Por L. E. López Padilla para Gólgota Online
Muchos correos van y vienen sobre el profetizado Aviso que vendrá de parte de Dios y que fue anunciado de manera importante, entre otros lugares, en Garabandal, España. El contenido de estos mensajes por Internet, las más de las veces sin autentificar su origen y su contenido, crean más confusión que otra cosa, principalmente porque se anuncia su inminente realización sin tomar en consideración ciertos eventos que le deben preceder. Además lo confunden con una catástrofe que nos debe de llevar a hacer acopio de víveres y otras medidas de seguridad, lo cual es un error de cuajo.
Muchos correos van y vienen sobre el profetizado Aviso que vendrá de parte de Dios y que fue anunciado de manera importante, entre otros lugares, en Garabandal, España. El contenido de estos mensajes por Internet, las más de las veces sin autentificar su origen y su contenido, crean más confusión que otra cosa, principalmente porque se anuncia su inminente realización sin tomar en consideración ciertos eventos que le deben preceder. Además lo confunden con una catástrofe que nos debe de llevar a hacer acopio de víveres y otras medidas de seguridad, lo cual es un error de cuajo.
Independientemente de la cercanía o no de este evento, uno de los signos más importantes que tienen que preceder su advenimiento es un hecho doloroso que se dará dentro de la Iglesia Católica (estimo que se trate del cisma en que en algún momento van a coexistir dos Papas). Mientras esto no ocurra, no podrá venir el Aviso.
Asimismo, tienen que ocurrir otros eventos de diversa naturaleza que van a llevar a la humanidad y al mundo a un estado de agitación mundial, tanto por sus violentas catástrofes como por otros sucesos que llevarán a los habitantes de la Tierra a un estado de verdadera conmoción por todo lo que estará ocurriendo, eventos desde luego nada comunes y nunca antes vistos.
Veamos pues algunas precisiones:
1.- La primera idea que nos viene a la mente es que, aún cuando el Aviso será un acontecimiento muy violento para todos nosotros, será fruto del amor que Dios tiene por nosotros. Es decir, analizando a detalle cada una de las implicaciones que tendrá el Aviso, es claro que es una manifestación indudable de la infinita Misericordia de Dios. Acaso no nos preguntamos ¿cuántos cientos de miles o millones de personas van a cambiar radicalmente a raíz del Aviso? ¿Cuántos enderezarán su vida hacia una auténtica conversión, caminando por el sendero estrecho que lleva a la salvación y abandonando el ancho camino que lleva a la perdición eterna? De otro modo, si no viniera este Aviso no hay forma de que esto pudiera ocurrir. A veces es necesario entender “a la mala” para portarse bien. No es que Dios quiera que suframos gratuitamente, sino que por nuestro provecho y bien espiritual permite ciertas cosas que sabe que nos van a ayudar a corregirnos. Aquí se aplica la máxima de que “Dios saca de los grandes males, grandes bienes”; y esta experiencia, aunque nos supondrá un gran dolor y sufrimiento, es para nuestro bien. No olvidemos que hay cuatro principios fundamentales que están contenidos en la Revelación y Magisterio de la Iglesia y que dejan en claro la acción de Dios en el hombre:
- Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad;
- Jesucristo murió en la cruz por todos los hombres de la tierra, del pasado, del presente y de los que vendrán en el futuro;
- Todos los hombres, absolutamente todos, cuentan con la gracia necesaria para alcanzar su salvación (piense en Judas, aún él tenía esa gracia necesaria para salvarse; pero la rechazó); y
- Nadie, absolutamente nadie, nace a esta vida “predeterminado” o “predestinado” para condenarse: nadie, el que se condena es porque quiere.
Así que en base a estos cuatro principios, ningún hombre puede justificar su mal comportamiento o excusarse en sus desgracias personales, o en su vida miserable para no obrar correctamente y perder su alma para siempre. Dios es justo, y cada uno será juzgado según las gracias y talentos que en mayor o menor medida haya recibido. Un chino, por ejemplo, practicante del taoísmo, no será juzgado igual que un católico, pues no tuvo en su vida las mismas condiciones que tuvo un católico por su formación doctrinal y religiosa; ni será juzgado igual el hijo que vive sin un ambiente familiar porque fue abandonado, que aquel que es educado en una familia unida. A quien más se le da, más se le pedirá. Así que por más mal que estemos en nuestra vida espiritual, y por más alejados de Dios que nos encontremos, mientras haya vida, si nos arrepentimos con un corazón sincero y lleno de dolor, Dios está dispuesto a perdonarnos y nos espera con los brazos abiertos. “Habrá entonces en el cielo alegría y gran fiesta por el pecador arrepentido que por 99 justos” (Mt. 18, 13). Por tanto, el Aviso es un acto bien grande de la Misericordia de Dios.
