La ciencia, gracias a Dios, no deja de avanzar y hoy estamos cada vez más lejos del cientismo o cientificismo, como dicen otros, del siglo XIX, que profetizaba la substitución de la religión por la ciencia-religión. La ciencia se ha quedado sin armas para atacar la religión.La cosmología, la física, la química se han quedado sin argumentos al mismo tiempo que la antropología filosófica separándose de la clásica psicología racional y experimental encuentra hoy nuevos fundamentos, en la antropología biológica que insistiendo en el estudio de la dimensión física de la naturaleza humana, exigen el espíritu para una comprensión holística del individuo humano. La ciencia se rinde ante la evidencia – no sólo filosófica sino experimentalmente constatable- del espíritu del hombre inexplicable a partir de la materia (físico-química). A partir de la bioteología se viene desarrollando la neurobiología que se dedica al estudio de aquellas zonas cerebrales que se activan por ejemplo al hacer oración, meditación, contemplación, etc.
Hemos leído en la prensa estudios realizados en conventos para explicar, por ejemplo la longevidad de sus conventuales. Los científicos se preguntan si existe una zona del cerebro específica para la religión (recordemos el fallido intento de Descartes al pensar en la glándula pineal para explicar la unión del cerebro y del alma). ¿Tendría sentido un espacio- zona cerebral para la religiosidad? ¿No se nos viene diciendo por los darwinistas que la evolución tiende a desechar todo lo innecesario en la lucha por la vida y que en esos tanteos pierde y desaparecen los menos fuertes?
Pues
bien, hoy lo cierto es el consenso generalizado entre los científicos
sobre las ventajas de la religión para la vida y para la salud. Ha
llamado la atención que un ateo (Stephen L. Hauser) recomiende ir a misa
como un elemento, junto con hacer ejercicio y evitar las obsesiones
preocupantes, más importantes para mejorar la calidad de vida. Parece
demostrado experimentalmente que la alegría y el optimismo vitales
mejoran el sistema inmunológico, disminuyendo el dolor al generar
endorfinas, y benefician en general nuestra vida diaria. Hemos leído en
la prensa y en revistas –no sin un cierto y prudente escepticismo- la
utilización en hospitales de la llamada “risoterapia”.
A
nivel simplemente estadístico conocemos bien el valor individual y
social de las virtudes religiosas: Fe, Esperanza y Caridad, así como las
cardinales Prudencia, Justicia, Fortaleza, Templanza, como por el
contrario los problemas que causan el divorcio, el aborto, las llamadas
“uniones libres”, que ni son uniones ni son libres. Las uniones de las
parejas “unisexuales”; favor de no llamarlas matrimonio por la
sencillísima razón de que no lo son ¿Por qué ese empeño de algunos
gobernantes y partidos políticos de fastidiar por no decir calumniar y
atacar a una religión que enseña y práctica la estupenda virtud de la
Caridad: Haz el bien y no mires a quien?
La Organización Mundial de la Salud ha designado a nuestro siglo XXI
como el de las enfermedades mentales. Hace unos años se publicó en
nuestro país el libro: “La oración es la Psicoterapia” (W. Parker) que
demostraba experimentalmente las propiedades curativas de la verdadera
oración. ¿Por qué no prestar atención a lo que médicos y sacerdotes nos
manifiestan?
En el
primer Simposio Internacional de Psiquiatría y Experiencia Religiosa
celebrado a principios de año en Ávila, uno de los expertos afirmaba
que: “aún estamos muy lejos de saber de qué manera maneja nuestro
cerebro la atribución de formas concretas de espiritualidad como la de
la fe religiosa. Existen estudios empíricos que indican que la fe reduce
el estrés y mejora la calidad de vida de las personas sobre todo cuando
atraviesan momentos difíciles. Estas ventajas son indudables.”
(Antropólogo Camilo José Cela Conde, Fuente forumlibertas.com/ noticia
18972. 11/01/2011)
No se
entiende, como denunció Benedicto XVI, en el discurso del 16-01-2011
ante el cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede: “La amenaza a
la libertad religiosa…países donde la religión sufre una marginación
creciente y donde abiertamente declara y denuncia que no es suficiente
una proclamación abstracta de la libertad religiosa y la preocupante
escalada de ataques mortales contra los cristianos en el mundo”.
Parece
que a ciertos ¿políticos? ¿comunicadores? ¿periódicos y periodistas? les parece mejor ahogar el bien en el mal, en vez de ahogar el mal en
abundancia de bien. En buena lógica no se entiende.