Traducción del original italiano por Helena Faccia Serrano
Se dice que la web ha posibilitado que lo local se convierta en
global y a eso se le ha llamado "glocal". Un ejemplo de lo "glocal" ha
sido el caso de Roxana Rodríguez
quien para más señas era monja. Digo era porque ha dejado de serlo a
raíz de que se ha convertido en madre. Y como la procreación ha
acontecido cuando todavía formaba parte de las monjas Pequeñas Hijas de
Jesús, concretamente durante el tiempo de visita a su natal El Salvador
(la ex religiosa vivía en Italia), numerosos sitios web y espacios en las redes sociales han aprovechado el caso para la mofa, la caricatura y el escaneo.
Más allá del cotilleo que ha poblado internet a partir de este caso
resulta de interés (y no es sino para destacarse) un aspecto casi
desapercibido en todo este suceso: la actitud de maternidad de la
Iglesia católica por medio de la superiora de la ex monja y también de
la cercanía del obispo del lugar. Nadie puede decir que Roxana fue una
monja ejemplar y precisamente porque no lo ha sido tanto la superiora
como el obispo lo tienen bien claro. Pero también tienen claro que ahora
lo que Roxana necesita es ayuda y es eso lo que están ofreciéndole.
Ofrezco a continuación la traducción al español de un artículo publicado
por el periódico italiano Tempi a raíz de este caso. No tiene desperdicio.
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El hijo de la religiosa y el cotilleo de los cretinos
Hay algo fastidiosamente malicioso acerca del modo cómo los medios de
comunicación han dado la noticia de la religiosa de 32 años, originaria
de El Salvador, que en el hospital de Rieti [ciudad del Lacio, a unos 90 km de Roma, N.d.T.] ha dado a luz a un niño al que llamará Francisco.
Es una pena detenerse siempre en los cotilleos (¿quién es el padre? ¿De
verdad no sabía que estaba embarazada? ¿Qué murmura la gente del pueblo?
¿Cuáles son las pullas más salaces que están dando la vuelta por
internet?), sin conseguir nunca ver que la noticia esconde entre sus
pliegues una señal de lo que, nuevamente, demuestra ser la atención de
la Iglesia hacia todos sus hijos e hijas. Como siempre: juicio claro
sobre el pecado, pero acogida al pecador. Como ha dicho sor Erminia, la
madre superiora: «No ha podido resistir a la tentación, pero no ha hecho
daño a nadie. Basta ya, dejadnos en paz, lo que ha sido ha sido».
Basta, en cambio, echar una mirada a las crónicas de los periódicos para
darse cuenta que con la excusa de querer informar sobre esta historia,
lo que se hace no es otra cosa que escarnecer a la mujer, informar sobre
los cretinos habituales de twitter y sus pullas de parvulario,
centrando el tema en la vergüenza eclesiástica por el “hijo del pecado”.
Cuánta superficialidad hay en estos comentarios, realizados normalmente
por quienes están siempre dispuestos a atacar a la Iglesia y la elección
virginal de sacerdotes y religiosas.
Sin embargo, a nosotros nos parece mucho más importante e interesante
relatar cuánta discreción y capacidad de acogida ha demostrado la
Iglesia. Monseñor Gianfranco Girotti, hasta el año 2012 regente de la
Penitenciaria Apostólica, ha explicado que la religiosa «tendrá que
abandonar el instituto y hacerse cargo de la prole que ha nacido. El
hecho del embarazo y del nacimiento del niño la obligan a un nuevo
estado de vida». En resumen, ahora que el niño existe, hay que tenerlo
en cuenta y es justo que Francisco pueda gozar de todas las atenciones
de su madre. Pero esto, ha añadido Girotti, no significa que la
religiosa sea «excomulgada». Al contrario. «Sus superiores –ha añadido–
deberán ayudarla a hacer frente a la situación. Siendo extranjera,
encontrándose en un país que no es el suyo, no tendrá otras
posibilidades de ayuda, por tanto es seguro que el instituto al que
pertenecía la ayudará». «Aunque deploramos el episodio – ha explicado -,
desde el punto de vista evangélico debe prevalecer siempre la actitud
de ayuda. Este debe ser el primer sentimiento, sobre todo porque estamos
frente a una vida que nace».
También el obispo de Rieti, Delio Lucarelli, ha explicado –con palabras
simples pero excepcionales– que cuando la vea le dirá que «ciertamente
no ha sido fiel a un voto, es decir, a un compromiso solemne, y esto me
causa pena, pero hay que apreciar el hecho de que el embarazo no ha
terminado en un aborto y que una vida es siempre un don del Señor. Por
tanto, nosotros estaremos cerca de ella y confío también en la
comprensión y ayuda de nuestra gente».
Y parece que esto es lo que está sucediendo, con la primera colecta para
ayudar a esta mujer. Pero estos son todos hechos que interesan sólo a
quien se preocupa de verdad por la mujer y su hijo. Los otros se paran
en las maledicencias. Peor para ellos: se están perdiendo un día de
fiesta.