2.- Por otra parte, pasar por la experiencia del Aviso supondrá una gran purificación de nuestros pecados. Todo dolor y sufrimiento que vivamos en esta vida tiene la posibilidad, si lo aceptamos y ofrecemos con ese fin, de servir como medio de purificación de nuestros pecados y la conversión de otras personas.
En efecto, todo el dolor y sufrimiento que experimenta un alma en el purgatorio, sea por años o siglos, no es meritorio, es decir, ya no otorga al alma ningún grado mayor de santidad. En cambio, toda purificación en esta vida, ya sea una enfermedad o una pena moral, sí es meritoria; por tanto, nos hace crecer más en el espíritu y nos hace, por decirlo así, más santos y justos a los ojos de Dios, y el premio en el Cielo será mayor. El Aviso tendrá, pues, esa cualidad intrínseca, que como fruto de la acción de Dios servirá para purificarnos ante Su Justicia infinita. Comprendamos que Dios no nos creó para sufrir sino para gozar con Él eternamente, pero fue el pecado original el que trajo la desgracia al mundo, por lo que ahora es menester que tengamos que “pagar” y restituir lo que hemos ocasionado con nuestro pecado. ¿Y por qué con dolor y sufrimiento? Porque Jesucristo dejó la cruz como medio de santificación. “El que quiera venir en pos de mi, tome su cruz y sígame” (Mt. 16, 24). Y el Papa Juan Pablo II lo confirmó cuando en 1993, dijo; “No es que el dolor y el sufrimiento sean el mejor camino para llegar al cielo, es que son el único”.
Así que si Jesucristo fue el Cordero sin mancha, sin culpa, quien por voluntad del Padre murió en la cruz de manera afrentosa y con una pasión terrible, ¿qué será de nosotros que sí somos culpables? No hay otro camino. Como efecto de lo anterior, el Aviso nos dará la Luz para comprender lo que en realidad es el pecado y las funestas consecuencias que trae, el único mal capaz de llevar al alma a la condenación eterna, por lo que debemos evitarlo.
3.- El Aviso será luz y fuego, símbolos del Espíritu Santo, por lo que el Aviso supondrá una efusión de gracia y renovación espiritual para muchos cristianos, para fortalecerlos e impulsarlos en un salto cualitativo en la gracia que les permitirá desarrollar un amor y celo por la gloria de Dios como nunca antes habrá ocurrido. Es entendible y justificable esta gracia especial y extraordinaria, puesto que el Final de los Tiempos, que como trompeta apocalíptica anunciará el Aviso, será la etapa más violenta de persecución en contra de los cristianos y la más llena de apostasía y oscuridad con el reinado del Anticristo, una época “como nunca la ha habido ni la habrá, y si aquellos días no fuesen acortados nadie se salvaría”. (Mt 24, 22)
El Final de los Tiempos es en esencia el “comienzo de los dolores”, al que hizo referencia Jesucristo cuando habló de “guerras y rumores de guerras, hambre, pestes y terremotos”. (Mt 24, 6-8).
4.- El Aviso pues es grave y serio. Anuncia a todo el mundo el Final de los Tiempos y, por ende, los grandes y terribles castigos que vendrán al mundo y a la Iglesia como consecuencia del pecado del hombre. Pecado que ha llegado a tales proporciones que el Cielo entero clama por Justicia. El Aviso nos preparará a todo ello.
El Aviso también traerá una corrección de la conciencia del mundo. Mucho tendrá que enderezarse y la Verdad quedará ahí, expuesta ante todos. Cada uno tendrá la libertad de seguirla para su bien o de rechazarla para su mal. Quedará de manifiesto que Dios existe. Nadie podrá dudar de ello. Los ateos y los que dicen serlo se enfrentarán a la realidad de Dios y también tendrán que tomar una decisión trascendental en su vida. Todos tendremos que tomar una decisión. Porque aún cuando el Aviso será contundente, la voluntad humana, si bien será motivada sobrenaturalmente para inclinarse al bien, quedará en libertad de obrar como le dicte su razón y conciencia. Por tanto, se radicalizarán el bien y el mal y la estirpe de la Mujer y la estirpe de la Serpiente y el dragón se tenderán en la gran batalla de los tiempos. En la Iglesia, mucho de orgullo tendrá que vencerse, y por lo mismo, se espera que al fin el Aviso contribuya a la unidad de la Iglesia, la unidad en la Verdad, teniendo al fin lugar el proyecto tan anhelado y que tanto trabajó el Papa Juan Pablo II. Sólo nos resta afirmar con certeza moral que el Aviso está a las puertas. No es un hecho profetizado para una época posterior, sino para ahora.