sábado, 1 de agosto de 2009

Los Esteroides Anabólicos

Con el nombre general de “anabólicos” se describe a una serie de moléculas de estructura esteroide, emparentadas con la testosterona, la principal de las hormonas masculinas. El término anabólico se utiliza en Biología para hacer referencia a productos que intervienen en la construcción de tejidos. De hecho, en condiciones fisiológicas, la testosterona y otros andrógenos se asocian con el aumento del músculo esquelético, de la producción de glóbulos rojos y de la aparición y sostén de los llamados caracteres sexuales masculinos (barba, tono de voz, distribución del vello corporal). De la misma manera, están involucrados en la disminución del contenido graso.

La testosterona y otros anabólicos más complejos, como la nandrolona, se utilizan en el terreno de las ciencias médicas ante enfermedades como los estados de hipogonadismo, en los cuales, por diversas causas, la producción natural de estas hormonas se encuentra disminuida. Sin embargo, su capacidad para aumentar la masa muscular fue el motivo que generó su abuso para aumentar el desempeño y la apariencia física en distintas disciplinas deportivas, en especial en los atletas de alto rendimiento, la halterofilia y el fisicoculturismo.

Debido a sus características moleculares, los esteroides anabólicos se absorben con facilidad tanto por vía oral como mediante el uso intramuscular, subcutáneo o incluso a través de la piel (transdérmico). Es frecuente que, en circunstancias de abuso, quienes utilizan estos compuestos lo hagan por fases cíclicas, durante días o semanas, con períodos de suspensión intermedios. Asimismo, algunos deportistas asocian diferentes compuestos con el objetivo de aumentar su efectividad (“amontonamiento”) y buscando disminuir las numerosas complicaciones.

Desde hace décadas se ha demostrado que el uso inapropiado de estas hormonas se vincula fuertemente con la aparición de distintas formas de cáncer, entre las que se destacan los tumores hepáticos y prostáticos. Resultan de por sí hepatotóxicos y elevan en forma pronunciada la presión arterial por medio de la retención hídrica. Quizás su efecto adverso más difundido es la virilización, que se expresa en las mujeres con el surgimiento de acné, caída del cabello, alteraciones menstruales, clitorimegalia, cambios en el tono de voz e incluso mayor incidencia de cáncer de ovario. En los varones, además de reducir el tamaño testicular, provocan oligozoospermia (disminución del número de espermatozoides). Sin embargo, la principal inquietud ocurre en los adolescentes, donde estas hormonas no sólo alteran la progresión normal de la pubertad, sino que se asocian con el cierre anticipado de los cartílagos esqueléticos y la posibilidad de interrumpir el crecimiento.

Además, los anabólicos se relacionan con modificaciones de la conducta, ya que se han descrito cambios de carácter, incremento de la agresividad, episodios de manía e incluso un incremento de la prevalencia de ideación paranoide, alteraciones del juicio de realidad, suicidios y homicidios.

Es probable que el abuso de estas sustancias se fundamente en la veneración de la imagen corporal que tiene lugar en nuestro modelo cultural relativista, en el cual la apariencia física adquiere una importancia irrisoria. Destacarse físicamente o rendir en una competencia parecen metas que superan al propio instinto de conservación y al respeto por la vida propia y del prójimo. Quizás, en el fondo, la imagen corporal y la apariencia representan una forma moderna de esclavitud en las cuales los esteroides anabólicos constituyen una herramienta más de acceso.



Revista Digital Fides et Ratio
Publicado originalmente en formato 1.0 en agosto de 2009