miércoles, 20 de febrero de 2013

La Instrumentalición de Dios como Núcleo de la Tentación

Fuente: Servicio de Noticias del Vaticano

Más de ciento cincuenta mil personas han asistido el 17 de febrero en la Plaza de San Pedro al penúltimo ángelus de Benedicto XVI antes de dejar el pontificado. El Papa, que se asomó a la ventana de su estudio a mediodía, centró su meditación dominical en la Cuaresma, “tiempo de conversión y de penitencia en preparación a la Pascua”.



“La Iglesia, que es madre y maestra - ha dicho- llama a todos sus miembros a renovarse en el espíritu, a reorientarse decididamente hacia Dios, renegando el orgullo y el egoísmo para vivir en el amor. En este Año de la Fe, la Cuaresma es un tiempo favorable para redescubrir la fe en Dios como criterio base de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. Esto implica siempre una lucha, un combate espiritual, porque el espíritu del mal, naturalmente, se opone a nuestra santificación, y trata de desviarnos del camino de Dios. Jesús, después de haber recibido la “investidura” como Mesías, “ungido por el Espíritu Santo, en el bautismo en el Jordán, fue conducido por el mismo Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Al comenzar su ministerio público, Jesús tuvo que desenmascarar y rechazar las falsas imágenes de Mesías que el tentador le proponía. Pero estas tentaciones son también falsas imágenes de hombre, que en todo tiempo acechan a la conciencia, disfrazándose de propuestas convincentes y eficaces, e incluso buenas”. 

El núcleo central de estas tentaciones, ha explicado Benedicto XVI “consiste siempre en instrumentalizar a Dios para los propios fines, dando más importancia al éxito o a los bienes materiales. El tentador es astuto: no instiga directamente al mal, sino hacia un falso bien, haciendo creer que lo que cuenta es el poder y la satisfacción de las necesidades primarias. De este modo, Dios pasa a ser secundario y se reduce a un medio;en definitiva se hace irreal, no importa, se desvanece. En último análisis, en las tentaciones está en juego la fe, porque está en juego Dios. En los momentos decisivos de la vida, pero - pensándolo bien -en todo momento, nos encontramos frente a una encrucijada: ¿Queremos seguir al yo o a Dios? ¿Al interés individual o al verdadero Bien, a aquello que es “realmente” bueno?.”

“Como nos enseñan los Padres de la Iglesia, las tentaciones forman parte del “descenso” de Jesús a nuestra condición humana, al abismo del pecado y de sus consecuencias. Un “descenso” que Jesús recorrió hasta el final, hasta la muerte de cruz y el infierno de la extrema lejanía de Dios”, pero como afirma San Agustín, “Jesús ha tomado nuestras tentaciones para darnos su victoria. ¡No tengamos miedo de afrontar, también nosotros, el combate contra el espíritu del mal!: lo importante es que lo hagamos con Él, con Cristo, el Vencedor”, ha concluido el pontífice.

Después de la oración mariana el Papa ha agradecido a todos la oración y el afecto que ha sentido estos días. “Os suplico- ha dicho- que continuéis rezando por mí y por el próximo Papa, así como por los Ejercicios espirituales que empezaré esta tarde junto a los miembros de la Curia romana”. También ha saludado a la “amada ciudad de Roma”, ya que entre las personas que llenaban la Plaza de San Pedro se encontraba una delegación del municipio encabezada por el alcalde.