Fuente: José Antonio Vidal para Zenit
Texto completo en este enlace
El domingo 13 de enero se celebra a nivel mundial la 99ma Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, fecha que servirá para reflexionar sobre esta delicada realidad que por un lado ayuda a construir sueños, pero a la vez tiene un rostro de injusticia y de falta de oportunidades.
Para
analizar esta realidad, así como el mensaje del papa Benedicto XVI por
esta Jornada, ZENIT conversó con el padre Luis Olivos, escalabriniano
chileno, actual capellán de la Comunidad latinoamericana en Roma, cuya
sede siempre activa y llena de migrantes está ubicada en la Iglesia de
Nuestra Señora de la Luz. Ofrecemos la primera parte de esta
esclaracedora entrevista.
En
el mensaje del papa de este año, se lee que hay que ayudar a los
migrantes a construir un mundo mejor. ¿Cómo acompaña la Iglesia en esto?
--Padre Olivos: No hay duda de
que este mundo nuevo que la Iglesia propone a la sociedad, no es más que
lo que Cristo hizo. El amor de uno al otro es lo que guía a la Iglesia,
y no solo a la jerarquía, sino también a todo el pueblo de Dios que es
la Iglesia realmente. Y aquí está el milagro del amor, que es sin lugar a
dudas lo que menciona el santo padre en su mensaje. La Iglesia responde
a todas las áreas del desarrollo humano, de todos los seres humanos.
¿Qué decirle a los migrantes que dejaron todo atrás por un sueño?
--Padre Olivos: Que sigan
soñando, porque los que tienen sueños, tienen fe. ¿Quién no ha soñado un
día que puede hacer algo un poco mejor? Y si tiene fe en que saldrá,
con esfuerzo, es porque cree. Quien gana el pan con el sudor de su
frente --que a menudo parece demasiado amargo--, siente un sabor
especial, una nutriente especial, y eso es un signo maravilloso del
amor.
Entonces hay que seguir confiando en tiempos mejores…
--Padre Olivos: Aquellos que
siguen soñando es porque tienen un sueño. Y deben seguir esperando por
aquello que tienen que esperar, ya que Dios no les dejará nunca solos,
¡Nunca! Dios está con nosotros, Dios camina con los migrantes, ya que Él
mismo ha sido un extraño en su tierra, que se vio obligado a huir
cuando estaba cerca de la muerte.
En
otra parte del mensaje del Papa se dice que la solidaridad es un deber
de los cristianos hacia los migrantes. ¿Cómo entender esto?
--Padre Olivos: La solidaridad es
ciertamente un deber, ya que es el amor. Si decimos que amamos a Dios,
debemos amar a los demás, porque ese es el mandamiento que Jesús nos
dejó. Por lo tanto, es un deber e incluso un placer hacer el bien en el
nombre de Dios. Y meterse la mano en el corazón para decir “te voy a dar
una mano”. Porque sabemos muy bien que lo que hacemos hoy por el otro,
luego el otro mañana sin duda lo hará por mí o incluso por otro que esté
necesitado. Porque la solidaridad crece de vez en vez y de mano en
mano.
La solidaridad entre los migrantes es evidente, ¿no?
--Padre Olivos: Usted sabe muy
bien cuán solidarios son nuestros migrantes frente a las necesidades de
alguno que está en dificultad, porque saben que un día les puede tocar a
ellos y no estarán solos. Así que, para aquellos que tienen la
oportunidad de echar una mano a un inmigrante necesitado o en
dificultad, ¡bendito sea el Señor! Porque Él mismo los toca con su
gracia para hacer el bien, para ser solidarios, ya sea por el amor de
Dios como por el respeto a la dignidad de la persona humana. Todo esto
está absolutamente de acuerdo con lo que Cristo nos pide.
--Padre Olivos: En la Iglesia
latinoamericana de Roma, no existe el asistencialismo. Lo que hay es la
comunión y el compartir de los bienes. Los migrantes son solidarios
entre ellos. Toda la Iglesia, con el Vicariato de Roma a la cabeza de la
organización, asiste de la manera más justa a cada una de las
circunstancias, como promotor del ser humano, que debe desarrollarse
siempre. Es oportuno hacer un llamado a aquellos que creen que dando dos
o tres ayudas ya se libran de pensar en aquello.
--Padre Olivos: Sin lugar a
dudas, de esto se comenzó a hablar al inicio de la Unión Europea. Porque
no debe ser solo el interés de esta y no el interés común. Cada uno
quiere gobernar cada vez más al otro y sabemos muy bien que los chivos
expiatorios son los migrantes, porque alguien tiene que asumir la
responsabilidad de lo que pasa. No falta quien señale: “Fïjense, son los
migrantes que malogran el servicio de salud, o que no trabajan”. O se
dice que se llevan las cosas. ¿Qué cosa se llevan? Que se hable con
claridad y hechos concretos.
--Padre Olivos: Toda la sociedad sabe muy bien que en Europa hay inmigrantes ilegales, porque a los países les conviene para obtener más ingresos. Y por esta razón es que allí está la Iglesia para atender a los migrantes en aquello que debería estar cubierto por otros... Se deben tener las cosas claras y no generar esta confusión diciendo "el migrante trae problemas, o la crisis es culpa de los migrantes". ¿Cómo se fundamenta esto? ¿O acaso se miente? Porque sabemos muy bien que uno más uno es dos...
¿Nos encontramos ante una explotación, entonces?
--Padre Olivos: Sin duda, pero
¿de quién? ¿Quién hace estas cosas? Es este otro hombre que no promueve
al hombre, sino que se promueve a sí mismo. Esta no es la Iglesia, esto
no es comunión, y no es amor. Espero que algunos puedan hacerse con
tranquilidad la señal de la cruz...