En muchas zonas de Occidente se
empieza a escuchar un grito en favor de la vida: ¡Salvemos la vida! No
es éste un asunto de interés que tenga que ver con las especies animales
amenazadas; sino en favor de la misma vida humana. Parece que, más que
en cualquier otro momento, se nos comienzan a abrir los ojos para darnos
cuenta de que la "cultura de la muerte" se ha convertido en una grave
amenaza para todos. Una vez más, la voz de la Iglesia, que hace un
llamamiento a favor de los débiles, se ha revelado profética. En las
últimas décadas, la defensa de la Iglesia ha sido radical en favor de la
vida y de la dignidad de las personas, desde la concepción hasta la
muerte natural. Esta lucha ha arraigado en la mente de muchos hombres y
mujeres de buena voluntad en todo el mundo.
El Presidente del Consejo de
Ministros de Italia, Mario Monti, ha declarado recientemente que le
produce una gran tristeza ver Italia destruirse. Se refería en
particular al descenso demográfico alarmante en aquel país. Ha dicho que
un país que renuncia a la natalidad, es un país que renuncia a mirar
hacia el futuro. Por otra parte, Vladimir Putin, Presidente de Rusia,
ante el daño causado por el aborto en la antigua Unión Soviética, ha
pedido a cada familia que tenga al menos tres hijos. La tasa de
natalidad actual con un solo hijo por familia, previene Putin, está
llevando a la nación a un punto muerto. Una vez más, la paradoja
evangélica se cumple: quien quiera salvar la vida la perderá. Un país
que no da vida, acaba por perderla. Hace algunos años, el Papa Benedicto
XVI destacó la seriedad de este "invierno demográfico". En España la
situación no es muy diferente. Tenemos una de las tasas de natalidad más
bajas y las cifras de abortos, con más de 120.000 en 2011, auguran un
futuro muy difícil. De hecho, sin la fuerte inmigración de los últimos
años, el país estaría en una situación de desmoronamiento. ¿Nuestros
líderes tomarán consciencia de que el activo más valioso de una nación
es su población, su gente? ¿Detendrán a tiempo la matanza y reformarán
la aberrante legislación actual? ¡Es un hecho que, en muchos lugares, la
actitud "pro-vida" está creciendo cada vez más en la conciencia social.
El Beato Juan Pablo II, en su
exhortación apostólica postsinodal "Ecclesia in Europa", señalaba la
urgencia de proclamar con una convicción y una energía renovadas el
"Evangelio de la familia y la vida". Esta llamada mantiene toda su
actualidad y debe formar parte de los proyectos de la nueva
evangelización. El gran Papa había dejado anunciado este Evangelio en su
magistral encíclica Evangelium Vitae, que nos queda como un
gran documento y un texto de referencia del Magisterio sobre este tema.
Se debe anunciar la Buena Nueva, y hacer llegar a las nuevas
generaciones que la opción por la vida es la única puerta hacia un
futuro digno y decente para todos. No podemos cerrar esta puerta. Es
pues, importante, salvar la vida a cualquier precio.