martes, 1 de agosto de 2006

Akita (apariciones marianas en Japón)



Si bien a lo largo de toda la historia de la cristiandad han ocurrido apariciones y fenómenos extraordinarios relacionados con la Virgen María (alguno de ellos, como el del Pilar, incluso con María viva en la Tierra), los últimos 150 años han sido particularmente productivos en el número y localización de las apariciones, invitándonos sistemáticamente a la conversión.

Sin dudas, uno de los ejemplos más categóricos es el ocurrido en una nación con minoría católica, como es el Japón, específicamente en Akita, allá por 1973. Se trata de apariciones estudiadas y avaladas por la Iglesia.


María Santísima en Akita (Nuestra Señora de Todos los Pueblos)

En realidad, cuatro años antes, en 1969, quien sería la vidente de María, la hermana Inés Sasagawa, fue visitada por un ángel mientras rezaba el rosario. El mensajero (al fin y al cabo, la gran misión de los ángeles) le dijo que al final de cada misterio rezara una oración («Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados; líbranos del fuego del infierno; lleva a todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia.»). La hermana Inés desconocía esta oración... que es la que la Santísima Virgen había enseñado a los pastorcitos de Fátima en 1917. Era sólo una muestra de la relación entre los mensajes de Akita y lo profetizado en Fátima.

Sor Agnes (Inés) Sasagawa, vidente de Akita

La mencionada hermana Inés había nacido en 1931 y había sido curada de una enfermedad invalidante en sus piernas con agua bendita de Lourdes, convirtiéndose al catolicismo en 1956 e iniciándose en la vida religiosa, sin que una grave hipoacusia se lo impidiera.

Volviendo al relato, en junio de 1973, la hermana pudo ver rayos luminosos que surgían del sagrario de la capilla, fenómeno que se hizo más evidente el domingo 24 de ese mes. El jueves siguiente, en la mano izquierda de sor Inés surgió un estigma, el cual se hizo marcada y progresivamente más doloroso, adoptando forma de cruz. Sería el viernes 3 de julio, en plena madrugada, cuando su ángel custodio nuevamente se le manifestó diciéndole: «No temas. Soy el que está a tu lado y te guarda. Ven y sígueme. No reces únicamente por tus pecados, sino en reparación por los pecados de la humanidad. El mundo actual hiere al Sacratísimo Corazón de Jesús con sus ingratitudes y sus ultrajes. La herida de la mano de la Santísima virgen María es mucho más profunda que la tuya. Ahora vamos hacia la capilla.»

En efecto, sor Inés se dirigió a la capilla para arrodillarse frente al sagrario en adoración... y advertir que la estatua de la Santísima Virgen presentaba un estigma semejante al suyo. Fue entonces cuando, pese a su trastorno de audición, escuchó una voz procedente de la imagen que le decía: «Hija mía, mi novicia, tú me has obedecido bien abandonándolo todo para seguirme. ¿Es penosa la enfermedad de tus oídos? Puedes estar segura que curarán. Ten paciencia. Es la última prueba. ¿Te duele la herida de la mano? Reza en reparación de los pecados de la humanidad. Cada persona en esta comunidad es mi hija. ¿Rezas bien la oración de las siervas de la Eucaristía? Entonces recémosla juntas: "Sacratísimo Corazón de Jesús, verdaderamente presente en la Sagrada Eucaristía, Yo consagro mi cuerpo y mi alma para que sea enteramente uno con tu corazón que esta siendo sacrificado en todos los altares del mundo y dando alabanza al Padre, rogando por la venida de su Reino. Recibe este humilde ofrecimiento de mi ser. Haz de mi como Tú quieras para la Gloria del Padre y la salvación de las almas. Santísima Madre de Dios, nunca dejes que me separe de tu Divino Hijo. Defiéndeme y protégeme como hija tuya. Amén". Reza mucho por el Papa, los Obispos y los Sacerdotes.»

