jueves, 1 de febrero de 2007

La Clonación

En los últimos años se ha abierto un arduo debate en torno a la posibilidad de clonación en Biología, tomando como indudable punto de inflexión la primera experiencia realizada en un mamífero, la ya fallecida oveja Dolly, allá por 1996.

La discusión, en forma decidida e intencional, se ha volcado hacia la mal llamada clonación terapéutica, en hipótesis una especie de panacea para enfermedades que a la fecha carecen de curación real.

Sin embargo, la información objetiva acerca de la clonación no ha sido adecuadamente difundida a la población, en especial para quienes creemos que no pueden separarse la ciencia de la ética y del absoluto respeto a la ley natural de la Creación.

En este ensayo intentaremos explicar el proceso de clonación, en un lenguaje lo más claro y sencillo posible. Hemos narrado en nuestro artículo sobre las células madre que, por el proceso de diferenciación, las células en nuestra vida embrionaria se organizan de modo tal que, si bien todas conservan «reprimida» la totalidad del código genético, cada una de las células «expresa» aquella información que es útil para su función en el organismo. Utilizando un ejemplo práctico, una neurona del cerebro y un glóbulo blanco de la sangre contienen en su núcleo exactamente el mismo código genético. Sin embargo, la neurona expresa sólo la pequeña parte de ese código que es funcional a su rol en el sistema nervioso, y el glóbulo blanco expresa la pequeña parte que es útil para cumplir con su función en el sistema inmune.

Ese código genético es transmitido de generación en generación en el ADN. Esta sorprendente molécula, en términos quizás demasiado simplificados, se encuentra «empaquetada» en los llamados cromosomas. Las células de los seres humanos contiene 46 de los citados cromosomas... con la excepción de las gametas (óvulos y espermatozoides) que contienen 23, debido a una forma especial de división celular llamada meiosis, cuya complejidad escapa a los objetivos de este ensayo.

Este ejemplo del género humano es aplicable a otras formas de vida que se reproducen sexualmente, incluyendo otros mamíferos y en general a todos los vertebrados superiores e incluso a muchos invertebrados. Lo concreto es que la unión de una gameta femenina (óvulo) con una masculina (espermatozoide) da lugar a una nueva célula, única e irrepetible, distinta de las que le dieron origen y por tanto nuevo individuo desde un comienzo, que, al sumar los cromosomas de ambos padres, cuenta en sí con una información genética completa.

Ese nuevo ser (óvulo fecundado, embrión o cigoto, según la nomenclatura) está conformado en un principio por una única célula capaz de expresar absolutamente todo el material genético que contiene (en Biología se las llama células totipotenciales). A poco de concebida, esa célula comienza a dividirse para formar un embrión de 2, 4, 8, 16... infinidad de células que, a posteriori, empezarán su diferenciación.

¿Por qué motivo la célula inicial comienza a dividirse? Se debe fundamentalmente a que en el óvulo existen una serie de sustancias químicas capaces de inducir la división celular (mitosis) a partir de la formación del nuevo ser. Esas sustancias sólo actúan cuando el material genético está completo (un óvulo no fecundado no es capaz de dividirse por sí solo).



Conociendo estos datos, ¿en qué consiste el proceso de clonación?

(1) Supongamos que se toma una muestra de sangre de un carnero. En ella se encuentran glóbulos blancos, que, como se mencionó antes, si bien sólo expresan una pequeña parte, contienen la totalidad del material genético del citado animal.

(2) Tomemos paralelamente un óvulo NO fecundado de una oveja y, mediante técnicas físicas o químicas, se destruye su núcleo (que, como ya sabemos, tiene la mitad de los cromosomas de la especie). Contaremos así con un óvulo sin material genético.

(3) Ahora bien, si logramos introducir el núcleo del glóbulo blanco (que cuenta con todo el material genético del carnero "donante") en el interior del óvulo modificado (que cuenta con los factores necesarios para la división celular), tendremos una célula totipotencial que iniciará su duplicación de material genético.

(4) Si esta nueva célula es introducida por técnicas artificiales en el útero de una oveja, se implantará y se desarrollará como un embrión, dando lugar al nacimiento de un carnero genéticamente idéntico a aquel que «donó» su glóbulo blanco.

