miércoles, 1 de febrero de 2012

El Valor del Ejemplo

Autor: Padre José Martínez Colin


Una persona íntegra se esfuerza por ser honrada en todo momento. Ese ejemplo será la mejor manera de educar, transmitiendo las virtudes y los valores a los demás. De ahí la importancia de los padres de familia o educadores de empezar por ellos mismos a luchar por vivir dichas virtudes.


La siguiente historia se le atribuye a un descendiente de Mahatma Gandhi y fundador del instituto M.K. Gandhi para la Vida Sin Violencia, al Dr. Arun Gandhi. En su visita a la Universidad de Puerto Rico, compartió la historia como un ejemplo de la vida sin violencia de parte de sus padres:

"Yo tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado en las afueras, a 18 millas de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar. Estábamos bien al interior del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mí, siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.

Un día mi padre me pidió que le llevara a la ciudad para asistir a una conferencia que duraba el día entero y yo aproveché esa oportunidad. Como iba a la ciudad mi madre me dio una lista de cosas del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes, como llevar el auto al taller.

Fue así que llegamos a la ciudad y dejé a mi padre. Cuando me despedí de él, me dijo: Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos.

Después de completar rápidamente todos los encargos, dejé el carro en el taller y me fui de prisa hasta el cine más cercano. Me concentré tanto en la película, una película doble de John Wayne, que me olvidé del tiempo. Eran las 5:30 p.m. cuando me acordé. Corrí al taller, conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6 p.m. Él me preguntó con ansiedad: ¿Por qué llegas tarde?

Me sentía mal por eso y no quise decir que estaba viendo una película de John Wayne; entonces se me hizo fácil mentirle y decir que el auto no estaba listo y tuve que esperar... esto lo dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.

Cuando se dio cuenta que había mentido, me dijo: Algo no anda bien en la manera como te he educado, puesto que no te he dado la confianza de decirme la verdad. Voy a reflexionar que es lo que hice mal contigo. Voy a caminar las 18 millas a la casa y a pensar sobre esto.

Así que, vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa por caminos que no estaban ni pavimentados ni alumbrados. No lo podía dejar solo... así que yo manejé 5 horas y media detrás de él... viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho.

Entonces decidí desde ahí que nunca más iba a mentir. Muchas veces me acuerdo de este episodio y pienso... Si me hubiese castigado de la manera como nosotros castigamos a nuestros hijos ¿hubiese aprendido la lección? ¡No lo creo! Hubiese sufrido el castigo y hubiese seguido haciendo lo mismo. Pero esta acción de no violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer”.


El Padre José Martínez Colin es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra.