Conferencia del padre jesuita uruguayo Horacio Bojorge, brindada en la casa de Nuestra Señora de Fátima en Rosario (Argentina) el 14 de mayo de 2000. Texto original disponible aquí.
El tema que pienso tomar en esta plática o conferencia es: Fátima y la civilización de la Acedia.
Ya conocen muchos de ustedes los dos libros: «En mi sed me dieron vinagre. La Civilización de la Acedia. Ensayo de Teología Pastoral» y «Mujer ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la Civilización de la Acedia». Y saben que en ellos llamo la atención sobre el hecho de la acedia y expongo en qué consiste. Un hecho espiritual poco reconocido y que, sin embargo, puede ser considerado como el mal espiritual de nuestra civilización y que la define.
Abundan los diagnósticos sobre nuestras sociedades. Diagnósticos económicos, sociopolíticos, culturales, de las ideologías o las ideas filosóficas que las orientan, etc. Pero el nuestro, es un diagnóstico estrictamente espiritual, profético, acerca del mal espiritual de nuestra civilización. Un diagnóstico espiritual que excede, por lo tanto, lo que las ciencias humanas pueden alcanzar.
Un prominente norteamericano, William J. Bennett, que fue ministro de Cultura y Educación de Estados Unidos durante la administración del presidente Ronald Reagan, afirmó en 1995, en una conferencia, coincidentemente con nuestro diagnóstico, que la raíz de los males sociales y culturales que se señalan en la sociedad norteamericana, era de índole espiritual y consistía en la acedia. Una resistencia a tener en cuenta las realidades religiosas de la fe cristiana a la hora de tomar las decisiones que afectan el bien común.
La Acedia y Fátima
En mis observaciones y reflexiones sobre la acedia, nunca me había detenido a meditar sobre la relación existente entre las apariciones marianas de Cova da Iría, (que se prolongan en los mensajes a Lucía en Pontevedra y Tuy), conocidas como las apariciones de Fátima. No había reparado en la patente relación que existe entre el mensaje que en ellas ha dado Nuestra Señora del Corazón Inmaculado, y la acedia que aqueja nuestra civilización. He caído, pues, en la cuenta, con sorpresa, que el mensaje de Fátima tiene relación directa con el mal de acedia que aqueja nuestra civilización y apunta a ponerle remedio.
En efecto, Fátima no es un mensaje devocional que se presente en forma ahistórica y de espaldas a los sucesos mundiales del siglo. Llamativamente, Nuestra Señora se ocupa, en sus mensajes, de hechos históricos tales como las dos guerras mundiales y Rusia, o lo que es lo mismo, de la revolución marxista.
1917: La revolución bolchevique
Se ha observado que 1917 es, en plena primera guerra mundial, el año del triunfo de la revolución bolchevique que instala en Rusia el primer gobierno ateo, antiteo. Un gobierno que se propone, por primera vez en la historia, como parte de su plan de creación de una nueva humanidad, la erradicación de la religión, que es, en los hechos y principalmente, la erradicación de la fe cristiana, ortodoxa y católica, empezando por el ámbito de las Repúblicas Socialistas Soviéticas Unidas. Pero no sólo en ese ámbito. Pronto comenzará a exportar la revolución anticristiana. Es conocida la participación que tuvieron, en las persecuciones sangrientas durante las revoluciones mexicana y española de las décadas siguientes, los agentes políticos revolucionarios rusos o de la internacional marxista. Recuérdese que Trotsky se asila en México, donde es, a pesar de todo, asesinado.
Las persecuciones multifacéticas al pueblo católico en el siglo XX
El siglo XX podrá pasar a la historia como un siglo de acedia, de odio a Dios en la figura de sus creyentes más pequeños (Mateo 25,31ss). Refresquemos un poco la memoria acerca de las persecuciones padecidas por el pueblo católico en este siglo.
Etnocidios
Aunque todavía está por hacerse el balance total de las persecuciones y de los mártires católicos y ortodoxos del siglo XX, es posible recordar a vuelo de pájaro: la matanza de casi dos millones de armenios, a manos del imperio otomano que, ya desde el siglo XIX había venido persiguiendo a las etnias cristianas sometidas a la dominación turca en Siria y el Líbano. Hay que recordar la persecución en México con la gesta de los Cristeros; la opresión política en Francia, Uruguay y tantos otros países, por influjos masónicos. La persecución de los católicos en el Tercer Reich y en los territorios ocupados: Polonia, Austria y Europa Oriental. Luego de la Segunda Guerra, la terrible persecución comunista en las naciones de Europa Oriental que le fueron discrecionalmente entregadas en Yalta: Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania, Alemania Oriental. Sin olvidar las naciones de la Yugoslavia de Tito y la radical dictadura albanesa.
La persecución en la URSS fue dantesca y demoledora. Tras una pausa durante la Segunda Guerra, por razones políticas internas, Stalin la retomó con redoblada furia y fue continuada por sus sucesores.
Este siglo vio también instalarse el marxismo en China continental, donde arrasó la Iglesia católica china. Las matanzas de católicos en África han sido tremendas también y en algunos casos en el exterminio del clero y religiosos. A los martirios sangrientos hay que agregar otras formas de persecución y discriminación mediante medios psicopolíticos.
Persecuciones psicológicas y psicopolíticas
El comunismo ruso comenzó con los lavados de cerebro mediante los cuales se buscaba, aplicando la psicología de los reflejos condicionados de Pavloff, el fundador de la psicología conductista materialista, manipular la conducta humana y determinarla, mediante la aplicación de premios y castigos, para lograr la conversión de los creyentes en buenos ciudadanos soviéticos. Esta reconversión o apostasía era la meta que buscaban los tribunales del pueblo, los interrogatorios policiales, las prisiones, campos de concentración, trabajos forzados, el estado policial. Todo apuntaba a que los creyentes confesaran sus errores y los de la Iglesia y se plegasen a la ideología marxista.
Esa técnica se aplicó luego, aún en el así llamado mundo libre donde la ideología marxista se infiltró en los medios intelectuales y académicos del catolicismo, sin excluir el clero. Se conoció entonces la teología de la liberación marxista, que logró los objetivos psicopolíticos a los que apuntaba: dividir a la Iglesia y sembrar en ella la confusión, la división y las acusaciones mutuas. Una situación de la que le cuesta reponerse al catolicismo, que sigue siendo sometido a encontradas agresiones psicopolíticas, como es actualmente la así llamada teología india.
Muchos fieles, sobre todo jóvenes, e incluso sacerdotes y religiosos, se involucraron más o menos profundamente con los movimientos revolucionarios violentos, inspirados por la ideología marxista y financiados por la Unión soviética o por otras fuentes oscuras, interesadas en el resquebrajamiento de la unidad católica y del desdibujamiento de la identidad católica. Se ha podido demostrar que la guerrilla recibía ayuda económica de organizaciones protestantes relacionadas con el Consejo Mundial de las Iglesias. El compromiso de estos católicos con la izquierda violenta dio bienvenido pretexto a la represión militar y a las acciones de la inteligencia militar y policial de todas las corrientes e ideologías, en el tejido social y humano del pueblo de Dios.
La Iglesia era atacada por unos como aliada del capitalismo y por otros como aliada de los terroristas. Y el efecto fue la efectiva división de los católicos por motivos ideológicos y políticos.
Esas eran formas de persecución psicopolíticas de las que apenas si nos vamos haciendo conscientes y debido a las cuales se incurre insensiblemente en cismas y apostasías.
Persecuciones legales y jurídicas
Para completar el cuadro de las multifacéticas formas de la acedia anticatólica en este siglo, pueden agregarse las formas de discriminación y de opresión jurídica de los católicos. En «En mi sed me dieron vinagre» me he referido al así llamado Ateísmo estructural y a la Acedia jurídica. Ha habido una oposición y obstaculización crónica e insidiosa de la vida católica por vía legal. Se ha impuesto a naciones católicas constituciones y filosofías jurídicas liberales, racionalistas, positivistas, antiteas. Se ha dejado a los católicos desamparados en sus derechos al respeto de sus símbolos e imágenes religiosas, que suelen ser manoseados o profanados impunemente por los señores feudales de la publicidad.
Francia lideró, con su ejemplo, desde el siglo XIX la opresión jurídica y legal de los católicos. Prohibió las órdenes y congregaciones religiosas. Los gobiernos de Uruguay y México siguieron su ejemplo. Otras leyes francesas introducían vejaciones que dieron lugar a la enérgica encíclica Vehementer Nos de Pío X, a comienzos del siglo.
La tiranía escolar
Pero quiero señalar una forma de persecución por lo general poco tenida en cuenta, por revestirse de formas particularmente secretas e insidiosas, y que, sin embargo, tiene graves y devastadoras consecuencias sobre la identidad del pueblo de Dios. Me refiero a la dictadura escolar que practican las democracias, uno diría que con buena conciencia y sin percibir su olor a tiranía. Dictadura escolar a la que se ve sometido el pueblo católico en la mayoría de los países latinoamericanos.
Si hay un sector de servicios que no se privatiza en ninguno de los feudos del actual orden mundial, es el de la educación. Al respecto, los estados siguen imponiendo sus programas en las disciplinas humanas: historia, filosofía. La tendencia es también a abolir esas disciplinas. ¿Qué consecuencias tiene esta política escolar para la identidad y la autoconciencia católica?
Sus consecuencias
Como consecuencia de esta tiranía docente, el pueblo católico se ve impedido de transmitir de una generación a otra, en el ámbito escolar, sus tradiciones doctrinales e históricas, las gestas de sus mayores, la historia de su pueblo. Esta situación, sostenida a lo largo de más de un siglo, ha ido produciendo una pérdida importante y extendida de la memoria y de la identidad colectiva, un debilitamiento del sentido de pertenencia. El conocimiento de la propia historia, de la figura y doctrina de los Santos Padres, de los Santos, y ¿por qué no? también de sus pecadores, se va convirtiendo cada vez más en el privilegio de unos pocos que van siendo cada vez menos, incluso entre los clérigos y religiosos. La ignorancia católica acerca de sí mismos es pavorosa.
La acedia como causa de la persecución
¿A qué se deben todas estas formas de violencia que apuntan al etnocidio, al exterminio demográfico, o a la desaparición cultural del pueblo católico? ¿A qué se debe este odio inexplicable contra un tipo humano excelente como el que nace de la fe? ¿Cómo se explica que en vez de apreciar sus virtudes, incluso ciudadanas, y de fomentar su existencia y su excelencia, se esté siempre al acecho de sus defectos para pretextar los intentos de exterminio o de desidentificación?
Podrían darse, si se reconociese este hecho que tan pocos reconocen, ensayarse muchas respuestas, de orden histórico, político, ideológico o social. Nuestro diagnóstico, lo hemos dicho, es espiritual. Se trata de acedia. Una acedia que ha adquirido dimensiones políticas, de civilización, de legislación de teorías jurídicas, de ideas filosóficas justificatorias... pero que es de naturaleza espiritual: demoníaca. Opuesta al Espíritu Santo, con una forma de oposición que más que en una herejía doctrinal consiste en una negación de sus obras.
