martes, 1 de agosto de 2006

Cristales y Medicina



Es oportuno recordar brevemente que un cristal es un cuerpo sólido, definido por superficies planas y con disposición simétrica. El mejor ejemplo cotidiano son los cristales de sal gruesa de nuestras cocinas, perfectamente cúbicos. En realidad, gran parte de los materiales sólidos tienen estructura cristalina y muchas sustancias con esta morfología tienen aplicaciones variadas en nuestra vida diaria; basta recordar que los ecógrafos de la práctica médica y los sonares utilizados en rescates e investigación se basan en propiedades físicas de los cristales, como los efectos piezoeléctrico y piroeléctrico. Yendo aún más allá, los semiconductores y los microscopios electrónicos también utilizan estas propiedades.


Cristales de fosfato de calcio



Sin avanzar en el terreno de la cristalografía, a lo largo de la historia han sido numerosas las culturas que han reparado en la belleza de muchas formas cristalinas, incluso atribuyéndoles atributos paganos mágicos. Así fue como estas civilizaciones creyeron que distintos cristales poseen poderes mágicos y los aplicaron como «talismanes», capaces de «atraer» o «repeler» energía positiva o negativa.

Si bien parece una obviedad, merece recordarse que una estructura atómica prolija y muchas veces bella como lo es un cristal (de sal, de cuarzo, de diamante, de granito... ) carece de todo poder mágico y es incapaz de transmitir, acumular o absorber «energía», en el sentido que el paganismo da a esta palabra.

Sin embargo, las culturas babilónicas asociaron los distintos tipos de cristales con los signos del Zodíaco, adjudicándole poderes varios. Así surgen verdaderas «trinidades» astrológicas, que combinan un signo zodiacal, un color y un cristal (o una gema, como a ellas se refieren los practicantes de esta disciplina, por darle alguna denominación). Por ejemplo: obsidiana, negro y Escorpio.

Esta misma práctica, como antes citábamos, surgió también en los chamanismos del continente americano (desde Canadá hasta Argentina), donde se utilizaban cristales para el diagnóstico y el tratamiento de dolencias varias. Muchos pueblos de la Europa bárbara ejercían cultos similares.

Es en la India politeísta donde los cristales fueron vinculados con los llamados «chakras», presuntos focos energéticos del organismo responsables de nuestra salud (¡!), tema al cual nos referimos en otro artículo.

Por otra parte, debemos destacar que existió una apoteosis de esta patraña con la Alemania nazi, en la cual las propiedades mágicas y curativas (o deletéreas) de los diversos cristales eran consideradas una realidad incuestionable.


Es escalofriante advertir que este retroceso al pensamiento mágico, a un verdadero primitivismo pagano e idólatra, constituye hoy día una temible realidad. En función a las ideas y conceptos de la Nueva Era (en sus múltiples expresiones, incluyendo el culto a la naturaleza), existe una millonaria industria asociada con la venta y consumo de cristales varios, a los cuales se los relaciona con:

--> comunicación con espíritus y seres sobrenaturales

--> «absorción de energía positiva» (desde otra persona u objeto hacia el poseedor del cristal), y en consecuencia curación de distintas enfermedades

--> «rechazo de energía negativa», ya sea para repelerla del poseedor del cristal... o para dirigirla a un tercero

--> «canalización de los poderes del aire» (al utilizarlos en gargantillas o cadenas en torno al cuello)

Estas son tan sólo algunas de estas supercherías neonazis sin aval científico, variantes relativamente menores de distintas formas de ocultismo. Muchas personas son engañadas, creyendo que realmente existe la curación mediante cristales, a través de «flujos de energía» o merced a los poderes mágicos del propio cristal.

Es nuestra obligación como hombres de ciencia recalcar que los cristales carecen de «energías» y «poderes» ni tienen absolutamente ninguna clase de posibilidad de sanar enfermedades. Y aún mayor es nuestra obligación como católicos el advertir que toda forma de superstición es una puerta (pequeña o grande) abierta al paganismo y al espiritismo.
Como comentario final, quizás sea interesante recordar las palabras del profeta Ezequiel, describiendo la caída de Lucifer: «Tú eres sello de perfección, lleno de sabiduría y de acabada belleza: en el Edén, huerto de Dios, habitabas; toda suerte de piedras preciosas eran tu vestido: sardónices, topacios y jaspes, crisólitos, ónices y berilos, zafiros, carbunclos y esmeraldas y oro, obra de tu hermosura; y tus minas fueron establecidas cuando fuiste creado. Tú eres fulgente querubín protector, y así yo te había colocado en la santa montaña de Dios y caminaste en medio de piedras de fuego. Tú has sido perfecto en tu proceder desde el día de tu creación hasta que fue descubierta en ti la iniquidad.» (Ez 28 : 12,15)
Publicado en formato 1.0 en agosto de 2006