Entrevista de Mirko Testa al conocido islamólogo Samier Khalil Samir
Traducción al castellano por Inma Álvarez para Zenit.org
Frente a una modernidad que tiende a menudo a olvidar, cuando no a quitar a Dios del horizonte de los hombres, el papel confiado al Islam en el plan de Salvación podría ser el de estimularnos a volver a poner la fe en el centro de la vida. Así lo afirma el padre Samir Khalil Samir, jesuita y Relator general del Sínodo especial para Oriente Medio que se celebrará el próximo octubre en el Vaticano, en esta entrevista concedida a ZENIT con ocasión del encuentro anual del Comité científico de la Fundación Oasis, celebrado del 21 al 22 de junio de 2010 en Jounieh (Líbano).
Doctor en teología oriental e Islamología, Samir es profesor de Ciencias religiosas en la Université Saint-Joseph de Beirut y de Estudios islamo-cristianos en el Pontificio Instituto Oriental en Roma y en otras universidades.Es también fundador y director del CEDRAC (Centre de documentation et de recherches arabes chrétiennes), con sede en Beirut, el único centro en el mundo dirigido al estudio del patrimonio árabe de los cristianos.
-¿Por qué se ha puesto en el centro del encuentro de Oasis de este año el tema de la educación?
Samir Khalil Samir: El problema que vivimos tanto en la Iglesia como en el Islam es que no conseguimos siempre y fácilmente a transmitir la fe a la nueva generación y a las generaciones por venir. La pregunta que nos planteamos es: ¿de qué forma debemos volver a pensar la fe para los jóvenes, pero también en las parroquias o en las mezquitas, en los discursos que los religiosos dirigen a sus fieles?
Esto es lo que queremos: hacer un estudio sobre cuál es en el Líbano la experiencia cristiana, la experiencia musulmana sunní y la experiencia musulmana chií en este ámbito. Queremos confrontar, recoger aunque sea solo las dificultades comunes y buscar juntos una respuesta a ellas. Creo que este ha sido el objetivo principal de nuestro encuentro de cara a un diálogo de culturas en la fe cristiana y en la musulmana.
-¿Qué efectos podría producir en el mundo cristiano y en el mundo musulmán la desaparición de las Iglesias de Oriente Medio?
Samir Khalil Samir: La desaparición de las Iglesias de Oriente Medio sería ante todo una pérdida para la cristiandad, porque, como decía Juan Pablo II, la Iglesia, como todo ser humano, vive a través de dos pulmones: el oriental y el occidental. Ahora, las Iglesias orientales nacieron aquí en la tierra de Jesús, en los territorios de Oriente Medio, donde Cristo vivió. Y si esta experiencia, estos milenios de tradición se pierden, entonces la pérdida será de toda la Iglesia, tanto de los cristianos de Oriente como de los cristianos de Occidente.
Pero hay más: si los cristianos se van de Oriente Medio, en otras palabras, si los musulmanes se quedan solos, faltará un elemento de estímulo representado precisamente por ese elemento de diversidad que los cristianos pueden aportar. Diversidad de fe, porque los musulmanes nos preguntan cada día: ¿cómo es que vosotros decís que Dios es uno y trino? Esto es contradictorio”. Y nosotros decimos: “¿cómo es que decís que Mahoma es un profeta? ¿cuáles son para vosotros los criterios de la profecía? ¿Mahoma responde a estos criterios? ¿Y qué significa que el Corán es de Dios? ¿En qué sentido decís que descendió sobre Mahoma?”
Nosotros decimos que la Biblia es divina, pero mediada a través de autores humanos, mientras que los musulmanes quieren quitar la mediación de Mahoma.
Estas preguntas que ellos nos plantean y que nosotros planteamos son un estímulo, además de para la civilización, también para la sociedad civil. Sería una gran pérdida porque existe el riesgo de querer fundar una sociedad, un Estado basado en la sharia, es decir, en algo que se estableció en el siglo VII en la región de la Península arábiga, aunque para los musulmanes la sharia sea genérica y valga para todos los siglos y para todas las culturas.
Y este es el gran problema del Islam: ¿cómo volver a pensar el Islam hoy? La ausencia de los cristianos haría el problema aún más agudo.
-¿Habrá alguna vez una Ilustración para el Islam?
Samir Khalil Samir: Para Occidente, para la Iglesia, la Ilustración significó una renovación de la mente de la fe que nos permitió tomar inspiración de la cultura y de la crítica que llegaron con ella. La Ilustración significó hacer plena luz sobre las realidades del mundo de la fe. El riesgo del creyente es el de partir solo del fenómeno religioso, que es un fenómeno parcial en la vida humana y en la vida de la sociedad.
Si no confrontamos este fenómeno religioso con la ciencia, con los derechos humanos, con el desarrollo de la psicología, de las ciencias humanas, con las culturas del mundo, no conseguiremos tener un cristianismo abierto o, en este caso concreto, un islamismo abierto.
Su pregunta es: ¿el Islam sería capaz de un movimiento ilustrado? En teoría sí. Tuvimos un ejemplo en el siglo IX y en el siglo X. Entonces hubo una Ilustración suscitada por los cristianos sirios procedentes de Siria, de Palestina y de Iraq que asimilaron la cultura helenista, la transmitieron, la tradujeron, la comentaron, tomaron inspiración de ella, produciendo así generaciones de pensadores musulmanes que hicieron lo mismo aplicándolo al Corán, a los dogmas y a las tradiciones sagradas.
