En un artículo de nuestra sección de Biología aparecido en esta edición de Fides et Ratio, narramos algunas vacilaciones en torno que nos permite poner en duda al proceso de fosilización o, en forma más audaz, a la real antigüedad de los restos de los dinosaurios. En relación a esta inquietante posibilidad, resulta interesante comentar un artículo publicado en la prestigiosa revista Science en abril de 2000.
El doctor Andrew Kuzmitz, paleontólogo, había desenterrado junto a Michael Hammer los restos de un dinosaurio de fines del Cretáceo, datado presuntamente en 66 millones de años, en el estado de Dakota del Sur (Estados Unidos). Se trataba de un ejemplar de Thescelosaurus. Dentro de la cavidad torácica , se encontraron unos restos rocosos de configuración muy particular que, afortunadamente, fueron transportados con los huesos del animal a la Universidad de Carolina del Norte.
Las rocas fueron sometidas a diversos estudios, incluyendo una tomografía computada con reconstrucción tridimensional, técnica que utilizamos hoy por hoy para programar cirugías complejas para resolver un aneurisma aórtico o para la reconstrucción de la pelvis después de un traumatismo, por ejemplo. Pues bien, para el asombro de los siete médicos que evaluaron la muestra, los restos rocosos correspondían a un corazón completo, incluyendo el tracto de salida de la aorta.
El tórax del dinosaurio. Abajo a la derecha, con su forma oblonga, el corazón. (C) Sciencie Magazine
Cabe recordar que el corazón de los vertebrados superiores, incluyendo el nuestro, posee dos cavidades pequeñas llamadas aurículas y dos cavidades mayores llamadas ventrículos. El corazón de los reptiles modernos (serpientes, lagartos y tortugas) posee un ventrículo único, por lo cual la distribución de oxígeno y nutrientes a los tejidos periféricos es de menor calidad que la de las aves o mamíferos. El corazón del dinosaurio examinado poseía cuatro cámaras, por lo cual se asemeja enormemente al de las aves actuales, presuntos parientes más próximos de las bestias extinguidas. De este modo, en el artículo de Science se conjetura que la tasa metabólico de estos animales era elevada como el de los actuales vertebrados de sangre caliente.
Este increíble hallazgo arroja aún más incertidumbre sobre el real tiempo de desaparición de los dinosaurios o, por lo menos, sobre los conocimientos actuales del proceso de fosilización... ¿cómo explicar coherentemente la preservación de una estructura como el corazón a lo largo de decenas de millones de años?
La existencia de una Tierra más joven de lo que creemos es una hipótesis que lentamente ha cobrado vigor y que deberá demostrarse con hallazgos científicos, a la luz ética que sólo nuestra Fe en un Dios Creador de todo el universo puede darnos.
El doctor Andrew Kuzmitz, paleontólogo, había desenterrado junto a Michael Hammer los restos de un dinosaurio de fines del Cretáceo, datado presuntamente en 66 millones de años, en el estado de Dakota del Sur (Estados Unidos). Se trataba de un ejemplar de Thescelosaurus. Dentro de la cavidad torácica , se encontraron unos restos rocosos de configuración muy particular que, afortunadamente, fueron transportados con los huesos del animal a la Universidad de Carolina del Norte.
Las rocas fueron sometidas a diversos estudios, incluyendo una tomografía computada con reconstrucción tridimensional, técnica que utilizamos hoy por hoy para programar cirugías complejas para resolver un aneurisma aórtico o para la reconstrucción de la pelvis después de un traumatismo, por ejemplo. Pues bien, para el asombro de los siete médicos que evaluaron la muestra, los restos rocosos correspondían a un corazón completo, incluyendo el tracto de salida de la aorta.
El tórax del dinosaurio. Abajo a la derecha, con su forma oblonga, el corazón. (C) Sciencie Magazine
Cabe recordar que el corazón de los vertebrados superiores, incluyendo el nuestro, posee dos cavidades pequeñas llamadas aurículas y dos cavidades mayores llamadas ventrículos. El corazón de los reptiles modernos (serpientes, lagartos y tortugas) posee un ventrículo único, por lo cual la distribución de oxígeno y nutrientes a los tejidos periféricos es de menor calidad que la de las aves o mamíferos. El corazón del dinosaurio examinado poseía cuatro cámaras, por lo cual se asemeja enormemente al de las aves actuales, presuntos parientes más próximos de las bestias extinguidas. De este modo, en el artículo de Science se conjetura que la tasa metabólico de estos animales era elevada como el de los actuales vertebrados de sangre caliente.
Este increíble hallazgo arroja aún más incertidumbre sobre el real tiempo de desaparición de los dinosaurios o, por lo menos, sobre los conocimientos actuales del proceso de fosilización... ¿cómo explicar coherentemente la preservación de una estructura como el corazón a lo largo de decenas de millones de años?
La existencia de una Tierra más joven de lo que creemos es una hipótesis que lentamente ha cobrado vigor y que deberá demostrarse con hallazgos científicos, a la luz ética que sólo nuestra Fe en un Dios Creador de todo el universo puede darnos.
Publicado en formato 1.0 en septiembre de 2006