Acedia y resistencia al Espíritu Santo
Este diagnóstico se ve confirmado por el Magisterio. En su Encíclica sobre el Espíritu Santo Dominum et vivificantem, Juan Pablo II describe la acedia en términos de resistencia práctica al Espíritu Santo y se la ubica, como hemos hecho en el capítulo séptimo de «En mi sed me dieron vinagre», en el contexto de la resistencia de la carne al Espíritu Santo, de la que habla San Pablo.
Nótese que el Papa no dice que sea el único sino el más radical. Porque también el régimen racionalista y liberal-naturalista se opone al Espíritu aunque no tan violentamente. Y prosigue:
"Por principio y de hecho el materialismo excluye radicalmente la presencia y la acción de Dios, que es Espíritu, en el mundo, y sobre todo en el hombre, por la razón fundamental de que no acepta su existencia, al ser un sistema esencial y programáticamente ateo. Es el fenómeno impresionante de nuestro tiempo al que el Concilio Vaticano II ha dedicado algunas páginas significativas.
"Aunque no se puede hablar de ateísmo de modo unívoco, ni se lo puede reducir exclusivamente a la filosofía materialista, dado que existen varias especies de ateísmo [...] sin embargo, es cierto que un materialismo verdadero y propio entendido como teoría que explica la realidad y tomado como principio clave de acción personal y social, tiene carácter ateo.[...] De aquí se sigue que la religión puede ser entendida solamente como una especie de ‘ilusión idealista’ que ha de ser combatida [...] para eliminarla de la sociedad y del corazón mismo del hombre. Se puede decir, por tanto, que el materialismo es el desarrollo sistemático y coherente de aquella resistencia y oposición [de la carne contra el espíritu] denunciada por San Pablo" (Dominum et Vivificantem N. 56).
He aquí, descrita por el Papa, la acedia antitea característica de nuestra civilización, exasperada en su versión soviética, pero que permanece presente en su versión globalista del nuevo Orden Mundial tal como lo concibe Fukuyama, teórico y asesor del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
El ataque a la fe. Declaraciones de Marx, Lenin y el Partido Comunista
Veamos algunos textos que ejemplifican lo afirmado por el Papa.
Como es sabido, el comunismo es, ante todo, una teoría fundada en el materialismo ateo de Feuerbach, Marx y Engels, autores que a su vez son tributarios de las críticas contra la fe cristiana de Kant y Hegel. De estos autores, algunos negaron sistemáticamente la fe y la religión cristiana y otros pasaron a combatirla activamente tratando de erradicarla, como dice el Papa, de la sociedad y hasta del corazón mismo del hombre.
Para Karl Marx, siguiendo a Feuerbach, "es el hombre el que crea a Dios, como producto de su mente, y no Dios el que crea al hombre". En un texto clásico afirma Marx: "La lucha contra la religión es, por lo tanto [...] lucha contra el otro mundo, del cual la religión es el olor espiritual [...] la religión es el suspiro de la creatura oprimida; es el corazón del mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo. La abolición de la religión, como felicidad ilusoria del pueblo, es necesaria para su verdadera felicidad. La exigencia de quitar las ilusiones sobre su situación es la exigencia de quitar una situación que necesita ilusiones. La crítica de la religión es, pues, en germen, la crítica de este valle de lágrimas, del cual la religión es la aureola".
Las apariciones del Corazón Inmaculado de María, coincidentes con la revolución rusa, parecen una refutación de la negación marxista del corazón creyente y de su negación del Espíritu santo. La Virgen pedirá la consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado, porque en ese país se comienza a instalar un régimen político que procura la abolición de la fe en Rusia como primer paso para su abolición en todo el mundo. A grandes males, grandes remedios. Y a los que niegan la existencia y la acción histórica de Dios, se les responde con una intervención milagrosa de Dios.
Lenin, que instaló el régimen marxista en Rusia con la revolución bolchevique de 1917, afirmaba:
"Nosotros debemos luchar contra la religión [léase siempre ‘la fe cristiana’ ortodoxa y católica en Rusia y Ucrania]. Este es el ABC de cualquier especie de materialismo; y por lo tanto del marxismo. Pero el marxismo no es un materialismo que se detenga en el ABC. El marxismo va más allá. Es preciso saber luchar contra la religión y poder dar a las masas una explicación materialista de los fundamentos de la fe y de la religión".
Esta misma fue la doctrina del PCUS, el Partido Comunista de la Unión Soviética hasta su disolución. En 1919 decía: "El Partido lucha por la abolición completa de toda religión". En 1971, medio siglo después, propiciaba: "La decisiva derrota de las supervivencias del pasado en la conciencia del hombre y en su conducta, entre las más tenaces de las cuales se cuentan los prejuicios religiosos".
La Cruzada antitea
El régimen marxista instalado en Rusia, es decir en la URSS, no es un mero hecho político. Tiene un sentido espiritual. Es una cruzada antitea moderna. Es un intento demoníaco de abolición de la fe cristiana que se programa para imponerse en el mundo entero por todos los medios, primero políticos. Más tarde, con el desarrollo de la psicología de la propaganda política, por medio psicopolíticos. Y por fin, con el afinamiento de una estrategia cultural reclamada por Gramsci, también por medios culturales.
Por eso, la referencia, en Fátima, a la conversión de Rusia si ésta le es consagrada al Corazón de María por el Papa y todos los obispos, es decir por los representantes jerárquicos de todo el pueblo de Dios perseguido, so pena de que sus errores se difundan y sobrevengan terribles guerras y persecuciones sangrientas, es también un hecho espiritual de lucha. Es una cruzada mariana. Nuestra Señora misma reconoce el carácter de guerra espiritual que reviste este enfrentamiento con los poderes demoníacos, cuando afirma: "Finalmente, mi Corazón Inmaculado triunfará y habrá un tiempo de paz".