Esta narración simplificada del proceso de clonación, que parece extraída de un relato de ciencia ficción, se practicaba con batracios ya en la década de 1970 y se llevó a cabo en mamíferos 20 años después. Existen reportes y publicaciones de distintos animales domésticos (la recordada Dolly, perros, gatos, bovinos) clonados con éxito.

Para muchos lectores, los párrafos anteriores encierran sin dudas una amarga mezcla de sorpresa con horror, al advertir el soberbio intento de emular al Creador al dar vida. Dado que esta técnica ya se ha practicado en mamíferos, están abiertas las puertas a su eventual realización en seres humanos.

Existe en este terreno la inevitable frivolidad de los delirantes que disfrutarían “volviendo a la vida” a famosos personajes. En un plano concreto y científico, la ciencia secular sostiene que el proceso de clonación podría resultar una verdadera panacea para la curación de algunas dolencias. Específicamente, se utiliza para esto la idea falaz de “clonación terapéutica”, la cual consistiría en tomar el material genético de una célula del paciente para fusionarlo con un óvulo enucleado. El embrión resultante sería una fuente viviente de células madre para el propio enfermo, destinadas a distintos tratamientos incluyendo, entre otros, la diabetes tipo 1, la enfermedad de Parkinson, la fibrosis quística y distintas neoplasias.

La concreta realidad es que, como hemos relatado en el artículo sobre células madre de esta misma sección, las mismas pueden extraerse de tejidos adultos o de cordón umbilical sin necesidad de matar embriones. Por otro lado, no existe a la fecha actual evidencia científica de curación de las mencionadas enfermedades merced al propuesto tratamiento.

Además, es prudente que recordemos que (al menos oara el conocimiento público) no existe en la actualidad la tecnología suficiente para la clonación humana; como comentario, para clonar a la oveja Dolly, se requirieron casi trescientos intentos previos fallidos que desembocaron en el mismo números de embriones ovinos muertos.

Sin embargo, la principal objeción al tema que debemos plantearnos va mucho más allá de lo puramente biológico. Los irresponsables partidarios de la clonación humana, en nefasta comunión con los abortistas, consideran al embrión recién concebido como un “cúmulo de células” (eufemísticamente lo llaman "pre–embrión”), por lo cual carecería de los derechos humanos elementales, incluyendo el primero y principal que es el derecho a la vida.

Dado que es indudable desde el punto de vista que se desee considerar (biología molecular, teología, genética, filosofía, etc.) que el embrión es una persona desde el momento de la concepción, un ser humano clonado tendría la totalidad de los derechos de cualquiera de sus semejantes, por lo que debería tener independencia de sus “promotores”, contradiciendo el sentido de su propia creación (ser “fuente” de células y tejidos).

La experimentación con embriones (personas), independientemente de su estadio de desarrollo, siempre es inmoral ya que se trata de un atentado a la vida y a la dignidad de inocentes. No hay motivo alguno para desconocer que un embrión nacido por clonación y no por fecundación es una persona plena de derechos. Si se aplicara una aberrante distinción entre embrión fecundado y embrión clonado... ¿qué entidad o “cosa” sería el clon? ¿Otra forma de vida, con genoma humano, pero no humana? La dignidad de un individuo humano, aún en su primaria forma unicelular, es ineludible y merece respeto.

Lo cierto es que, aunque aún hipotética, la clonación humana será técnicamente posible a corto o mediano plazo. Las motivaciones morales, éticas y antropológicas para oponerse a esta absoluta violación a los derechos de la persona humana deberán ser esgrimidas por el personal de la salud en primera instancia, e inmediatamente por los gobiernos y organismos internacionales (¿lo harán, pese al afán de dinero...?)

Se trata, sin exagerar, de un aspecto clave en el futuro de la ciencia y de la humanidad toda. Será una forma más de ver si nos acercamos al angosto sendero que Dios propone para sus hijos, o bien si se opta por alejarse una vez más del verdadero Camino, la Verdad y la Vida.
Publicado en formato 1.0 en 2 partes en febrero y marzo de 2007