Fuente: AICA
En los primeros tres meses de su pontificado, el papa Francisco se
refirió varias veces a la New Age, esa corriente a la que llamó
"panteísta". El 20 de junio fustigó en una homilía al “dios cósmico” de
la “moda politeísta”, que llega con “la cultura light”. “Ni Jesús
hubiera creído en el dios New Age” de hoy, dijo. “La oración no es
magia”, remató.
El doctor Roberto Bosca, autor del libro “New Age, la utopía
religiosa de fin de siglo”, explicó a Claudia Peiró, periodista de
Infobae, por qué este "autismo espiritual" es contrario a la doctrina
cristiana.
No es la primera vez que Francisco se refiere al tema. Ya lo había
hecho en la reunión con un grupo de religiosos chilenos, que trascendió
por su referencia a un “lobby gay” en el Vaticano. Es evidente además
que busca retomar la iniciativa para frenar el avance de estas
corrientes. En este marco, el 16 de mayo tuvo lugar en la Casa Santa
Marta, precisamente donde reside el Papa, un encuentro de expertos sobre
los Nuevos Movimientos Religiosos, convocado por el Pontificio Consejo
para el Diálogo Interreligioso. En el centro de las preocupaciones
estuvieron el neopentecostalismo y la New Age, entre otros.
Todavía no se conocen las conclusiones de esta reunión, pero es
evidente la preocupación del pontífice por afirmar las verdades del
Evangelio y de la doctrina católica de modo claro y discernible para
poner límite a ciertos sincretismos que se filtraron incluso en algunos
ámbitos católicos y a los que considera más peligrosos que una secta de
contornos definidos.
“No se puede definir a la New Age como una religión, sino como una
corriente de espiritualidad, difusa y bastante inaprehensible porque
toma elementos heterogéneos de diferentes lugares; es como una
constelación, y de ahí la dificultad de identificarla”, dijo Roberto
Bosca, que es profesor de la Universidad Austral.
“Además -agregó-, la New Age no necesariamente se presenta como
tal: adopta distintas formas y nombres, por ejemplo, la revista “Uno
mismo” es una de las más importantes de esta corriente y la mayor
proporción de elementos de New Age no está en los libros o revistas
específicos sino fuera de ellos, podríamos encontrar en cualquier
publicación contenidos New Age”.
-¿Cómo se explica la expansión y persistencia de este fenómeno?
-Cuando publiqué mi libro, yo decía que la New Age era una moda
cultural, entonces me preguntaban ¿esto va a pasar? Y yo respondía que
las modas culturales no son de una temporada para la otra como las de la
ropa. Sino que pueden durar años y hasta décadas. Son procesos muy
largos. Hemos visto cómo un fenómeno, que fue creciendo desde los años
60, sobre todo en círculos intelectuales y expandiéndose en los 80 en
los Estados Unidos, hacia fines de los 90 ya se había difundido a toda
la sociedad y lo que vi en los últimos años es que dejó de ser un asunto
de pequeños núcleos para ser ahora un patrimonio, por llamarlo de algún
modo, de toda la sociedad. Lo que antes era cosa de algunos
intelectuales, ahora está en la góndola de los supermercados. Y la gente
lo compra como lo más natural.
-¿Sin saber de qué se trata?
-Me pasó una vez, dando una charla, que cuando terminé de explicar
qué era la New Age, unas chicas me dijeron: “yo soy así”, “lo que usted
está explicando es cómo soy yo”. Y no tenían la menor idea de lo que era
la New Age. Pero la respiraban porque es algo vaporoso, que uno no
percibe pero que se respira en la cultura, porque la New Age recoge
elementos de culturas ajenas a ella y los integra. La autoayuda, por
ejemplo, es un elemento que existe independientemente de la New Age pero
ésta la toma y le da una forma de espiritualidad, una forma de entender
al hombre y su relación con el mundo.
En referencia a la infiltración de esta corriente en la propia
Iglesia Católica, el Papa comentó hace poco que había sabido de una
superiora que alentaba a las hermanas de su congregación a no rezar en
la mañana, sino a darse un baño espiritual en el cosmos…
Y en una librería católica yo podría señalar los libros New Age que
están allí expuestos, y que algunos curas y monjas y catequistas usan
encantados. En algunos casos hasta hay retiros espirituales imbuidos de
esos elementos. Una vez en una clase definí la misa como sacrificio y
dije que no es una fiesta aunque tenga un aspecto de celebración. Y al
rato una estudiante me pide aclaración diciéndome que era catequista y
que enseñaba eso a los niños.
Y así te podría dar muchos ejemplos de influencia new age en la catequesis.
-¿Hay también sincretismo?
-Sí, hoy sucede que hay personas que van a la iglesia católica pero
también participan de ritos umbanda o creen en la reencarnación. Massimo
Introvigne, un experto en estos temas, habla de una doppia pertenenza:
una doble pertenencia: uno no tiene que dejar de ser católico para ser
budista, por ejemplo.
-Pero la Iglesia no lo permite…
-No, claro que no, pero actualmente estamos viviendo una cultura que
es la de la posmodernidad, sincretista, y eso que hace unos años era
impensable, hoy es bastante frecuente. Se da el caso de que personas que
se enamoran de la doctrina budista no sienten que deban dejar de ser
católicos por eso. La Iglesia no acepta eso, no se puede ser panteísta y
católico al mismo tiempo, pero en la cultura posmoderna caben los
círculos cuadrados o sea que la mentalidad actual no tiene ese principio
de no contradicción, vuelve conciliable lo contradictorio.