El Corazón y las Espinas
Ante la acedia organizada ideológica, política y culturalmente, la Caridad de Dios responde a su modo. El simbolismo del Corazón cercado de espinas visibiliza el carácter peculiar de este enfrentamiento entre el Espíritu Santo de Caridad, que trae gozo y paz, y la acedia, que desertifica a la humanidad y la convierte en una civilización de la muerte.
¿Qué puede oponer al empuje del cerco de espinas el corazón desnudo de la caridad? ¿Ese corazón sin corazas ni defensas de Dios? ¿Qué puede oponer a la ofensa de los pecadores? Fácil le sería al fuego quemar las espinas. Pero el fuego de la caridad, el de la zarza ardiendo no es un fuego devorador de los pecadores. Al cerco de las espinas, el fuego de la Caridad que inflama al Corazón Inmaculado sólo opone Caridad. El amor de los niños. La capacidad de sacrificio de Jacinta y Francisco, por compasión con los pecadores que se pierden y se van al infierno, y por compasión con el corazón entristecido de Jesús.
Los niños quedaron inflamados de caridad. De amor a Dios. De compasión por los pecadores. De amor que sufre, sacrifica, no juzga y perdona, no toma nada a mal. Ellos reflejan el amor de Jesús y de María por la salvación de todos los hombres.
Contra la acedia organizada en forma de gobierno y planes quinquenales, en forma de proyecto antiteo que se proponía abolir la fe y arrancarla del corazón de los pueblos cristianos, los Corazones de Jesús y de María, inflamados en el fuego de la Caridad, sitiados por las espinas de la acedia, suscitan la insurrección de los pequeños, de los humildes, pero fuertes y grandes por la caridad y por la sabiduría de la cruz, que los empuja al sacrificio y a la paciencia por amor a los demás.
Fátima no es, pues, solamente un acontecimiento de devoción puramente privada e intimista. Es una especie de jaque mate divino, dado en el tablero de la historia, a las insidias de la acedia de los príncipes de este mundo contra el Señor y su Ungido (Salmo 2).
Fátima es una respuesta divina en la que, imitando a Dios, los suyos podemos aprender cómo se ha de responder a la Acedia histórica, militante y organizada, la acedia programática del Príncipe de este mundo y de las Tinieblas, la de sus agentes y sus colaboradores conscientes, y la de las multitudes de los que "no saben lo que hacen".
Vigencia de Fátima
Fátima no ha perdido su vigencia con la caída de la Unión Soviética y la crisis del comunismo real. Más aún, parece que habiéndose reventado el absceso del antiteísmo soviético, se hubiese difundido más la infección del antiteísmo o del indiferentismo práctico, hasta el punto de afectar el tejido del pueblo católico.
El Mensaje de Fátima sigue siendo actual y su pastoral, centrada en las virtudes teologales y principalmente en la caridad, parece constituir lo que el Papa Todo suyo Juan Pablo II, nos propone y recomienda.
La resistencia al Espíritu, como la Serpiente, cambia de piel, pero sigue siendo la misma. Y al hacerse más solapada y semejante al color de las virtudes cristianas se hace tanto más insidiosa y peligrosa. El último cambio de piel, parece ser el del Nuevo Orden Mundial. Del que se ha dicho que es "La mayor amenaza que la conciencia cristiana haya enfrentado en la historia".
Dios viene, pues, a dar respuesta a la civilización de la acedia con el movimiento que arranca de Fátima y pone en movimiento a los humildes, a los creyentes, a los pequeños, a los inflamados por la caridad, a los pacientes, a los que se sacrifican por los pecadores, a los que oran como les enseñó a los niños el Ángel de la Paz, en las visiones preparatorias desde 1915: "Dios mío, yo creo, te adoro, espero y te amo. Te pido perdón por todos los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman"... "Dios mío, lleva a todas las almas al cielo..."
Es la oración de la caridad, que no se conforma con el ejercicio de la virtud de religión sólo para sí, sino que desea que todos los hombres se salven. Es el anhelo apostólico diametralmente opuesto al de Marx y Lenin, que desean que los hombres dejen de querer, de adorar, de esperar y de amar a Dios, como quien se sacude un yugo de infelicidad.
En la oración que el Ángel de la Paz les enseña a los niños está el secreto de la Paz Mundial.
La Acedia
El tema que pienso tomar en esta plática o conferencia es: Fátima y la civilización de la Acedia.
Ya conocen muchos de ustedes los dos libros: «En mi sed me dieron vinagre. La Civilización de la Acedia. Ensayo de Teología Pastoral» y «Mujer ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la Civilización de la Acedia». Y saben que en ellos llamo la atención sobre el hecho de la acedia y expongo en qué consiste. Un hecho espiritual poco reconocido y que, sin embargo, puede ser considerado como el mal espiritual de nuestra civilización y que la define.
Abundan los diagnósticos sobre nuestras sociedades. Diagnósticos económicos, sociopolíticos, culturales, de las ideologías o las ideas filosóficas que las orientan, etc. Pero el nuestro, es un diagnóstico estrictamente espiritual, profético, acerca del mal espiritual de nuestra civilización. Un diagnóstico espiritual que excede, por lo tanto, lo que las ciencias humanas pueden alcanzar.
Un prominente norteamericano, William J. Bennett, que fue ministro de Cultura y Educación de Estados Unidos durante la administración del presidente Ronald Reagan, afirmó en 1995, en una conferencia, coincidentemente con nuestro diagnóstico, que la raíz de los males sociales y culturales que se señalan en la sociedad norteamericana, era de índole espiritual y consistía en la acedia. Una resistencia a tener en cuenta las realidades religiosas de la fe cristiana a la hora de tomar las decisiones que afectan el bien común.
La Acedia y Fátima
En mis observaciones y reflexiones sobre la acedia, nunca me había detenido a meditar sobre la relación existente entre las apariciones marianas de Cova da Iría, (que se prolongan en los mensajes a Lucía en Pontevedra y Tuy), conocidas como las apariciones de Fátima. No había reparado en la patente relación que existe entre el mensaje que en ellas ha dado Nuestra Señora del Corazón Inmaculado, y la acedia que aqueja nuestra civilización. He caído, pues, en la cuenta, con sorpresa, que el mensaje de Fátima tiene relación directa con el mal de acedia que aqueja nuestra civilización y apunta a ponerle remedio.
En efecto, Fátima no es un mensaje devocional que se presente en forma ahistórica y de espaldas a los sucesos mundiales del siglo. Llamativamente, Nuestra Señora se ocupa, en sus mensajes, de hechos históricos tales como las dos guerras mundiales y Rusia, o lo que es lo mismo, de la revolución marxista.
1917: La revolución bolchevique
Se ha observado que 1917 es, en plena primera guerra mundial, el año del triunfo de la revolución bolchevique que instala en Rusia el primer gobierno ateo, antiteo. Un gobierno que se propone, por primera vez en la historia, como parte de su plan de creación de una nueva humanidad, la erradicación de la religión, que es, en los hechos y principalmente, la erradicación de la fe cristiana, ortodoxa y católica, empezando por el ámbito de las Repúblicas Socialistas Soviéticas Unidas. Pero no sólo en ese ámbito. Pronto comenzará a exportar la revolución anticristiana. Es conocida la participación que tuvieron, en las persecuciones sangrientas durante las revoluciones mexicana y española de las décadas siguientes, los agentes políticos revolucionarios rusos o de la internacional marxista. Recuérdese que Trotsky se asila en México, donde es, a pesar de todo, asesinado.
Las persecuciones multifacéticas al pueblo católico en el siglo XX
El siglo XX podrá pasar a la historia como un siglo de acedia, de odio a Dios en la figura de sus creyentes más pequeños (Mateo 25,31ss). Refresquemos un poco la memoria acerca de las persecuciones padecidas por el pueblo católico en este siglo.
Etnocidios
Aunque todavía está por hacerse el balance total de las persecuciones y de los mártires católicos y ortodoxos del siglo XX, es posible recordar a vuelo de pájaro: la matanza de casi dos millones de armenios, a manos del imperio otomano que, ya desde el siglo XIX había venido persiguiendo a las etnias cristianas sometidas a la dominación turca en Siria y el Líbano. Hay que recordar la persecución en México con la gesta de los Cristeros; la opresión política en Francia, Uruguay y tantos otros países, por influjos masónicos. La persecución de los católicos en el Tercer Reich y en los territorios ocupados: Polonia, Austria y Europa Oriental. Luego de la Segunda Guerra, la terrible persecución comunista en las naciones de Europa Oriental que le fueron discrecionalmente entregadas en Yalta: Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania, Alemania Oriental. Sin olvidar las naciones de la Yugoslavia de Tito y la radical dictadura albanesa.
La persecución en la URSS fue dantesca y demoledora. Tras una pausa durante la Segunda Guerra, por razones políticas internas, Stalin la retomó con redoblada furia y fue continuada por sus sucesores.
Este siglo vio también instalarse el marxismo en China continental, donde arrasó la Iglesia católica china. Las matanzas de católicos en África han sido tremendas también y en algunos casos en el exterminio del clero y religiosos. A los martirios sangrientos hay que agregar otras formas de persecución y discriminación mediante medios psicopolíticos.
Persecuciones psicológicas y psicopolíticas
El comunismo ruso comenzó con los lavados de cerebro mediante los cuales se buscaba, aplicando la psicología de los reflejos condicionados de Pavloff, el fundador de la psicología conductista materialista, manipular la conducta humana y determinarla, mediante la aplicación de premios y castigos, para lograr la conversión de los creyentes en buenos ciudadanos soviéticos. Esta reconversión o apostasía era la meta que buscaban los tribunales del pueblo, los interrogatorios policiales, las prisiones, campos de concentración, trabajos forzados, el estado policial. Todo apuntaba a que los creyentes confesaran sus errores y los de la Iglesia y se plegasen a la ideología marxista.
Esa técnica se aplicó luego, aún en el así llamado mundo libre donde la ideología marxista se infiltró en los medios intelectuales y académicos del catolicismo, sin excluir el clero. Se conoció entonces la teología de la liberación marxista, que logró los objetivos psicopolíticos a los que apuntaba: dividir a la Iglesia y sembrar en ella la confusión, la división y las acusaciones mutuas. Una situación de la que le cuesta reponerse al catolicismo, que sigue siendo sometido a encontradas agresiones psicopolíticas, como es actualmente la así llamada teología india.
Muchos fieles, sobre todo jóvenes, e incluso sacerdotes y religiosos, se involucraron más o menos profundamente con los movimientos revolucionarios violentos, inspirados por la ideología marxista y financiados por la Unión soviética o por otras fuentes oscuras, interesadas en el resquebrajamiento de la unidad católica y del desdibujamiento de la identidad católica. Se ha podido demostrar que la guerrilla recibía ayuda económica de organizaciones protestantes relacionadas con el Consejo Mundial de las Iglesias. El compromiso de estos católicos con la izquierda violenta dio bienvenido pretexto a la represión militar y a las acciones de la inteligencia militar y policial de todas las corrientes e ideologías, en el tejido social y humano del pueblo de Dios.
