domingo, 17 de febrero de 2013

¡Gracias por Renunciar!: un Ejemplo Edificante

Autor: Padre José Martínez Colin

1) Para saber

Después del anuncio que el Papa Benedicto XVI hizo de su próxima renuncia, han circulado muchos comentarios. Uno de ellos es una carta sincera de un tal Daniel. Es un testimonio que ayudará a valorar más la persona del Santo Padre.
En ella nos cuenta que tiene 23 años y es católico desde niño, pero que al crecer se alejó de la Iglesia, hasta que se enamoró de una chica que iba a Misa y eso le hizo que se acercara. Sin embargo, dice, hay muchas cosas que no entiende, y una de esas es que el Papa renuncie: “¿Por qué renuncia, señor Ratzinger? ¿Le entró el miedo? ¿Se lo comió la edad?..” Y hoy, después de 12 horas, dice que encontró la respuesta: “El señor Ratzinger ha renunciado toda su vida. Así de sencillo”.


2) Para pensar

Transcribo parte la reflexión de Daniel: “El Papa renunció a una vida normal. Renunció a tener una esposa. Renunció a tener hijos. Renunció a ganar un sueldo. Renunció a la mediocridad. Renunció a las horas de sueño, por las horas de estudio. Renunció a ser un cura más, pero también renunció a ser un cura especial. Renunció a llenar su cabeza de Mozart, para llenarla de teología. Renunció a llorar en los brazos de sus padres.
Renunció teniendo 85 años, a estar jubilado, disfrutando a sus nietos en la comodidad de su hogar y el calor de una fogata. Renunció a disfrutar su país. Renunció a tomarse días libres. Renunció a su vanidad. Renunció a defenderse contra los que lo atacaban...
Un Papa que renuncia a su pontificado cuando sabe que la Iglesia no está en sus manos, sino en la de algo o alguien mayor, me parece un Papa sabio… Pero ser Papa a estas alturas del mundo, es un acto de heroísmo… Recuerdo al primer Papa. Un tal Pedro. ¿Cómo murió? Si, en una cruz, crucificado igual que su maestro, pero de cabeza. Hoy en día, Ratzinger se despide igual. Crucificado por los medios de comunicación, crucificado por la opinión pública y crucificado por sus mismos hermanos católicos.
Crucificado a la sombra de alguien más carismático. Crucificado en la humildad, esa que duele tanto entender. Es un mártir contemporáneo, de esos a los que se les pueden inventar historias, a esos de los que se les puede calumniar, a esos de los que se les puede acusar, y no responde. Y cuando responde, lo único que hace es pedir perdón: «Pido perdón por mis defectos.» Ni más, ni menos. Que pantalones, que clase de ser humano… ver a un tipo, del que se dicen tantas cosas, del que se burla tanta gente, y que responda así... Ese tipo de personas, ya no se ven en nuestro mundo”.

3) Para vivir

Por eso, dice Daniel, el mundo, aunque no haya leído sus escritos, va a extrañar a este Papa y lo va a recordar como un hombre que decidió apartarse por amor a su Iglesia: “Va a morir sin homenajes pomposos, sin un cuerpo exhibido en San Pedro, sin miles llorándole… Va a morir como vivió: siendo un Papa humilde. Por eso, Benedicto XVI, muchas gracias por renunciar”.
En el “Año de la Fe”, nos da una lección de fe en la Iglesia. Sabe que es llevada por Dios y no se siente imprescindible. El Espíritu Santo suscitará otro Papa que seguirá guiando a la Iglesia por buen rumbo.
Hemos de agradecer al Papa que haya querido renunciar a su propia vida por la Iglesia, por el mundo, por nosotros. Recemos por él.