sábado, 28 de junio de 2014

Poligamia, #BringBackOurGirls y "Matrimonio Igualitario"

Nota original: "#BringBackOurGirls, campaña contra la poligamia" por Michael Saltis para Aleteia

El secuestro y supuesta conversión forzosa al Islam de alrededor de 300 estudiantes nigerianas ha precipitado una ola sin precedentes de preocupación en Occidente. Esta atrocidad, ampliamente expresada en la red con la campaña #BringBackOurGirls, tiene como objetivo tanto al gobierno inactivo de Nigeria como a la lentitud de respuesta de la comunidad internacional.


En un artículo reciente del UK Guardian, sin embargo, Nafeez Ahmed identifica lo que considera ser el verdadero culpable: el cambio climático.

Dejaré esa dudosa afirmación para que la respondan otros, pero me gustaría señalar lo que debería ser la cuestión cultural más obvia de los secuestros masivos en África: el extendido culto de la poligamia.

Muchos occidentales no son conscientes de la amplia aceptación de que goza la poligamia en el continente africano, y no sólo entre grupos rebeldes e islamistas (la poligamia está concebida en la ley islámica).

Solamente este pasado mes de abril, el parlamento keniano aprobó una ley con la que permitía a los esposos casarse con un número ilimitado de esposas. La poligamia ha disfrutado de la legalidad de facto en Kenia por algún tiempo, e incluso la Federación de Mujeres Abogadas del país ha expresado su aprobación general de la nueva ley (a pesar de que argumentan que la primera esposa debería tener algo que decir respecto a los siguientes matrimonios de su marido, cosa que la ley no permite).

Que Boko Haram sea considerado como un grupo terrorista islámico es indudablemente un factor motivador para el secuestro de las 300 niñas en su mayoría cristianas (su nombre puede traducirse como “La educación occidental es pecado”).


Pero vale la pena recordar que estos secuestros masivos gozan de una larga historia en África que precede al islamismo. Los grupos rebeldes de cada clase política son conocidos por asaltar aldeas, secuestrar mujeres, y forzarlas a la esclavitud sexual, y este círculo se ha venido repitiendo una y otra vez en décadas recientes.

El factor común, que se remonta a las primeras exploraciones europeas del continente, es la inestabilidad social que es inevitablemente causada por la expandida poligamia.

Que nadie afirme que la poligamia es la causa del conflicto en África, podría contribuir a la clara agitación de la violencia social: mientras los hombres más exitosos son capaces de acumular múltiples mujeres, los menos exitosos no son capaces de hacer lo mismo. Esto es visible en sociedades tribales antiguas en África, y tiene un gran impacto en la África de nuestros días.

Cuando esta situación se ve agravada por factores como la inestabilidad política, la desigualdad social y la escasez de trabajo, los hombres descontentos forman grupos rebeldes que, entre otros actos violentos, secuestran mujeres como esposas y esclavas del sexo (y en tales casos, esto no es una distinción).

El matrimonio es el contrato que subyace en toda sociedad. El contrato de la monogamia manifiesta que cada hombre tendrá la oportunidad de encontrar a una esposa y, por lo tanto, estará de acuerdo en no robar la mujer de su prójimo.

La poligamia manifiesta lo contrario, y coloca a cada hombre en un intenso estado de competencia con los demás hombres de su comunidad por conseguir parejas. Para los perdedores en este juego, las opciones son limitadas.
Finalmente, existen lecciones para Occidente en la experiencia keniata de legalizar la poligamia. Considerando el lenguaje empleado por Christine Ochieng, directora ejecutiva de la Federación de Mujeres Abogadas, que elogió la ley, “estamos felices con la ley porque finalmente todos los matrimonios están siendo tratados con igualdad”.

La lección para los defensores del matrimonio en Occidente debería ser clara como el agua. Si se derriba la amplia y aceptada definición cristiana del matrimonio en Estados Unidos y Europa, no habrá razón convincente para no permitir los matrimonios polígamos, junto a las semillas de conflicto que siembran.

El uso del lenguaje “matrimonio igualitario” por parte de keniatas polígamos deja poca duda que el mismo esfuerzo llegará a otros países a su debido tiempo. De hecho, ya ha llegado.