La Iglesia era atacada por unos como aliada del capitalismo y por otros como aliada de los terroristas. Y el efecto fue la efectiva división de los católicos por motivos ideológicos y políticos.
Esas eran formas de persecución psicopolíticas de las que apenas si nos vamos haciendo conscientes y debido a las cuales se incurre insensiblemente en cismas y apostasías.
Persecuciones legales y jurídicas
Para completar el cuadro de las multifacéticas formas de la acedia anticatólica en este siglo, pueden agregarse las formas de discriminación y de opresión jurídica de los católicos. En «En mi sed me dieron vinagre» me he referido al así llamado Ateísmo estructural y a la Acedia jurídica. Ha habido una oposición y obstaculización crónica e insidiosa de la vida católica por vía legal. Se ha impuesto a naciones católicas constituciones y filosofías jurídicas liberales, racionalistas, positivistas, antiteas. Se ha dejado a los católicos desamparados en sus derechos al respeto de sus símbolos e imágenes religiosas, que suelen ser manoseados o profanados impunemente por los señores feudales de la publicidad.
Francia lideró, con su ejemplo, desde el siglo XIX la opresión jurídica y legal de los católicos. Prohibió las órdenes y congregaciones religiosas. Los gobiernos de Uruguay y México siguieron su ejemplo. Otras leyes francesas introducían vejaciones que dieron lugar a la enérgica encíclica Vehementer Nos de Pío X, a comienzos del siglo.
La tiranía escolar
Pero quiero señalar una forma de persecución por lo general poco tenida en cuenta, por revestirse de formas particularmente secretas e insidiosas, y que, sin embargo, tiene graves y devastadoras consecuencias sobre la identidad del pueblo de Dios. Me refiero a la dictadura escolar que practican las democracias, uno diría que con buena conciencia y sin percibir su olor a tiranía. Dictadura escolar a la que se ve sometido el pueblo católico en la mayoría de los países latinoamericanos.
Si hay un sector de servicios que no se privatiza en ninguno de los feudos del actual orden mundial, es el de la educación. Al respecto, los estados siguen imponiendo sus programas en las disciplinas humanas: historia, filosofía. La tendencia es también a abolir esas disciplinas. ¿Qué consecuencias tiene esta política escolar para la identidad y la autoconciencia católica?
Sus consecuencias
Como consecuencia de esta tiranía docente, el pueblo católico se ve impedido de transmitir de una generación a otra, en el ámbito escolar, sus tradiciones doctrinales e históricas, las gestas de sus mayores, la historia de su pueblo. Esta situación, sostenida a lo largo de más de un siglo, ha ido produciendo una pérdida importante y extendida de la memoria y de la identidad colectiva, un debilitamiento del sentido de pertenencia. El conocimiento de la propia historia, de la figura y doctrina de los Santos Padres, de los Santos, y ¿por qué no? también de sus pecadores, se va convirtiendo cada vez más en el privilegio de unos pocos que van siendo cada vez menos, incluso entre los clérigos y religiosos. La ignorancia católica acerca de sí mismos es pavorosa.
La acedia como causa de la persecución
¿A qué se deben todas estas formas de violencia que apuntan al etnocidio, al exterminio demográfico, o a la desaparición cultural del pueblo católico? ¿A qué se debe este odio inexplicable contra un tipo humano excelente como el que nace de la fe? ¿Cómo se explica que en vez de apreciar sus virtudes, incluso ciudadanas, y de fomentar su existencia y su excelencia, se esté siempre al acecho de sus defectos para pretextar los intentos de exterminio o de desidentificación?
Podrían darse, si se reconociese este hecho que tan pocos reconocen, ensayarse muchas respuestas, de orden histórico, político, ideológico o social. Nuestro diagnóstico, lo hemos dicho, es espiritual. Se trata de acedia. Una acedia que ha adquirido dimensiones políticas, de civilización, de legislación de teorías jurídicas, de ideas filosóficas justificatorias... pero que es de naturaleza espiritual: demoníaca. Opuesta al Espíritu Santo, con una forma de oposición que más que en una herejía doctrinal consiste en una negación de sus obras.
Acedia y resistencia al Espíritu Santo
Este diagnóstico se ve confirmado por el Magisterio. En su Encíclica sobre el Espíritu Santo Dominum et vivificantem, Juan Pablo II describe la acedia en términos de resistencia práctica al Espíritu Santo y se la ubica, como hemos hecho en el capítulo séptimo de «En mi sed me dieron vinagre», en el contexto de la resistencia de la carne al Espíritu Santo, de la que habla San Pablo.
Dice el Papa:
"Por desgracia, la resistencia al Espíritu Santo que San Pablo subraya en la dimensión interior [...] que tiene lugar en el corazón humano, encuentra [...] especialmente en la época moderna, su dimensión externa, concentrándose como contenido de la cultura y de la civilización, como sistema filosófico, como ideología, como programa de acción y formación de los comportamientos humanos. Encuentra su máxima expresión en el materialismo, ya sea en su forma teórica –como sistema de pensamiento – ya sea en su forma práctica – como método de lectura y de valoración de los hechos – y además como programa de conducta correspondiente.
El sistema que ha dado su máximo desarrollo y ha llevado a sus extremas consecuencias prácticas esta forma de pensamiento, de ideología y de praxis, es el materialismo dialéctico e histórico, reconocido hoy como núcleo vital del marxismo".
