En una reciente publicación de la prestigiosa revista Science, el doctor C. Venter, uno de los decodificadores del genoma humano, en conjunto con un grupo de colaboradores, notificó lo que numerosos medios de difusión definieron como “la primera célula sintética”, “una célula artificial” y otros desconciertos similares.
El artículo (cuyo contenido completo y original en inglés puede leerse presionando este enlace) describe en realidad el diseño, síntesis y ensamblado artificial del genoma de un microorganismo denominado Mycoplasma mycoides. Este material fue incorporado al citoplasma de otra bacteria emparentada (Mycoplasma capricolum) mediante la sustitución de la totalidad de su código genético. La quimera resultante (una bacteria con citosol de Mycoplasma capricolum con el código genético de Mycoplasma mycoides) fue capaz de dividirse por sí misma.
Incluso para las personas sin conocimientos de biología molecular o genética, es evidente que no se ha creado vida en laboratorio. En una analogía rudimentaria, la situación es similar a la de haber reemplazado el motor de una heladera por otro y presumir de la creación de un refrigerador nuevo y original. A conclusiones similares han llegado investigadores de la talla del genetista David Baltimore, del California Institute of Technology (“no se ha creado vida, sólo se la ha copiado”, según declaró al New York Times) o del experto en ingeniería genética Jim Collins (“esto no representa la creación de vida desde cero”, en la misma cita).
Sería irrisorio asombrarnos de la capacidad de reconstrucción y síntesis de ácidos nucleicos a la que se ha llegado en la actualidad. Sin embargo, la difusión de información verdadera y libre de intencionados sesgos parece una utopía difícil de alcanzar. El monseñor Mogavero, Presidente de la Comisión para los Asuntos Jurídicos de la Conferencia Episcopal Italiana, no ha vacilado en señalar que “en manos equivocadas, la novedad de hoy puede suponer mañana un devastador salto a lo desconocido. El hombre viene de Dios pero no es Dios: es humano y tiene la posibilidad de dar la vida procreando y no construyéndola artificialmente. Es la naturaleza humana que da su dignidad al genoma humano, no lo contrario. La pesadilla contra la que hay que luchar es la manipulación de la vida, la eugenesia.”
“El misterio de la iniquidad ya está actuando. Sólo falta que desaparezca el que lo retiene, y entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor Jesús destruirá con el aliento de su boca y aniquilará con el resplandor de su Venida. La venida del Impío será provocada por la acción de Satanás y está acompañada de toda clase de demostraciones de poder, de signos y falsos milagros, y de toda clase de engaños perversos, destinados a los que se pierden por no haber amado la verdad que los podía salvar.” (Segunda Carta de San Pablo a los Cristianos de Tesalónica, versículos 7 al 10).
Revista Fides et Ratio