domingo, 16 de junio de 2013

La Multiplicación de las Empanadas: la Gracia como Fundamento



Autor: Padre José Martínez Colin

Para saber

El Papa Francisco desarrolló su homilía partiendo de la exhortación dirigida por Jesús a los apóstoles al enviarlos a proclamar el Reino de Dios sin que se procurasen oro ni plata. Era necesaria esa confianza plena en el Señor.


Si cualquier labor apostólica se apoyara en cosas materiales, no sería eficaz, pues todo fruto proviene de la gracia de Dios. La gracia es un don y así se ha de repartir: "la predicación del evangelio nace de la gratuidad… y aquello que me dieron de forma gratuita, tengo que darlo de forma gratuita... San Pedro no tenía una cuenta bancaria, y cuando tuvo que pagar impuestos, el Señor lo envió al mar para pescar y encontrar la moneda dentro del pescado, para pagar", concluía el Papa.

El Reino de Dios, continuó, es un regalo y no hay que caer en la tentación de buscar la fuerza en otro lugar.

Para pensar

Una periodista argentina llamada Evangelina Himitian, autora de una biografía del Papa Francisco, evoca un episodio de solidaridad en la vida del entonces Cardenal Jorge Bergoglio, con el sugerente título “La multiplicación de las empanadillas”.

La historia ocurrió cuando Evangelina colaboraba con la oficina de prensa de los encuentros ecuménicos que organizaba el “Padre Bergoglio”. El encuentro se celebró en un estadio y había mucha gente. Sólo había un lugar en el estadio para comer y sólo había empanadas argentinas, los típicos rellenos de carne argentinos, y aún estas eran muy escasas.

Alguien le preguntó a Bergoglio si quería ir a comer en el elegante barrio de Puerto Madero, pero él prefirió quedarse a comer empanadas.

Cuando los periodistas fueron a comer ya era demasiado tarde y no quedaba casi comida. Al llegar al comedor, “Bergoglio se acercó, nos saludó uno por uno, y nos agradeció por nuestro trabajo… Nos sentamos en una mensa apartada y la camarera nos trajo un plato con las últimas cinco empanadas, pero éramos ocho. Sin embargo, el Cardenal Bergoglio lo vio desde su mesa y entendió. Se alzó y comenzó a pedir a los demás clientes... Recuperó de las manos de los sacerdotes y pastores las últimas empanadas, las reunió en un plato y nos trajo las suficientes para que quedáramos satisfechos todos. Conmovidos por su gesto tan atento, nos sentimos halagados y muy sorprendidos. Podríamos decir que había multiplicado los alimentos. Su pequeño milagro nos quedó esculpido en el corazón. El hombre que hoy ocupa la sede de Pedro había visto una necesidad y la había calmado, mientras ningún otro se había dado cuenta”. 

Para vivir

Para vivir la gratuidad, dice el Papa, la pobreza debe acompañar el anuncio del evangelio. Mostrar que mi riqueza es solamente el don que he recibido, Dios. Esta pobreza nos salva de convertirnos en organizadores, empresarios... Se deben llevar a cabo las obras de la Iglesia con corazón de pobreza, no con corazón de inversionista. La Iglesia no es una ONG: es otra cosa, más importante, y nace de esta gratuidad.

El otro signo de gratuidad "es la capacidad de alabanza: cuando un apóstol no vive esta gratuidad, pierde la capacidad de alabar al Señor". Alabar al Señor, de hecho, "es esencialmente gratuita, es una oración gratuita: no pedimos, solo alabamos".