sábado, 17 de mayo de 2014

El Purgatorio según Santa Faustina Kowalska

Fuente: fragmento de los escritos de santa Faustina Kowalska

Al día siguiente fue día de confesión. Conté todo lo que había ocurrido en mi alma, y el confesor me contestó que había en ello una clara voluntad de Dios que debía quedarme [en] esta Congregación y que ni siquiera podía pensar en otro convento.  A partir de aquel momento me siento siempre feliz y contenta.


Poco después me enfermé. La querida Madre Superiora me mandó de vacaciones junto con otras dos hermanas a Skolimów, muy cerquita de Varsovia.  En aquel tiempo le pregunté a Jesús: "¿Por quién debo rezar todavía?" Me contestó que la noche siguiente me haría conocer por quien debía rezar.


Vi al Ángel de la Guarda que me dijo seguirlo. En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas; sólo nosotros podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban, a mi no me tocaban. Mi Ángel de la Guarda no me abandonó ni por un solo momento. Pregunté a estas almas cuál era su mayor tormento. Y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios. 

Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio. Las almas llaman a Maria “La Estrella del Mar”. Ella les trae alivio.  Deseaba hablar más con ellas, sin embargo mi Ángel de la Guarda me hizo seña de salir. Salimos de esa cárcel de sufrimiento.  [Oí] una voz interior que me dijo: "Mi misericordia no lo desea, pero la justicia lo exige." A partir de aquel momento me uno más estrechamente a las almas sufrientes.