Este fenómeno continuó hasta el siglo XI y después murió lentamente, porque hubo una reacción islamista, que le tradujo en una reacción estrictamente religiosa, con la exclusión de la filosofía, por ejemplo, y de la crítica religiosa histórica. Si esto vuelve a pasar nunca habrá una Ilustración. Una condición previa es que los musulmanes cada vez más estudien todas las ciencias y acepten estudiar el texto del Corán como cualquier otro texto de la literatura árabe, con los mismos criterios.
El fin principal es partir de una historia desmitificada. Y espero que lleguemos a esta relectura crítica y también religiosa del Corán: fe y cultura, fe y ciencia, fe y razón. Este era el aspecto esencial del discurso de Ratisbona del 12 de septiembre de 2006 y sigue siendo éste, aunque fue una conmoción para muchos musulmanes en particular, y para ciertos cristianos orientales que están culturalmente islamizados.
-¿De qué modo podemos insertar el nacimiento y difusión del Islam dentro del plan salvífico?
Samir Khalil Samir: Esta es una pregunta delicada, pero legítima. Podemos expresarla así: “Por cuanto nos ha sido dado conocer sobre esto a los hombre, ¿el Islam tiene un lugar en el plan de Dios?”.
En el transcurso de la historia, los cristianos de Oriente se la han hecho a menudo. La respuesta de los teólogos árabes cristianos era: “Dios ha permitido el nacimiento del Islam para castigar a los cristianos por sus infidelidades”. Yo creo que la verdad sobre el Islam es reconducible hacia la división entre cristianos orientales, una división a menudo debida a motivos nacionalistas y culturales escondidos detrás de fórmulas teológicas. Esta situación les impidió anunciar a los pueblos de la región la Buena Noticia, ¡algo que el Islam ha hecho parcialmente!
El Islam sirvió para reafirmar la fe en un solo Dios, la llamada a dedicarnos completamente a él, a modificar nuestra vida para adorarlo. Se trató de una reacción sana, en continuidad con la tradición bíblica judía y cristiana. Pero en realidad para llegar a esto eliminó todo lo que creaba un poco de dificultad en particular: la naturaleza humana y al mismo tiempo divina de Cristo; el Dios uno y trino, que es diálogo y amor; y el hecho de que Cristo se haya hecho obediente hasta la muerte en la cruz, que se haya vaciado de sí mismo, como dice san Pablo, por amor nuestro.
Es por tanto una religión racionalizada, no en el sentido de según el Espíritu y la racionalidad divina, sino en el sentido de simplificada de esos aspectos que la razón humana no puede aceptar. El Islam se presenta por tanto como la tercera y última religión revelada... y para nosotros obviamente no lo es. Después de Cristo – a quien el Corán reconoce como Palabra de Dios, Verbo de Dios –, resulta incomprensible que Dios haya mandado otro Verbo que es el Corán.
Si el Corán estuviese de acuerdo y sirviese para aclarar el Evangelio, diría: ¿por qué no? Como los santos que arrojan una luz sobre el Evangelio y sobre la persona de Jesús. Pero aquí no: está en contradicción. Por esto no puedo decir que Dios ha mandado un profeta (que sería Mahoma) con una nueva revelación. Aún menos puedo decir de él que es “el sello de los profetas” (khâtam al-nabiyyîn), como afirma el Corán, es decir, que completa y corrige y lleva a cumplimiento la revelación de Cristo.
-Pero entonces, ¿cuál es el lugar del Islam en el pan de Dios?
Samir Khalil Samir: Creo que para nosotros los cristianos es un estimulante para volver a llevarnos al fundamento de todo: ¡Dios es el Único, la Realidad Última! Que es la afirmación judía y cristiana fundamental, retomada por el Corán en la bella sura 112 : “Sí: ¡Dios es el Único! ¡Dios es el Impenetrable!” etc. Una afirmación que la vida moderna corre el riesgo de hacernos olvidar. El Islam nos recuerda que, si Cristo es el centro de la fe cristiana, lo es siempre en relación con el Padre; para permanecer en la unidad, aunque el Corán no haya conseguido entender qué era el Espíritu Santo.
Nosotros somos cuestionados todos los días por los musulmanes sobre nuestra fe, y esto nos lleva a repensarla continuamente en función del Islam. Agradezco a los musulmanes por sus críticas, siempre y cuando las hagan como reflexión y no como polémica. Lo mismo diría para las preguntas de los cristianos.
Nuestra vocación, la nuestra de cristianos de Oriente, es la de vivir junto a los musulmanes, nos guste o no. ¡Es una misión! Es difícil, pero debemos vivir juntos. Por esto diría que toca al musulmán defender la presencia cristiana y al cristiano defender la presencia musulmana. No nos toca de hecho a cada uno de nosotros defendernos, porque de lo contrario se llega al enfrenamiento.
Espero por tanto que el Sínodo sobre Oriente Medio, que tendrá lugar del 10 al 24 de octubre próximo, nos ayude a los cristianos de Occidente y de Oriente, pero que pueda ayudar también a los musulmanes, a repensar el sentido del Plan divino que debemos redescubrir en la amistad y a veces en la confrontación: ¿por qué estamos juntos en esta tierra del Oriente Medio, que es la Tierra de Jesús – ciertamente – pero también la tierra de Moisés y de Mahoma? ¡Esta Tierra debe llegar a ser verdaderamente “Tierra Santa”!