¡La Iglesia de hoy no necesita cristianos a tiempo parcial,
sino cristianos de una pieza!
Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la
persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en
la Verdad y en realizar la Verdad.
La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de
la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad
madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por
último, en la hora de la muerte.
Dios se deja conquistar por el humilde y rechaza la
arrogancia del orgulloso.
El hombre es esencialmente un ser social; con mayor razón,
se puede decir que es un ser familiar.
En relación con el hombre, la ciencia no puede considerarse
neutral: es, en efecto, un don que viene de lo alto.
Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de
guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay
verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y
solidaridad.
La vida humana debe ser respetada y protegida de manera
absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su
existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre
los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.
La verdad y la solidaridad son dos elementos claves que
permiten a los profesionales de los medios de comunicación convertirse en promotores
de la paz.
No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón.