La certeza de la santidad de una persona que ha fallecido sólo se obtiene después de la Iglesia Católica ha reconocido que el alma de ese ser humano ha llegado a la gloria tras la larga investigación que se conoce con el nombre de canonización. En consecuencia, sin dudas existen numerosos santos en el Cielo que no han sido oficialmente canonizados, aunque es posible contar con suficientes motivos para saber que ese fallecido ya goza de la Visión Beatífica.
Santa Bernardita (incorrupta desde hace casi 2 siglos)
En ocasiones, en esta situación pueden encontrarse algunos de los difuntos que popularmente se identifican como santos, aún en ausencia de reconocimiento oficial. En otros casos, sin embargo, se trata sencillamente de un error, fruto de la identificación del pueblo con quienes han vivido tragedias o sufrimientos. Debe recordarse que no sólo se requieren ciertas virtudes para alcanzar la santidad, sino que el origen de esta condición es la fidelidad y el amor a Jesús a partir de la conversión. Alcanza con recordar simplemente a unos cuantos dirigentes políticos muy populares que no dieron el menor ejemplo de vida santa, pese a ser contemplados como tales. La Iglesia prohíbe la veneración pública en templos católicos de los difuntos no canonizados, por la sencilla razón de que no hay certeza de que sean santos.
En este contexto, el culto de San La Muerte es habitual en el Nordeste Argentino, sobre todo desde la expulsión de los jesuitas de la región fronteriza entre Argentina y Paraguay a fines del siglo XVIII. Se trata de un sincretismo entre manifestaciones paganas antiguas y la confusión con "la buena muerte" proclamada por la Iglesia para el momento de la defunción. Los días de frecuente culto a este falso santo son, por excelencia, el Viernes Santo (día de la Pasión del Señor) y el día de los fieles difuntos.
Los amuletos con la imagen de San La Muerte (en general, una figura cadavérica) se tallan en materiales como huesos, astas o madera y en algunas regiones es habitual insertarlos por debajo de la piel para llevarlos en forma perpetua. Los tatuajes también son comunes en la actualidad. Incluso, algunos adoradores de San La Muerte buscan la bendición sacerdotal de la imagen, que se mantiene oculta tras una estampa u otro objeto de piedad. Es prudente recordar que el amuleto no resulta bendecido en esta maniobra, porque el sacerdote no tiene la intención de aplicar la bendición sobre el objeto oculto.
La Iglesia sólo proclama la condición de santos después de un estudio prolongado, que puede llevar décadas de investigación y de oración. Basta recordar que la beatificación de Ceferino Namuncurá, de vida indudablemente ejemplar, demoró casi un siglo. Los santos son modelos para nuestras vidas, bajo el amparo de la Iglesia de Dios, sobre la cual las puertas del averno no podrán prevalecer jamás.