jueves, 10 de enero de 2013

La Colonización de la Naturaleza Humana

Fuente: Introducción al Informe acerca de la Doctrina Social de la Iglesia en el Mundo (2012)
(Osservatorio Internazionale Cardinale van Thuan)

Durante 2011, año sobre el que trata este cuarto informe, ha surgido con toda su fuerza subversiva, el fenómeno de la “Colonización de la Naturaleza Humana”. Retenemos que sea este el dato que interesa a la Doctrina Social de la Iglesia y que impone el reconsiderar las estrategias culturales y políticas que en ella se inspiran a nivel mundial. También durante este año, en la escena mundial se han manifestado graves emergencias relaccionadas con la pobreza o el abuso, pero pensamos que, aun concientes del dramatismo de estas emergencias, no constituyen una novedad ni un daño comparable a la “colonización de la naturaleza humana”, un fenómeno que se está imponiendo a grande escala por las grandes fuentes económicas que se estan empleando, por la movilización militante de los medios de comunicación y por el carácter subversivo de los lazos sociales, de fragmentación funcional de las relacciones, de acentuado individualismo desencarnado y que busca replasmar las relacciones sociales, no basándose en la naturaleza como era antes, si no sobre una base de pensamiento individual autoreferencial.




Bastaría fijarse en el caso de Argentina, que ilustramos en la sección de los Cincos Continentes. En el corto plazo de un año (2011) aquella gran nación de tradición crisitana ha tenido una ley sobre la procreación artificial que ha desnaturalizado la procreación, una ley sobre el reconocimiento de la “identidad de género” que ha desnaturalizado la familia y una modificación en el Codigo Civil para permitir que se “alquilen úteros” que ha desnaturalizado la paternidad. Algunal leyes en cuestión han sido aprovadas en los primeros meses de 2012, pero han sido discutidas y elaboradas en el año precedente. Algunas están todavía en evaluación por una cámara del parlamento después de haber sido aprobadas por la cámara restante, pero la tendencia es clarísima. En el plazo de un año ha sido revolucionada la base de toda la sociedad argentina, ha sido dada de lado la noción de “naturaleza humana” y ha sido relegada la inspiración en la fe católica para construir la sociedad.

Se equivocaría quien considerase las temáticas de la procreación de la familia como sectoriales; éstas tienen una influencia estructural sobre toda la sociedad y, por consiguiente, las nuevas leyes argentinas destruirán toda la sociedad actual para formar otra completamente diferente. De España, Argentina había importado y heredado la visión cristiana de la persona y de la vida; los argentinos siempre han sostenido que esta herencia forma parte de la identidad nacional del país. Ahora, de la España secularizada, Argentina ha importado el contrario, es decir, un claro rechazo de una vida moral y religiosa con la impronta de la naturaleza creada y de la fe católica, para dejar paso a una visión liberal radical, según la cual la naturaleza es contrapuesta a la cultura y  la libertad es concebida como emancipación de la naturaleza. 

Detrás de estas leyes que agreden a los países latinoamericanos y otras naciones (en Filipinas, la Iglesia está llevando a cabo una dura batalla contra la ley de anticoncepción, que es el inicio de la nueva impostación postnatural de la procreación y de la familia) con una velocidad y una violencia desestabilizadoras muy preocupantes, hay una ideología, la ideología de género. Hay grandes aportes económicos invertidos por los lobbies internacionales y hay apoyos de estados y de organismos internacionales: La Unión europea es la principal financiera del aborto en el mundo y las agencias de la ONU son activísimas en hacer trámites para estas nuevas ideologias antinaturales y antifamiliares. 

Podríamos plantear preguntas muy interesantes sobre la utilidad y la sostenibilidad ética de estos organismos. Por este motivo este cuarto informe se ha dedicado al estudio del problema del año (la ideología de género) y ha señalado como principal enseñanza al discurso de Benedicto XVI en el palacio del Reichstag de Berlín el 22 de septiembre de 2011, donde el Santo Padre ha repropuesto la doctrina de la ley moral natural como base y fundamento del poder político.

