1) Para saber
¿Hay algún pecado
que Dios no perdone? Sabemos que Dios es infinitamente misericordioso, pero hay
un texto en el Evangelio que nos dice que el pecado contra el Espíritu Santo no
será perdonado (cfr. Mt 12, 32; Mc 3, 29). ¿A qué se refiere este pecado?
El Magisterio de la
Iglesia, a través del Catecismo de la Iglesia Católica, nos da la
explicación: “No hay límites a la
misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la
misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus
pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento
puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna” (n. 1864).
Al habernos creado libres, Dios respeta esa
libertad y si alguno no quiere arrepentirse y no pide perdón, queda sin el
perdón divino.
2) Para pensar
El Papa Francisco recordó que hay dos grandes
obstáculos para la reconciliación de los hombres o de los grupos o naciones:
En primer lugar, la soberbia del que no
reconoce la propia culpa y se niega por tanto a pedir perdón a quienes ha
podido ofender con sus actos. No recibe el perdón, quien no muestra
arrepentimiento.
En segundo lugar, la soberbia de quien se considera
ofendido y espera que los "ofensores" se disculpen y le pidan el
perdón de sus ofensas.
En las dos partes hay obstáculos para la
reconciliación porque la soberbia ofusca: agranda las ofensas cometidas por los
demás y esconde nuestras culpas.
El Papa Francisco, en un discurso vibrante y
encendido, se refirió al “síndrome de Jonás” como aquella enfermedad que pueden
sufrir las personas de bien y que consiste en encerrarse en su propia torre de
marfil. En la historia de Jonás, el Señor le pide que vaya a Nínive para
advertirles de su pecado, pero Jonás huyó a otro lugar. El Papa lo explica:
“Jonás tenía las cosas claras: "la doctrina es ésta y se debe hacer
esto" y que los pecadores "se las arreglen ellos solos, yo me
voy".
A aquellos que viven según este “síndrome de
Jonás", añadió el Pontífice, Jesús "llama hipócritas, porque no
quieren la salvación de la gente pobre, de los ignorantes y de los pecadores… se
busca una santidad -me permito la palabra- una santidad de lavandería, toda bonita, impecable, pero sin ese celo de ir a
predicar el Señor". Síndrome que consiste en no tener celo por la conversión
de la gente.
Podemos pensar si no habremos contraído dicho
síndrome al ocuparnos nada más de hacer bien nuestras cosas, sin atender a los
necesitados.
3) Para vivir
En el momento en
que uno se siente "bueno", su propia bondad se convierte en el
principal obstáculo de la reconciliación. En el mismo momento en que se enroca
en su castillo, se separa de los pecadores. La soberbia no sólo exalta al
pecador, también lo lleva a despreciar a los demás.
Por eso el Papa nos
invita a todos a salir de nosotros mismos y de ir al encuentro de los demás,
sin tener en cuenta las culpas de unos y de otros. Más aún, dando el paso de
reconocer nuestras culpas y de pedir perdón a quienes hemos ofendido.
Nosotros podemos
siempre perdonar, aunque nadie nos haya pedido perdón. Así seguiremos el
consejo de Jesús: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso”
(Mt 6,36).