martes, 4 de marzo de 2014

Cambio de Hábito

Nota original: Emmanuel Escobar para Gólgota Online

"Sister Act", mejor conocida como "Cambio de Hábito" es una película de 1992 protagonizada por Whoopi Goldberg en la cual se cuenta la historia de una mujer, Deloris Van Cartier, acostumbrada a la vida que solemos llamar "mundana" quien, por una serie de eventos desafortunados, tiene que refugiarse en un convento de monjas y adaptarse a un estilo de vida que le es totalmente ajeno; sintiendo, por muchas razones, una gran aversión a él.


La vida del cristiano no es muy lejana a una historia como ésta. Vivimos inmersos en un mundo que nos seduce con sus placeres y deleites; con sus lujos y vanidades; con deseos de fama y poder que se desvanecen como el humo, sin embargo, es un mundo del que no podemos quitar la mirada. Es por ello que cuando recibimos invitaciones a eventos "piadositos" con gente "devota" es probable que sintamos una natural aversión a ello.

Cuando nos preguntan de qué religión somos podemos responder con facilidad: "Soy católico, pero no creo en la Iglesia", "Soy católico, pero no voy a misa" "Soy católico, pero odio a los curas"... éstas y muchas otras ideas podrían ser la excusa perfecta que nos libere de la "carga" que implica ser bautizados sin haberlo elegido.

Adoptando el nombre de "hermana Marie Clarence", Deloris descubre que hay una carencia en el convento que le da refugio: un coro desentonado que ahuyenta a los fieles. Ante esta necesidad, ella decide darle un nuevo sentido a su estancia en el lugar: toma las riendas del grupo de hermanas cantoras y las enseña a cantar como nunca lo habían hecho en su vida.


Nosotros, en nuestra vida cristiana podemos hacer algo semejante: Sí es tanto lo que nos cuesta llevar una vida cristiana ¿por qué no "voltear la tortilla", como dicen por ahí y buscar algo que sí dependa de nosotros, algo que podamos mejorar? Tenemos que darnos cuenta que la Iglesia es semejante a un barco que ha zarpado del puerto y que tiene muchos boquetes que lo ponen en riesgo de hundirse. Nosotros somos tripulantes de esta embarcación y no hay nada mejor que podamos hacer que rellenar esos boquetes para salvar la nave.

La Iglesia no está dañada en su cimiento pues su fundador es santo y santa la constituyo. Por eso, no intentemos cambiar a Cristo o lo que Cristo enseñó. La Iglesia no está dañada en el timón, pues es dirigida por Pedro, el Papa, a quien Jesús nombró capitán, por eso, no intentemos contradecir al Papa. Donde la Iglesia necesita ayuda es donde los hombres más la han descuidado: con los más pequeños, con los más alejados, con los que no conocen al fundador, con los que desconocen el rumbo de la embarcación y, peor aún con los que, conociéndolos, se aferran al error y al pecado.

Siendo esta la circunstancia, nos podemos ver libres de tener que resolver los grandes conflictos de la Iglesia pero no así de los pequeños problemas que la aquejan: de hacer que el coro cante las notas adecuadas, o dicho de otra manera, de hacer bien lo que nos toca hacer bien a nosotros.

La hermana Marie Clarence pone todo su empeño en sacar el potencial de cada una de las hermanas que están con ellas en el convento, aprovechando sus dotes naturales, la voz que Dios les dio y convirtiendo su introversión en la más afable de las seguridades hasta que, un día, son convocadas para cantarle al Papa.

Si nos empeñáramos en ayudar a nuestra Iglesia en una cosa, en "cambiar de hábito", en modificar nuestro comportamiento para que no seamos nosotros mismos uno de los boquetes que hunden a la Iglesia, sin darnos cuenta lograríamos grandes cosas que trascenderían más allá de nuestras propias vidas.

Pero hay un problema: cuando todo está por terminar bien, cuando estamos cerca del final feliz, el pasado vuelve a nosotros. Efectivamente. La hermana Marie Clarence es descubierta por su ex novio, un criminal conocido, que hace hasta lo imposible para hacerla volver a su lado o, por lo menos, asegurarse de que ella no será un peligro para sus operaciones delictivas.

De la misma manera, nuestros pecados del pasado, nuestros viejos vicios se harán presentes intentando alejarnos de camino recto que hemos decidido emprender. Pero no estamos solos, Dios está con nosotros y con la ayuda de los sacramentos, de la oración y de nuestra comunidad somos capaces de vencerlo todo.

Es por ello que todas las hermanas del convento salen a la ayuda de la protagonista logrando interponerse entre su ex novio y ella y librándola del apuro. Nosotros debemos confiar en que Dios nos dará siempre todas las ayudas que necesitemos para encontrarlo.

No diré más acerca de la película porque si no la has visto, te has perdido de mucho, en verdad, pero sí concluiré de la siguiente manera: si queremos cambiar algo en la Iglesia, busquemos algo en lo que seamos buenos, algo en lo que seamos talentosos y con lo que podamos aportar algo nuevo a ella, cubrir alguna necesidad, ofrecer lo que tenemos a los demás. Tal vez entonces se nos olvide que al principio sentíamos aversión y podamos, así como lo hizo Deloris Van Cartier, enamorarnos de la Iglesia que nos ha dado refugio desde siempre, "cambiar de hábito" y transformar lo humano en divino.

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Que Dios te bendiga.