La ideología de género se ha difundido, sin encontrar una verdadera oposición y es enseñada en los manuales de la escuelas públicas sin que esto haga surgir grandes problemas. Ahora es exportada de forma sistemática a los países emergentes y pobres. Es una ideología sutil y pervasiva, que se esconde detrás de los “derechos individuales”, que han sido hechos dogma por Occidente, y detrás de una presunta igualdad entre individuos asexuados, es decir abstractos, para conducir una deconstrucción de todo el implante social. No el sexo, como dato antropológico complejo, si no la sexualidad, como comportamiento, está en el origen de las relacciones sociales; entonces, estas variables no nos son “dadas” si no que somos nosotros los que “elegimos”. En la base se encuentran individuos abstractos que elegirían la propia orientación sexual sin ninguna referencia al dato natural. Se trata de la discriminación de la heterosexualidad, es decir de la indiferencia sexual, del absoluto dominio de la técnica sobre las relaciones humanas. La técnica ha hecho posible la emancipación de la cultutra de la naturaleza y por consiguiente, ha hecho que sea posible ser madre sin ser mujer, ser padre sin ser hombre, ser hombre aún siendo mujer y ser mujer aún siendo hombre, ser padre o madre sin saber de quien y ser hijo sin saber que de que madre o de que padre. La técnica hace posible la sexualidad desnaturalizada, como puro ejercicio técnico por parte de un ser privado de la propia identidad. En la sociedad avanza la absolutización de la sexualidad en lugar del sexo, dejando a este último como algo de lo que solo habla la Iglesia católica.

La ideología de género es un nuevo colonialismo de Occidente sobre el resto del mundo. La vieja colonización entre muchos aspectos negativos habia tenido tambien aspectos heroicos y se guiaba por el deseo de exportar algo significativo. Esta nueva colonización occidental es la exportación de la nada. Individuos abstractos y asexuados son, de hecho, privados de identidad. En su búsqueda de liberarse de todas las carácteristicas naturales, eliminando la educación sexuada, ellos aplazan su identidad a futuras elecciones y a futuros contratos con otros individuos, siendo vulnerables al peor de los condicionamientos, el condicionamiento de la nada.

La nueva ideología de género influye en todos los aspectos de la sociedad y la replasma sobre bases antinaturales. En todos los estados en los cuales las parejas de hecho o las uniones homosexuales son reconocidas, sigue inevitablemente la reforma del derecho de la familia, del regimen fiscal y de la finalidad y de los métodos de las estructuras educativas. La imposibilidad de condenar moralmente la homosexualidad para no peligrar el ser acusados de homofobia compromete la libre expresión de ideas, la educación de los hijos y conlleva dificultad para proponer públicamente el modelo de famillia heterosexual. Las “nuevas familias” son promovidas por los medios de comunicación sin posibilidad de contradicción porque se trata de un pensamiento único que se impone.

Los poderes públicos abdican de su rol de tutelar la moralidad pública de la sociedad. Absteniéndose del promover una visión relaccionada a la ley moral natural en estos campos fundativos, limitándose a registrar los deseos de los ciudadanos confirmándolos como derechos, aceptando un completo pluralismo de comportamientos éticos, los poderes públicos se retiran de la ética, sin poder recuperar después tal dimensión en otros campos de la vida social, porque ha perdido su importancia en los campos fundamentales. Si las relacciones son solo técnicas e individualistas en el campo de la procreación y de la familia, si la complementariedad y la unidad de las diferencias no se realizan en el encuentro entre el hombre y la mujer, ¿cómo podrán reproducirse en las otras relacciones humanas?

La gravedad de la situación no es a menudo percibida y los autores sobre la Doctrina social de la Iglesia a todos los niveles persiguen la solución para otros problemas, que no deben ser olvidados, pero no se concentran en este reto que destructura las esencias y transforma la sociedad en una serie de roles funcionales regulados por proceduras contractuales. Si ser hombre o ser mujer es sólo una función asumida voluntariamente, todas las demás dimensiones de la sociedad pasan a ser una función que asumir voluntariamente. Pero una sociedad sin deberes no puede sobrevivir.

La subversión que llevan a cabo estas nuevas teorias toca también a la religión católica. Vemos el ejemplo de Argentina, un gran país de tradición cristiana. La demolición del concepto de naturaleza humana y su colonización por parte de una forma de pensar postnatural, si a primera vista parecen ataques dirigidos contra la naturaleza, estudiando más profundamente resulta ser dirigidas contra la religión cristiana. Aboliendo por ley la familia natural, se impide hacer experiencia de familia.  Hacer experiencia de familia tiene una función social, en cuanto que es la principal escuela de vida en sociedad, pero tiene también una función religiosa, por que todo el léxico de la vida cristiana es un léxico “familiar” y quien no sabe que quiere decir Padre, Madre, Esposo, Esposa o Hijo no puede entender la revelación cristiana. No tener experiencia de familia natural destruye la sociedad y, sobre todo, destruye la Iglesia. En Argentina, como en muchos otros paises, se busca que la Iglesia desaparezca, privándole de las condiciones naturales necesarias para que pueda ser conocida y comprendida.