"Por desgracia, la resistencia al Espíritu Santo que San Pablo subraya en la dimensión interior [...] que tiene lugar en el corazón humano, encuentra [...] especialmente en la época moderna, su dimensión externa, concentrándose como contenido de la cultura y de la civilización, como sistema filosófico, como ideología, como programa de acción y formación de los comportamientos humanos. Encuentra su máxima expresión en el materialismo, ya sea en su forma teórica –como sistema de pensamiento – ya sea en su forma práctica – como método de lectura y de valoración de los hechos – y además como programa de conducta correspondiente.
El sistema que ha dado su máximo desarrollo y ha llevado a sus extremas consecuencias prácticas esta forma de pensamiento, de ideología y de praxis, es el materialismo dialéctico e histórico, reconocido hoy como núcleo vital del marxismo".
Nótese que el Papa no dice que sea el único sino el más radical. Porque también el régimen racionalista y liberal-naturalista se opone al Espíritu aunque no tan violentamente. Y prosigue:
"Por principio y de hecho el materialismo excluye radicalmente la presencia y la acción de Dios, que es Espíritu, en el mundo, y sobre todo en el hombre, por la razón fundamental de que no acepta su existencia, al ser un sistema esencial y programáticamente ateo. Es el fenómeno impresionante de nuestro tiempo al que el Concilio Vaticano II ha dedicado algunas páginas significativas.
"Aunque no se puede hablar de ateísmo de modo unívoco, ni se lo puede reducir exclusivamente a la filosofía materialista, dado que existen varias especies de ateísmo [...] sin embargo, es cierto que un materialismo verdadero y propio entendido como teoría que explica la realidad y tomado como principio clave de acción personal y social, tiene carácter ateo.[...] De aquí se sigue que la religión puede ser entendida solamente como una especie de ‘ilusión idealista’ que ha de ser combatida [...] para eliminarla de la sociedad y del corazón mismo del hombre. Se puede decir, por tanto, que el materialismo es el desarrollo sistemático y coherente de aquella resistencia y oposición [de la carne contra el espíritu] denunciada por San Pablo" (Dominum et Vivificantem N. 56).
He aquí, descrita por el Papa, la acedia antitea característica de nuestra civilización, exasperada en su versión soviética, pero que permanece presente en su versión globalista del nuevo Orden Mundial tal como lo concibe Fukuyama, teórico y asesor del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
El ataque a la fe. Declaraciones de Marx, Lenin y el Partido Comunista
Veamos algunos textos que ejemplifican lo afirmado por el Papa.
Como es sabido, el comunismo es, ante todo, una teoría fundada en el materialismo ateo de Feuerbach, Marx y Engels, autores que a su vez son tributarios de las críticas contra la fe cristiana de Kant y Hegel. De estos autores, algunos negaron sistemáticamente la fe y la religión cristiana y otros pasaron a combatirla activamente tratando de erradicarla, como dice el Papa, de la sociedad y hasta del corazón mismo del hombre.
Para Karl Marx, siguiendo a Feuerbach, "es el hombre el que crea a Dios, como producto de su mente, y no Dios el que crea al hombre". En un texto clásico afirma Marx: "La lucha contra la religión es, por lo tanto [...] lucha contra el otro mundo, del cual la religión es el olor espiritual [...] la religión es el suspiro de la creatura oprimida; es el corazón del mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo. La abolición de la religión, como felicidad ilusoria del pueblo, es necesaria para su verdadera felicidad. La exigencia de quitar las ilusiones sobre su situación es la exigencia de quitar una situación que necesita ilusiones. La crítica de la religión es, pues, en germen, la crítica de este valle de lágrimas, del cual la religión es la aureola".
Las apariciones del Corazón Inmaculado de María, coincidentes con la revolución rusa, parecen una refutación de la negación marxista del corazón creyente y de su negación del Espíritu santo. La Virgen pedirá la consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado, porque en ese país se comienza a instalar un régimen político que procura la abolición de la fe en Rusia como primer paso para su abolición en todo el mundo. A grandes males, grandes remedios. Y a los que niegan la existencia y la acción histórica de Dios, se les responde con una intervención milagrosa de Dios.
Lenin, que instaló el régimen marxista en Rusia con la revolución bolchevique de 1917, afirmaba:
"Nosotros debemos luchar contra la religión [léase siempre ‘la fe cristiana’ ortodoxa y católica en Rusia y Ucrania]. Este es el ABC de cualquier especie de materialismo; y por lo tanto del marxismo. Pero el marxismo no es un materialismo que se detenga en el ABC. El marxismo va más allá. Es preciso saber luchar contra la religión y poder dar a las masas una explicación materialista de los fundamentos de la fe y de la religión".
Esta misma fue la doctrina del PCUS, el Partido Comunista de la Unión Soviética hasta su disolución. En 1919 decía: "El Partido lucha por la abolición completa de toda religión". En 1971, medio siglo después, propiciaba: "La decisiva derrota de las supervivencias del pasado en la conciencia del hombre y en su conducta, entre las más tenaces de las cuales se cuentan los prejuicios religiosos".
La Cruzada antitea
El régimen marxista instalado en Rusia, es decir en la URSS, no es un mero hecho político. Tiene un sentido espiritual. Es una cruzada antitea moderna. Es un intento demoníaco de abolición de la fe cristiana que se programa para imponerse en el mundo entero por todos los medios, primero políticos. Más tarde, con el desarrollo de la psicología de la propaganda política, por medio psicopolíticos. Y por fin, con el afinamiento de una estrategia cultural reclamada por Gramsci, también por medios culturales.
