El debate mediático en torno a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) está centrado en si sigue o no las directivas de la Constitución Apostólica “Ex Corde Ecclesiae”. Este documento del Magisterio de la Iglesia fue escrito por el Papa Juan Pablo II en 1990 y rige el funcionamiento de las universidades católicas en todo el mundo. Sin embargo, al punto donde han llegado las cosas, ya no se trata de matices en espacios opinables para los católicos. Este centro de estudios tendrá que decidir si quiere volver a ser una institución católica o no.
El 21 de Febrero, el Vaticano le dio un ultimátum a la PUCP para que cambie los estatutos antes del 8 de abril y los adecue a Ex Corde Ecclesiae. La decisión de poner una fecha límite fue transmitida por el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, al rector de la universidad, Marcial Rubio Correa, en la propia Santa Sede. Rubio fue convocado días antes para darle a conocer las conclusiones a las que arribó el cardenal Peter Erdö, quien estuvo en Lima del 5 al 11 de diciembre del 2011 –enviado por el papa Benedicto XVI– para mediar en el conflicto entre el Arzobispado de Lima y la PUCP por la adecuación de sus estatutos a las leyes católicas.
El diario peruano El Comercio, citando fuentes confidenciales, indicó que Rubio habría propuesto que la Asamblea Universitaria designe al rector y, de manera simbólica, se oficiara una misa que garantice la identidad católica de este centro. Este punto, según resaltó la PUCP el 23 de febrero, no fue considerado por el Vaticano.
El pedido de cambio de estatutos no es nuevo. Se generó por primera vez hace casi 30 años a través del Nuncio Mario Tagliaferri. Desde esa fecha el mismo pedido ha venido reiterándose y las negativas de la PUCP a la autoridad Vaticana también, a tal punto que no tuvieron reparos en ir a los tribunales. El actual rector de la PUCP ha desinformado a la opinión pública repitiendo en los últimos meses que los estatutos están de acuerdo con la Ex Corde Ecclesiae. Hoy ante el ultimátum de Roma es claro que faltó gravemente a la verdad.
Pero más allá de exquisiteces estatutarias, el aporte de la PUCP a los debates sociales y políticos es todo menos católico. Los profesionales que ha formado en sus aulas, ha promovido y sigue manteniendo como empleados sobresalen por empeñarse en borrar la impronta católica de la sociedad peruana.
Yo lo sé porque estudié allí. Ninguno de mis profesores era católico ni quería serlo, cuando no eran abiertamente anticlericales. Esto no es novedad para ningún católico que haya estudiado en la PUCP. Sin embargo, hoy ha crecido la beligerancia. Las autoridades de la PUCP insultan públicamente al Cardenal Cipriani que es el Gran Canciller de la Universidad. Todo enemigo de la Iglesia Católica es ahora acogido, promovido y hasta financiado en la PUCP. En el campus son abundantes las manifestaciones injuriosas de los alumnos contra el Cardenal y contra la Iglesia Católica en general.
¿Podría llamarse “católico” a alguien que ignora la de Roma, agrede a las autoridades eclesiales locales y cuya praxis es totalmente contraria a las enseñanzas de la Iglesia?
Para quienes trabajamos en la promoción de la Cultura de la Vida, la opción anticatólica de la PUCP es todavía más elocuente. Muchos de los principales promotores del aborto y la ideología de género en el Perú trabajan en la PUCP o en los Institutos que dependen de ella. Muchas de las ONG con esta ideología contraria a la vida reciben financiamiento de la PUCP o reciben su apoyo académico. No hay escenario abortista en el Perú donde la PUCP no esté directa o indirectamente relacionada.
Solamente citaremos un caso para ilustrar el punto. El I Congreso Latinoamericano Jurídico de Derechos Reproductivos realizado en Arequipa en Noviembre del 2009 congregó a los principales y más radicales exponentes del aborto, la ideología de género, organizaciones LGTB y otras causas afines El discurso de todo el evento fue por demás intencional y descaradamente anti Iglesia Católica. Una de las notas más saltantes fue el importante contingente de expositores de la PUCP, tal como lo detalló la página web “Perú Defiende la Vida”.
¿Qué es exactamente lo que se pide? Según la Ex Corde Ecclessiae, son atribuciones del Gran Canciller (Arzobispo de Lima) participar en la vida de la universidad; recomendar al Vaticano a uno de los tres candidatos propuestos por la Asamblea universitaria para rector; y recibir la profesión de fe del rector cuando empieza en su cargo. Además agrega que“todo obispo tiene la responsabilidad de promover la buena marcha de las universidades católicas en su diócesis, y tiene derecho y deber de vigilar para mantener y fortalecer su carácter católico. Si surgieran problemas […], el obispo tomará medidas necesarias para resolverlos, de acuerdo con las autoridades académicas competentes y, si fuera necesario, con ayuda de la Santa Sede”.
Acerca de los profesores el documento pontificio señala que deben respetar la doctrina y moral católica en su investigación y enseñanza. A su nombramiento deben ser informados sobre la identidad católica de la institución.
¿Por qué no quieren acceder? (follow the money, sigue la pista del dinero): el notable pensador José de la Riva Agüero y Osma (1885-1944) fue el principal benefactor de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ferviente católico, De la Riva Agüero creó esa casa de estudios junto a otros intelectuales que consideraban que la doctrina cristiana no se opone a la libertad de cátedra. Soltero y sin descendencia, legó testamentariamente su fortuna para que esa casa de estudios sobreviviera en el tiempo y fue su voluntad que el Arzobispado de Lima velara por esos bienes.
Hoy el valor de los activos de la PUCP se estima en centenas de millones de dólares. Mayor aún es el valor que se puede atribuir a su influencia social y política. Hay otros asuntos marginales pero no menos sustanciosos como el porcentaje de las ventas que el centro comercial más próspero de la ciudad de Lima destina a la PUCP pues se ubica en parte de los terrenos que legara De la Riva Agüero.
Para el especialista en Derecho Canónico Fernán Altuve, citado por El Comercio, “si la Universidad Católica deja de existir como tal por no adaptar sus estatutos a la Santa Sede, no puede quedarse con los bienes que fueron donados por José de la Riva-Agüero y Osma. No me puedo quedar con los bienes de los católicos para convertirme en otra universidad porque ya dejé de existir como tal”, dijo.
Por su lado, el abogado de la PUCP, Jorge Avendaño, aseguró que afirmar eso “es una necedad. Los bienes de Riva Agüero fueron dejados a la Universidad Católica sin ninguna vinculación con la Iglesia”. Afirmaciones que contravienen la sentencia del Tribunal Constitucional del Perú que dio la razón a la Arquidiócesis de Lima para que participara activamente en la administración de la PUCP.
Curiosamente Avendaño está casado por civil con una de las líderes históricas del feminismo pro abortista en el Perú y cuya institución Manuela Ramos dirigió un proyecto de salud reproductiva de 30 millones de dólares en paralelo a las 300 mil esterilizaciones realizadas por el gobierno de Fujimori.
Anecdóticamente en esta pugna por establecer la identidad católica de la PUCP, Avendaño señaló que “el nombre (“Pontificia Universidad Católica del Perú”) está amparado por la ley peruana. Está inscrito en los registros públicos” y Rubio informó en otro momento que esa condición está asegurada hasta el 2015.
Para que no quede dudas que la condición “católica” no estriba ni en sus estatutos ni en su praxis ni en sus intereses. Solo se aferran al control económico por el nombrecito.
Carlos Polo Samaniego es el Director del Population Research Institute para América Latina