El proceso de separación de la naturaleza que han emprendido las leyes que desestructuran la procreación sexuada y la familia natural se funda en una concepción errónea de la naturaleza, a la cual se puede rersponder solo con una batalla cultutral a la altura de este gran reto. La naturaleza es entendida come un simple dato biológico según una perspectiva positivista y materialista. El dato biológico, entendido solo como un dato no puede exprimir una forma de ser fuente de una identidad. Esto es un fenómeno consecuente a una cadena de causalidades deterministas. Pero la naturaleza tiene también otro significado, al cual se accede con una razón no de tipo positivista. La identidad sexuada, que tiene también una imprescindible base material no se limita a esta, si no que esprime una forma de ser persona. Dado que somos formas encarnadas, el ser hombre o mujer no puede no expresarse también en términos fisiológicos, pero no se reduce sólo a estos. Esta dimensión es el resultado de una visión metafísica de la persona. Adecuar la Doctrina Social de la Iglesia sólo sobre las ciencias sociales no es suficiente para poder llevar a cabo esta batalla contra la colonización de la naturaleza humana.

Con la Caritas in veritate de Benedicto XVI, todos estos temas han entrado oficialmente en la Doctrina social de la Iglesia. La atención de los trabajadores sin embargo esta todavía concentrtada en temas sociales más tradicionales. El pueblo cristiano esta poco informado de esos retos y es difícil poner en marcha una militancia difundida mayoritariamente contra estas tendencias.

Estos temas, de hecho, condicionan también a todos los demas temas. Es este el motivo por el cual en la sección l’intervento dell’anno (la intervención del año) hemos publicado un artículo de S.E. Mons. Crepaldi sobre los así dichos “principios no negociables”, que tienen un valor estratégico propio en la lucha contra las nuevas ideologías radicales del genero y de la distrucción de la familia. Estos no son sólo valores, son principios, es decir luces orientativas. 
Los autores de la Doctrina Social de la Iglesia deberían asumirlos como problema prioritario sin ambigϋedad, tendrían que tratarlos no sólo como temas secundarios o sectoriales, si no como luces que iluminan la entera convivencia; deberían promoverlos y movilizar las conciencias al respecto y a la lucha pacífica contra aquellos que los quieren eliminar.
Puede parecer, por estas nuestras palabras, que el futuro de la fe cristiana dependa de la dimensión natural de la procreación y de la familia, con la cultura que esto conlleva. En realidad es al contrario: es el futuro de la dimensión natural del bien humano el que depende de la fe cristiana. Cuando los hombres se alejan de Cristo pierden de vista el auténtico bien del plano natural.  Es por esto que el esfuerzo debe ser cultural, legislativo y político, porque la procreación natural, la familia y el acoger una vida no sean reducidos a simples funciones, si no que sean vistas como expresiones del ser de una persona, en la complementariedad irreducible de hombre y mujer, sin hacerse ilusiones que esto pueda ser posible sin una profunda vida de fe y sin una nueva misión religiosa, que hoy solemos llamar “Nueva Evangelización”.    

Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân en la Enseñanza social Católica, Rapporto sulla Dottrina sociale nel Mondo 2012 [Informe acerca de la Doctrina social de la Iglesia en el Mundo 2012], Edizioni Cantagalli, Siena 2012

[1]Flavio Felice, Director del Area Internacional de estudio “Caritas in Veritate” de la Pontificia Università Lateranense, Roma.
Stefano Fontana, Director del Osservatorio Internazionale Cardinale Van Thuân sobre la Doctrina social de la Iglesia, Trieste.
Fernando Fuentes Alcantara, Director de la Fundación Pablo VI, Madrid.
Daniel Passaniti, Director ejecutivo  CIES-FundaciónAletheia, Buenos Aires

Manuel Ugarte Cornejo, Director del Centro de Pensamiento Social Católico della Universidad San Pablo di Arequipa, Perù.