El sacerdote jesuita Jorge Loring, autor de difundidos textos tanto teológicos como dirigidos al público en general, ha brindado a lo largo de los años distintas conferencias acerca del vínculo estrecho entre la ciencia y la Fe. Entre otras, el sacerdote nos deslumbraba, allá por 1959, con lo que ocurría con la sonda soviética Lunik III, la primera que logró fotografiar la cara oculta de la Luna.
«El tema de la conferencia de hoy me lo ha sugerido ese hecho portentoso que ha dejado boquiabierto al mundo entero. Hace un mes que todos los periódicos del mundo no han dejado de hablar de él. Me refiero al Lunik III soviético.
No tengo dificultad en afirmar que jamás en la historia de la Humanidad ha conseguido el hombre una conquista más grande que ésta. Hasta ahora todas las conquistas del hombre se habían limitado a nuestro planeta, la Tierra.
«El tema de la conferencia de hoy me lo ha sugerido ese hecho portentoso que ha dejado boquiabierto al mundo entero. Hace un mes que todos los periódicos del mundo no han dejado de hablar de él. Me refiero al Lunik III soviético.
No tengo dificultad en afirmar que jamás en la historia de la Humanidad ha conseguido el hombre una conquista más grande que ésta. Hasta ahora todas las conquistas del hombre se habían limitado a nuestro planeta, la Tierra.
Nadie todavía había conquistado nada fuera de nuestro planeta. Hoy hemos llegado a la Luna. Desde luego, jamás en la historia de la Humanidad se había llegado tan lejos.
Ante esta proeza hay dos actitudes.
Una, la del poeta italiano Salvatore Quasimodo, a quien han concedido el premio Nobel de Literatura este año 1959. Cuando los rusos pusieron en órbita el primer Sputnik hizo una poesía en la cual decía que el hombre estaba haciendo la competencia a Dios en el dominio del espacio.
Naturalmente esto es una blasfemia, y el periódico L'Osservatore Romano, periódico de la Santa Sede, no tuvo más remedio que censurar esta expresión desorbitada. Ni significa esta conquista del espacio que el hombre pueda hacerle la competencia a Dios, ni tampoco hay que asustarse, como me decía uno de vosotros.
-Padre, esto parece que es un contra-Dios...
-No. No es un contra-Dios. Dios nos ha dado la inteligencia para que la explotemos. Y todas las conquistas que la técnica consiga por la inteligencia del hombre para el progreso, son queridas por Dios. Y en los planes de Dios está el que según la inteligencia del hombre vaya conociendo la Naturaleza y vaya explotando sus fuerzas, la técnica vaya avanzando y las conquistas del hombre se vayan extendiendo.
No es un contra-Dios. Pero hay que poner las cosas en su sitio. No caer en el extremo de Salvatore Quasimodo creyendo que el hombre puede enfrentarse con Dios, o lo del filósofo alemán Nietzsche del superhombre, del endiosamiento del hombre.
Ni endiosarse, ni asustarse. En su sitio: el hombre, gracias a Dios, tiene una inteligencia que la puede explotar en servicio de la Humanidad para dominar la materia que Dios creó al servicio del hombre.
Pues una vez centrado el tema, la conferencia tiene este enfoque:
No es un contra-Dios. Pero hay que poner las cosas en su sitio. No caer en el extremo de Salvatore Quasimodo creyendo que el hombre puede enfrentarse con Dios, o lo del filósofo alemán Nietzsche del superhombre, del endiosamiento del hombre.
Ni endiosarse, ni asustarse. En su sitio: el hombre, gracias a Dios, tiene una inteligencia que la puede explotar en servicio de la Humanidad para dominar la materia que Dios creó al servicio del hombre.
Pues una vez centrado el tema, la conferencia tiene este enfoque:
Primero os voy a exponer cuáles son las dificultades, cuáles han sido los problemas que han tenido que resolver los científicos para llegar a la Luna.
Después os sacaré unas consecuencias.
Primero quiero deciros que hay una notable diferencia entre el Lunik II y el Lunik III.
El problema del Lunik II fue un problema de puntería, fundamentalmente. Es el problema del cazador que apunta delante de su pieza para que después los perdigones coincidan con ella. El problema del Lunik II era un problema de puntería. Saber a qué distancia está la Luna, saber a qué velocidad va el proyectil, saber a qué velocidad va la Luna respecto de la Tierra, y saber a qué distancia delante hay que apuntar para que cuando llegue el proyectil coincida con la Luna y haga blanco.
El Lunik III es totalmente distinto. Es mucho más complicado. Aunque algunos problemas son similares.
Por ejemplo: el primer problema es escapar de la Tierra. Todos sabéis que la Tierra atrae. Hay una fuerza de gravedad que atrae las cosas. Tú tiras una piedra y cuando pierde el impulso que le has dado, la piedra cae a tierra. Para escapar del campo gravitatorio de la Tierra se necesita una velocidad de 40 mil kilómetros por hora.
Primer triunfo: haber logrado un proyectil que va a 40 mil km por hora. Tened en cuenta que el récord mundial de velocidad en avión es hoy de 6 mil km por hora, conseguido por el avión-cohete norteamericano X-l5. La velocidad del Lunik III fue casi diez veces superior.
El segundo problema era de puntería. Había que tener cuidado de que no cayera demasiado cerca de la Luna, porque entonces la Luna lo atraería y se estrellaría contra ella, como el Lunik II.
El Lunik III debía darle la vuelta por detrás y sacarnos las fotografías posteriores de la Luna que es lo que todos ansiábamos. Porque jamás, desde que el hombre habita la Tierra, nadie había visto la Luna por detrás.
Os voy a explicar, brevemente, por qué nadie había visto la Luna por detrás. La Luna tiene 2 movimientos: uno de traslación alrededor de la Tierra, y otro de rotación sobre su eje.
Si la Luna no tuviera movimiento de rotación sobre su eje, la veríamos por todas partes. Estos hombres ven esta parte, Y después se la ve por aquí; y a la Luna se la vería por todas partes.
Pero como, además de este movimiento de traslación, tiene un movimiento de rotación sobre su eje, que tiene el mismo período que el movimiento de traslación, al mismo tiempo que da una vuelta alrededor de la Tierra, da una vuelta alrededor de su eje. Resultado: siempre nos enseña la misma cara.
Por eso nadie sabía cómo era la Luna por detrás. Para conocer la Luna por detrás había que llegar hasta la Luna, rebasarla y fotografiarla por detrás. Y eso es lo que ha hecho el Lunik III.
Como veis, esto ha sido una proeza de la técnica que ha dejado boquiabierto al mundo entero. Ahora voy a hacer una comparación.
Después sacaré la consecuencia.
Primero.
El Lunik pesa una tonelada y media.
La Tierra pesa 6.000 trillones de toneladas. ¡6.000 trillones de toneladas! Un 6 por 10 elevado a 21. Un 6 con 21 ceros. ¡Seis mil trillones de toneladas!
Antes de seguir adelante quiero hacer una advertencia.
Os voy a dar -os he dado números- y os voy a dar muchos más.
No creáis que estoy dando números al tuntún. Me los he aprendido de memoria. He estudiado. Porque me gusta ser exacto y antes de decir una cosa la estudio para estar cierto de lo que digo.
Y si alguno duda, se lo puedo demostrar. Porque he traído aquí los libros de Astronomía. Como digo, son números tremendos. Pero estoy dispuesto a enseñaros la exactitud de los números que digo.
Segundo.
Os he hablado de pesos. Vamos a pasar a velocidades.
Es una proeza que el Lunik haya salido de la Tierra a 40.000 km. por hora. Es una proeza. No cabe duda. Pues la Tierra va alrededor del Sol a 100.000 km. por hora. Y como los kilómetros por hora es una medida muy pequeña para medir velocidades en el espacio, resulta que tenemos que medir en kilómetros por segundo.
El Lunik salió a 11 km por segundo. La Tierra va a 30 km por segundo. La estrella Arturo, de la constelación del Boyero, va a 400 km por segundo. Se han calculado estrellas que van a la velocidad de 145.000 km por segundo. ¡145.000 km por segundo! Esto es velocidad. Ahora el Lunik resulta lento con sus 11 km por segundo.
Tercero.
Nos quedamos boquiabiertos, y con razón, de pensar que un proyectil fabricado por el hombre ha sido lanzado a 400.000 kilómetros de distancia. Es lógico. Exactamente son 384.000 kilómetros. Pues vamos a ver distancias en el firmamento. La Tierra está a 150 millones de kilómetros del Sol. Plutón, el último de los planetas, está a 6,000 millones de kilómetros del Sol. Esto sin salir del sistema solar.
