miércoles, 1 de octubre de 2008

La Mejor Cosecha

1) Para saber

Recordábamos en la ocasión pasada las respuestas que el Papa Benedicto XVI contestaba a varias personas. En una ellas, el Papa hizo una interesante observación: “Si vivimos con Cristo, también las cosas humanas nos saldrán bien. En efecto, la fe no implica sólo un aspecto sobrenatural; además, reconstruye al hombre, devolviéndolo a su humanidad”.
El ser buen cristiano, no sólo nos ayuda y hace mejores en la vida espiritual, sino también en nuestra vida ordinaria. Podemos decir que lo espiritual ayuda a lo humano y lo humano a lo espiritual.

Seguía diciendo el Papa que “la fe se basa precisamente en las virtudes naturales: la honradez, la alegría, la disponibilidad a escuchar al prójimo, la capacidad de perdonar, la generosidad, la bondad, la cordialidad entre las personas. Estas virtudes humanas indican que la fe está realmente presente, que verdaderamente estamos con Cristo”.

2) Para pensar

Estas consideraciones del Santo Padre hacen recordar un curioso relato que me envió un amigo llamado Oscar y que nos debe llevar a pensar.

Sucede que había un agricultor que participaba todos los años en la principal feria de agricultura de la ciudad, y lo más extraordinario es que ya llevaba varios años en que siempre ganaba el primer lugar y se llevaba el trofeo al “Maíz del año”.

Cada año llegaba con el maíz cosechado y salía vencedor portando una faja azul recubriendo su pecho que indicaba que su maíz era el mejor de todos. Y no sólo eso, sino que iba superando a sus cosechas pasadas. Todos estaban asombrados.

Al final de la premiación los periodistas lo entrevistaron. Uno de la televisión le hizo la pregunta que a todos les interesaba: ¿Cómo acostumbraba cultivar su valioso producto? ¿Cuál era su secreto?

Al agricultor no le importó revelarle su secreto: su método consistía en compartir buena parte de sus mejores semillas con sus vecinos, para que ellos también las sembraran. El periodista quedó sorprendido: “¿Cómo es posible que les comparta sus semillas cuando ellos están compitiendo directamente con usted?” Pero el agricultor le confirmó: “Bueno, es muy simple. Usted sabrá que el viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo, y eso ayuda a que sea mejor el producto. Si mis vecinos cultivaran un maíz de baja calidad, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarles a cultivar el mejor maíz, y por ello les doy a ellos mis mejores semillas. A fin de cuentas es como todo: uno cosecha lo que siembra. Si decidimos estar en paz, no solo hemos de estar en paz con nosotros mismos, sino hemos de hacer que los demás consigan estar en paz. Y si queremos vivir felices, hemos de procurar que los demás sean felices también.

3) Para vivir

Si hacemos bien las cosas humanas, estaremos también poniendo el “buen terreno” para que crezca la “semilla espiritual”, la Palabra de Dios”.

El Papa concluía: “deberíamos poner mucha atención en realizar bien y de modo correcto nuestros deberes humanos: en la profesión, en el respeto al prójimo, preocupándonos de los demás, que es el mejor modo de preocuparnos de nosotros mismos, pues pensar en el prójimo es el mejor modo de pensar en nosotros mismos”.