Por eso, la referencia, en Fátima, a la conversión de Rusia si ésta le es consagrada al Corazón de María por el Papa y todos los obispos, es decir por los representantes jerárquicos de todo el pueblo de Dios perseguido, so pena de que sus errores se difundan y sobrevengan terribles guerras y persecuciones sangrientas, es también un hecho espiritual de lucha. Es una cruzada mariana. Nuestra Señora misma reconoce el carácter de guerra espiritual que reviste este enfrentamiento con los poderes demoníacos, cuando afirma: "Finalmente, mi Corazón Inmaculado triunfará y habrá un tiempo de paz".
El Corazón y las Espinas
Ante la acedia organizada ideológica, política y culturalmente, la Caridad de Dios responde a su modo. El simbolismo del Corazón cercado de espinas visibiliza el carácter peculiar de este enfrentamiento entre el Espíritu Santo de Caridad, que trae gozo y paz, y la acedia, que desertifica a la humanidad y la convierte en una civilización de la muerte.
¿Qué puede oponer al empuje del cerco de espinas el corazón desnudo de la caridad? ¿Ese corazón sin corazas ni defensas de Dios? ¿Qué puede oponer a la ofensa de los pecadores? Fácil le sería al fuego quemar las espinas. Pero el fuego de la caridad, el de la zarza ardiendo no es un fuego devorador de los pecadores. Al cerco de las espinas, el fuego de la Caridad que inflama al Corazón Inmaculado sólo opone Caridad. El amor de los niños. La capacidad de sacrificio de Jacinta y Francisco, por compasión con los pecadores que se pierden y se van al infierno, y por compasión con el corazón entristecido de Jesús.
La Caridad cercada de espinas triunfa en estos niños dándoles la disposición para sufrirlo todo por amor a Dios y a los hombres que se pierden: las acusaciones de mentirosa por parte de su madre y hermanas que padeció la hasta entonces mimada y mimosa Lucía; el acoso y la sospecha pública de ser una niña embustera; los interminables interrogatorios que alimentaba la sospecha rebuscando alguna contradicción delatora; la burla y la risa sarcástica hasta de autorizados sacerdotes, prestigiosos pero incrédulos; las durezas del párroco, celoso de su autoridad; las amenazas de muerte por parte de autoridades civiles y de soldados; interrogatorios con promesa de ejecución y con ficción de haber ejecutado ya a los cómplices por negarse a revelar sus secretos; torturas morales infligidas a niños menores de edad por autoridades civiles y militares por hechos que no eran delito: "Lo que habéis hecho a uno de estos hermanitos míos más pequeños, a mí me lo habéis hecho".
Los niños quedaron inflamados de caridad. De amor a Dios. De compasión por los pecadores. De amor que sufre, sacrifica, no juzga y perdona, no toma nada a mal. Ellos reflejan el amor de Jesús y de María por la salvación de todos los hombres.
Contra la acedia organizada en forma de gobierno y planes quinquenales, en forma de proyecto antiteo que se proponía abolir la fe y arrancarla del corazón de los pueblos cristianos, los Corazones de Jesús y de María, inflamados en el fuego de la Caridad, sitiados por las espinas de la acedia, suscitan la insurrección de los pequeños, de los humildes, pero fuertes y grandes por la caridad y por la sabiduría de la cruz, que los empuja al sacrificio y a la paciencia por amor a los demás.
Fátima no es, pues, solamente un acontecimiento de devoción puramente privada e intimista. Es una especie de jaque mate divino, dado en el tablero de la historia, a las insidias de la acedia de los príncipes de este mundo contra el Señor y su Ungido (Salmo 2).
Fátima es una respuesta divina en la que, imitando a Dios, los suyos podemos aprender cómo se ha de responder a la Acedia histórica, militante y organizada, la acedia programática del Príncipe de este mundo y de las Tinieblas, la de sus agentes y sus colaboradores conscientes, y la de las multitudes de los que "no saben lo que hacen".
Vigencia de Fátima
Fátima no ha perdido su vigencia con la caída de la Unión Soviética y la crisis del comunismo real. Más aún, parece que habiéndose reventado el absceso del antiteísmo soviético, se hubiese difundido más la infección del antiteísmo o del indiferentismo práctico, hasta el punto de afectar el tejido del pueblo católico.
El Mensaje de Fátima sigue siendo actual y su pastoral, centrada en las virtudes teologales y principalmente en la caridad, parece constituir lo que el Papa Todo suyo Juan Pablo II, nos propone y recomienda.
La resistencia al Espíritu, como la Serpiente, cambia de piel, pero sigue siendo la misma. Y al hacerse más solapada y semejante al color de las virtudes cristianas se hace tanto más insidiosa y peligrosa. El último cambio de piel, parece ser el del Nuevo Orden Mundial. Del que se ha dicho que es "La mayor amenaza que la conciencia cristiana haya enfrentado en la historia".
Dios viene, pues, a dar respuesta a la civilización de la acedia con el movimiento que arranca de Fátima y pone en movimiento a los humildes, a los creyentes, a los pequeños, a los inflamados por la caridad, a los pacientes, a los que se sacrifican por los pecadores, a los que oran como les enseñó a los niños el Ángel de la Paz, en las visiones preparatorias desde 1915: "Dios mío, yo creo, te adoro, espero y te amo. Te pido perdón por todos los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman"... "Dios mío, lleva a todas las almas al cielo..."
Es la oración de la caridad, que no se conforma con el ejercicio de la virtud de religión sólo para sí, sino que desea que todos los hombres se salven. Es el anhelo apostólico diametralmente opuesto al de Marx y Lenin, que desean que los hombres dejen de querer, de adorar, de esperar y de amar a Dios, como quien se sacude un yugo de infelicidad.
En la oración que el Ángel de la Paz les enseña a los niños está el secreto de la Paz Mundial.