Ese mismo día, el estigma de la estatua de la Virgen comenzó a sangrar, hecho que sería verificado a los pocos días por las autoridades locales eclesiásticas. Este hecho que hemos relatado sería el primero de los mensajes que sor Inés recibiría ese año, persistiendo con la dolorosa señal en su mano durante varias semanas más.
El viernes 3 de agosto de 1973, la Santísima Virgen le comunicó a la hermana Agnes: «Hija mía, mi novicia, ¿amas al Señor? Si tu amas al Señor escucha lo que voy a decirte. Es muy importante. Lo comunicarás a tu Superior: muchos hombres en el mundo afligen al Señor. Deseo almas para consolarle, para suavizar la cólera del Padre Celestial. Deseo, con mi Hijo, almas que reparen con sus sufrimientos y su pobreza, por los pecadores y los ingratos. Para que el mundo se de cuenta de su ira, el Padre Celestial se dispone a mandar un gran castigo a toda la humanidad.»

Así fue que el sábado 29 de septiembre de aquel año, en la fiesta de san Miguel Arcángel (patrono del Japón), se multiplicaron los fenómenos sobrenaturales milagrosos: la estatua resplandecía con rayos luminosos, envuelta en luz blanca, durante el rezo del Santo Rosario. Al concluir, la herida de la mano de la estatua había desaparecido por completo, dejando paso a lo que parecía sudor, que manaba de toda la estatua. La estatua fue secada con gasas y algodón, los cuales olían a flores, fundamentalmente a rosas. El perfume persistió en la capilla hasta el 16 de octubre, fecha en que un ángel había anunciado que cesaría.
Y sería 3 días antes, el sábado 13 de octubre, cuando María Santísima brindaría su tercer mensaje a sor Agnes:

«Mi querida hija, escucha bien lo que voy a decirte, informarás de ello a tu superior. Si los hombres no se arrepienten y no se mejoran, el Padre mandará un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo más grave que el diluvio, como jamás ha habido otro. Caerá fuego del cielo y aniquilará una gran parte de la humanidad, tanto malos como buenos, no perdonando a fieles ni a sacerdotes.

Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que nos quedarán entonces serán el Rosario y el Signo dejado por mi hijo. (...) Con el rosario rogad por el Papa, los Obispos y los sacerdotes. La acción del diablo se infiltrará hasta la Iglesia, de tal forma que se verán cardenales oponiéndose a otros cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneren serán despreciados y combatidos por otros sacerdotes. Las iglesias y los altares serán saqueados. La Iglesia se llenará de quienes aceptan componendas, y el demonio empujará a muchos sacerdotes y almas consagradas, a abandonar el servicio del Señor.

El demonio atacará encarnizadamente sobre todo a las almas consagradas a Dios. El pensamiento de la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y en gravedad, ya no habrá perdón para ellos. Recen mucho las oraciones del Rosario. (...) Aquéllos que ponen su confianza en mí serán salvados.»

Sería un año después, el 13 de octubre de 1974, cuando ocurrió el milagro de la sanación de la sordera de la Hermana Agnes se curó instantáneamente de su sordera, verificada médicamente. Tal cual le había sido anunciado, conservó la audición durante 6 meses, regresando su anacusia durante casi 8 años. En la festividad de Pentecostés de 1982 sanaría definitivamente durante la bendición con el Santísimo Sacramento.

Muchos otros milagros rodearon a los episodios de Akita. Además del perfume a rosas de la capilla y de la curación de sor Agnes, se han documentado más de 100 episodios de lacrimación de la estatua hasta 1981; la secreción fue analizada por el Departamento de Medicina Legal de la Universidad de Akita, corroborándose que se trataba de lágrimas humanas. Además, existe constancia médica de curación de una mujer coreana en ese mismo año, víctima de metástasis cerebrales de un cáncer, de acuerdo a datos de la Universidad de Seúl.

En abril de 1984, el obispo de Nigata, monseñor Ito, testigo de estos episodios, declaró que las apariciones de Akita eran de origen sobrenatural y autorizó la veneración de la Santa Madre de Akita. Cuatro años más tarde, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger (hoy Benedicto XVI), dio su juicio definitivo favorable de las apariciones y mensajes de Akita, redondeando con: «El mensaje de Akita es el mensaje de Fátima».
Publicado en formato 1.0 en 2 partes entre agosto y septiembre de 2006