Fuente: Conferencia Episcopal Argentina, vía AICA
Como
Iglesia, nos hemos pronunciado en diversas ocasiones sobre las técnicas
de procreación artificial, buscando llevar esperanza a las personas
involucradas en situaciones de infertilidad y esterilidad, pero también
señalando que no todo lo técnicamente posible es ética y jurídicamente
aceptable.
El
27 de abril de 2012 recordábamos que “en caso que se llevase adelante
la fecundación extracorpórea, el ser humano concebido de esta manera
tiene el mismo estatuto, dignidad y derechos que cualquier otro”. La
trasmisión de la vida humana goza de tal dignidad que no puede estar
sometida a parámetros técnicos. Entre los bienes afectados está el
derecho a la identidad de los niños concebidos. Además, la recientemente
sancionada ley de "acceso integral a la reproducción médicamente
asistida" genera preocupación por la legalización de nuevas formas de
manipulación de vidas humanas en etapa embrionaria.
La
ley en su artículo 2 dispone que estas técnicas se apliquen para
conseguir un embarazo. Más allá de las consideraciones bioéticas de
fondo, entendemos que ello refleja una finalidad claramente reproductiva
en el espíritu de la ley que excluiría cualquier posibilidad de
destruir embriones.
Luego
de la sanción de la ley, para limitar daños y contribuir al bien común,
es necesaria una expresa prohibición de cualquier forma de destrucción
de embriones humanos, o de su utilización para fines comerciales,
industriales o de experimentación.
Nuestro
país tiene una sabia y humanista tradición jurídica de protección de la
vida humana desde la fecundación. Esta protección, lejos de ser
expresión de una visión religiosa, es manifestación del respeto que
merece cada vida humana y que está en la base del funcionamiento del
sistema de derechos humanos.
En
el plano internacional se verifica un intenso debate en torno a la
protección de la vida embrionaria. En Europa se ha lanzado la iniciativa
"Uno de nosotros" que promueve que en todo el ámbito de la comunidad
europea se proteja a los embriones humanos contra toda forma de
manipulación y destrucción. Por ello es importante definir el
reconocimiento del inicio de la vida humana desde la existencia del
embrión. El Papa Francisco en persona ha alentado esta iniciativa en su
alocución del 12 de mayo de 2013 afirmando: "invito a mantener viva la
atención de todos sobre el tema tan importante del respeto por la vida
humana desde el momento de su concepción”.