martes, 14 de enero de 2014

Volamos con la Fe y la Razón

Autor: Padre José Martínez Colin

1) Para saber

El santo padre Francisco con motivo de la Navidad nos mostraba a Cristo como la Luz del mundo que viene a iluminar nuestras tinieblas. En su Encíclica, que lleva precisamente el nombre de “La luz del fe”, nos indica que Jesús nos ha traído este gran don de la fe que nos alumbra.


En próximos artículos recorreremos algunos puntos significativos de la encíclica a fin de estar en sintonía con los intereses del Papa y que este importante documento no solo no quede en el olvido, sino que podamos sacar enseñanzas provechosas que nos permitan conocer y vivir mejor nuestra fe.

En la antigüedad, dice el Papa, el mundo pagano desarrolló el culto al Sol. El hombre intuía los beneficios que vienen con él: luz, calor… Sin embargo esa luz no es capaz de iluminar toda la existencia del hombre. Aunque se consideraba poderoso al sol, dice San Justino, “no se ve que haya alguien dispuesto a morir por su fe en el sol”.

Con Cristo sí queda iluminada toda la realidad: nos muestra quién es Dios, quien es el hombre mismo, para qué está en el mundo, de donde viene y adónde va. Pero para poder ver esas verdades es preciso creer, la fe es necesaria. La fe nos ilumina el entendimiento, es una luz que nos permite conocer más allá de lo que nos permiten nuestros ojos.

2) Para pensar

Si el hombre pierde de vista hacia dónde dirige su vida, será fácil que quede atrapado y perdido en cualquier lugar. 

Cuentan del gran escritor inglés Chesterton que era muy despistado. En una ocasión que iba viajando en tren, el revisor le pidió su boleto. Chesterton empezó a buscarlo pero no lo encontraba. Revisaba todos sus bolsillos y no lo hallaba. Se iba poniendo cada vez más nervioso, comenzando a sudar. Entonces el revisor, que lo conocía, le dijo: “Tranquilo, no se preocupe, no le voy a cobrar otro boleto”. Pero el escritor le repuso: “No me importaría pagar otro boleto; lo que me preocupa y mucho, es que he olvidado a dónde voy”.

La fe nos da esa luz que hace que no nos perdamos por los mil caminos que tiene la vida.

3) Para vivir

Aunque algunos han contrapuesto la fe a la verdad, como el pensador Nietzsche, ello no es así. Precisamente porque la verdad es muy amplia, requerimos de la fe para que, junto con la razón, logremos alcanzarla. El beato y próximo santo Juan Pablo II lo recordaba en una de sus encíclicas que hay que tener muy presente hoy en día: “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo” (Introducción, “Fe y razón”).