Sin embargo, estos pasos naturalmente inexorables pueden ser modificados parcialmente por distintos medios tecnológicos o incluso por acción de ciertos agentes naturales. Las formas más reconocidas de evitar la corrupción de los cuerpos son la taxidermia (o embalsamamiento, en la cual se tratan y preservan los tegumentos externos) y la momificación, pudiendo ser esta última producida por el hombre o fruto simplemente de las condiciones climáticas adecuadas, como ocurrió con las clases pobres del Antiguo Egipto o con numerosas momias andinas.
Momia incaica (San Juan, Argentina)
Sin embargo, dejando de lado los cadáveres embalsamados o momificados, existe otra forma de conservación de los cuerpos, en la cual, sin mediar procedimiento alguno realizado por el hombre, el proceso de corrupción no se desarrolla o bien ocurre a una tasa tan lenta que no resulta explicable.
Esto se conoce con el nombre de incorrupción, y se caracteriza por dos hechos fundamentales:
- no existe absolutamente modo alguno (biológico, médico o científico «racional») capaz de explicar el fenómeno
- sólo ocurre en el seno de la Iglesia Católica
Beato Sebastián de Aparicio (fallecido en México en 1600)
Efectivamente, es notable la cantidad de personas ejemplares en la historia de la Iglesia que han sido agraciadas con esta particular condición, ya que sus cuerpos se encuentran hoy día virtualmente sin cambios con respecto al día de su fallecimiento, sin que técnica o método alguno hayan contribuido a que así sea. Se trata de un don sobrenatural que cientos de años de ciencia moderna no han podido explicar.
Es claro que el Creador por su intercesión ha preservado incorruptos los cuerpos mortales de santas y santos, manifestando su Gloria y su potestad sobre la naturaleza, casi desafiando abiertamente nuestra incredulidad.
Algunos de estos cuerpos se acompañan incluso de otros fenómenos milagrosos, como emanar olor a rosas. Por mencionar solamente algunos ejemplos, y sin dar una lista excluyente, podemos citar entre otros a:
- Beata Jacinta Marto (vidente de Fátima)
- Beato Ángelo de Acri
- San Anselmo de Biaggio
- San Bernardino de Siena
- San Ignacio de Laconi
- San Juan Bosco (el santo de los jóvenes)
- San Juan de la Cruz (doctor de la Iglesia)
- San Juan Vianney
- San Silvano (incorrupto desde hace 1700 años)
- Santa Aurelia
Santa Bernardita Soubirous (vidente de Lourdes), fallecida en 1879 -foto de Corazones.org-
- Santa Catalina de Bolonia
- Santa Catalina de Siena
- Santa Catalina Laboure (vidente de la Medalla Milagrosa)
- Santa Clara de Asís (fundadora de las Clarisas)
- Santa Clara de Montefalco
- Santa Margarita de Alacoque
- Santa Rita de Casia
Este proceso maravilloso y científicamente inexplicable no hace más que revelarnos el absoluto dominio de Dios sobre su Creación, pasmando nuestra diminuta soberbia científica y mostrando que el único camino es la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo hace ya 2000 años.