sábado, 9 de marzo de 2013

Historia y Objetividad

Fuente: Heterodoxia (Ernesto Sábato, EMECÉ Editores, Buenos Aires, reedición de 1970)



FILOSOFÍA DE LA HISTORIA. Cuando Paul Valéry escribió su Introduction à la méthode de Léonard de Vinci no sabía nada sobre este personaje, según su propia confesión. No se puede negar que el sistema tiene sus ventajas: permite emitir la idea que se tiene sobre Leonardo con absoluta pureza, sin el embarazo que siempre suscita la realidad histórica —sucia, contingente, arbitraria, difícilmente sistematizable—. Por eso es normal que los escritores de biografías partan de una concepción apriorística y luego escarben un poco para encontrar los elementos que se ajusten a ella. Así se elaboran Colones que representan la Avaricia, o el Fanatismo de la Esfericidad de la Tierra, o el Espíritu Visionario, o la Generosidad de las Reinas.


En el extremo opuesto se encuentran los profesores que sostienen la doctrina de los “hechos”; estimulados por diversas confusiones generosas, mantienen que el historiador debe atenerse humildemente a los hechos. Pero ¿cuáles? Imagino que ninguno de estos historiadores va a pretender atenerse a todos, ya que en ese caso habría que anotar no sólo la cantidad exacta de ganado vacuno existente en Nínive en el momento de su destrucción, sino, también y con sumo cuidado, la posición de las patas y el estado de sus sistemas nerviosos.

Si no se acepta este grandioso programa, es evidente que se deberá seleccionar hechos y entonces viene lo divertido. Porque sucede que esos honestos profesores que hablan de objetividad se ven obligados a elegir entre los infinitos hechos y para elegir es necesario un criterio, y la palabra criterio es la tímida sinonimia de la palabra teoría.

Con lo que no escribiremos la Historia, sino las Historias. Para una escuela será más importante señalar la aparición de la máquina de vapor; para otra, la rebelión de los husitas.
Consciente o inconscientemente, una historia está precedida de una filosofía de la historia; y en ese dilema, es preferible que esté precedida de una filosofía consciente, pues de lo contrario la precederá una de pésima calidad. Así, esos profesores que imaginan estar exentos de charlatanismo filosófico porque se limitan a enumerar cañones y generales, simplemente profesan alguna confusa metafísica militarista de la historia.