HECHOS
Según el censo de 2010, en el país hay 1.544,968 mexicanos que
declararon hablar el náhuatl, que no es un dialecto, como dicen quienes
no conocen esta cultura ancestral, sino un verdadero idioma, que ha
configurado mucho de nuestra identidad nacional. Con dolor y vergüenza
constatamos que no hay una traducción náhuatl católica de la Biblia y de
los textos litúrgicos, que haya sido aprobada por la Conferencia del
Episcopado Mexicano y la Santa Sede; en cambio, hay varias protestantes,
con varios errores culturales y doctrinales.
Es el idioma que habló la Virgen de Guadalupe con Juan Diego. En 16
diócesis se habla y algunas están haciendo esfuerzos aislados para
lograr estas traducciones; conviene compartir sus esfuerzos y
coordinarlos en la medida de lo posible.
Del 6 al 9 de agosto, en el auditorio de la Basílica de Guadalupe,
ciudad de México, se llevó a cabo un Taller de Cultura Náhuatl,
organizado por las Dimensiones de Pastoral Bíblica, Pastoral Litúrgica,
Doctrina de la Fe, Pastoral de la Catequesis, Pastoral Indígena y
Pastoral de la Cultura, del Episcopado Mexicano. Los objetivos fueron:
Compartir criterios bíblicos, teológicos, litúrgicos, antropológicos y
pastorales para hacer traducciones bíblicas y litúrgicas; coordinar
esfuerzos y llegar a posibles acuerdos de ayuda mutua.
Participaron 56 personas, sacerdotes, religiosas y laicos, casi todos
hablantes del náhuatl, de las arquidiócesis de México, Puebla y
Tulancingo, y de las diócesis de Huejutla, Ciudad Valles, Cuernavaca,
Orizaba, Tuxpan, Tlapa, Texcoco, Tehuacán, San Andrés Tuxtla y Huautla.
Faltaron de Papantla, Coatzacoalcos y Chilapa-Chilpancingo. San
Cristóbal de las Casas compartió su experiencia del proceso que siguió
para el tseltal y el tsotsil. Mons. Juan Manuel Sierra, de la
Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, de
Roma, expuso los criterios litúrgicos de la Iglesia y el proceso a
seguir. Se compartieron experiencias y materiales.
CRITERIOS
En fidelidad a Jesucristo, que se encarnó en una cultura marginal, y
al camino que siguió la Virgen de Guadalupe para una evangelización
perfectamente inculturada, en Aparecida dijimos: “Como Iglesia, que
asume la causa de los pobres, alentamos la participación de los
indígenas y afroamericanos en la vida eclesial. Vemos con esperanza el
proceso de inculturación discernido a la luz del Magisterio. Es
prioritario hacer traducciones católicas de la Biblia y de los textos
litúrgicos a sus idiomas” (DA 94).
El Papa Benedicto nos ha dicho: “Si la inculturación de la Palabra de
Dios es parte imprescindible de la misión de la Iglesia en el mundo, un
momento decisivo de este proceso es la difusión de la Biblia a través
del valioso trabajo de su traducción en las diferentes lenguas. A este
propósito, se ha de tener siempre en cuenta que la traducción de las
Escrituras comenzó ya en los tiempos del Antiguo Testamento, cuando se
tradujo oralmente el texto hebreo de la Biblia en arameo (Ne 8,8.12) y
más tarde, por escrito, en griego. Una traducción, en efecto, es siempre
más que una simple trascripción del texto original. El paso de una
lengua a otra comporta necesariamente un cambio de contexto cultural:
los conceptos no son idénticos y el alcance de los símbolos es
diferente, ya que ellos ponen en relación con otras tradiciones de
pensamiento y otras maneras de vivir. Durante los trabajos sinodales se
ha debido constatar que varias Iglesias locales no disponen de una
traducción integral de la Biblia en sus propias lenguas. Cuántos pueblos
tienen hoy hambre y sed de la Palabra de Dios, pero,
desafortunadamente, no tienen aún un «fácil acceso a la sagrada
Escritura», como deseaba el Concilio Vaticano II. Por eso, el Sínodo
considera importante, ante todo, la formación de especialistas que se
dediquen a traducir la Biblia a las diferentes lenguas. Animo a invertir
recursos en este campo” (Verbum Domini, 115).
PROPUESTAS
Demos la importancia que merece a la traducción bíblica y litúrgica a
las diversas etnias originarias; es un derecho que tienen y una
obligación pastoral de nuestra parte.