Nota original: Padre Miguel Fuentes para El Teólogo Responde
La bilocación es la presencia simultánea de una misma
persona en dos lugares diferentes. Se han dado numerosos casos
en la vida de los santos. Los más notables son:
el Papa San Clemente, San Francisco de Asís, San Antonio
de Padua, Santa Ludwina, San Francisco Javier, San Martín de
Porres, San José de Cupertino, San Alfonso de Ligorio, San
Juan Bosco y, recientemente, San Pío de Pietrelcina.
No
hay ningún otro fenómeno de la mística que cause tantas
dificultades como éste para poder explicarlo satisfactoriamente. Se han formulado
muchas teorías al respecto pero todavía, ninguna de ellas ha
logrado producir una luz definitiva en torno a éste fenómeno.
Santo
Tomás de Aquino enseña que la presencia de un mismo
cuerpo en dos lugares diferentes al mismo tiempo es contradictoria
porque la materia ocupa unas dimensiones específicas y no las
puede ocupar en diferentes lugares simultaneamente.
Pero si puede ocurrir que
mientras un cuerpo está en un lugar en otro lugar
esté una representación o figura aparente del mismo. Esta representación
puede darse "sobrenaturalmente" (por intervención divina) o "preternaturalmente" (por intervención
diabólica). Esta explicación no ofrece ninguna dificultad y es una
de las formas más aceptadas para explicar este fenómeno.
Bilocaciones Sobrenaturales
Los
fenómenos de bilocación sobrenatural se dan por una representación sensible,
hecha milagrosamente por Dios, en uno de los lugares de
la bilocación.
La bilocación puede ser de dos maneras: o puramente
en espíritu o bien en cuerpo y alma, es decir
la persona completa.
Cuando se realiza únicamente en espíritu y va
acompañada de aparición, la presencia de la persona es física
en el punto de partida, y es puramente representativa en
donde tiene lugar la aparición, o sea, donde el espíritu
se representa visiblemente revestido de un cuerpo.
Cuando la bilocación se
hace en cuerpo y alma, la presencia de la persona
es física allí donde el cuerpo y el alma se
presentan y aparecen de una manera visible, y es representativa
en el sitio que la persona abandona.
En el primer caso,
el cuerpo que el espíritu toma para hacerse visible a
lo lejos representa a la persona que físicamente está en
otra parte. En el segundo caso, el cuerpo que parece
permanecer en el lugar de origen, y que las personas
creen que no se ha movido para nada, no es
más que una representación de la persona hecha por el
ministerio de un ángel (o de otro modo desconocido por
nosotros), mientras que la verdadera persona se ha trasladado en
cuerpo y alma a la otra parte.
Esta doble presencia, representativa
en un lado, y física, del otro, es esencial a
la bilocación de cualquier manera que se verifique, ya sea
en cuerpo y alma, o sea puramente en espíritu, pero
de manera visible. También se debe insistir en que esta
doble presencia de la que hablamos, la una física, la
otra representativa, supone necesariamente, para constituir verdadera bilocación, la traslación,
es decir, el paso de la persona de un lugar
a otro, ya sea en cuerpo y alma, ya al
menos en espíritu.
Bilocaciones Preternaturales
El fenómeno bilocativo puede tener a veces,
sin duda ninguna, un origen preternatural o diabólico. El demonio
puede perfectamente -permitiéndolo Dios- encargarse de realizar la representación de
la persona "bilocada" en uno de los lugares de la
bilocación. "El contexto y las circunstancias que acompañan a esas
bilocaciones será el criterio diferencial para distinguirlas de las sobrenaturales,
de acuerdo con las normas y reglas del discernimiento de
los espíritus."(Cf. P. Serafín en su libro Principios de la
Teología Mística p. 430.)
Un ejemplo de la bilocación sobrenatural fue
lo sucedido a San José de Cupertino:
San José de Cupertino
asistió a la muerte de su madre en su pueblo
natal sin abandonar el convento de Asís donde residía. Estando
ella a punto de expirar gritó con gran acento de
dolor: "¡Oh Fray José, hijo mío, ya no te veré
más!" Al instante apareció una gran luz que iluminó la
habitación, y la moribunda, viendo a su hijo, gritó de
nuevo llena de júbilo: "¡ Oh Fray José, hijo mío!".
Al mismo tiempo el bienaventurado se encontraba en Asís; salía
llorando de su celda, encaminándose a la Iglesia a orar.
El padre guardián le encontró y le preguntó la causa
de su llanto. Su respuesta fue: "Mi pobre madre acaba
de morir". La carta que llegó muy pronto confirmó la
noticia; pero también se supo que el Santo había asistido
personalmente a su madre moribunda. Todos estos hechos constan en
el proceso de beatificación.
Este don, como muchos otros dones extraordinarios,
es un regalo de Dios que la Iglesia trata de
entender y explicar pero que, ante el misterio de la
acción de Dios, las palabras se hacen cortas e insuficientes.
Nos basta el asentimiento de la fe, y el saber
que para Dios no hay nada imposible.
Como todos los dones,
la bilocación no es para beneficio del que lo experimenta,
sino más bien para el beneficio de las almas de
los demás, ya que siempre cuando se manifiesta este don
es para auxiliar a alguien que está en necesidad.