domingo, 9 de marzo de 2014

Injusticia y Cristianismo

Autor: Padre Leonardo Castellani (fragmento de "Sentencias y Aforismos Políticos", 1981)

144. La actitud de digerir la injusticia resulta la mejor venganza. En efecto, ¿qué se propone el odio? El odio se propone —o busca inconscientemente, pues hay odios inconscientes—, esencial-mente, destruir. ¿Qué mejor venganza que ofrecerle el resultado contrario, el ensanchamiento del alma urania, la purificación y mejora de la vitalidad interna? Pero, ¿dónde está la alquimia que convierta ese veneno en medicina y alimento? 


145. El medio de digerir la injusticia es un secreto del cristianismo. Es la actitud heroica, y aparentemente imposible a las fuerzas humanas de devolver bien por mal, de bendecir a los que nos maldicen. 

146. Las fuerzas psicológicas del hombre son limitadas y pueden sucumbir a un gran dolor moral. “Consolar al triste...” Y eso no son palabras, sino con ayuda verdadera, es la mayor de las obras de misericordia. 

147. El amor al prójimo es el único remedio de la injusticia social; pero el amor que trajo Cristo es un amor desmedido. Él le señala caracteres enteramente excepcionales: tiene que ser de obras más que de palabras, tiene que llegar hasta a amar al enemigo, y a dar la vida por el amigo. 

148. El "resentimiento", así, con comillas, no es vulgar rencor, odio o despecho; es indignación reprimida mal o insuficientemente, por fuerza y no por razón, que se irradia concéntricamente de objeto en objeto y de zona en zona anímica hasta contaminar (cosa curiosa) el mismo entendimiento. 

149. Algunos tienen la misión o ―el deber profesional de luchar por la justicia. Sea que ella nos alcance personalmente o no, la injusticia es un mal terrible, perceptible a los que poseen "sentido moral" (sexto sentido que diferencia al noble del plebeyo), y luchar contra ella es obra de procomún, aunque en ocasiones parezca como una locura. Don Quijote tuvo esa locura, que en el ideal caballeresco creado por la Iglesia en Europa, no era locura. 

150. Los que tienen deber profesional de luchar por la justicia son: los jueces (los juristas), los gobernantes (los pastores) y los soldados (los guerreros). Desgraciadamente, la época moderna ha transformado a los jueces en máquinas, a los gobernantes en economistas y a los soldados en militares.