-¿La New Age es una exaltación del individualismo?
-Sí, una de las características de esta corriente que menciono en mi
libro es el subjetivismo, yo lo definía como un autismo espiritual, la
New Age la espiritualidad del hombre light, recoge lo que ya está, puede
decirse que es la principal religión porque recoge la sensibilidad que
está en la mentalidad del hombre y la mujer contemporáneos, la expresa
religiosamente, por eso encaja tan bien.
-¿Qué falla en la Iglesia para que esto penetre tan fácilmente?
-Bueno, viene un poco del período posconciliar [por el Concilio
Vaticano II], ahí empezaron a aparecer estas cosas y, pese a que en los
últimos pontificados, con Juan Pablo II y Benedicto XVI, hubo esfuerzos
por enderezar las cosas y en algunos casos se hicieron las cosas muy
bien, quedó mucho de eso. Hay un documento vaticano sobre este tema,
“Jesucristo, portador de agua viva. Una reflexión cristiana sobre la New
Age”, en cuya redacción participó Benedicto incluso antes de ser Papa,
en 2003, que es muy bueno y muy completo. Pero cuando el jardín no está
bien cultivado, crece cualquier yuyo.
-¿Es optimista sobre lo que pueda hacer Francisco?
-Veo este pontificado con enorme optimismo, va a tener una serie de
consecuencias muy importantes para la Iglesia, para el mundo y para la
Argentina también.
Karma, Zen, reencarnación… hay de todo en el supermercado de la fe.
En la New Age se encuentra de todo: espiritismo, reencarnación,
astrología, eros tántrico, medicina alternativa, macrobiótica, yoga,
umbanda, Tarot, budismo Zen, ovnis, karma, cábala, etc.
Su difusión es facilitada por la expansión de la red global, que
permite un vínculo virtual y light entre grupos con preocupaciones y
temas comunes.
Es evidente que existe una búsqueda de respuestas a inquietudes
trascendentales que, en algún momento, las iglesias tradicionales
dejaron de dar. En palabras de Roberto Bosca, “los conversos de la New
Age parecen preocupados por la búsqueda de lo sagrado, una búsqueda
abandonada por una teología primariamente preocupada por los problemas
seculares, con un cierto descuido por la vida litúrgica y la oración, lo
que ha dado lugar a una búsqueda en otras fuentes”.
En cierto modo, lo que el papa Francisco dice es que las respuestas a
esa búsqueda están en la doctrina católica, pero, para decirlo, no hace
concesiones doctrinarias a la moda neopanteísta, como se han visto
tentados a hacer algunos dentro de la propia Iglesia.
Pero no todos se dejan confundir: las declaraciones del músico Bono
sobre su fe y su convencimiento de que la llegada de Jesús pone fin a un
mundo regido por el karma están en la línea exacta de lo que el papa
Francisco quiere afirmar cuando dice que quienes adhieren a estas modas
“se saltan la Encarnación”, es decir Dios hecho hombre. El llamado papal
a ir a las periferias geográficas y existenciales del mundo, está en
las antípodas de la autocontemplación de moda.
El documento vaticano contra el nuevo gnosticismo
Publicado en el año 2003, es un texto que busca alertar sobre el
“narcisismo espiritual” mediante “una presentación buena y profunda del
mensaje cristiano”. El objetivo es destacar los puntos en los cuales
esta espiritualidad contrasta con la fe católica.
Estas corrientes surgen en un mundo en el cual “muchas personas
oscilan entre certeza e incerteza” y “miran dentro de sí mismas en
búsqueda de sentido y de fuerza”, volviéndose “incluso hacia
instituciones alternativas, en la esperanza de que puedan satisfacer sus
necesidades más profundas”. La New Age resulta “atrayente sobre todo
porque mucho de lo que ofrece satisface aspiraciones, frecuentemente no
satisfechas por las instituciones oficiales”, admite el documento.
Los elementos de este movimiento “están perfectamente en sintonía
con los modelos de consumo de sociedades en las cuales la diversión y el
ocio tienen tanta importancia”.
El documento considera a esta corriente más engañosa y preocupante
que todas las demás sectas, porque no está realmente organizada para
hacer proselitistas y permite por lo tanto a muchos creer que es posible
mezclarlo con el cristianismo.
Al presentar el documento, en enero de 2003, el cardenal Paul
Poupard daba un ejemplo: “La fe en la resurrección de los muertos es
sustituida por la ‘fantaciencia’, con el contacto con los seres queridos
desaparecidos y la existencia de una vida suspendida entre cielo y
tierra”. “Es un fenómeno típico de la cultura posmoderna, basada en el
pensamiento débil, el relativismo ético y el consumismo”, agregó.
El Vaticano subrayaba en aquel entonces la dificultad para combatir
la New Age, por no ser ésta ni una religión ni una verdadera filosofía,
sino más bien un “conjunto de creencias y prácticas místico-esotéricas”
que se presenta como un “ancla de salvación para todos los insatisfechos
y desilusionados que denuncian la crisis ecológica, la crisis de la
ciencia y la del racionalismo deshumanizante del mundo occidental”