Vamos a salir, y vamos a buscar una estrella. La estrella más bonita del firmamento: Sirio. Esa estrella que parece un brillante, que cambia de color, unas irisaciones preciosas. Pues esa preciosidad del firmamento, Sirio, está a billones de kilómetros. No millones, sino billones. Millones de millones. ¡80 billones de kilómetros!
Y no es la más cercana de las que vemos. La más cercana a la Tierra es Alfa de Centauro, que está a cuatro años luz, pero no se ve desde nuestro hemisferio. Y cuando sales del sistema solar no puedes medir en kilómetros porque te faltaría sitio en el papel para poner ceros. Hay que medir en años de luz. ¡Fijaos en la medida!
La luz recorre en un segundo 300.000 kilómetros. Pues lo que la luz, a 300.000 kilómetros por segundo, recorre en un año, ésa es la medida para las distancia en el firmamento.
Y con esa medida de años de luz, a Sirio, que está a 80 billones de kilómetros, tardaría la luz 8 años en llegar.
Cada año de luz son 10 billones de kilómetros. Pues Betelgeuse, esa estrella de la constelación de Orión, que se ve por el sur en invierno, está a 200 años luz. A la velocidad de 300.000 kilómetros por segundo tardaría 200 años en llegar.
Estamos pensando en ir a la Luna.
Pero, ¿cuándo un hombre podrá llegar a la estrella Betelgeuse si a la velocidad tope, según Einstein, de la velocidad de la luz, se tardarían 200 años en llegar. iQué pequeño es el hombre! ¡Qué absurdo que Salvatore Quasimodo haya querido enfrentar el hombre con Dios! ¡Qué absurdo! ¡Qué pequeño el hombre, aunque haya llegado a la Luna! ¡Qué grande, porque ha llegado a la Luna! Pero, ¡qué pequeño si lo comparas con Dios! Por mucho que quisiera un hombre jamás podría llegar a la estrella Betelgeuse. A la velocidad de la luz, ¡doscientos años de viaje! ¡Imposible!
Por eso digo que cuando uno empieza a estudiar un poco y conoce estas grandezas de la Creación, se siente uno empequeñecido. Si nos hemos quedado boquiabiertos ante la proeza del Lunik III, nos quedamos anonadados ante la grandeza de la sabiduría, del poder y de la técnica de ese Ser, que llamamos Dios, que hizo esta máquina con tamaños inconmensurables, con velocidades increíbles, con distancias inconcebibles, y que se mueve con precisión matemática.
Voy a terminar con este acontecimiento que todos habéis leído en el periódico hace poco: el eclipse de Sol del mes pasado. Aquí, en Cádiz, apenas si nos dimos cuenta. Pero en Canarias, a las once de la mañana, se hizo de noche. Los coches encendieron los faros. Y, según me ha dicho uno que venía de Canarias, los pajarillos se iban a dormir: ¡porque se hizo de noche!
Y, ¿por qué se reunieron allí aquellos científicos norteamericanos, alemanes, holandeses, italianos, franceses, españoles...? ¿Por qué fueron allí? Porque ellos sabían perfectamente qué día, a qué hora, y desde qué sitio sería visible el eclipse solar, cuanto va a durar, etc. Por cierto que me traje un periódico y me lo ha dejado en mi despacho. Os quería haber enseñado un periódico de Canarias con fotografías del eclipse.
Allí dice que los científicos, se reunieron en Fuerteventura, porque allí era desde donde se iba a ver mejor; pero resulta que una nube estorbó la visión del eclipse y desde donde se vio mejor fue desde Gran Canaria. A esto voy: la precisión de la máquina del Universo.
Cómo todos los científicos sabían dónde tenían que ir para verlo bien, qué día y a qué hora; allí estaban todos, con todos sus aparatos para fotografiar el eclipse. No fueron a Alaska ni a Australia. Fueron a Canarias.
¿Por qué? Porque esta máquina maravillosa del Universo se mueve con una precisión matemática. Esto requiere una técnica y un poder infinitamente más grande que el poder y la técnica que haya supuesto el Lunik III.
Por esto os decía al empezar: el Lunik III soviético el último argumento de la existencia de Dios. Porque si reconocemos el mérito de la técnica que ha logrado esta proeza de llegar a la Luna, con mucha más razón debemos caer de rodillas, adorando y admirando la grandeza, el poder, la sabiduría y la técnica de ese Dios que ha creado esta máquina gigantesca, perfectísima y matemática que llamamos Universo.
Hasta otro día.»
Publicado en formato 1.0 en julio de 2008