ella "donde se entrelazan la teología del cuerpo y la teología del amor. Aquí se vive el don de sí en una sola carne, en la caridad conyugal que une a los esposos. Aquí se experimenta la fecundidad del amor y la vida se une a la de otras generaciones. En la familia el hombre descubre su relacionalidad, no como un individuo autónomo que se auto-realiza, sino como hijo, esposo, padre, cuya identidad se basa en el ser llamado al amor, a recibirse de otros y a darse a los demás".
 
Benedicto XVI concluyó recordando que "Dios asumió el cuerpo y se reveló en él. (...) Como Hijo, recibió el cuerpo filial en la gratitud y en la escucha del Padre, y donó este cuerpo por nosotros, para generar así el cuerpo nuevo de la Iglesia".

Fuente: Servicio Vaticano de Noticias